domingo, 11 de febrero de 2024

Botones

BOTONES

Hace unos días, hablándole a mi nieto mayor de juegos de infancia, me di cuenta de la paulatina desaparición del botón. Fue a cuenta de la colección de chapas, "iturris" en la zona de Bilbao, que él ha empezado hace unas semanas.

Yo también recuerdo haber recolectado un puñado de chapas, pero sin demasiado futuro ni consistencia. El botón era otra cosa. Antes de cumplir los diez años ya había completado con mi hermano una docena de partidos de la máxima, de modo que cuando en nuestra vida se cruzó un grupo de colegas de barrio aficionados al botonaje, compramos una copa de latón a escote e iniciamos un campeonato que yo mismo acabaría ganando en campo ajeno. ¿Campo ajeno? El campo no era especial, sino la primera mesa que se nos dejara pillar, y ajeno porque en casa la cancha era el suelo de baldosa; ¡no iba a dejar mi madre que le destrozaramos la del comedor…!

Para jugar no servía cualquier tipo de botón. Como pelota uno pequeño de cuello o puño de camisa y para el juego de campo, de tamaño medio y un lado plano. La medida del cancerbero requería una botonadura de gabán, cuanto más ancha y alta más inexpugnable.

Lo entonces tan sencillo como recurrir a la caja de costura de casa, donde los botones se agrupaban por tamaño y color, ahora entraña cierta dificultad. Impuesta la cremallera, el velcro y el corchete como modos de cierre, creo que hoy sería difícil alinear un once de cierta calidad competitiva. También menguan las mercerías, exposiciones coloristas de hilados y madejas, y donde sobreviven, recuerdo dos desaparecidas cerca de casa, imagino al botón algo arrumbado, probablemente encarecido. Pese a todo o por esa razón aún sobrevivan 1.200 talleres o fábricas de botones a lo largo de la península y por lo que veo en internet el fútbol botonero, eso sí, con canchas más apropiadas que el suelo de baldosa y una mesa de comedor.

Aunque hay muestras hechas con conchas de moluscos con una antigüedad de más de 4.000 años, el botón con ojal, el que nosotros conocemos y usamos, nace y se desarrolla a partir de la Edad Media. Leo que estos pueden clasificarse por el material de confección, madera, metal, hueso, cerámica, plástico; por su tipología, de ojal, remache, giro, presilla; y entre las curiosidades que esa secta curiosa de la américa profunda, los amish, no los usa porque lo asocia a lo militar. Como es evidente nuestros mejores jugadores eran de plástico, ni muy ligero ni muy pesado, y tampoco, salvo el portero, demasiado gruesos.

Como en toda vestimenta el botón era/es a menudo muestra de ostentación. No sé si de ahí viene eso de “para muestra un botón”, pero lo cierto es que los botones de concha, nácar, y no digamos de metales o piedras más o menos preciosas dan un valor añadido a la prenda. Ello no contradice que el sustantivo “botones” se use para citar a los mozos de equipaje de los hoteles de prestigio, que normalmente y todavía cierran sus levitas con botonadura metálica y cruzada.

Ese valor añadido es el epicentro de “La guerra de los botones”, novela escrita por Louis Pergaud (Belmont-Francia 1882-1915) y ya con tres versiones cinematográficas desde 1962. Se trata de un film entrañable para mi generación, ya que además de dar protagonismo a chavales de nuestra edad contenía palabrería malsonante para el momento y creo recordar que incluso la aparición de algún “calvo/culo”, algo que inevitablemente provocaba la hilaridad del anfiteatro. En ella, los botones capturados al enemigo son, como es obvio, el tesoro a conseguir por los chavales de dos pueblos rivales.


Valga este blog nostálgico para mi amigo Toni, porque en el altillo de la pollería que regentaba Rosa, su madre, gané aquella primera copa. Y desde luego que para mi nieto Aiert. El mundo de la ilusión nunca se para.

No he encontrado ninguna canción dedicada a la botonería, seguro que haylas, así que me conformo con esta maravilla de video barcelonés de La Pegatina con Macaco:



sábado, 27 de enero de 2024

Rafael Guastavino

 RAFAEL GUASTAVINO, BOVEDISTA

Mi amigo y compañero de fatigas Juanan me descubrió al valenciano Rafael Guastavino (Valencia 1842-1908), un curioso tipo, olvidado por la historia, al que en su época nombraron como “el arquitecto de Nueva York”.

Nacido en una familia numerosa de tradición musical, Guastavino trabaja algún tiempo en un estudio de arquitectura de su ciudad natal, quien sabe si empujado por la memoria de su tatarabuelo, Juan José Nadal (Belchite 1690-1762), arquitecto de las iglesias de Sant Jaume de Villarreal y Nuestra Sra. de la Piedad de Azuara. Con solo 16 años viaja a Barcelona, es acogido por un hermano de su padre y cursa estudios en la escuela de Maestros de Obra, equivalente a las actuales escuelas de arquitectura, donde aprenderá los trucos de la profesión.

Guastavino destacó pronto en dos facetas, el ingenio y la bragueta, y en ambas por mediación del tío Ramón, ya que deja embarazada a su hija y consigue sustituir al mano de obra de la fábrica Batlló, posterior Escuela Industrial y actual espacio multifuncional, gracias a la influencia de aquel como sastre de prestigio. Esta fábrica de hilados y tejidos de algodón fue un debut espectacular, ya que equivale a cuatro manzanas del ensanche de Barcelona. Por cierto, yo jugué durante un par de años en su campo de fútbol, de tierra como la mayoría de los de la época, pero también un lujo comparado con los del Remedios o San Juan de Dios, donde también había puesto en riesgo las espinillas años antes.


Teatro La Massa 
Inaugurada en 1870, cuando el maestro de obra aún no ha llegado a los 30 años de edad, se supone que su construcción le proporcionó importantes ingresos. Sin embargo, la muerte de su protector barcelonés, el tío Ramón, antes de 1875, el mantenimiento de mujer y cuatro hijos, además de alguna que otra amante, quebraron su patrimonio, “empujándole” a crear una estafa piramidal que le obligaría a huir de la justicia y dar el gran giro a su vida personal y profesional, viajar a los Estados Unidos.

Antes ideará y desarrollará una pequeña obra, el teatro La Massa, en Vilassar de Dalt, la más emblemática de su etapa barcelonesa, por contener el primer uso de la bóveda tabicada, una técnica constructiva heredada de la arquitectura de origen islámico, muy extendida por la zona mediterránea. Este uso enlaza, además, con las bóvedas que dan techo a las iglesias de su tatarabuelo, Juan José.

La inauguración del teatro en 1881 casi coincide con la separación de su esposa, que se va a Argentina con tres de sus hijos, y la huida de Guastavino a Nueva York con Rafael, su hijo menor, que acaba de cumplir nueve años de edad. Atrás deja una deuda considerable, acusación de fraude y apropiación indebida, pero no a su última amante, Paulina Roig y a sus dos hijas, que le acompañan. Estas volverán a Barcelona solo un año después, incapaces de aguantar la situación de precariedad y el clima social y literal de la ciudad. Guastavino, por el contrario, nunca volvería a cruzar el charco. Ya con 40 años de edad, el arquitecto da un giro a su vida y en Nueva York alcanzará, no sin altibajos, su momento de zénit profesional.

Si bien subsiste inicialmente con dibujos e ilustraciones para una revista de decoración, en 1884 gana el concurso para la construcción del Progress Club, lo que le da cierta fama y una pasta que invertirá en la compra y promoción de viviendas en el centro de la ciudad. Siempre dispuesto a vivir en una montaña rusa se ve arrastrado nuevamente a la ruina por la crisis financiera de ese mismo año.

Biblioteca de Boston
Apurado por su situación económica da el paso que le acabará convirtiendo en un referente arquitectónico a nivel mundial: patenta la bóveda tabicada. A mediados del siglo XIX las ciudades de Boston y Chicago habían sufrido grandes incendios, ya que las estructuras de las casas eran de madera. Además de patentar el método constructivo Guastavino hizo varias perfomances con pequeñas muestras a las que él mismo intentaba dar fuego, demostrando su carácter ignífugo, además de barato. Es evidente que era un tanto manirroto, pero también un excelente comercial.

Como parece lógico su primera gran obra se da en Boston, la Biblioteca Pública, hoy considerada una de los mejores edificios de la época. El contrato fue de 90.000 dólares, un estipendio que le aventura a crear la Compañía Gustavino junto a su hijo Rafael, desde entonces una de las más importantes del país, creando 1.000 edificios hasta 1960, momento de su desaparición definitiva, no solo en USA, también en India, Cuba y Canadá.

Oyster Bar
Es curioso que la figura de Guastavino no haya sido conocida en su tierra hasta
hace pocos años, ni siquiera entre la mayoría de los arquitectos. De hecho no aparece en los manuales de la profesión hasta 1972, cuando goza de obra tan inmensa, inmortalizada en parte en películas con Nueva York de fondo, como es el caso de la bóveda del actual Museo de la Inmigración, antigua vía de entrada a los Estados Unidos en la isla de Ellis, una construcción espectacular con 14.000 azulejos; el bar de ostras y la llamada “galería de los susurros” en la Gran Estación Central, o la bóveda del Puente de Queensboro. Sin olvidar su participación en la construcción de la iglesia de Saint John Divine, aún inacabada al no reanudarse su obra tras la segunda guerra mundial.

Espero que este pequeño resumen active la curiosidad por conocer mejor a personaje tan importante en la arquitectura como peculiar en su vida privada. Para ello hay bastantes entradas en internet y un interesante documental con este enlace: https://www.rtve.es/play/videos/imprescindibles/imprescindibles-arquitecto-nueva-york-rafael-guastavino/3571098/

De acompañamiento musical el grupo Al Tall con uno de sus primeros éxitos, "Darrer diumenge d´octubre" (Último domingo de octubre), día de celebración nacionalista del País Valencià.





domingo, 31 de diciembre de 2023

La pesca del salmón

LOS PESCADORES DE SALMÓN

Tras haber pescado y cazado personas, principalmente rojos, durante los años cuarenta, un Franco cada vez más perezoso y enriquecido se dedicó a partir de los cincuenta a otro tipo de caza y pesca, en el segundo caso principalmente la del salmón. Aunque la prensa y el NODO de la época cantaban sus excelencias como pescador avezado, lo cierto es que la guardia civil cerraba zonas de los ríos Sella y Narcea durante semanas, de tal modo que en cuanto el caudillo lanzara la caña los salmones picaran el anzuelo sin remisión. Múltiples son los testimonios gráficos de semejante desaguisado, como el que acompaña el texto, con un Franco ya en despistada decadencia.

Tantos años después de la muerte del dictador, la pesca del salmón sigue, ahora en sentido metafórico, cada vez más de moda, y así lo describe en un pequeño manual sobre “bulos, narrativas y poder en la prensa económica” el periodista Yago Álvarez Barba bajo el nombre más que evidente de “Pescar el salmón”.

El salmón al que hace referencia es el color del papel heredado por la prensa económica de uno de los periódicos decanos, el Finantial Times, fundado en 1888. Desde entonces, siglo y medio, no hay prensa dedicada a la “ciencia” económica que haya osado desviar su imagen a otro casilla del Pantone.

Este ejemplo sobre el color puede servir de introducción a la perspectiva esclerotizada de una disciplina, la económica, que algunos de sus cultivadores críticos y sociólogos califican de “teológica”, por seguir aceptando mayoritariamente lo que David Graeber define como “providencia” del mercado. Como bien explica Álvarez “la economía no es como la física, en la primera no se pueden establecer regularidades empíricas inmutables en el tiempo porque en ella participan seres humanos, y cada uno de ellos es diferente y con infinitas posibilidades de acción”. Pero claro, todo empeora cuando es el periodismo asalmonado, es decir, el que está a sueldo de lobbys varios quien se mete a economista con el fin de ideologizar datos, encuestas y previsiones.


Para demostrar sus tesis Álvarez echa mano de varios recursos, estos sí que empíricos, como el listado de los medios salmón (Expansión, Cinco Días, El Economista, Invertia, etc, etc.) y su dependencia de poderes que no tienen nada que ver con la ciencia sino con el negocio, así como unos cuantos ejemplos, a mi modo de ver cortos y misericordes, de economistas y periodistas, algunos de ellos dedicados a la política, que han errado estrepitosamente en sus previsiones, amén de aquellos que ni siquiera disimulan.

Hace unos días el propio Álvarez criticaba en Twitter que El Economista anunciara a bombo y platillo que Indonesia adelantaba a España en PIB y la relegaba al puesto 15. Álvarez apuntaba que se trata de un país con una población seis veces mayor que la española y que, como el propio artículo puntualiza luego, eso se dará en 2038. Como bien subraya a lo largo del libro, el uso avieso del titular es una de las herramientas históricas de manipulación ideológica, algo que, en una sociedad que cada vez lee más titulares y menos texto, adormece e/o idiotiza a la opinión pública. Pero ¿qué interés tiene El Economista en dejar caer que la economía española pierde posiciones, cosa que puede ser cierta, pero no a costa de titulares engañosos o medias verdades?

Con el fin de despejar esa duda me he dedicado a ver quién estaba detrás de la publicación y he visto que los socios mayoritarios, con cerca del 40%, son Resco Prens, S.L. e Industrias Mecánicas de Extremadura, S.A. La primera tiene dos administradores solidarios de larga vinculación empresarial, principalmente a través de Campofrío Food Group, conocida empresa de alimentación y según Greenpeace en el top ten de los “trileros del clima” como una de las más contaminantes de España; la segunda está dirigida por Gregorio Peña Varona, abogado y tiburón empresarial que ha desempeñado hasta 100 cargos en 76 mercantiles, desde la estructura metálica hasta el detergente, pasando, cómo no, por el “negocio” de la comunicación a través de El Mundo, Telva o, en la actualidad, El Economista. Peña Varona es el presidente y al parecer responsable “ideológico” del periódico salmón, línea ideológica incómoda con un gobierno que apenas intente entorpecer la acumulación de poder y, por tanto, proclive a amplificar cualquier noticia que remarque que ese no es el camino…

No quiero pasar por alto que el tal Peña estuvo envuelto en 2022 en la peculiar  enajenación de un cuadro de Goya por menos de la mitad de su valor, en este caso como presidente de la Fundación Selgas-Fagalde de Cudillero, un hecho que los vecinos del pueblo consideran ha podido servir "para financiar sus negocios privados: su empresa periodística, sus hoteles, su inmobiliaria”. Y es que son insaciables...

Vuelvo a los titulares y al libro de Álvarez para cerrar el blog con un ejemplo palmario de la servidumbre del poder mediático al económico, o cómo convertir una multa por esclavitud infantil en una donación para combatirla por mor del “benefactor” Amancio Ortega, la Agencia EFE y la prensa asalmonada. Sé que la foto no favorece su lectura, siempre se puede comprar el libro, pero vale la pena hacerlo por lo bochornoso del tema:



Para desengrasar la lectura, páginas y estrellas multicolores: "My back pages". 


https://youtu.be/rEoZfu-XNZc


sábado, 23 de diciembre de 2023

Rafael Azcona

 UN ROMANCE DE RAFAEL AZCONA PARA EL AÑO NUEVO

Tengo que decir que para un ateo y apóstata como soy, la imagen de la navidad es la que más me reconcilia con la herencia cristiana en la que fui educado y todavía nos envuelve, aunque siga siéndolo en sus peores ejemplos. Me refiero, claro es, a la imagen inicial, la de una pareja pobre que se refugia en un establo para que ella, María, una mujer galilea que ha quedado encinta sin haberse desposado, de a luz a un pequeñajo destinado a convertirse en futura leyenda.

Que Rafael Azcona (Madrid 1926-2008) era “navidadista” parece evidente, y así lo demostraba en “Plácido”, considerada su obra maestra como guionista, pero desconocía su faceta poética y evidentemente los tres “romances ingenuos” que dedicó a las fiestas navideñas. Tampoco es de extrañar, porque hay facetas de su vida profesional desconocidas, como las de su debut como escritor de novelas románticas en la Editorial Cid y el seudónimo de Jack O´Relly.

Publicados en la revista literaria Codal a principios de los años cincuenta del pasado siglo y compendiados en la edición de su poesía completa, “No canto porque existo, existo porque canto” (2012), me ha sido imposible acceder a su totalidad, imagino que porque la tirada fue de solo 300 ejemplares y no hay copia digital accesible. Pero la curiosidad del caso, la atractiva personalidad de Azcona y el oportunismo me han empujado a que sea él, aunque sea solo con trazos incomplertos de uno de los tres romances, quien protagonice el blog dedicado a la efeméride del nacimiento del judeo-palestino Jesús (las traiciones de la historia y la papiroteca), y en este caso concreto a la entrada del nuevo año.


Unos, borrachos perdidos;

otros, con aire solemne;

éstos, con ávido gesto;

esos, con risas alegres…

Doce campanadas, doce.

Doce uvas. Doce meses.”

[…]

¡Año nuevo! ¡Vida nueva!

Y algunos –¡pobres!– lo creen.”


( “Nochevieja”, 1950).


El bello villancico que Shane McGowan dedicó a una pareja de irlandeses perdidos en Nueva York una nochebuena de los años ochenta ya estuvo en el blog en su versión original. Ahora vuela de nuevo en la impresionante despedida que el pueblo de Dublín dedicó a Shane tras su muerte hace solo unos días. 

https://youtu.be/2PM3uCShlk4



lunes, 4 de diciembre de 2023

Hermanos secundarios

 HERMANOS Y MÚSICOS SECUNDARIOS

McGear/McCartney
fotógrafo

Supongo que tener un hermano o hermana apabullante tiene que ser duro. Que en los medios de comunicación, en el entorno, incluso en el plano doméstico se te conozca como el hermano de...es un castigo que debe golpear al ego de forma permanente, algo quizás insuperable. También imagino que en esos casos la víctima no deseará matar al padre sino a ese hermano triunfador que después de mirarte por encima del hombro te abraza con aire de suficiencia y compasión. La serie “Succesion”, que se me acabó atragantando por larga y repetitiva, trata muy bien ese fenómeno y los roles que los hermanos adquieren para “sobrevivir.”

En el mundo musical hay numerosos casos de hermanos secundarios. No me remontaré a los clásicos, los Bach, Strauss o Mozart, principalmente porque me supondría un esfuerzo considerable de documentación que desconozco, así que me conformaré con los modernetes que me son más cercanos.

Alguno, como Peter McCartney (Liverpool 1944), del que ya hablé parcialmente en otro blog (https://charlievedella.blogspot.com/2017/05/un-poema-patriotico-de-roger-mcgough.html) hasta se cambió de nombre. Ha preferido pasar a la historia como un desconocido Mike McGear, alguien que también probó, e incluso saboreó las mieles del éxito con un primer puesto en las listas británicas con el grupo Scaffold, que como el hermano menor del beatle Paul McCartney. A punto de cumplir los 80 años de edad, Peter/Mike, sestea en un cierto ostracismo buscado como ex músico y fotógrafo mediocre, pero nunca como hermano secundario. 

He encontrado esta insólita actuación del menda en la TVE de 1974.

https://youtu.be/mU-lcc2MGog


Ser hermano de Ray Davies, el considerado líder de mis adorados Kinks, tampoco ha tenido que ser fácil. Aunque aún en activo y considerado como uno de los 100 mejores guitarristas de rock de todos los tiempos, Dave Davies (Londres 1947), que estuvo a punto de convertirse en líder de la banda cuando su hermano mayor intentó suicidarse en 1973, no ha dejado de ser un segundón en el mundo del bussines, a menudo más preocupado por el entorno y la vida paralela de los artistas que por su verdadero valor musical. Sin menospreciar a Ray, un tipo inteligente que aún sigue colando obras interesantes en el nuevo siglo, Dave merece un mejor status que ser el hermano menor de Ray Davies, ya que continúa tocando y grabando. En 2022 Dave publicó un libro autobiográfico, “On a thine line”, que creo no traducido, en el que describe la complicada relación de los dos hermanos.

Inevitable colocar el solo distorsionado de Dave en el “You really got me”.

Si el hermano además fallece en accidente o por sobredosis, el rol de secundario de por vida está casi asegurado. El primer caso le corresponde a Jimmie Vaughan (Dallas 1951), hermano mayor y mentor guitarrístico de Stevie Ray Vaughan, leyenda del blues y el rock blanco por méritos propios y la “fortuna” de fallecer en accidente de helicóptero a los 36 años de edad. Como creo que, sea en vinilo o CD, tengo por lo menos la mitad de los discos de Stevie, hablaré en compensación de Jimmie, el secundario. Además de enseñar a su hermano los secretos de las seis cuerdas, el mayor de los Vaughan ha desarrollado una carrera más o menos silenciosa pero de gran calidad. Sigue tocando y llenando escenarios en Austin, la ciudad en la que ha desarrollado su carrera, y en la actualidad su web sigue anunciando la interminable gira de “Jungle show” junto al batería del grupo de su hermano, Chris Layton, y un mito del boogie-rock-blues, Billy Gibbons, guitarrista de ZZTop, entre otr@s.

Aquí el grupo, con Sue Foley de vocalista, en 2020.

https://youtu.be/4aBAqc-RKOQ


El 17 de noviembre de 1999 Enrique Urquijo fue encontrado muerto en un portal del barrio de Malasaña de Madrid. 19 años antes había fundado con sus hermanos Javier y Álvaro uno de los grupos míticos de la movida, Los Secretos. Como Álvaro ha tenido una carrera más o menos exitosa, dedicaré unas líneas al mayor de la dinastía y guitarra inicial del grupo. Pues bien, pese a ser fundador de Tos, el primer grupo de los hermanos, saborear el éxito y ser el compositor de cosas como “Calle del olvido” o “Quiero beber hasta perder el control”, me ha sido difícil seguir la huella de Javier Urquijo (Madrid 1958), que ni siquiera aparece individualmente en la wikipedia. A base de husmear he sabido que después de salir del grupo en 1986, por desavenencias con Enrique, ha trabajado muy esporádicamente, en este caso siempre a rebufo de su paso por Los Secretos y de su propio hermano. Con un solo disco editado en 2009 con el grupo Ur@Gente, que se vio obligado a autoproducir, en internet se pueden encontrar algunas apariciones, colaboraciones y reuniones a menudo conmemorativas.

Entrañable esta interpretación acompañado de Fabián Benito en 2019.

martes, 14 de noviembre de 2023

Tom Waits

 “KENTUCKY AVENUE”, DE TOM WAITS, 

MI CANCIÓN DEL VERANO 2023

No sé muy bien quién y cómo se decide la elección de “canción del verano”, una tipología que ha ido encumbrando año tras año a especialistas en el fenómeno, desde Georgie Dann hasta Los del Río, pasando por Shakira o Los Diablos.

Como dedico esa estación a repasar vinilos que tiene como mínimo 30 años de edad, las elegidas son siempre viejunas, muy alejadas de los tiempos y modas que corren. Este año me he obsesionado con una canción de Tom Waits (California - 1949), ese cantante y actor de voz ronca y salvaje, pero también, según el director Jim Jarmusch ,“príncipe de la melancolía”, algo que demuestra pariendo una cosa como “Kentucky avenue”, agria oda a la camaradería de un amigo discapacitado.

Perteneciente a su sexto disco, “Blue Valentine”, publicado en 1978, no es una de sus canciones más apreciadas por la crítica, pero tanto su música, que va creciendo a medida que avanza, su texto y el vozarrón apasionado de Waits me parecen de lo más redondo. Como veréis, el poema es muy expresionista y de vocabulario muy complejo, con argot y referencia personales (los personajes son reales), lo que ha hecho difícil su traducción. Aunque, además de la ayuda traductora de mi amiga Victoria Párraga, ex “profa” en Berkeley, he intentado apaciguar el texto, explicaré que está dedicado a su amigo Kipper, un chico que padecía poliomelitis e iba en silla de ruedas. Waits desea y fabula compartir con él todas las gamberradas y fechorías propias del lugar, la Kentucky Avenue de su ciudad natal. Disfrutadla.



Eddie Grace Buick recibió 4 agujeros de bala en el costado
mientras Charlie Delisle permanecía sentado
en lo alto de un árbol de aguacate.
Si pisas el césped, la señora Stormll te apuñalará con un cuchillo.
Pero tú ven conmigo. Tengo medio paquete de Lucky Strikes.
Llenemos nuestros bolsillos de nueces de macadamia
y vayamos a casa de Bobby Goodmansons
a saltar del techo.

Hilda juega al strip poker
con las “madams” al otro lado de la calle.
Joey Navinski dice que le metió la lengua en la boca.
Dicky Faulkner consiguió una navaja
y unas mangueras para fumigar.
Ese eucalipto es jorobado.
Hay un viento del sur,
así que déjame atarte con hilo de cometa
y te mostraré las costras en mi rodilla.
Cuidado con los cristales rotos.

Ponte los zapatos y los calcetines
y ven conmigo.
Sigamos esa pista de fuego
porque creo que tu casa se está quemando.
Bajemos a la jungla de los vagabundos
y matemos una serpiente cascabel con una pala.
Vamos a romper todas las ventanas de la casa del viejo Anderson
y a robar un montón de moras
para restregárnoslas por la cara.
Cogeré un dólar del bolso de mamá
y compraré un anillo con una calavera y tibias cruzadas.
Puedes colgártelo alrededor del cuello
con un pedazo de cadena vieja.

Entonces escupiremos a Ronnie Arnold
y le mandaremos a tomar por el saco.
Vamos a rajar los neumáticos del autobús escolar
pero no digas una palabra.
Cogeré un clavo oxidado y marcaré tus iniciales en mi brazo.
También te mostraré cómo subir sigilosamente al tejado de la
farmacia.

Coge las esponjas de tu silla de ruedas
y alas de urraca
y átalas a tus hombros y a tus pies.
Le robaré una sierra a papá
y cortaré las ataduras de tus piernas
para enterrarlas esta noche en el maizal.

Pon un abrelatas en tu bolsillo.
Saltaremos al pasillo de un tren de carga
y nos colaremos en otoño hasta llegar
a Nueva Orleans.

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Gabriel Aresti

 “PARTIERA” (LA PARTIDA), UN POEMA DE GABRIEL ARESTI 

PARA EL DÍA DE LOS DIFUNTOS

Siguiendo la lóbrega costumbre de dedicar un poema al día de los difuntos, oso con uno de los más reconocidos escritores vascos, Gabriel Aresti (Bilbao – 1933-1975), y más en concreto con un apartado del poema “Partiera” (“La partida”), incluido en una de sus obras más admiradas desde el punto de vista formal, “Maldan behera” (“Pendiente abajo”).

Escritor polifacético pese a fallecer con poco más de cuarenta años de edad, se dice que aprendió el euskera de forma autodidacta, siendo uno de los defensores iniciales de un idioma común unificado y popular, lo que él, con cierta ironía mestiza definía como “euskara klarua”.

“Maldan behera”, libro premiado por la Academia de la Lengua Vasca en 1959 pero no bien recogido por la crítica, pertenece a una primera etapa en la que, con un lenguaje descriptivo en el que combina símbolos nihilistas y cristianos, muestra la historia de amor/itinerario vital de Miren y Joane (María y Juan Bautista??). Más allá de su contenido, el gran lingüista vasco Koldo Mitxelena consideraba que Aresti se habría adelantado en “Maldan behera” a lo que más adelante se definiría como euskara batua (unificado), lo que da a la obra un gran valor iniciático.

Recojo únicamente la primera estrofa de “Partiera”, al tratarse de un largo poema de 150 versos, que, gusten o no gusten, me parecen más que apropiados para este encuentro anual con la "parca".


Atabute honetan ehortzirik nago

Nire gainean lauza pisu bat baitago,

ezomendut bururik kanpora jasoko;

izarretako keinu batere ikusiko,

aierik hartuko

musu bat emango,

lorerik moztuko,

haragirik jango.

Eznaiz egon hobeki inun, hemen baino.

Eznaiz inola egundo,

balaunbiko jarriko.

Pozkarioa ezin liteke

jaditzi jada gorago.

Amorioak egun honetan

eztu niretzat balio.

Estoy enterrado en este sarcófago.

Dicen que no sacaré fuera la cabeza

ni veré los guiños de las estrellas

pues sobre mí hay una pesada losa.

Ni respiraré

ni besaré

ni cortaré flores

ni comeré carne.

No he estado mejor que aquí en parte alguna.

No me pondré

nunca de rodillas

pues no puede alcanzarse

gozo más alto.

Nada vale el amor

hoy para mí.

Ambos textos, euskera y castellano, están recogidos literalmente de la edición de sus Obras Completas en Editorial Kriselu (1976.)


Siguiendo con Gabriel Aresti, ampliamente musicado, he elegido dos versiones que no conocía. La primera, una curiosa interpretación de "Nire poesia" por Rogelio Botanz (Legazpi -1956), cantante vasco afincado en Islas Canarias, acompañado en su parte final del mexicano Alejandro Filio (Ciudad de México -1960).

En la segunda, Rafa Rueda (Munguía - 1972) musica el bellísimo poema "Bilbaoko kaleak", con el que Gabriel Aresti esperaba que la llegada de la libertad cambiara los nombres odiosos que Bilbao había dedicado a generales, próceres y cardenales por otros como paz, amistad o autonomía. La canción está acompañada de un buen paseo por el Bilbao del siglo XXI.



https://youtu.be/FympVztAqe8 


domingo, 15 de octubre de 2023

El senyor Paco

 EL SENYOR PACO, RETRATISTA CALLEJERO

El senyor Paco 
con su instrumental 

Solemos creer que nuestro barrio es el mejor, aquel con personajes más pintorescos o chirenes, en el que sucedieron hechos más inmortalizables, cuando a veces la realidad era más cutre y mezquina de lo que parecía. Aunque había héroes y referentes, en el nuestro también estaba “el sube y baja”, porque tenía un gran defecto en la deambulación, el “pareume, pareume” (paradme, paradme), con un parkinson que le impedía frenar cuando caminaba cuesta abajo, o “el colorines”, un indigente de cara enrojecida al que encontraron muerto en un portal con una pasta gansa en el refajo. Como se ve, a menudo implacables y crueles con la incapacidad y la desgracia. Así éramos, ¿así somos?

Desde hace años pertenezco a un grupo de Facebook que recrea la historia del Passeig de Sant Joan, de Barcelona, territorio de mi infancia y adolescencia al que Vila Matas, vecino del mismo, calificó injustamente de espacio polvoriento y pedregoso. Se trata de una página entrañable, donde yayos de edad parecida e incluso mayor recrean fotos y recuerdos. De vez en cuando hago alguna aportación, casi siempre teñida de nebulosa frente a auténticos cronistas, que conocen su desarrollo desde que a principios del siglo XX adquiriera el título honorífico y fisonomía urbanística de “passeig” (paseo).

Pues bien, hace unas semanas uno de esos eruditos de barrio colgó la foto de un fotógrafo callejero, al que alguien, aún con más conocimiento, descubrió con el nombre de Paco. Yo recuerdo vagamente a este hombre, como se ve ya mayor en los años cincuenta, época de la instantánea, y creo que alguna vez nos/me hizo alguna foto familiar. Como una de las virtudes de internet es el intercambio de información, sé ahora que el “senyor Paco” también cortaba el pelo en su domicilio de la calle Còrsega, a apenas 100 metros de la casa donde yo vivía.

En una época en la que las máquinas de fotos eran casi un artículo de lujo, el fotógrafo callejero cubría la memoria gráfica de las clases populares, que mucho menos podían pagar a un profesional de estudio. Su herramienta era una rudimentaria máquina de cajón, seguramente de fuelle, que se podía trasladar con facilidad y permitía revelar las fotos en muy poco tiempo. El senyor Paco se acompañaba también de un caballo de cartón rodante con el que, engatusando a los niños, perseguía que los padres se pegaran un largo.

En la plaza del Perú (Madrid)
Aunque he sido invitado a alguna boda con despliegue de cámaras de video, mis últimas experiencias son fotográficamente autogestionarias. Los invitados usan artilugios digitales con definición más que potable para intercambiar el resultado por guasap. La mayor parte, todo hay que decirlo, se acabará perdiendo en la nube o en un laberinto de archivos mal ordenados. En una de las últimas, no hace más de diez años, apareció un hombre mayor con una cámara analógica ofreciéndose a hacernos una foto de grupo. Le recuerdo algo desaliñado, vistiendo un traje ajado y una camisa de cuello mellado, pero sobre todo como un profesional abatido cuando uno a uno le enseñamos, agitando nuestras herramientas fotográficas, que era un naufrago arrumbado por el tiempo y la modernidad.

Imagino que el senyor Paco tuvo la suerte de no vivir lo suficiente para sentirse así, porque pocos años después aparecieron los fotomatones, curioso nombre que hace de la instantánea una suerte de fusilamiento, cuando en realidad es un autoservicio o selfie que cubre con rapidez la necesidad de retratos de carnet o similares. También quedan muy pocos, así que los fotografío cuando los pillo, como el que acompaño de la plaza del Perú de Madrid. Por cierto, oportuno el homenaje que Jean Pierre Jeunet les hizo en la película “Amélie” a través de un equívoco tierno y divertido, un dato que me sirve para ofrecer como acompañamiento musical su delicioso “Valse des vieux os” (Vals de los huesos viejos), música compuesta por Yann Tiersen.



martes, 26 de septiembre de 2023

Pat Metheny

 "OFFRAMP"

PAT METHENY GROUP

Se acabó el verano y pronto clausuraré los anaqueles discográficos hasta el año que viene, así que quería acabar con un plato fuerte, el “Offramp” del Pat Metheny Group, uno de los discos que más he escuchado a lo largo de mi vida.

El disco engancha además con la serie “vinílica” de este verano, en concreto con el blog que dediqué a Joni Mitchell, (https://charlievedella.blogspot.com/2023/07/joni-mitchell.html), donde destacaba el solo del guitarrista en uno de los cortes del “Shadows and light”. Al revisar esa parte de mi discoteca he visto que es uno de los músicos de los que tengo más vinilos, 10 exactamente, incluida una banda sonora, y como curiosidad, que abandoné a Pat Metheny (Misuri - 1954) cuando aquellos decayeron a finales de los ochenta del pasado siglo, porque no recuerdo poseer ningún CD suyo y solo he seguido su obra posterior muy intermitentemente a través de YouTube y Spotify. Se puede decir que, en mi caso, Metheny pertenece claramente al mundo del elepé. También puedo presumir de que por aquellos lejanos tiempos vi actuar al grupo en el Arriaga de Bilbao.

Lanzado en 1982 por la discográfica ECM en su época más dulce, “Offramp” es el tercer disco de estudio del grupo en su formación casi inicial, ya que en él el bajista Steve Rodby sustituye a Mark Egan. La primera pieza, “Barcarole”, da pistas sobre lo que viene luego, ya que Metheny introduce algo que era la hostia en 1982, un sonido que desarrolla con un sintetizador de pedal. En la maravillosa “Are you going with me?”, con música y ritmo creciente y uno de los momentos de mayor complicidad compositora con el teclista Lile Mays, que leo falleció hace 3 años, Metheny suena celestial y da paso a un conjunto de canciones que van desde la melodía nebulosa de “Au lait”, con Nana Vasconcelos creando atmósferas vocales, hasta el desgarrado homenaje a Ornette Coleman en la canción que da nombre al conjunto del disco.

Voy a contar una anécdota inédita. En esa época invité a una amiga a escuchar el elepé. No hacía mucho que había estrenado el flamante NEC con bafles de tropecientos vatios, de modo que le di todo el volumen que la ocasión requería. Aunque la chica no era muy jazzera y la barcarola inicial es un preludio, todo iba más o menos bien hasta que di vuelta al disco y sonó “Offramp”, que a todo trapo no es para oídos “finos”. No hace falta decir que la sesión musical no acabó muy bien y que la amistoso-sentimental fue un “sonoro” fracaso, nunca mejor dicho. En compensación acabé regalándole dos discos de Cat Stevens, creo que más adaptados a lo que recuerdo de ella. Y es que una cosa es que la música consuele y otra muy distinta que haga milagros...

Yo he seguido oyendo el disco durante todos estos años y es tan redondo, algunos críticos defienden que el mejor de su discografía, que recuerdo aquel momento con la sonrisa que el tiempo da a los fracasos vitales. Disfrutadlo. El verano acabó pero la vida sigue, por lo menos de momento.

Y a continuación una versión en directo de “Are you going with me?” ; la original de “Au lait”;  “Offramp”, cómo no, en directo y eso sí, para oídos abiertos; y para curiosos el enlace de otra versión de la primera con Metheny acompañado de The Metropole Orchestra (https://youtu.be/YceTf55lXPI)


https://youtu.be/l4jIbLYE3gQ








sábado, 16 de septiembre de 2023

Alisa Sibirskaya

 ALISA SIBIRSKAYA, FOTÓGRAFA PICTÓRICA

De la serie "Dreamers"
Bill Viola

Desde que los/as humanos/as, por las razones que fueran, empezaron reinterpretar el mundo en cuevas y murales de piedra, buscaron plasmar la realidad dentro de las posibilidades que sus herramientas y pigmentos se lo permitían. No soy experto en historia del arte pero es innegable que el atrevimiento artístico y el desarrollo de la vanguardias en la pintura es paralelo al nacimiento y evolución de la fotografía como medio de emulación de la realidad.


Ante la derrota que suponía un medio que igualaba el natural, l@s artistas plástic@s exploraron nuevas vías de expresión, sea con los instrumentos clásicos (impresionismo, fauvismo, etc.), sea saltando las barreras mismas de lo meramente expositivo (dadaísmo…).

"Mujer bebiendo con
su marido"
Veermer

Pues bien, el itinerario seguido por la fotografía ha sido de algún modo el inverso. En la inauguración de una exposición reciente, un fotógrafo local reconocía que su obra había derivado en los últimos tiempos hacia la abstracción, y así se recogía en instantáneas de papeles medio arrancados, paredes desconchadas y la búsqueda de una descomposición de los espacios naturales. Es como si los fotógrafos descubrieran que un género que parecía anticuado en el siglo XIX, la pintura, se les hubiera adelantado.

Otro punto de vista reconoce y recrea el valor de los pintores clásicos. Es el caso del video-artista Bill Viola (Nueva York 1951), a quien el Guggenheim de Bilbao dedicó una retrospectiva en 2017. En ella se apreciaba que parte de su obra había evolucionado hacia un cierto clasicismo, principalmente en el uso del color y la luz. Algunos críticos relacionaban esas instalaciones con la pintura renacentista, algo que en alguna de sus instalaciones, “The dreamers” por ejemplo, parecía evidente.

"7", Alisa Sibirskaya
Creo que la sorprendente Alisa Sibirskaya (Krasnoyarsk (Rusia) – 1989), a la que he descubierto hace nada, no solo “parte de”, sino que insiste en esa veta y retrocede directamente unos cuantos siglos, no ya homenajeando a los clásicos holandeses, que lo hace, sino generando una obra, en este caso fotográfica, que parece una continuidad de la que Vermeer o Steen pudieran pintar casi cinco siglos antes.

"Mujer desnudándose"
Steen

Curiosamente, Sibirskaya, afincada actualmente en Barcelona, considera que sus “fotografías son un diario, no hablo de sirenas, centauros o criadas de la edad de oro holandesa, hablo de mí misma; todo lo que aparece en las imágenes son para mí cosas muy específicas”, algo que es difícilmente perceptible en instantáneas que resaltan su formación teatral, principalmente en la composición, y que, si bien entiende como una “sublimación”, contrasta, por no decir que no tiene que nada que ver, con su reivindicación de la “cultura de la protesta” y una actitud muy crítica con la invasión de Ukrania y la deriva de la Rusia de Putin. Sí reconoce que tras el impasse que la guerra ha producido en su obra es más que probable que esta gire, aunque sea, dice, “a través de símbolos y metáforas”. Me atrevo a adelantar, y me gustaría que así fuera, que hacia una reinterpretación de los muy interesantes y olvidados maestros del realismo socialista, de la que ya hay algún atisbo...Pero sea como sea, disfrutemos de esta oleada de revisionismo fotográfico, que reproduzco en reducida dimensión, porque la belleza, aunque retroceda, es siempre sinónimo de felicidad.

"Cleopatra"
Alisa Sibirskaya

Aquí el link de su página web, que vale la pena merodear: https://alisasibirskaya.com/







Alentado por un familiar melómano me he asomado recientemente a la obra de otro ruso exiliado, Serguéi Rachmaninoff (1873-1943), según él el mejor enlace, en este caso musical, entre lo clásico y la modernidad. Como sus obras más reconocidas me parecen muy complejas, he elegido este precioso y no muy extenso adagio de la Sinfonía n.2, Opus.27 III.




martes, 29 de agosto de 2023

Willie Bobo

"BOBO´S BEAT" Y "LET´S GO BOBO", DE WILLIE BOBO


portada del primer
número de Discoplay
Tras el cierre de la tienda de discos que compartí durante unos tres años con mi tocayo y gran amigo Carlos V. tuve una etapa de cuelgue del vinilo. Pasar de tener a mano la discografía deseada al vacío se hizo duro, de modo que durante un tiempo recorrí otras tiendas como alma en pena hasta que descubrí Discoplay, la especie de Amazon discográfica avant la lettre que, más allá de su carácter innovador y hoy nostálgico, acabó asentando una cierta aversión a este tipo de comercio on-line.

Discoplay, tienda de discos fundada en el Madrid del franquismo crepuscular (1970), inició su andadura de venta por correo en 1982. Una vez al mes publicaba un catálogo de discos que ordenaba por géneros y precios, según se tratara de novedades u ofertas. Así que para alguien acostumbrado a acceder a todo tipo de discos con facilidad, Discoplay era como el camello que te llama una vez al mes dispuesto a abastecerte de cualquier sustancia a domicilio, algo que te conducía a pedir un par de vinilos conocidos y deseados y tres o cuatro “restos” de serie a precio de saldo que apenas llegabas a “consumir”. Un amigo coleccionista me confesó que nunca había escuchado un 50% de sus adquisiciones. Sé ahora que el fenómeno Discoplay subsistió hasta 2007 y aún lo hace, solo con libros y cómics, desde 2013.

Pues bien, el disco al que dedico el blog responde al segundo modelo de oferta. Editado por el sello Marfer, marca española de Roulette Records, compañía discográfica que dicen servía de blanqueo a la mafia neoyorquina, más en concreto a la familia Genovese, es uno de los dobles que el sello dedicó al jazz en los años ochenta del pasado siglo con el nombre rimbombante de “Echoes on a era”, en este caso al percusionista de origen portorriqueño Willie Bobo.

Como la mayoría de los vinilos de la colección, se trata de una reedición de dos viejos discos de los años sesenta del pasado siglo, “Bobo´s beat” y “Let´s go Bobo!”. Supongo que acompañado de alguna novedad en el momento, 1982, quién sabe si Roxy Music, Police u algún otro éxito, lo oiría un par o tres veces y pasaría a la estantería sin demasiada pena ni gloria. Rescatado este verano, descubro en él a un intérprete que en su terreno, el de la salsa/jazz, suena potente y de vez en cuando hasta moderno.

Nacido en el área latina del Harlem neoyorquin, Willie Bobo, en realidad William Correa (1934-1983), estudió y trabajó con dos de los grandes del jazz afro-cubano, Mongo Santamaría y Tito Puente, pero su despegue musical se produjo al incorporarse al grupo de Cal Tjader, un vibrafonista y compositor de éxito en los años 50. En la década siguiente Bobo se independizó y grabó sus primeros discos como protagonista principal, entre ellos los dos que integran la obra aquí homenajeada.

Aunque no he podido saber quiénes le acompañan en el segundo de ellos, porque se limita a hablar de la orquesta de Willie Bobo, es casi seguro que en ambos repitió con Clark Terry (trompeta), Joe Farrell (saxo) y Frank Anderson (teclista). Hay críticos que creen que algunos rifs pertenecen al malogrado guitarrista Mike Bloomfield, muy conocido por participar en los primeros discos "eléctricos" de Bob Dylan. El caso es que los dos discos son una buena muestra de la calidad de una propuesta que no te deja permanecer con los pies quietos.

He leído y visto estos días que colaboró con muchos músicos, entre ellos Carlos Santana, cosa que tampoco he podido confirmar porque no aparece en sus discos de mayor proyección; también que tuvo un éxito como cantante interpretando “Dindi”, una melosa bossa nova compuesta por Antonio Carlos Jobim; pero para acompañamiento visual he encontrado una trepidante y multitudinaria colaboración con Dizzie Gillispie y otros jazzeros de pro. También, cómo no, acompaño dos de los cortes del doble vinilo que conservo y puede escucharse en su totalidad en Spotify (https://open.spotify.com/intl-es/album/6KrAygavI8X1KiFEHIPF8g?si=Y3G0q9XnQ-mUIQAp58ETUQ