jueves, 8 de agosto de 2013

LEÓN DE ARANOA SE METE A ESCRITOR

He aquí 113 relatos en 190 páginas sin desperdicio. He aquí un Monterroso actualizado, tierno, agrio, divertido, melancólico. He aquí un aperitivo de tanto como hay para elegir:

“Cuando muere María muere la hija de Juan y Rocío, muere la hermana de Carlos, y también la mejor amiga de Ana Villares, con la que paseaba cada viernes por Reforma. Mueren también cuando muere María la amiga de Violeta, la de Marga, la de Juancar y Simón. Y muere la mujer a la que Peralta más quiso, a la que hoy pierde por segunda vez, y a la que aún abrazaba en silencio cuando duerme, a pesar del tiempo transcurrido y los consejos…” (de “Las muertes de María”)

viernes, 26 de julio de 2013

EL CONTENEDOR

Con un estribillo y unos coros podría ser el título de una canción del verano de Georgie Dann, pero fue en primavera cuando los contenedores sembraron la discordia en numerosos municipios de Gipuzkoa por un quítame un puerta a puerta. 

Cierto es que detrás de la polémica hay intereses económicos y planteamientos divergentes sobre el tratamiento de residuos, y que la desaparición, salvo de los destinados al vidrio, de un instrumento que al menos tiene tanta historia por detrás como la fregona o el portero automático, merece un debate extenso y reposado, pero lo que recrudece la controversia - a mí al menos así me lo parece - es el espíritu revanchista de los desalojados de los gobiernos municipales (PNV), promotores repentinos de grupos de desobediencia civil y referéndum populares. Lo que hay que ver…
Dice una leyenda urbana que la kale borroka abandonó su obsesión por la quema de contenedores el día que un grupete de pirómanos vio salir a un joven rumano de la tripa de uno de ellos con un manojo de quincalla metálica. Las leyendas nunca son del todo ciertas pero suelen esconder medias verdades, porque algo parecido le ocurrió a un amigo mío cuando bajó a echar la basura de su casa y oyó que alguien con acento extranjero se cagaba en su parentela. Desde entonces abre el artefacto con precaución, saluda con un protocolario “buenas noches”, y si nadie contesta lanza la bolsa de la basura a su interior.

El contenedor, como las bolsas de basura, es un instrumento urbano relativamente moderno. Hace solo unas décadas los cubos de basura iban tal cual, sin aislantes; se acumulaban frente a la puerta de los edificios y eran descargados directamente por los empleados del ayuntamiento en los camiones. Pese a lo que pueda parecer también había reciclaje selectivo, ya que en cada barrio había un trapero que compraba “ampolles i papers, draps i roba bruta, paraigües i mobles vells”  (“botellas, trapos y ropa sucia, paraguas y muebles viejos”, decía la viejísima canción de Serrat / http://www.youtube.com/watch?v=LbjgCCcCOl4), que luego revendía y reintegraba a la cadena productiva. 

Con la asunción de la responsabilidad del reciclaje urbano, los municipios consiguieron que éste se multiplicara exponencialmente. Fue la irrupción de los contenedores de colorines varios y su creciente modernización, incluso con destino en el subsuelo.  En la actualidad los contenedores de basura orgánica son, además, fuente de nutrientes para pobres y clases medias en caída libre, que los merodean en busca de algo que echarse a la boca. Para muestra un botón.

viernes, 19 de julio de 2013

ALTERNATIVA LAICA PUBLICA SU INFORME 
SOBRE EL ESTADO DE LA LAICIDAD EN 2012

Como es evidente la laicidad en el Estado Español es una asignatura pendiente, que no gana con los gobiernos supuestamente laicos y pierde mucho gas con los confesionales de derecha. 

Aquí el enlace: http://www.alternativalaica.es/articulos/informe-sobre-el-estado-de-la-laicidad-2012

miércoles, 10 de julio de 2013

EQUÍVOCO

Hugo Gatti
Allá estaba Gatti, el legendario cancerbero argentino. Colaboraba en un programa de deportes, y  si la cámara mantenía un plano medianamente fijo yo podría confirmar si se trataba del portero que, durante mis últimos años de futbolista amateur, puse de ejemplo de lo que nunca hay que llevar cuando se juega: un collarcito-amuleto, la esclavina, un arete, el anillo de bodas…
Según creía haber leído años atrás, Hugo Gatti se segó el dedo anular al engancharse la sortija de su mano derecha con uno de los ataderos de los que colgaba la red de la portería. El cronista se dejaba llevar  por la épica del momento y describía el amago del delantero ante la acometida del central, su gesto técnico disparando el balón con una trayectoria en parábola directa a la cruceta, y el salto del guardameta para atajarlo, que comparaba con el vuelo majestuoso de un águila imperial.  
Como si la figura histórica de Gatti fuera irrelevante, no me interesaba el contenido del programa, ni su participación, seguramente amena, llena de anécdotas y sucedidos, sino confirmar la amputación de uno de sus dedos. La posición del portero no permitía una visión clara de las manos. Se trataba de una de esas tertulias con una mesa parecida a la de la santa cena, un director en el centro y media docena de apóstoles repartidos a derecha e izquierda, de manera que éste solo aparecía esporádicamente, cuando el presentador le concedía la palabra. En la primera toma me fue imposible distinguir el número de dedos de ambas extremidades, ya que las mantenía apoyadas en la mesa. Hubo otros dos planos antes de que Gatti, ya metido de lleno en el debate, empezara a gesticular recordándonos su ascendencia italiana, pero, o le había vuelto a crecer o no le faltaba ningún dedo.
Yo nunca había estado seguro de que el protagonista del accidente fuera Hugo Gatti, y ahora empezaba a dudar de que éste hubiera ocurrido realmente o se trataba de una de esas advertencias maternas que se acaban asimilando a un hecho y personaje auténticos. ¿Murió realmente un motorista por la picadura de una avispa cuando llevaba la boca abierta? o ¿hubo alguna vez un portero que perdiera un dedo al parar un balón endemoniado?
Pumpido con el dedo recién recuperado
Pues sí. Nery Pumpido, portero del River Plate, ganador de la Copa del Mundo en México y uno de los mejores arqueros de la República Argentina, perdió el dedo anular mientras se recuperaba de una lesión. El ejercicio era muy sencillo. Pumpido tenía que tocar el larguero cada vez que su preparador físico se lo indicaba. En uno de esos saltos, la alianza se le enganchó en uno de los arneses que servían para atar la red y dejó ambos, anillo y dedo, colgando de la escarpia. 
Tras una insólita operación que duró cerca de cuatro horas, un reconocido microcirujano bonaerense consiguió reimplantárselo, de modo que, en su caso, yo tampoco podría haber comprobado la amputación a vista de pájaro. 
Nery Pumpido jugó varios años más en River, el Betis y el Unión de Santa Fe, y creo que Hugo Gatti sigue tertuliando en Intereconomía.

miércoles, 26 de junio de 2013

LA TRADUCCIÓN

En una de las entregas del blog, la dedicada al semáforo, tuve la tentación de corregir un par de palabras de La noia del semàfor, el  poema de Joan Margarit. Un error y un atrevimiento, ya que el caso de Margarit  es un tanto singular, al tratarse de un poeta bilingüe en toda la extensión de la palabra, un poeta que no traduce de una lengua a otra, sino que versifica en ambas.

Dicen los grandes lectores que hay que leer una obra en su versión original. Pero es evidente que traducir los giros y continuos usos específicos de una lengua entraña una gran dificultad. ¿Cómo pasar al inglés expresiones populares como “se ha pasado tres pueblos” o, la afortunadamente pasada de moda gracias a Camilo Sesto, “mola mazo”?

Al hilo de esta dificultad he recordado y recopilado tres historias divertidas sobre el mundo de los intérpretes, las traducciones y los doblajes.

La primera entrega es un comic de Lauzier, un dibujante ya fallecido que mostró en “Las cosas de la vida” una apasionante y corrosiva visión del mundo con los ojos de los años ochenta del pasado siglo. Pues bien, en el número 2 aparece “Diálogo en la cumbre”, la amarga historia de un intérprete africano obligado a traducir su propia condena. He colgado el comic en Picasa para que se pueda degustar: https://picasaweb.google.com/101454337953235625264/LauzierDialogoEnLaCumbre

La segunda referencia la leí en un artículo de Jacinto Antón dedicado a los llamados “pieles rojas”, los indígenas que poblaban América del Norte antes de su colonización. Archie Fire Lame Deer era un chamán de una tribu nómada, la de los lakota, que trabajó en Hollywood como extra y especialista en decenas de películas, “La diligencia” y “Flecha rota”, entre otras. Ya veterano, Archie se recicló como asesor y doblador de películas de sioux, y aprovechó la ocasión para vengar las afrentas sufridas por su pueblo a lo largo de los siglos. Cuenta Antón que el doblador traducía a su aire, burlándose de los directores de western y de su visión estereotipada de la realidad indígena. Colocaba canciones infantiles en vez de cantos fúnebres, o  frases del estilo de “a ese blanco no se le levanta”, mientras el subtítulo rezaba “mi hermano blanco habla con lengua recta”. El tipo se lo tenía que pasar pipa…

El último regalito es un clásico. La famosa parodia de Tip y Coll sobre cómo llenar un vaso de agua y su traducción al francés. A la derecha está el enlace a una de sus múltiples versiones.

Bon appétit

miércoles, 12 de junio de 2013

EL URINARIO

Como la altura de los urinarios públicos para hombres siga subiendo creo que acabaré teniendo que mear de puntillas o recurrir a hacerlo sentado en el retrete. Esta observación me ha recordado algo que le pasaba a mi abuela paterna los últimos años de su vida. Comentaba ella  que por las mañanas se veía en el espejo de la cómoda y así podía peinarse y arreglarse, pero por las noches tenía que recurrir a un pequeño taburete porque no alcanzaba. Según decía, iba menguando a lo largo del día. No sé si tiene mucho fundamento científico, pero un compañero de universidad que rayaba el metro sesenta aseguraba haberse librado de la mili con una caminata previa al reconocimiento médico. Su teoría, que le dio buen resultado, es que la fatiga nos acorta por la contracción de la masa muscular.

La primera vez que me tocó fregar los cacharros en la pila de un viejo caserío que alquilamos hace ya unos cuantos años, me sorprendió que tuviera que agacharme. Para mí, que no llego al metro setenta, era el indicio de que los propietarios primigenios eran bajitos. En fin, lo cierto es que la altura humana ha ido ascendiendo a lo largo de los años y que el mobiliario estándar, sea público o privado, se va adaptando a las nuevas proporciones.


Derribo de los aseos públicos de la Plaça Urquinaona de Barcelona
Además de esa adaptación a la antropometría de las nuevas generaciones, los urinarios se han modernizado, incluso en Francia. Lo digo porque aún recuerdo la primera vez que entré en uno de ellos en París. Era una sucia pared sin separación, con un simple y austero canalón a los pies. Para más coña, a la salida había una tía que te ponía a parir sino le dabas propina…

Eso sí. Nada más lejos de mis intenciones que reivindicar los nuevos búnker metálicos y herméticos que en algunas ciudades se anuncian como urinarios públicos. Debo reconocer que no he entrado nunca. Me da la sensación de que el mecanismo de cierre y apertura va a fallar dejándome encerrado de por vida, como a José Luis López Vázquez la famosa cabina telefónica en los años setenta.
La fuente - M. Duchamp

Entre los urinarios míticos que he conocido, ninguno como el de la Plaça Urquinaona de Barcelona, integrado en unos aseos públicos y derribado hace algún tiempo. En épocas de oscuridad y sordidez, era un lugar de encuentro para los homosexuales, que podían contactar y aliviarse en los múltiples cines de la zona, el Maryland, por ejemplo. Pero el más cercano y entrañable para mí es el que existía en la parte del Passeig de Sant Joan  colindante con la Travesera de Gracia cuando yo era niño. Tenía una escalera pronunciada, e igual servía para sosegar la vejiga que para jugar al escondite. Un día el guarda del paseo detuvo a un pequeño ladronzuelo y lo retuvo en el urinario. En aquel tiempo el incidente me pareció propio de una película de gangsters. Creo que el lugar también fue demolido a finales del siglo pasado.

En 1917 Marcel Duchamp, en un insolente arrebato dadaísta, expuso un urinario en Nueva York, “La fuente”. A partir de aquel momento nadie meó igual en el mundo del arte.

Para colorear el texto Los Toreros Muertos – Mi Agüita Amarilla http://open.spotify.com/track/3KALzhgyrDSWrAAJFstx7f

domingo, 2 de junio de 2013

“De rerum natura. Hitos para otra historia de la educación ambiental”, un nuevo libro de Jose Manuel Gutiérrez

El amigo Jose Manu Gutiérrez, además de asesorarme en materia futbolística en sus ratos libres, lleva años elaborando un cuerpo teórico sobre pedagogía medioambiental que, como él dice, en la voz de Violeta Parra: “va brotando, brotando, como el musguito en la piedra”. 

El libro es la segunda pata de lo que pretende ser una trilogía que comenzó con "Sus tenere. Sostenibilidad vs Mercado y Tecnología", y puede adquirirse en Editorial Bubok por solo 20 euros (opción recomendable) o bajarlo directamente: 
https://sites.google.com/site/historiaeducacionambiental/

martes, 28 de mayo de 2013

LHASA DE SELA

La cantante Lhasa de Sela falleció hace tres años. Supe de ella haciendo zapping a mediados de la pasada década. Creo que fue ETB1 la que programó el concierto que dio en directo en el festival Un mar de música de Cartagena en 2004 y me hice enseguida con sus dos primeros discos, pero no conocía esta delicia, “La escala de Richter”, que grabó junto a Vincent Delerm en 2005 y acabo de descubrir husmeando en spotify. Paso la conexión con spotify y youtube: Lhasa – L'échelle de Richter http://youtu.be/vxuI3haSKTI
Para los que no la conocían he rescatado el bellísimo obituario que le dedicó Carlos Galilea.



Lhasa de Sela, la voz de un ángel errante

Se llamaba como la capital del Tíbet. El nombre de Lhasa se le ocurrió a su madre cuando la pequeña había cumplido ya cinco meses: mientras leía el Libro tibetano de la vida y la muerte pensó que era el idóneo para aquel bebé muy sonriente y con los ojos algo rasgados.

La cantante y compositora falleció el 1 de enero en su casa de Montreal, a consecuencia de un cáncer. Tenía sólo 37 años. Hija de un profesor y escritor mexicano y de una fotógrafa estadounidense, Lhasa de Sela pasó su infancia recorriendo carreteras de México y Estados Unidos en un viejo autobús escolar convertido en el hogar de dos adultos, cuatro niñas, tres gatos, un loro, dos tortugas y un perro. Sin televisión. Ni electricidad ni agua corriente ni teléfono. Las pequeñas leían todo el tiempo y por la noche organizaban espectáculos.
Lhasa nació cerca de Woodstock (Nueva York), en 1972, y vivía desde los 19 años en Montreal (Canadá), donde llegó para estar con sus tres hermanas, que estudiaban en una escuela circense. Ya había despertado el interés de los medios musicales con su premiado disco La llorona (1997), al que seguirían The living road (2003) y Lhasa (2009), tras pasar un año en el sur de Francia en el pequeño circo en el que trabajaban sus hermanas, una como payaso; otra, funambulista, y la tercera, contorsionista y acróbata.
Creció escuchando a Violeta Parra, Chavela Vargas, Billie Holiday, Amália Rodrigues, Maria Callas... Siempre le atrajo la música triste, confesaba. El crítico británico Charlie Gillett comentó que, de haber tenido Nico y Leonard Cohen una niña en la década de los setenta, hubiera sido Lhasa.
En Montreal, acompañada por el guitarrista y productor Yves Desrosiers, Lhasa actuó durante cinco años en bares como Le Quai des Brumes o Les Bobards. Lugares ruidosos en los que cantaba con las manos en los bolsillos y los ojos cerrados para un público que bebía y hablaba. Lo explicó en una entrevista para EL PAÍS: "Me dije que no podía enojarme con ellos porque no tenían obligación de escucharme. Era yo quien tenía que hacer que quisieran escucharme de verdad y no por cortesía".
Según ella, cada canción surgía de una chispa y ya venía en un idioma determinado: español, inglés -las lenguas de mamá y papá- o el francés de la ciudad que la acogió. Sus composiciones se escuchan en la película de John Sayles Casa de los Babys, el documental de Madonna o la serie Los Soprano, y suenan a chanson francesa, folknorteamericano, blues, ranchera... Escribía frases como "tuve que quemarme p'a llegar a tu lado" y contaba en sus conciertos la historia de su abuelo libanés, que se escondió en un barco con destino a Marsella para huir de un padre que no lo quería. De La confesión ("Me siento culpable porque tengo la costumbre") aseguraba que tardó meses en comprender que se trataba de una fantástica explicación sobre la culpabilidad y cómo librarse de ese terrible sentimiento. Y Lhasa no quería sentirse culpable nunca más.


sábado, 18 de mayo de 2013

CINEMA TOGNAZZI

El cinema Tognazzi está en Cremona, a apenas 100 metros de la Piazza Roma, en el centro de la ciudad. El nombre me pareció entrañable y el edificio tan o más merecedor de una foto que la catedral y su campanile, el más alto de Italia, porque estos sobrevivirán al tiempo, pero no ocurrirá lo mismo con el cine. Rodeado de hasta doscientos talleres de luthiers que construyen violines siguiendo la tradición de Antonio Stradivari, natural de Cremona, la cata arqueológica nos descubrió un vestíbulo sucio y cristales polvorientos. Los últimos carteles anunciaban un espectáculo teatral dedicado a los Beatles en 2011. Según parece el cine dio ese año sus últimas bocanadas y ahora espera su derribo o conversión en un uso más adaptado a los tiempos que corren.



Quien haya nacido entre 1940 y 1980 se acordará de Ugo Tognazzi. Su cara está tan ligada al cine italiano de la época, principalmente a la comedia, como las de Nino Manfredi, Alberto Sordi o Vittorio Gassman. No sé si su ciudad natal le dedicó el cine o el negocio era suyo, pero si los santos Imerio y Omobono tienen su estatua en el pórtico de la catedral, este “santo” laico también se merecía un homenaje. ¿O no?

Para interesados en la arqueología urbana y nostálgicos en general, nada como el blog http://barcelofilia.blogspot.com.es/ dedicado a la de la capital catalana, con espacios dedicados a tiendas, bares, discotecas, mobiliario urbano etc, etc, etc., y la foto y la historia de 89 cines. Escarbando en internet  se encuentra multitud de coleccionistas de entradas, programas etc… de todo el mundo.

lunes, 13 de mayo de 2013

Abusos


ABUSOS

Durante varios meses de un curso de principios de los años sesenta del pasado siglo, el hermano L.A., uno de los frailes más jóvenes de la congregación, se metía con C.M. y M.T., dos alumnos especialmente brillantes, en un aula del colegio de los Maristas de Barcelona durante la hora posterior a la comida. El hermano L.A. cerraba el aula a cal y canto y allí pasaba un tiempo secreto con dos alumnos que tenían entonces once o doce años de edad.

Entre los compañeros, principalmente entre los más mayores, se corrió pronto que se “metían mano”. Era sabido que el hermano L.A. era un sobón. Quien más quien menos había sufrido sus toqueteos el día de su cumpleaños, fecha que aprovechaba para hacerlos pasar como muestras de cariño.

Pese a una inocencia mayoritaria que ignoraba casi todo sobre sexo, abusos, pederastia, entre los alumnos de curso se pensaba que M.T. sentía alguna inclinación “malsana” por C.M., y que ambos mantenían una relación “extraña” que el hermano L.A. convertía en un triángulo aparentemente “perverso”.

Con el rumor bastante extendido, el hermano L.A. convocó a una decena de alumnos en la misma aula que les servía de lugar de encuentro furtivo. Cerró la puerta con el pasador y tras una introducción sobre el pecado de la maledicencia empezó un incisivo interrogatorio.

Creo recordar que yo fui el primer interpelado. El hermano L.A. quería saber el contenido y la extensión de los rumores que habíamos propagado, pero no lo consiguió. En aquel tiempo era difícil que su presión pudiera vencer al miedo a aparecer como chivatos ante los ojos de nuestros compañeros. De modo que uno tras otro lo negamos todo. Al acabar el interrogatorio sin ningún resultado, el hermano L.A., con una voz especialmente severa, nos amenazó con tener que tomar medidas, que incluían la expulsión del colegio, si no dejábamos de hablar de su relación con C.M. y M.T.

Nunca volví a tratar el tema con los compañeros con los que compartí el episodio. Ni siquiera cuando el fraile desapareció al año siguiente. Creo que, o bien fue trasladado porque el asunto llegó a trascender entre sus superiores, o él mismo pensó que lo mejor era poner tierra de por medio antes de que las cosas se complicaran. El caso es que nunca más volvimos a saber de él.

Hace más o menos un año El País Semanal publicó un artículo sobre directivos de las grandes empresas del Estado. Entre esos grandes ejecutivos figuraba M.T., uno de los dos alumnos que habían protagonizado aquel lejano y lúgubre incidente, lo que lo reavivó en mi memoria. Durante algunos días pensé en la posibilidad de localizarle y preguntarle directamente qué es lo que realmente ocurría en aquel aula. Lo consulté con personas allegadas y me hicieron desistir.

En la foto del semanario, M.T. aparecía elegantemente vestido y rodeado de flamantes ejecutivos, y de acuerdo con los parámetros estándar del periodista era uno más entre un colectivo de triunfadores, pero supongo que en más de una ocasión habrá repasado lo sucedido en aquel tiempo y deseado borrarlo de su currículo íntimo y personal.

No sé absolutamente nada de su evolución, ni de la de C.M., ni mucho menos de la del hermano L.A. Si sus superiores no le apartaron de la profesión religiosa o él mismo se dio cuenta de que aquel no era el mejor camino, seguiría toqueteando y abusando de decenas o cientos de niños durante años.

Mientras en Irlanda, Australia, Estado Unidos o Alemania se han abierto cientos de procedimientos judiciales e investigaciones parlamentarias sobre abusos continuados en establecimientos religiosos a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, en el estado español solo hay un pequeño goteo de denuncias personales. Por alguna razón que se me escapa, parece un tema que no se quiere afrontar de forma colectiva.

lunes, 22 de abril de 2013


CICATRICES

Es casi un tópico literario hablar de las cicatrices que te va dejando la vida, pero ¡ostras!, cuando uno llega a cierta edad es que es verdad. No me refiero a las cicatrices metafóricas, sino a los costurones con sus puntitos a uno y otro lado de la herida, con el buen o mal acabado que le dio el médico de urgencias.

Tengo una pequeña cicatriz en la parte posterior del muslo derecho, cerca de la rodilla. Me la hizo un compi de los maristas de Barcelona cuando tenía siete u ocho años. El capullo me rajó la piel con la hebilla de una de sus sandalias. Aunque el corte fue relativamente profundo, el fraile encargado de la enfermería no consideró conveniente cosérmela.

Un sábado por la noche de mis diecinueve años me senté de paquete en la bultaco de uno de mis mejores amigos con la esperanza de comernos el mundo y acabé en el Perecamps. No se me ocurrió otra cosa que meter el tobillo en los radios de la rueda trasera. Un médico en prácticas salvó mi tendón de Aquiles y una “prometedora” carrera futbolística con diecisiete puntos de factura desigual. A veces, cuando cambia el tiempo, aún siento un débil cosquilleo en la costura.

Hace unos cinco años, cepillando el suelo de la terraza de casa como todos los años cuando se acerca el verano, me rajé el dedo pulgar con el trozo cortante de una maceta rota. Es la última de mis cicatrices físicas, constatables, las que sirven para identificar el cadáver de un desconocido y solo un forense meticuloso puede descubrir.

Así que es verdad. Las cicatrices del cuerpo son, además de accidentes orográficos, hojas de un calendario íntimo: en la infancia fue el juego; en la adolescencia, la fiesta; en la madurez, mantener la propiedad.


domingo, 21 de abril de 2013


EL TÍO QUE LES HACÍA LAS PORTADAS 
A LOS PINK FLOYD

Hubo un tiempo en el que la portada de un disco de vinilo era una pequeña pieza artística a coleccionar. Storm Thogerson, fallecido la semana pasada, perteneció al grupo Hipgnosis, el nombre de un colectivo que, hasta su desaparición en 1983, diseñó algunas de las mejores portadas de los años sesenta y setenta del pasado siglo.
Hipgnosis y el propio Thogerson, ya separado del colectivo, trabajaron para conjuntos y solistas punteros, como Alan Parsons, Led Zeppelin, Al Stewart, Peter Gabriel o Pink Floyd. Yo he podido conservar como oro en paño algunas de esas reliquias y sus sorpresas interiores (el LP Wish you were here, de Pink Floyd, por ejemplo, contenía una tarjeta postal en su interior), auténticas obras de arte, generalmente de carácter onírico y surrealista. 

sábado, 13 de abril de 2013

EJECUCIÓN

La Cadena Ser ha publicado un cortometraje en apoyo a la lucha ciudadana contra los desahucios. Está protagonizado por Laura Domínguez y Carlos Serrano. Es una producción colectiva de Audiovisual Working Class.

Hay que pinchar en el enlace que está debajo de la imagen.











http://www.cadenaser.com/espana/articulo/23ejecucion/csrcsrpor/20130413csrcsrnac_1/Tes

martes, 2 de abril de 2013


EL SEMÁFORO

Hay un semáforo de peatones en una de las dos avenidas que circundan el hospital de Valdecilla cuyo rojo dura más de setenta segundos. Creo que, si no lo hace ya, merece figurar en el libro Guinness de los récords como ejemplo de exceso locomotor. Tiene sus ventajas (romperte el ritmo endiablado que damos a nuestras vidas) y desventajas (es un horror presenciar el vendaval de vehículos que pasa por tus morros).

Una de las primeras enseñanzas en los centros de preescolar es que los chiquitines aprendan a esperar, pero pese a semejante entrenamiento es algo a lo que, ni ya adultos, parecemos acostumbrarnos. Aunque lo esperado sea una noticia o un hecho no deseado, aguardar nos inquieta e irrita. En las salas de las consultas del tipo que sean veo a gente nerviosa, dispuesta a alborotarse cuando cree que la espera se convierte en “plantón”, aunque sea por diez minutos de retraso. Para superar la incomodidad y la sensación de pérdida de tiempo yo recomiendo la lectura y la observación.

Pero volvamos a los semáforos. Desde un punto de vista gramatical los semáforos son paréntesis y las rotondas, que se postulan como alternativa sucesora, son puntos suspensivos. A veces vienen bien, pero hay otras que, si no hay contenido para rellenar el paréntesis, pueden convertirse en una pausa incómoda. Entre los semáforos para automóviles, detesto los que te obligan a parar en una cuesta. Creo que se debe al revival de mi primer examen de maniobras. Sí, la cagué en la rampa. No acerté con el embrague y el coche de mi autoescuela cayó a peso sobre el automóvil que me seguía. Desde entonces, cuando abordo un semáforo en rojo en una calle empinada, meto el freno de mano y pego un arrancón que se chupa media llanta. Otra de mis debilidades son los semáforos con rotonda incorporada, un extraño híbrido de reciente factura. Lo reconozco, nunca sé si prevalece el semáforo, el paso de peatones o las reglas de la propia rotonda.  Por cierto, el paso de peatones más conocido del mundo y de la historia, el de Abbey Road, nunca ha tenido semáforo. Los Beatles no eran de Ciudad Real, ni alcaldes de la localidad, como Rosa Romero, que en su primera legislatura se puso paso y semáforo para cruzar la Ronda desde la puerta de su casa. Faltaría más.

Todos tenemos semáforos aliados y semáforos enemigos, y también estrategias para esquivarlos si creemos que no nos convienen. Sé la forma de vadear el rojo del paso de peatones de la Alameda de Urquijo en la plaza de Indautxu o el intervalo que permite  cruzar la Gran Vía de Bilbao sin que te atropellen, pero un despiste o un mal cálculo puede darte un disgusto. Hace ya unos cuantos años una compañera de trabajo perdió al hijo que esperaba por esa imprudencia, así que no vale la pena arriesgar el futuro por unos segundos, y si hay niño o anciano a la vista el respeto al semáforo es ley divina, porque como pases en rojo éstos salen detrás de ti como posesos.

A menudo coincidimos con las mismas personas a un lado y otro del semáforo. Las conocemos de vista y sabemos si vamos bien de horario si las vemos a la otra  orilla del cauce que separa las dos aceras de una calle como todas las mañanas. Con el paso del tiempo echamos de menos a personas a las que hemos frecuentado en un paso de peatones durante años. Son personas anónimas, como nosotros para ellas, de las que solo sabemos que tienen un horario parecido al nuestro. Algunas se han jubilado y cambiado de horario, de domicilio. Quizás han muerto. Alguien también nos echará de menos cuando dejemos de atravesar ese paso de peatones, sea cual sea nuestra propia circunstancia.

Joan Margarit aprovechó el artilugio para uno de sus poemas más bellos y románticos; uno de mis favoritos:
LA NOIA DEL SEMÀFOR
Tens la mateixa edat que jo tenia
quan començava a somiar a trovar-te.
Encara no sabia, igual que tu
no ho has après encara, que algun dia
l´amor és aquesta arma carregada
de soledat i de melancolía    
que ara t´està apuntant des dels meus ulls.
Ets la noia que vaig estar buscant
tant de temps quan encara no existies.
I jo sóc aquell home cap el qual
voldràs un dia dirigir els teus passos.
Però llavors seré tan lluny de tu
com ara tu de mi en aquest semàfor.

LA CHICA DEL SEMÁFORO
Tienes la misma edad que yo tenía
cuando empezaba a soñar en encontrarte.
Entonces no sabía, igual que tú
no has aprendido aún, que llega el día
en que el amor es este arma cargada
de soledad y de melancolía
que está apuntándote desde mis ojos.
Tú eres la muchacha que busqué
cuando aún no existías.
Y yo el hombre hacia el cual
querrás un día dirigir tus pasos.
Pero estaré tan lejos de ti entonces
como estás tú de mí en este semáforo.

 (el poema está traducido al castellano por el mismo Joan Margarit)

jueves, 21 de marzo de 2013



UN HOMENAJE A JERRY LEWIS

Yo lo he descubierto ayer mismo gracias a Almudena Grandes. Es un homenaje a la escena preferida de una de mis hijas, la de la máquina de escribir, con Alfredo Anaya acompañado de una gran orquesta el 12 de junio de 2011. 

jueves, 14 de marzo de 2013


SOÑADORES…

Ayer repusieron Los Soñadores de Bertolucci en TCM Autor y añoré ser un joven capaz de cruzar el Louvre en poco más de 9 minutos. Se trata del homenaje del director italiano a una de las escenas de Bande à part, una de las películas emblemáticas de Jean Luc Godard y la Nouvelle Vague.

Para desengrasar, una canción del disco homónimo del también homónimo grupo francés de bossa nova-pop:  

viernes, 8 de marzo de 2013



EL METRO

La otra mañana, mientras esperaba la llegada del metro con un vecino del barrio, ambos nos dimos cuenta de que este medio de transporte, en el que no habíamos creído, ya ha cumplido la friolera de diecisiete años de edad.

Debo confesar que el proyecto me pareció en su momento un despropósito. Bilbao es una ciudad relativamente pequeña y con dificultades orográficas (atravesada por una ría y rodeada de montañas) lo que pronosticaba un coste demasiado elevado para las necesidades que cubría. No ha sido así. Es un medio sin perdidas que ha unido barrios y pueblos y ha reducido enormemente el tráfico rodado y sus consecuencias:   stress ciudadano, polución, accidentes… Así que, pese a incrédulos y agoreros, el metro de Bilbao se inauguró el 11 de noviembre de 1995.

La palabra metropolitano viene de metrópoli, de modo que podría decirse que toda ciudad con ese medio de transporte adquiere un status especial, una especie de certificado de cosmopolitismo.  Si a ello se une el plus de que la obra haya sido diseñada por un arquitecto con firma, en este caso Norman Foster, ¡bingo!

Una de las virtudes del metro de Bilbao es también uno de sus defectos: su pulcra modernidad. Para alguien que vive o ha vivido en una ciudad con metro de “toda la vida”, el metro de Bilbao, increíblemente libre de suciedad, pintadas, deterioro, un metro que parece que fue inaugurado antes de ayer, está falto de mugre histórica.

Construcción del metro de Barcelona
La nostalgia me hace recordar la línea 1 del metro de Barcelona, con sus paredes alicatadas en blanco y la variedad de las estaciones y accesos de su red. Es cierto, sufre un creciente desgaste, y sus ciudadanos no le guardan el respeto que se merece, pero entre este hecho y la frialdad de las estaciones de Bilbao, tan repetitivas, debería haber un término medio.



También me gusta el metro de Madrid. Por razones familiares recorro el itinerario que va de la estación de Avenida de América a Atocha, con sus dos transbordos, unas dos veces al año. No hay una estación ni un viajero igual a otro, y en las últimas décadas he visto colorearse su piel y multiplicarse sus lenguas y acentos. Es frecuente la llegada de algún músico o pedigüeño que vocea u ofrece la interpretación de un clásico para sobrevivir. Hay gente que lee, gente que solo mira, gente que llora. Recuerdo a una chica oriental llora que te llora en uno de esos viajes. A veces hago fotos indiscretas, sin permiso, que colecciono en una carpeta que llamo Viatjes (viajes), y otras pido  que posen. La chica de la foto cantaba “Gracias a la vida” en esa encrucijada de la línea circular. Parecía realmente feliz. 

Cantante en el metro de Madrid
A mí me hace feliz oír música mientras subes y bajas escaleras, mecánicas o no, y casi pasas miedo en andenes estrechos que te producen vértigo.

Cuando visité París por segunda vez a principio de los años ochenta me gustaba perderme en el metro y escuchar a los múltiples grupos de música, principalmente africana, que había en los pasillos. Era entonces algo casi insospechado en una Barcelona con la resaca de la dictadura.


Veinte años después, en otra visita con mis hijas ya adolescentes, presenciamos un percance que me emociona recordar. Un grupito de mujeres latinoamericanas intentaba bajar la escalera mecánica de una estación cercana a la torre Eiffel. Una de ellas, minusválida, usaba silla de ruedas y era ayudada por otra algo mayor. La silla se le escapó de repente de las manos y ambas rodaron escalera abajo. Fueron apenas unos instantes, pero creo que nunca olvidaremos el pánico impotente de su cara mientras caía y los gritos de angustia de sus compañeras. Cuando la atendimos después de bajar los peldaños de dos en dos y comprobamos que lo que pudo ser una tragedia solo era el susto con el que empieza un domingo soleado, la señora mayor se abrazó a mi mujer y ambas se echaron a llorar. Esta anécdota con final tan feliz, dos mujeres que se acaban de conocer dándose consuelo, me lleva a denunciar las barreras arquitectónicas en el metro, y aquí Bilbao, con una arquitectura moderna y adaptada, es un ejemplo para los viejos trenes, estaciones, pasillos, andenes y transbordos. 

Entre las cosas que he ido escribiendo a lo largo de los años me doy cuenta de que el metro aparece más de una vez y que, sin llegar a pensar que “un mapa del metro es como una mesa sinóptica, un dispositivo para los recuerdos” (“Un etnólogo en el metro” – Marc Augé), es verdad que esas referencias dan pistas sobre personas que conocimos, sucesos, estados de ánimo u obsesiones...

Creo que la primera reseña se dio en un poema de finales de los años setenta que habla de una tormenta de verano (“por más que este gris plomizo de Barcelona en junio os barra con un agua furiosa hacia las bocas de los metros”). El recuerdo del metropolitano de París,  aparece en “Avec le temps” ( “Andaba, recorría como un poseso los pasillos, las escaleras mecánicas, las rotondas llenas de rastafaris del metro, embelesado por los rostros, los cuerpos contundentes de mulatas venidas de países recónditos”) y en el mismo librito de factura artesanal le dediqué un relato entero, “Metropolitano”, en el que un viajero solitario aprovecha el medio para el trapicheo (“Cuando Foster diseñó el metro de Bilbao no podía imaginar la simultaneidad del tráfico de trenes con aquel nuevo transvase de mercancías ilegales”). En “Querido extraño”, un relato corto, una mujer que acaba de perder a su marido sueña que éste es empujado al vacío en una estación. Queda finalmente “Un gran alivio”, un cuento aún más breve, en el que un hombre se ve contagiado por el nombre del libro que lee otra viajera, “La nausea”. No en vano el metro, al que se accede por un boca, es lo más parecido a un aparato digestivo, aunque hay quien lo asocia a un anélido subterráneo.

Tras esta auto-publicidad gratuita veo obligado citar alguna que otra referencia metropolitana. Sin dar muchas vueltas al tema se me ocurre una peli con metro en el título, “Zazie en el metro”, de Louis Malle, basada en una novela de Raymond Queneau, y otra que empieza con la imagen de una boca de metro, “Ópera prima”, de Fernando Trueba. También creo recordar a Jean Pierre Leaud en algunas estaciones de París y a Patrick Swayze en Ghost, aprendiendo a comunicarse con los seres vivos en un andén. En las películas americanas, principalmente las rodadas en Nueva York, el metro es un elemento común y muy agradecido para persecuciones y otros avatares. No lo conozco, pero lo imagino lleno de tipos patibularios y graffitis. Por aquí también llegó la marea, no a Bilbao, claro está, pero sí a otras ciudades del Estado. En la red hay múltiples hazañas de grupos de chavales acicalando los vagones, como la que sale en este enlace, grabada en 2008 en la línea 5 de Madrid, con el My generation de los Who de música de fondo: www.youtube.com/watch?v=915NFC2usiY.

En el capítulo musical hay  un bloguero mexicano que ha recopilado varias canciones dedicadas a tan noble y popular medio de locomoción únicamente en distrito federal (http://kazbam.blogspot.com/2012/03/unas-canciones-sobre-el-metro-del-df.html), y yo me sumo a la colección con tres obras de cantautores y sus enlaces en spotify, por si place:  la primera es  simplemente explícita, “La bella y el metro”, de Serrat (Entre el infierno  y el cielo, galopando entre tinieblas, de la periferia al centro, del centro a la periferia; el metro Joan Manuel Serrat – La Bella Y ElMetro ) ; otra contiene una relación de estaciones del metro de Madrid en la voz entonces no tan cascada de Joaquín Sabina (…Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal, ¿Dónde queda tu oficina para irte a buscar? -Joaquin Sabina – Caballo De Carton);  y una preciosidad de Luis Pastor sobre amores y desencuentros, mejor con Bebe (No sé de qué compás te deslizaste y en qué estación de metro te perdí, no vi llegar al lobo y me avisaste, las tiendas se han cerrado para mí…” - Bebe – Aguas Abril (feat. Bebe)).

domingo, 24 de febrero de 2013

Passos interrompido por "Grândola Vila Morena"

EMOCIONANTE INTERPRETACIÓN DE GRÂNDOLA VILA MORENA, EL HIMNO DE LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES, EN EL PARLAMENTO PORTUGUÉS

miércoles, 13 de febrero de 2013

John Burnside


A PROPÓSITO DE JOHN BURNSIDE, 
POETA ESCOCÉS

Para aficionados y despegados me permito aconsejar la lectura de la poesía de John Burnside, aunque, como en mi caso, deba uno recurrir a su versión traducida.
Reconozco haber descubierto a Burnside en los últimos meses y gracias a un crítico fogoso, así que sigo la cadena.  
Nacido en Escocia en 1955, se trata de un poeta algo tardío (publicó su primer libro de poemas con 33 años), pero ya con ocho poemarios en el balance, además de un par de (dicen y seguro que lo son) espléndidos libros de memorias. Yo he tenido acceso a su obra a través de “Conjeturas y esperanza”, una antología de su obra poética entre 1988 y 2008.

Aunque luego aportaré alguna opinión personal, suscribo dos de las características de la poesía de Burnside que se apuntan en el prólogo del libro: la búsqueda de significados de las cosas de los que carecen aparentemente a través del lenguaje, y la capacidad, desarrollada como una verdadera patología, de asociar hechos, tiempos y experiencias como auténticas revelaciones (a Burnside se le llegó a diagnosticar de “apofenia”, una especie de paranoia que relaciona hechos con consecuencias aparentes).
Como nada más lejos de mis querencias poéticas que las revelaciones místicas, y pese a que la poesía de Burnside bordea terrenos metafísicos, su escritura parte de objetos y experiencias  cotidianas, principalmente las que se dan en inmuebles, barrios y paisajes periféricos. Con esos mimbres, y con la búsqueda de la palabra apropiada, es capaz de crear una nueva realidad en la que los personajes, las situaciones, los vivos y los muertos se superponen, comparten y reconstruyen sus vidas y vivencias en un ambiente sereno y cadencioso.  
A la belleza del libro colabora la reelaboración (mi bajísimo nivel de inglés me impide juzgarlo como traductor) de Jordi Doce, con el resultado de poemas de una pulcritud fonética y rítmica muy destacable.
Un último exceso, dos pequeños cortes para hacer boca:

…”traes a casa la serpiente que pensaste
tomaba el sol en una roca
a la orilla del río: grácil,
desgastada por la intemperie,
se mece y columpia en tus manos
igual que un músculo de luz,
y la doblas como una trenza
para que yo la admire”…
(de “Serpiente”)

“Bailaron menos de una hora, ella se fue
y cuando él regresó la mañana siguiente

las enfermeras le impidieron entrar.
Pienso en ella todos los días, sueño su piel,
y desde entonces sigo viniendo en coche, en el calor de agosto,
ya sin mi madre, y con mis donativos
comprados en la tierra: tarros de pepinillos,
pan envuelto en papel transparente.”
(de “El baile del manicomio”)


He rastreado las librerías virtuales y encontrado dos publicaciones en castellano: “Dones” Ed. Lumen y la citada "Conjeturas y esperanza” – Ed. Pre-Textos
y una en catalán: “El món imposible” – Eumo Editorial Sau  

Pero lo mejor es comprarse el libro. En poesía todo es empezar…