FELIPE GONZÁLEZ Y "LA ROJA"
El otro día vi y
oí algo que me llamó la atención. Salía Felipe González de la ostentosa
ceremonia de coronación del nuevo monarca de España, su tocayo sexto, y era
asediado por una decena de micrófonos. Se esperaba, supongo, algún comentario
defendiendo las gracias de la monarquía,
pero el ex presidente se acercó a una de las cámaras y dijo levantando la voz que
era el momento de apoyar a “la roja, ahora más que nunca”. Imagino perplejos a
periodistas de calle bregados en mil batallas ante semejante regate
declaratorio, pero así fue.

Teniendo en
cuenta el nerviosismo y la acritud que viene mostrando el señor González desde
que en las últimas elecciones le salió un forúnculo por la izquierda pensé, no
sé si estaré en lo cierto, que cuando hablaba de la roja hablaba de sí mismo. El
ex presidente, hombre acostumbrado a los grandes análisis políticos, se supone
que al tanto de los avatares de la realidad del Estado, ha descubierto de
repente que los nacidos tras la transición la ven como una batallita de abueletes
más bien casposa y cuestionan el status que la siguió (monarquía, pacto
constitucional, sistema electoral…), incluido él. Por eso cree que hay que defender
a “la roja”, ahora que los partidos políticos clásicos y la portería de la
selección fútbol son taladrados por equipos secundarios.
Dice González, a
quien no creo que nadie niegue los aciertos de su pasado, principalmente la
universalización de la sanidad y la educación, que está orgulloso de pertenecer
a la “casta”, es decir, a lo peor de ese pasado, la guerra sucia, la
corrupción, la puerta giratoria que
ahora le permite asesorar a una energética, la claudicación ante la
monarquía y la iglesia católica...Pero lo peor es verle como el abuelo
cebolleta, mucho más viejo de lo que es, incapaz de entender que algunos de los jóvenes
que no habían nacido cuando él “prestaba tantos servicios a España”, y a la vista de lo que hay, también quieran
cambiar el mundo…
Para aliñar el
texto me he acordado de esta canción de Ismael Serrano.