martes, 13 de febrero de 2018

V.A.Estellés

DOS POEMAS VULGARES

DE VICENT ANDRÉS ESTELLÉS

PARA EL DÍA DE SAN VALENTÍN


De entre los analgésicos que aliviaron el periodo de mili que sufrí en Alcoi hace ya cuarenta años hay dos que suelo destacar porque además tienen mucho que ver entre sí. Un concierto de Ovidi Montllor en aquel, su pueblo natal, y el recital de poesía de uno de sus “letristas” habituales, Vincent Andrés Estellés.
curiosa foto de Montllor con Estellés y una desconocida

A Estellés (Burjassot 1924-1993) ya le he paseado por el blog porque es uno de de mis poetas preferidos 
Escritor y periodista, es autor de una poesía sumamente personal, casi siempre autobiográfica, crítica, desgarrada, hay quien dice que vulgar. Como dije en aquella ocasión, algunos de sus poemas son la vida misma y esa es su grandeza: convertir lo vulgar en una belleza que te hace reír, llorar, siempre emocionar.

Como su obra está rociada de sexo, me ha parecido el autor ideal para celebrar como debe ser el día de los enamorados con dos poemas que se complementan y tienen unos mismos vocablos iniciales: “Els amants” (“Los amantes”) y “No escric èglogues” (“No escribo églogas”). El segundo en una versión musicada en la voz de Juli Mira que aconsejo escuchar y leer a un tiempo porque contagia alegría a ritmo de pasodoble.

ELS AMANTS
No hi havia a València dos amants com nosaltres.
Feroçment ens amàvem des del matí a la nit.
Tot ho recorde mentre vas estenent la roba.
Han passat anys, molts anys; han passat moltes coses.
De sobta encara em pren aquell vent o l'amor
i rodolem per terra entre abraços i besos.
No comprenem l'amor com un costum amable,
com un costum pacífic de compliment i teles.
Es desperta, de sobta, com un vell huracà,
i ens tomba en terra els dos, ens ajunta, ens empeny.
Jo desitjava, a voltes, un amor educat
i en marxa el tocadiscos, negligentment besant-te,
ara un muscle i després el peçó d'una orella.
El nostre amor és un amor brusc i salvatge,
i tenim l'enyorança amarga de la terra,
d'anar a rebolcons entre besos i arraps.
Què voleu que hi faça! Elemental, ja ho sé.
Ignorem el Petrarca i ignorem moltes coses.
Les Estances de Riba i les "Rimas" de Bécquer.
Després, tombats en terra de qualsevol manera,
comprenem que som bàrbars, i que això no deu ser,
que no estem en l'edat, i tot això i allò.

No hi havia a València dos amants com nosaltres,
car d'amants com nosaltres en són parits ben pocs.
LOS AMANTES
"No había en Valencia dos amantes como nosotros.
Ferozmente nos amábamos de la mañana a la noche.
Lo recuerdo todo mientras tiendes la ropa.
Han pasado años, muchos años; han pasado muchas cosas.
De pronto aún me atrapa aquel viento o el amor
y rodamos por el suelo entre abrazos y besos.
No comprendemos el amor como una costumbre amable,
como una costumbre pacífica de cumplidos y telas.
Se despierta, de pronto, como un viejo huracán,
y nos tumba a los dos en el suelo, nos junta, nos empuja.
Yo deseaba, a veces, un amor educado
y el tocadiscos en marcha, negligentemente besándote,
ahora un hombro y después el lóbulo de una oreja.
Nuestro amor es un amor brusco y salvaje,
y tenemos la añoranza amarga de la tierra,
de andar a revolcones entre besos y arañazos.
¡Qué queréis que haga! Elemental, ya lo sé.
Ignoramos a Petrarca e ignoramos muchas cosas.
Las Estancias de Riba y las Rimas de Bécquer.
Después, tumbados en el suelo de cualquier manera,
comprendemos que somos unos bárbaros, y que esto no puede ser,
que no estamos en la edad, y todo esto y aquello.
No había en Valencia dos amantes como nosotros,
porque amantes como nosotros se han parido muy pocos."






NO ESCRIBO ÉGLOGAS

No había en Valencia dos piernas como las tuyas.
Dulcemente las recuerdo, con los ojos llenos de lágrimas,
con una telaraña de lágrimas en los ojos.
¿Dónde estás? ¿Dónde tus piernas tan adorables?
Recorro la Alameda, aquellos lugares familiares.
Cruzo las noches. Evoco los pretiles del río.
Un cadáver verdoso. Un cadáver fosfórico.
El espectro de Francisco de la Torre, quizás.
No había en Valencia dos piernas como las tuyas.
Largamente escribiría sobre tus piernas.
Como si anduvieses por el agua, entre un agua invisible,
entre un agua clarísima, venías por la calle.
La carne graciosa y fresca como un cántaro de Serra.
Y yo te evoco erguida sobre tus piernas.
Cargaban los hombres los ventrudos camiones.
Venían autobuses de Gandía y Paterna.
Salían voces de los bares, olor de aceite frito.
Tú venías solemne sobre tus piernas.
¡Oh la solemnidad de tu carne tierna,
de tu cuerpo adorable sobre tus largas piernas!
Calle abajo, venías entre los solares, los gritos,
los niños que jugaban al salir de la escuela,
la mujer recogía la ropa en la azotea,
el hombre recomponía lentamente un reloj
mientras un amigo hablaba de sus años de prisión
por cosas de la guerra, tú venías solemne,
con más solemnidad que el crepúsculo, o con una
dignidad que el crepúsculo recibía solamente de tí.
Toda la majestad amada del crepúsculo.
No había en Valencia dos piernas como las tuyas,
con la viva alegría de la virginidad.
Siempre venías, nunca llegabas del todo,
y yo te quería así, y yo lo quería así:
Nací para esperarte, para ver cómo venías.
Inútilmente recorro los crepúsculos, las noches.
Veo los hombres que cargan lentamente camiones.
Veo los bares, el aceite frito, las parejas de amantes.
Yo recuerdo unas piernas, tus piernas desnudas,
tus largas piernas llenas de dignidad.
No había en Valencia dos piernas como las tuyas.
Un cadáver verdoso, un cadáver fosfórico
va tocando las aldabas, va preguntando por ti.
Se despierta Ausiàs March en el vaso del carnero.
No sé nada de ti. Han pasado siglos, días.

Inútilmente recorro Valencia. No escribo Églogas.