jueves, 12 de octubre de 2017

Joan Margarit 2

LA MÚSICA CONSUELA (2)

Joan Margarit pertenece a una generación muy influenciada por la cultura y la canción francesa. Para un catalán nacido a pocos kilómetros de su frontera, el país cercano y sobre todo París era un destino que contrastaba con la grisura de la dictadura franquista. En un primer momento, en sus poemarios de la época, como referencia presente. Más adelante como una muestra del tiempo irrecuperable. No en vano Joan Margarit dedicó un libro a la “Estació de França” en 1999, una clara metáfora de la puerta de “hierro y de cristal” “con olor a carbón en los andenes/ y el mostrador mojado en la cantina”, que conducía a la libertad.

Ejemplos de esta influencia son:
“Ciutat d´ahir/Ciudad de ayer”, en el que homenajea a cantautores de ayer, como Leo Ferré o Paco Ibáñez, pero coloca a la misma altura que Lucho Gatica, cuyos  boleros, “en la muerte seguiremos bailando”.
“Sonets a dues ciutats/Sonetos en dos ciudades”, en el que ambas, Barcelona y París, se unen en la cita de una canción de Leo Ferré, “Thank you Satan” (“El rojo para nacer en Barcelona,/el negro para morir en París”).
En “Últims combats/Últimos combates” la canción francesa acompaña a “Franco en los periódicos y Marx en los discursos clandestinos”.
En “Mentre tu dorms/Mientras tú duermes” (un poema que se incluye como poema prólogo de la antología de “Poesía amorosa completa”, publicada por Hiperión en 2001) la música, “una voz ronca de canción francesa”, es el fondo de las primeras fases de su historia de amor con Mariona Ribalta, su mujer.
“Fars en la nit/Faros en la noche” recurre a una de las constantes de su poesía, la vuelta del pasado. En este caso a través de la imagen de un coche que le lanza una ráfaga de luces, quizás “el dos caballos/de los años sesenta hacia París/Je ne regrette rien canta Edith Piaff”.

Pero para la ocasión he querido transcribir la totalidad de dos espléndidos poemas, “Fulgors/Fulgores”, una suerte de manifiesto poético en el que Margarit relativiza el valor de la poesía y de la música, pero insiste en su capacidad de consuelo; y “Quadres d´una exposició/Cuadros de una exposición”, el nombre de una suite de Mussorgsky, escrito en 1995 en un tono nostálgico y lleno de referencias a la cultura y la canción francesa.

FULGORS
                            "Nadie es la patria."
                                       J. L. Borges

Res ni ningú no és la poesia.
Ni el personatge sol en una roca
mirant com bat el mar. Ni el mar, que és l'únic
que ha perdurat de la mitologia.
Poesia no ets tu. Ni cap crepuscle,
ni el vell prestigi inútil de la rosa,
ni escriure el vers més trist aquesta nit.
Res ni ningú no és la poesia.
Ni cendra i marbre, aparellats pels clàssics,
ni els molls a l'alba, ni les fulles mortes,
ni escoltar la cançó Les feuilles mortes.
Res ni ningú no és la poesia.
Ni les cartes de Rilke, ni Venècia,
ni la bala en el cap de Maiacovski,
ni la llum del fanal entre la boira
on sempre esperarà Lili Marlene.
Res ni ningú no és la poesia,
però és ella qui em salva d'aquest monstre
que és a l'aguait en algun lloc dins meu,
la meva bèstia de companyia.
FULGORES
                             "Nadie es la patria."
                                         J. L. Borges

Nada ni nadie es la poesía.
Ni el personaje solo en una roca
que mira los embates
del mar. Ni el mar, lo único
que ha perdurado en la mitología.
Poesía no eres tú. Ni los crepúsculos,
ni el inútil prestigio de la rosa,
ni haber escrito el verso más triste alguna noche.
Nada ni nadie es la poesía.
Ni el ínfimo temblor de las estrellas,
ni mármol y ceniza, reunidos por los clásicos,
ni los muelles al alba, ni las hojas muertas,
ni escuchar la canción Les feuilles mortes.
Nada ni nadie es la poesía.
Ni las cartas de Rilke, ni Venecia,
ni la bala en la sien de Maiacovski,
ni la luz del farol entre la niebla
donde siempre esperará Lili Marlene.
Nada ni nadie es la poesía,
pero ella es quien me salva de este monstruo
que acecha en un lugar dentro de mí,
la bestia que me hace compañía.
QUADRES D´UNA EXPOSICIÓ
                                        A la Raquel
Tu i jo sempre hem tornat junts a París.
L´Estació de França queda enrere
-uns ferros dins la nit- com el passat.
És blavosa la lluna vista des del tren,
la lluna feta de records de l´ombra,
com, per a mi, el París de fa trenta anys
en els teus ulls
-vull dir els d´aquella noia:
literatura, exili, la cançó francesa.
Érem joves, buscàvem les ciutats
plujoses amb mansardes de pissarra,
les ciutats sota zero de grans guerres
i grans poetes. Ens feien sentir herois,
politics, cultes,
perseguidors d´una literature
que s´ha acabat per sempre. Sartre dorm
en la grisa tardor de Montparnasse,
a prop de Baudelaire, les flors marcides
i una nota d´agenda d´una desconeguda,
lletra mig esborrada per la pluja.
Ara podem entendre aquest verd fosc
dels racons més ombrívols de Cézanne
i la plujosa llum de Montparnasse
sota els alts castanyers de branques nues,
on Simone de Beauvoir,
com tots els de llavors, també dorm, ja,
en l´exposició de quadres d´ombra.
Tu i jo sempre hem tornat junts a París.
I ara que de Cézanne ja fa cent anys,
qué significa per a ell el quadre
del pont, que tant t´estimes?
Ara mirem en una sala càlida
el drap blanco on rodolen pomes roges,
verdes, blaves: la nostra joventut.
Tots els paisatges d´aquest verd lluent,
què són dins la seva ombra sense quadres?
Amb la mirada malva dels joueurs de cartes
i amb aquells negres ulls desconfiats
dels seus autoretrats,
Cézanne va mirar un dia aquest llac verd
profunsíssim de fosca
que mirem entre quadres i murmuris
sota els llums tenues del Grand Palais:
una dona de cinquanta anys
i un home seixanta
busquen noves nostàlgies.
Tornem al metro que, sense adonar-nos-en,
ha anat modernitzant els vells vagons.
Ja és difícil sentir Leo Ferré,
però encara és la pluja de París.
En un p
etit hotel de nom terrible
-Hôtel de l´Avenir-
vora la fosca, gran com un Cézanne,
dels jardins verd obscur del Luxembourg,
una nit de noviembre del noranta-cinc,
escric aquest poema.


CUADROS DE UNA EXPOSICIÓN
                                           A Raquel
Siempre hemos vuelto juntos a París.
Atrás dejamos – hierros en la noche-
nuestro pasado, la Estación de Francia.
La luna es azulada desde el tren,
una luna de recuerdos de sombra,
igual que aquel París de hace treinta años
en tos ojos
-quiero decir en los de aquella chica:
literatura, exilio, la canción francesa.
Éramos jóvenes, buscábamos ciudades
lluviosas, con mansardas de pizarra,
ciudades bajo cero de dos guerras
y de grandes poetas. Nos hacían
sentir políticos, heroicos, cultos,
y perseguir una literatura
que acabó para siempre. Sartre duerme
en el otoño gris de Montparnasse,
cerca de Baudelaire, las flores mustias
y una nota de agenda de una desconocida,
letra medio borrada por la lluvia.
Ahora entendemos este verde oscuro
de rincones sombríos de Cézanne
y la lluviosa luz de Montparnasse
bajo castaños de desnudas ramas,
con Simone de Beauvoir que, como todos
los de entonces, también está dormida
en esta exposición de los cuadros de sombra.
Siempre hemos vuelto juntos a París.
Y hoy que de Cézanne hace ya cien años,
¿qué significa para él el cuadro
del puente que tanto amas?
Ahora miramos en la sala cálida
el trapo blanco con manzanas rojas,
verdes, azules: nuestra juventud.
Estos paisajes de un brillante verde
¿qué son en una sombra sin los cuadros?
Con la mirada malva de los joueurs de cartes
y con los negros ojos desconfiados
de sus autorretratos,
Cézanne contempló un día el lago verde
que, de sombra, ahora miramos
entre los cuadros y entre los murmullos
bajo la tenue luz del Grand Palais:
una mujer de cincuenta años
y un hombre de sesenta
buscando nuevas nostalgias.
Vamos en metro, que ha modernizado,
sin que nos demos cuenta, sus vagones.
Ya es difícil oír a Leo Ferré,
pero aún es la lluvia de París.
En un pequeño hotel con un nombre terrible
-Hôtel de l´Avenir- junto a la sombra,
grande como un Cézanne, de los jardines del Louxembourg, de un color verde oscuro,
una noche de noviembre del noventa y cinco,
escribo este poema.

Como fondo musical he elegido a un asiduo de Margarit, también asiduo de este blog, Leo Ferré. Se trata de una interpretación de “La melancolie” en el Olympia de París en  1972. Es emocionante ver a ese hombre, ya muy mayor, cantando ese precioso poema con el solo acompañamiento de un piano y oír, por ejemplo, una bellísima, simple y sutil definición de la melancolía: “volver a ver a Charlot a la edad de Chaplin”.

Que el pasado, la poesía y la música os consuele…



lunes, 25 de septiembre de 2017

Joan Margarit

LA MÚSICA CONSUELA (1)

Con la aparición de los primeros cassettes portátiles a finales del pasado siglo creí cumplido mi deseo de que la vida cotidiana tuviera música. ¿No era así en las películas? ¿No había siempre una orquesta, una canción, una banda sonora detrás de cada drama, cada tragedia, comedia o historia de amor? Así que por aquellos tiempos no era raro verme correr por las calles de Barcelona arrastrando un “portátil” de casi un kilo y unos auriculares que te destrozaban las orejas con tal de vivir envuelto en la música de “Mágico” o “My song”, mis discos preferidos de aquellos tiempos.

Hace años publiqué un relato corto, “Noches que suenan a Coltrane”, que se refería a épocas de una vida por las canciones que las caracterizaban. También dediqué un blog a un delicioso cuento de Arkaitz Cano en el que a alguien que acaba de morir se encarna en su canción preferida, “Camarillo brillo” ( http://charlievedella.blogspot.com.es/2014/08/camarillo-brillo-camarillo-brillo-no-es.html ). Las referencias musicales son abundantes en la literatura, y cuando aparecen me siento invitado a buscarlas y a conocer mejor a quienes las utilizan.

Quienes me han oído hablar alguna vez de poesía saben que Joan Margarit (Sanahuja – 1938) está entre mis cinco o seis poetas preferidos. Alguna vez le
he felicitado por alguno de sus libros, por el premio nacional, que recibió en 2008 por Casa de Misericordia, y me he acercado más de una vez a oírle recitar sus versos. En cierta ocasión le envié por correo electrónico el enlace de una final de bersolaritza y lo agradeció confesándose emocionado. También ha estado presente varias veces en el blog.

Joan Margarit
Y es que desde que le descubrí en una antología de poetas catalanes he seguido su obra y disfrutado de la perfección con la que habla de las cosas que nos identifican: nuestros orígenes, algunas ciudades, y sobre todo la música, la música con que suenan las cosas, la que acompaña como un fondo cinematográfico lo que nos pasa, aquellas que han dejado huella en la memoria, aquella que nos consuela… 

Para esta primera entrega dos poemas, “Embraceable you” y “Remolcadores entre la niebla”, un paseo por el viejo celuloide y otro por una Barcelona nocturna llena de sombras. Quiero advertir que transcribo los textos en castellano por motivos de espacio, sin traicionar para nada a un autor que escribe a la vez, sin traducir, en lengua catalana y castellana, y que mi mayor deseo es que las entradas consuelen (nunca mejor...) e inviten a acercarse a las músicas que Margarit propone en sus versos. Al final hay una versión de "Loverman" de Charlie Parker.

EMBRACEABLE YOU
Es triste poner Gershwin sin poder abrazarte.
Somos el blanco y negro de una vieja película:
las parejas bailando, y los barcos de guerra
que han de zarpar al alba. Quizá fui aquel muchacho
que pereció en combate, y tú aquella muchacha
que nunca olvidaría la canción.
Vivimos en la sombra su mañana perdido
en oscuros bailables. Pero hoy, aquella música
se toca en los conciertos y nadie ya la baila.
Hemos errado el tiempo, destruido los recuerdos.
La fiesta está acabando: guarda el último baile
-la luz de oro del saxo y una pieza de Gershwin-
para cuando se acerque
la hora de embarcar en el buque de guerra.

---------------------------------------

REMOLCADORES ENTRE LA NIEBLA
Amiga de la noche, reluciente,
lúcido disco de la luna:
avanzas junto a mí por la playa, iluminas
estancias con espejos para amantes
a los que aflige el plazo de una noche.
Tú y yo cruzamos la ciudad caída.
Hay hojas de periódico arrastrándose
como heridas de guerra, son gaviotas
que mueren en el agua de algún muelle.
También cartas de amor que pasan cuentas
como viejos recibos de negocios.
El viaje hacia la sombra nos exige
decidir compañía: yo he escogido
esos ríos espesos, relucientes
de dos armas doradas, dos trompetas:
una cálida y negra, la de Clifford
como un fuego en la nieve de las calles
y la blanca, que apenas puede oírse
en la pútrida noche con letreros
de los hoteles tristes de Chet Baker.
Paso junto a amenazas de paredes
y escaleras de metro con los bultos
de los que duermen bajo los cartones.
Son las sombras que tocan en la noche.
Esperaba un acuerdo sobre fines
y nunca hallé finalidad alguna.
Esperé incluso la pasión del náufrago
por encender un fuego frente al mar
pero nadie deseaba ser salvado.
Creí que contaría con la gente
en asuntos de versos y valores.
No sabía que todas estas cosas
sólo indicaban cómo envejecía:
de pronto todo el mundo estaba lejos
y, mientras, yo escribía este poema
sabiendo que el mañana estaba hecho
de un arte para mí desconocido.
Conocí a una mujer: bailaba y, juntos,
escuchamos un "Autumn leaves" como este
que en la Rambla, magnánimos, los plátanos
murmuran con las hojas en la noche.
Era una mujer de orden, tenía bellas manos:
¡Dios, era mi mujer! Cómo bailaba
cantándome al oído cada pieza,
cómo reía cuando la abrazaba.
Hoy abrazo a la noche y escucho el «Loverman»
en el que Parker equivoca el tiempo.
Los faroles lejanos son los ojos
vidriosos de algún perro.
La música consuela, nada más:
está dentro de mí junto a mis penas,
interpretándolas con claridad
y sentimiento, aunque sin esperanza.
Ya cayó la ciudad de mi futuro.
Camino entre leyendas pisoteadas
del otoño del cuerpo pero aún
hallo hospitalidad en un relámpago
del Café de la Ópera: entre tanto,
al final de la Rambla, en los peldaños
que bajan por el muelle de barcazas,
una sirena muerta está flotando
y es arrastrada por las sucias aguas.

lunes, 11 de septiembre de 2017

Las fotos recuperadas

LAS FOTOS RECUPERADAS

Hace poco un vecino de Orduña le recordó a mi mujer que yo le había fotografiado y dado una copia de los retratos a principio de los años noventa del pasado siglo. Cuando me dijo que era el hombre que remendaba zapatos en un pequeño taller pegado al ayuntamiento recordé que, efectivamente, era uno de los lugares que había creído necesario fotografiar porque preveía su desaparición en poco tiempo. El zapatero era ya un hombre mayor, y el oficio, con la entrada de productos baratos procedentes de Asia, parecía destinado a permanecer en viejos grabados, en libros sobre artesanías perdidas, quizás en aquella misma instantánea, pero no en el mundo real.


Busqué en viejos archivos de fotos y negativos la inmortalidad del taller, que finalmente había perecido con el incendio y derrumbe accidental del edificio, pero no encontré nada. Dudé incluso si era yo el autor de las fotos, porque recordaba haber buscado el encuadre por detrás de la cristalera que dejaba ver una utilería ancestral  de  martillos, tachuelas, cajas de clavos y puntas de tamaño diverso, pero no haber entrado y menos retratado al artesano. Tampoco recordaba haberle visto desde que el taller se desplazó en 1992 a otra calle tras el derrumbe.

Al advertir a este señor, que ahora tiene 86 años, que había perdido las fotografías y sus negativos, se ofreció a prestármelas y  así lo hizo. Me emociona ver al señor Guaresti posar mientras trabaja veintiséis años atrás y me enorgullece la oportunidad y por qué no, también la calidad de las instantáneas, datadas en su reverso el 11 de setiembre de 1991, tal día como hoy y, casualidad, de la fiesta nacional de mi país de origen. Me parece una manera quizás no muy épica, pero para mí entrañable de celebrarla.

Adoro la fotografía. En éstas el tiempo  permanece detenido para siempre en el golpe que el zapatero lanza con destreza en una edad madura pero capaz. Rodeado de una utilería que, me dice, se conserva en un museo. Cómo debe ser. Ambos nos enorgullecemos de este punto de conexión de cartulina: él, del oficio que le dio sustento; yo, de haber tenido la ocasión de compartirlo.



He encontrado esta versión acústica de “Zapatero”, una canción de Manolo García. 






martes, 29 de agosto de 2017

VINILOS

VINILOS

Estos días he recuperado el uso de mi  colección de vinilos, en stand by por razones logísticas desde hace más de un lustro. La cadena, pese a algunas deficiencias en elementos del plato, el balance sobre todo, se conserva medianamente bien. En cuanto a la discografía, con algunas pérdidas irreparables y la interrupción obligada por la aparición del Cd, sigue en forma. Si la observo es una especie de diario personal que conduce desde la adolescencia musicalmente  irreverente hasta una especie de madurez que ya no arriesga, que repite referentes. Aunque es curioso. Hay muchos  músicos que, en mi caso, parecen estancados en el universo del vinilo, como inadaptados al nuevo formato. Solo algunos, los más grandes, siguieron nutriendo las estanterías de casa incrustados en el nuevo material de faz plateada,  más tarde incluso en esa hechura inasible que es el mp3.

Portada de Before the Flood, disco en directo
de Bob Dylan con The Band /
encima lo compré en edición especial barata...

La aparición del CD llevó consigo una dura controversia con los defensores del vinilo, que veían zarpar un pedazo de su juventud. Había un argumento escuálido, el tamaño del nuevo formato, y otro que ha llegado hasta nuestros días: la calidad del sonido. Reconozco no poder discernir cuál es mejor. A veces me parece apreciar que en los vinilos los instrumentos están más diferenciados, pero ni de eso estoy seguro.

Con la llegada de la nube la música está empezando a carecer de soporte físico privado. Los más viejos del lugar, aunque husmeemos en Spotify, nos agarramos al pendrive como último recurso y ventilamos con nostalgia las pilas de discos, cuyos protagonistas, esa es otra, son ancianos que apuran sus últimos conciertos o llevan un tiempo criando malvas.

Leo pues con simpatía el retorno del vinilo, una moda quizás pasajera, seguramente cosa de frikis y coleccionistas, pero desde luego que rejuvenecedora.


Entre la colección que he repasado estas semanas me quedo con la sublime versión de “Like a rolling stone”, que el actual premio Nobel se cascó con The Band en junio de 1974. Oída en vinilo a todo volumen es como las cremas faciales, te quita un montón de años… Yo ofrezco demostraciones gratuitas, pero eso sí, hay que venir a Orduña. Como consuelo esta versión apañadita que corre por youtube. 


miércoles, 16 de agosto de 2017

Ciclistas

CICLISTAS

El ciclismo no es lo mío. Quiero decir como practicante, porque siempre ha sido uno de mis deportes favoritos como espectador. Ello no impidió que recién treintañero hiciera mis pinitos como cicloturista, y que durante bastantes años siguiera usando el vehículo de dos ruedas durante los veranos para ir a pintar al monte o hacer algo de deporte. Todavía no era obligatorio el uso del casco, y el cicloturista era eso, un tipo con aspecto de tal y no de ciclista profesional (verme en http://charlievedella.blogspot.com.es/2015/11/francesco-de-gregori-il-bandito-e-il.html) como es ahora. La bicicleta aún se usaba para pasear o ir a buscar el pan, como también era mi caso. Me empecé a mosquear cuando los ciclistas me miraban con cierto desprecio por mi torpe desaliño indumentario, pero la verdad es que ese no fue el motivo de mi deserción. Dejé la bicicleta como dejé de fumar, por miedo. Ir por una carretera era ya entonces un deporte de alto riesgo. Ahora, pese a campañas de sensibilización y medidas protectoras, los ciclistas caen como moscas por las carreteras y creo sinceramente que el tema tiene poco remedio.

Pero los cicloturistas no son siempre víctimas inocentes. A fin de cuentas un ciclista no es un unicornio. Puede ser un hombre bondadoso, un ser iracundo, incluso un asesino en serie. La mayoría son más conductores de coche que rodadores, y estoy seguro de que sobre cuatro ruedas olvidan a menudo su otra y más débil condición.

Aunque Bilbao no es una ciudad especialmente amable para las bicicletas el cambio climático viene favoreciendo su implantación. La ciudad tiene un irregular despliegue de carriles bici, pero ello no debería ser coartada para que los ciclistas invadan las aceras de cualquier manera y sus bicis sean vehículo o no según el semáforo se ponga rojo o haya dirección prohibida.

Esta primavera casi fui atropellado por un ciclista que iba a toda hostia por la acera del puente del Arenal. Al echarle en cara que ese no era su medio se volvió con gesto y palabras de burla. Era un ciclista capullo, una especie que, aunque no quiero generalizar, parece en expansión. Barcelona es ya un lugar peligroso para los peatones por el mal uso de las bicicletas, y ello entristece a quienes abogamos por ciudades amables, tranquilas, “paseables”, descontaminadas...

Nunca supe el verdadero destino de la segunda bicicleta de mi vida, pero supe poco después que el compañero de trabajo al que se la “robaron” mientras yo estaba de vacaciones había empezado a tontear con la heroína. Tampoco tardé mucho en no saber más de él. Está canción de Sergio Makaroff parece escrita para ambos.


miércoles, 26 de julio de 2017

Kings Of Convenience

TRES CANCIONES DE KINGS OF CONVENIENCE 
PARA ACOMPAÑAR EL VERANO

Estaban destinados a ser los nuevos Simon y Garfunkel, y en 2009, cuando sacaron “Declaration of dependence”  estaban a punto de conseguirlo. Durante ese año les escuché mucho porque me hacían feliz. Sus canciones hablan de cosas simples y simple es su factura musical, pero en sus pocos discos consiguieron casi un 100 por 100 de aciertos, lo que está al alcance de muy pocos. No he conseguido saber por qué se separaron ni cual fue el motivo de la desaparición de Eirik Glambek, que finalmente ha vuelto recuperando la marca de su primer grupo, Kommode. Erlend Oye, el otro 50%, no abandonó. Lleva ya dos discos en solitario, y si bien no alcanza la calidad de los Kings se mantiene en un estado de forma aceptable. Sería estupendo volver a verlos juntos

He seleccionado dos videos de sus canciones más o menos conocidas y una candorosa versión callejera de “Una ragazza in due”, un éxito de I Giganti, grupo italiano de los años sesenta, en la piazza Duomo de Siracusa.

Sed felices





jueves, 13 de julio de 2017

VERANO 2

VERANO 2
ELS ESTIUS QUE NO VAN DEIXAR VOTAR 
(LOS VERANOS QUE NO DEJARON VOTAR)

Pertenezco a una generación de barceloneses para los que el verano empezaba la verbena de Sant Joan y terminaba poco después de las fiestas de la Mercè, patrona de la ciudad. La primera tuvo siempre un carácter popular, a pesar de los obstáculos de la autoridad, un hecho que daba, además, un toque de rebeldía muy atractivo a los jóvenes de los barrios, dedicados a pedir y almacenar leña, muebles en desuso y todo lo que ardiera, durante los días de víspera. El día de autos se podía llegar al cuerpo a cuerpo con los “munipas” más celosos en su trabajo, pero al final, tras varias escaramuzas, en cada cruce de calles de Barcelona había una hoguera dispuesta a deshacer los rótulos de plástico de los alrededores y dejar el adoquinado hecho unos zorros.

Salomé y Raimon, vencedores en 1963
Las fiestas de la Mercè eran otra cosa. Sabíamos de sus cenas de gala, recepciones y juegos florales, con gente encopetada, por los periódicos, la radio y la televisión. Pero sí había un evento más o menos popular, aunque fuera a distancia: el Festival de la Canción del Mediterráneo.

Nació este  en 1959 como una réplica del que se celebraba en San Remo, y ambos compartían cantantes y compositores. Los premios se otorgaban por votación de los asistentes al festival, una asistencia también minoritaria, pero en las casas se seguía con expectación el resultado, se hacían cábalas y discutía sobre la modernidad y nacionalidad de los intérpretes, ya que participaban todos los países mediterráneos, incluidos los del norte de África.

En la quinta edición del festival el público decidió que la canción ganadora fuera “Se´n va anar”, interpretada en lengua catalana por Salomé, que había debutado el año anterior, y Raimon, cantautor de la Nova Cançó. Las malas lenguas dicen que el patio de butacas estaba lleno de universitarios y curas progres que se habían organizado para la ocasión. Lo cierto es que el cabreo de Fraga, por entonces ministro de información y turismo, fue más que importante. Al año siguiente, 1964, los organizadores (ayuntamiento, radio nacional, TVE y desde luego que el ministro) modificaron el sistema de votación, que pasó a manos de un grupo de 55 “notables” de las provincias mediterráneas. La decisión de abrirla a otras provincias podría tener su lógica, pero lo de los notables no colaba. La decisión tenía además su complemento: desde esa edición hasta la de 1967, última del festival, tampoco se pudieron presentar canciones interpretadas en catalán…


Portada del disco de Parera Fons 
El palmarés del Festival de la Canción del Mediterráneo forma parte de mi memoria sentimental y me hace recordar el ocaso del verano en el Passeig de Sant Joan de Barcelona. Mi favorita de 1967 era “T´estim i t´estimaré”. No ganó, pero aparte de su belleza me llamó la atención la personalidad de su compositor e intérprete, Antoni Parera Fons, distante del perfil de los cantantes de la época. Currándome el blog me entero de que ha sido Premio Nacional de Música 2016 (para más información ver su página web: http://antoniparerafons.com/).


La canción, pese a una orquestación que ahora suena excesiva, tenía ritmo y letra de bolero. En la web está la versión del propio Parera Fons y otra de Josep Carreras. Yo la rememoré en un CD doble que Serrat publicó en 1996, “Banda sonora d´un temps, d´un país”, itinerario recopilatorio de la cançó catalana y alguna ajena (hay una muy digna interpretación de “Suzanne”, de Leonard Cohen). He encontrado esta versión en directo. 



martes, 4 de julio de 2017

VERANO 1

VERANO 1
“LOS P.P. Y EL VERANO”, UN POEMA 
DE CARLOS BARRAL SOBRE EL IDEM

Carlos Barral (Barcelona 1928-1989) incluyó este poema autobiográfico (puede decirse que toda su obra lo es) en “Diecinueve figuras de la historia civil”, libro publicado en 1961.

Los P.P. eran los padres jesuitas que regentaban el colegio d
Carlos Barral
e la calle Caspe de Barcelona, un centro de enseñanza de cierta categoría, por el que han pasado numerosos personajes de la ciencia (Ignasi Barraquer) política (Jordi  Portabella), cultura (Josep  M. de Sagarra, Jaume Cabré…), y cómo no, de la delincuencia (Javier de la Rosa, Iñaki Urdangarín…).

Barral estudió seis cursos en ese colegio, al que describe en “Años de penitencia”  como “imponente y lúgubre”. Yo pasé once en el de los Maristas de la calle Valencia, no muy lejos de allí, y aunque nunca viví la imagen inicial de ese cura de cuerpo presente, por delante del que pasan los alumnos en hilera, me siento identificado con la contraposición del escenario lúgubre y carcelario del colegio con la luz y la sensación de libertad de las vacaciones de verano, con “el timbre alegre de las bicicletas” y esa leyenda de que “en las noches azules, en la playa, se oyen crecer de cerca los cabellos”. Pues eso, a disfrutarlo…

LOS P.P. Y EL VERANO
Todos temblamos al entrar.
Hedía
a monda de naranja y a recreo,
delante de la puerta en que ordenaron
la hilera.
Lámparas amarillas,
aceite musitado por el techo,
sudor de voz…, y vivimos
la deseada aparición horrible.
Era una cosa triste, algo muy viejo
y ya sin importancia. Como un mueble
antiguo en el desván o el interior
de los armarios condenados.
Unas manos
como de tierra y cirio, inexpresivas
o demasiado suplicantes…
Mas luego en las palabras
vino la muerte auténtica, nos tuvo
sujetos. El no vivir
ya más, el ser invierno
y estar por siempre dentro
esperando que vengan a sacarnos.

Nos hicieron la cuenta
de los amaneceres imposibles:
el aire, pasajero,
era un regalo entre dos penas
capitales.
El agua libre,
aquel color, cada deseo…
¡Qué riesgo la blancura
en la cama regada de lágrimas!
Y lo peor: los días del verano
tan peligrosos junto al árbol
solar, y aquellos juegos sin excusa.

Me puse a meditar:
las ramas, en efecto,
tan blancas hacia el sol,
a mediodía,
que pudieran no verse, que pudiera caer.
Y entonces no sería
la tarde verde, abierta,
y la excursión al bosque con mis primas.
Y nunca más, entonces,
vería entre las franjas
de su vestido almidonado.
-          ¿recuerdas, en la fuente
solos, que tú bebías
colgando tu cintura de mis brazos?
Oh, nunca más, ya nunca
más las hojas
abarquilladas y brillantes, turba
de espejos que nos ahorraban las palabras…
Las cosas que quedaron
a medio hacer,
pendientes de volver a repetirse:
saber si tú venías por costumbre
o era con amistad. O si era cierto
que en las noches azules, en la playa,
se oyen crecer de cerca los cabellos.

Pensé en el cuerpo exangüe,
en aspa al pie del árbol poderoso,
y alrededor las voces, los silbidos
y el timbre alegre de las bicicletas
que parten tarde adentro, a la aventura.

Entonces como un fuego súbito,
como el sol de repente en aquel patio
de pelotas de trapo, parecieron
altas, blancas las tapias, que encerrasen
lo triste con nosotros, porque afuera
un verano sin límites, abierto,
de riesgos esperados, sin peligro,
nos aguardaba para todo el tiempo.
Comprendí que era grave,
gravísimo estar muerto, estar presente
de aquel extraño modo
(el aire es diferente,
ligero, como si hubiese huido)
o ya no estar. Pero hasta entonces
nos queda tanto para hacer. En cada día
de libertad, en cada hora
libre. Por ejemplo,
subir el monte fatigoso
con un perro, imaginando
que cumplimos con un difícil deber.
O estar tendidos de espaldas,
en serio, sin mirar,
cuando la muchacha que se mojó jugando con nosotros
ha puesto su ropa al sol y le contamos
exageradas historias del invierno,
mientras las nubes se deshacen…

No recuerdo a Barral como un poeta habituado a las referencias musicales, y le hago más bien amante de la canción francesa de la época, pero en el año de la creación de “Los P.P. y el verano" seguro que escuchó alguna vez “Moon river”, que cantada por Audrey Hepburn en “Desayuno con diamantes”, película de ese mismo año, sería con el tiempo uno de los standars más interpretados de la historia.


martes, 27 de junio de 2017

Querido extraño...

PRESENTACIÓN DE 
QUERIDO EXTRAÑO (y 2)


El martes 20 me lo pasé pipa. Aunque los nervios y una constante emoción nublaran mi capacidad comunicativa, para mí fue un día grande. Allí estabais la mayor parte de mis amigos y amigas, a uno y otro lado de la barricada, es decir, en la mesa y como espectadores, y quienes no habían podido venir me telefonearon o enviaron un guasap. Gran éxito de convocatoria, más de sesenta personas, y por lo que me habéis transmitido felices de haber asistido. Nuevamente gracias, a los/as actuantes y a los/as espectadores/as. Yo repetiría todas las semanas…


Roberto López en plena presentación


Pero hablemos del libro. Prometimos un ejemplar a todo/a asistente y no hubo suficientes. Lo prometido es deuda, así que cumpliremos, lo que posibilitará que nos volvamos a ver. 



Lectura de María Uriarte

Para quienes no estuvisteis en la presentación y lo queráis adquirir o regalar, le hemos puesto un precio casi de coste, 12,50 euros, y está empezando a distribuirse (esto es lo más complicado cuando se publica y ya hemos tenido algún problema). De momento en:




LIBRERÍA TINTAS: San Mames Zumarkalea, 40 - Bilbao

LIBRERÍA CIENTO VOLANDO: Calle Divino pastor nº 13 - Madrid
LLIBRERIA DE LA FILMO: Pza. Salvador Segui, 1-9, - Barcelona


También pidiéndolo directamente a la distribuidora: LIBER DISTRIBUCIONES EDUCATIVAS: info@dlibros.es

martes, 13 de junio de 2017

PRESENTACIÓN QUERIDO EXTRAÑO

EL 20 DE JUNIO, PRESENTACIÓN 
DE "QUERIDO EXTRAÑO..." 
EN BILBAO


Se puede adquirir en :

LIBRERÍA TINTAS: San Mames Zumarkalea, 40 - Bilbao
LIBRERÍA CIENTO VOLANDO: Calle Divino pastor nº 13 - Madrid
LLIBRERIA DE LA FILMO: Pza. Salvador Segui, 1-9, - Barcelona

También pidiéndolo directamente a la distribuidora: LIBER DISTRIBUCIONES EDUCATIVAS: info@dlibros.es