miércoles, 11 de noviembre de 2015

EL AQUASPINNING


Como ya advertí en un blog de hace unas semanas he decidido poner a salvo mis caderas, dejando de correr, y me he convertido en nadador nocturno, esa especie de personajes solitarios que permanecen en silencio mientras se desnudan en los lúgubres vestuarios de los polideportivos públicos. Bueno, no voy a insistir en su descripción; para eso ya estaba el poema de Manuel Vilas que publiqué el mes pasado (http://charlievedella.blogspot.com.es/2015/09/los-nadadores-nocturnos-otro-poema-de.html).  

Esta vez vengo a hacer una defensa corporativa del gremio. Veamos: en el polideportivo de mi barrio suele haber dos calles de ida y una de vuelta para nadar en los diferentes estilos que uno sea capaz de practicar, un número un poco apretadito en horas punta, en las que los nadadores nocturnos aparecemos como una plaga dispuesta a adelantar, variar el ritmo o el estilo, con tal de hacer un largo tras otro, como autómatas aventados. Parece de recibo que una, e incluso dos de las calles de la pileta estén dedicadas a enseñar a
nadar a renacuajos a menudo asustados y llorosos, pero hay algo que me viene irritando últimamente, a saber, que la calle “formativa”, para entendernos, se destine habitualmente a la práctica del “aquaspinning”, una moda de deporte semiacuático, para modernos y similares, robando una calle a los nadadores clásicos.

Creía que las piscinas eran para nadar y las bicicletas, además de para el verano, un medio de locomoción ecológico y saludable, pero la moda de los deportes híbridos ha llegado al paroxismo con estos grupos de ciclistas pedaleando dentro de una piscina a ritmo de música electrónica. 

Como en otros casos he hecho repaso al pasado, y he recordado a los ciclistas “de paseo”, una modalidad que ya no existe, a mi modo de ver desde que la circulación convirtió al ciclismo en deporte de riesgo y sus practicantes de cualquier índole se uniformaron con casos y gafas que los hacen irreconocibles. Como contraste he rescatado esta foto del

viaje que hice por el litoral de Galicia hace tres décadas y me he quedado perplejo al observar mi vestimenta, más propia de un turista que va a la compra que de un viajero que se  pedalea la costa de Vivero a Pontevedra. Recuerdo que en los veintitantos días que duró el viaje solo me crucé con otro ciclo turista en una carretera secundaria cercana a Cedeira. Nos dio tanta alegría que empezamos a levantar los brazos y a gritar como locos. Supongo que ninguno de los dos pensó que treinta años más tarde podíamos acabar viajando en una bicicleta estática sumergida en metro y medio de agua clorada. Pero es lo que hay.

Para musicar el blog, una de mis canciones favoritas de Francesco de Gregori: “Il bandito e il campione”.

domingo, 1 de noviembre de 2015

UN POEMA DE MARIÀ MANENT (1898-1988), 
PARA EL 1 DE NOVIEMBRE


He elegido para la ocasión de este nuevo 1 de noviembre un poema de Marià Manent y la versión de Al Tall de una pequeña canción del mismo autor ("A una oreneta que em desvetllà a trenc d'alba").


Barcelonés de origen pequeño burgués, Manent es creador de una poesía cristalina que presume de alcanzar el silencio ("La poesía ha de expresar con palabras el esplendor que reposa en el silencio"). Al margen de su propia obra, introdujo como traductor a Keats, Shelley, Dylan Thomas, William Blake o Emily Dickinson. Casi nada...


LA TOMBA DE RILKE
Reposes en l'extrem
cementiri, damunt la roca fosca,
amb l'heura muntanyana, que no tem
el gebre del febrer. Tens una creu ben tosca,
de fossar de pastors i camperols,
i cenyeix el teu clos una pedra corcada
com les arques de núvia. Neus i sols
han fet grisa la creu, amb color de boirada.
Però en la teva tomba hi ha una mica d'urc:
un escut cisellat, una mica de faula
de l'Àustria antiga, coronant el burg
solitari i extrem de la teva paraula.
Ací reposa el front que s'inclinà sovint
al silenci i a l'ombra;
i quan el vent dels Alps la neu escombra
damunt l'herbeta morta, els camperols, venint
de les vinyes, on tenen els ceps forma de lira,
no saben que s'amaga sota la creu el blau
i la por dels teus ulls d'infant, i que sospira
l'heura sobre el teu cor que ignorava la pau.

LA TUMBA DE RILKE
Reposas en el extremo
cementerio, sobre la oscura roca,
con al hiedra de monte, que no teme
la escarcha de febrero. Tienes una cruz tosca,
de osario de pastores y labriegos,
y ciñe tu cercado una piedra horadada
como un arca de novia. Nieves, soles,
han vuelto gris la cruz, niebla coloreada.
Pero en tu tumba hay un poco de orgullo:
un escudo labrado, algo de fábula
de la Austria antigua, coronando el burgo
solitario y final de tu palabra.
Aquí yace la frente que inclinó a menudo
a la sombra, al silencio;
y cuando barre la nieve alpino viento
sobre la hierba muerta, llegando los labriegos
de las viñas de cepas con figura de lira,
ignoran que la cruz cubre la azul mirada
y el miedo de tus ojos de niño, y que suspira
la hiedra, sobre tu corazón que la paz ignoraba.

martes, 20 de octubre de 2015

ATZAVARA


Paseando de noche por el centro de Reus hace unos días, nos llamó la atención el nombre de una tienda, Atzavara, porque nos recordaba el nombre de una novela que Vázquez Montalbán publicó en un ya lejano 1987. No en vano el propio VM nos dejó hace ya una eternidad, 2003, mientras hacía escala en el aeropuerto de Bangkok, una de las ciudades en las que Pepe Carvalho, su alter ego, protagonizó una de sus múltiples aventuras. Me entero de que la Atvazara es una planta tan común que un ejemplar decora un rincón de la terraza de casa. Yo la conocía como pita, y casualmente porque un libro de Juan Goytisolo, “Campos de Níjar”, me llevó a recorrerlos y descubrir su vegetación desolada. En la novela de VM Atzavara es el nombre ficticio de la localidad en la que se desarrolla la trama.

Supongo que el nombre de la tienda de Reus no es una referencia literaria, pero sinceramente, nos alegró la noche. Nos recordó al gordo que se colaba en todo tipo de coplas y festejos en los años setenta del pasado siglo, pese a una fe leninista en retroceso. Un placer.

atzavara
Las tiendas de toda la vida suelen sacar pecho histórico, sea subtitulando el nombre con el año de apertura o subrayando que actualmente la regentan los herederos de…….., a veces hijos o hasta nietos del fundador. Las más modernas se adaptan a modas y abrazan anglicismos o se refugian en lenguas identitarias, pero lo más común es relacionar el nombre del negocio y lo que se vende. La tienda de juguetes del barrio de mi infancia se llamaba “Los Reyes”, que era entonces el día elegido para recibirlos, y solo una cierta pereza mental las titulaba con el nombre de la calle, de la mujer o de los hijos. La referencia cultural o el exotismo era para las librerías y los cines, en tiempos pretéritos ejemplo de modernidad (Moderno, Nuevo, Novedades…)

Una elección desafortunada o un equívoco todavía puede pagarse con algún problema legal, pero en otras épocas la cosa podía complicarse. En la misma manzana de la casa de mis padres había una librería que se llamaba “Internacional”. Estaba dedicada al libro técnico y su nombre no tenía connotación política alguna, pero durante el franquismo un grupo fascista la tomó con ella y la dedicó artefactos explosivos en varias ocasiones. 

En mi juventud regenté con mi tocayo CV una tienda de discos a la que también dimos  un nombre vegetal: “La mandrágora”. Era socorrido porque le daba un toque esotérico y contracultural. Duró tres años en los que demostramos que no servíamos para el negocio. A un grupito seguidor de Bob Marley y Peter Tosh les solía repetir, muy chulo yo, que no me gustaba el reggae, de lo que me arrepentiría oyendo cantar a Marley con sus Wailers en la Monumental de Barcelona no mucho antes de morir. Un veterano que me pedía novedades de jazz, se revolvía cabreado repitiendo que aquello no era jazz cuando le sacaba lo último de Chick Corea y la Weather Report. Siempre haciendo clientes…

Pese a nuestras preferencias, tengo que reconocer que algunos de los discos que más vendimos eran de Julio Iglesias, el inevitable de Eydie Gorme y Los Panchos - no sé si se seguirá editando pero era un crack en ventas - y en navidad, de Parchís y otros grupos de niños insoportables. Como podéis ver todo muy underground. Eso sí, hicimos muchos amigos, nos lo pasamos bien y no perdimos dinero, que ya es. Hace unos dos años me localizó un cliente del que no sabía nada desde hacía más de treinta años a través de Facebook y confieso que me hizo mucha ilusión. Como cuando vi el rótulo de la atzavara en la tienda de Reus.

Para los que puedan pensar que copiamos el nombre de Mandrágora del famoso primer disco de Sabina, Krahe y Alberto Pérez, decir que nuestra tienda abrió antes de su publicación, lo que no obsta para aprovechar el viaje:

lunes, 5 de octubre de 2015

ESTRAFALARIA SOLIDARIDAD

Mucho antes de que se convirtiera en un nacionalista radical leí escribir a Fernando Savater que la solidaridad era la “soledad compartida”, una definición que me gustó, quizás porque se ajusta a la que soy capaz de ejercer y espero recibir, y se escapa del concepto de caridad, un gesto pretendidamente altruista que solo se ejerce desde posiciones de poder.

Leí hace días que en mi barrio se iba a celebrar un curioso evento solidario consistente en reunir a todo energúmeno dispuesto a comerse 13 bocadillos en 120 minutos, con el fin de que quien no lo consiga destine el pago de la manduca a una asociación contra el cáncer infantil. Supongo que habrá alguna razón personal, pero ¡¡¡Hostia!!!

La idea me ha recordado las famosas “mariscadas pro presos” que los abertzales festejan o festejaban en este mismo barrio, a los que siempre he imaginado chupando cabezas de langostinos mientras los destinatarios de su solidaridad se pudrían en las cárceles entre huelga y huelga de hambre.

En fin, creo que aún persisten los mercadillos “solidarios” y múltiples colectas a beneficio de enfermos, perseguidos y menesterosos, casi siempre ajenos o lejanos - a los cercanos que les parta un rayo – que gente bien, y de bien, aprovecha todavía para lucir joyero y vestuario. Pero lo que más me repatea es esta nueva plaga, más humilde y popular, de decorar la mala conciencia con patrocinios filántropos, en algunos casos, como el de la bocadillada, sencillamente estrafalaria.


La canción no tiene que ver nada con el tema y el video no mola, pero a mí me parece escuchar a los primeros Pretenders…(Florence+The Machine – “Ship to wreck”)

jueves, 24 de septiembre de 2015

“LOS NADADORES NOCTURNOS”, 
OTRO POEMA DE MANUEL VILAS

El éxito de la última entrada sobre el poeta Manuel Vilas y el hecho de que haya tenido que dejar de correr y dedicarme a nadar, me ha animado a reproducir otro de sus poemas, “Los nadadores nocturnos”, que, con matices, recoge muy bien el ambiente de las piscinas y vestuarios de los polideportivos a ciertas horas. Saludables brazadas!!!   


LOS NADADORES NOCTURNOS
Voy  a nadar al gimnasio, sí, prácticamente todos los días.
Bajo el agua parece que el fracaso no existe.

Miro a los otros nadadores de las otras calles de la gran
piscina.

Nos miramos vagamente; las gafas de bucear impiden
ver el color de los ojos, ver los rostros torturados.

Nadamos y nadamos como fantasmas hasta las once de la
noche,
cuando cierra el gimnasio.

Es obvio que no tenemos dónde ir.

Luego nos vemos en las duchas, desnudos.

Somos cinco o seis.

El encargado nos conoce.

Somos siempre los mismos, a veces falla alguno.

No nos hablamos.

Si falla alguno, pensamos con alegría que se ha atrevido,
que al fin alguno de nosotros lo ha hecho,
que se ha levantado la tapa de los sesos,
hasta que al día siguiente reaparece.

Nos hace ilusión pensar que ya quedamos menos.

Sabemos perfectamente por qué nadamos por la noche.

Hay un bar de copas al lado del gimnasio.

Ninguno de los nadadores nocturnos
quiere llegar a casa a las once y media.

No hay gimnasio con piscina
que abra hasta las seis de la madrugada.

En el bar nos encontramos, no nos hablamos.

Conocemos nuestros rostros, el color de nuestros bañadores,
el modelo de gafas, buenas y caras gafas siempre,
Adidas de competición rojas o azules,
la fuerza en la brazada, el estilo del crol
de cada uno de nosotros, los nadadores nocturnos.

Bebemos en ese bar, regentado por chinos casi muertos,
después de haber nadado hasta el agotamiento.

Bebemos y nadamos, esa es nuestra vida,
pero jamás, nunca jamás nos dirigimos la palabra,
es un pacto, un raro pacto entre samuráis hundidos.

Si alguno de nosotros necesita algo,
solo le prestamos
el estilete más afilado de España.

La muerte nos gusta, por eso nadamos y nadamos
hasta que el gimnasio cierra y nos echan,
con los brazos convertidos en acero, músculos
tan atormentados, tan desesperados
como los planetas sin nombre,
dando tumbos en la estúpida oscuridad del universo.

Siempre estamos esperando
que alguno no venga nunca más, 
pero resistimos como hijos de perra,
todo un misterio de los nadadores nocturnos.

jueves, 17 de septiembre de 2015

MANUEL VILAS, POETA DE BROCHA GORDA

Después de leer “El hundimiento”, premio de Poesía Generación del 27 de este mismo año, parece evidente que Manuel Vilas no está entre los escritores de pincel fino, sino entre los de brocha gorda y churretón. 

Fiel a las cuatro citas que introducen un libro con las formas y el espíritu de un uppercut, sobre todo a esa que dice que “vivir consiste en hundirse poco a poco” (Scott Fitzgerald)  Vilas va repartiendo caña a lo largo de sus páginas con una amargura bañada en alcohol y mala hostia. Aunque a veces entre en terrenos resbaladizos (no acabo de entender muy bien el poema que parece compadecerse de un puñado de nazis perdedores/ “Tenemos nuestros uniformes, y así pasamos la vida, creyendo que la historia fue nuestra alguna vez”; o el grosero y machista que dedica a Alice Monro “Por quinientos euros, Alice, te hago feliz esta noche… incluso por cincuenta te como el incomible coño”) o quizá por eso, no solo es imposible permanecer indiferente, sino que, siguiendo con las referencias boxísiticas, te atrae a la pelea corta, en la que ya despliega otra paleta de golpes de distinta índole. 

No era necesario leer en una entrevista de ABC que el libro estaba escrito en un periodo marcado por el lado oscuro de la vida y bajo la premisa de que “decir con precisión la adversidad es poesía”. En general crudo pero a momentos tierno, contiene poemas en los que el adulto fiero parece refugiarse de nuevo en el recuerdo de sus padres biológicos (“Siempre estoy contigo, hijo mío, siempre, da igual dónde te escondas”/ “Quien me trajo al mundo se ha ido hoy del mundo. Ella, que me llamaba a todas horas para saber de mÍ”) y artísticos (The Who, Lowry, Fitzgerald y Lou Reed una y otra vez), tras lo que parece un fuerte desengaño sentimental, político, vital (“Es verdad que te amo. Es verdad que nadie me ha follado como tú. También es verdad que nunca volveremos a vernos”/”Me importa el amor, eso sí me importa; el amor eternamente no correspondido, eso fue para mí la poesía”/”me he pasado más de veinte años viendo ministros de gobiernos de España entrar en los juzgados, así pasó mi vida…”/”Si volviera a tener nueve años, pediría ahogarme en aquel río donde mis padres me llevaron, en unas felices y radiantes vacaciones de verano, una franquista mañana de agosto”), siempre autobiográfico “pero pronto”, dice Vilas en la entrevista antes citada, “para escribir mis memorias”. Habrá que seguirlas.

Para redondear, el impactante poema que abre la edición y el “Berlin” de Lou Reed, al que dedica otros tantos brochazos, en una versión de la Velvet Underground anterior a su publicación en vinilo.

«1980»
Me miro todas las mañanas, aún es de noche, 
bajo la luz eléctrica,
en el espejo del miserable cuarto de baño,
ya con cincuenta y un años mal cumplidos y bien solo, y te veo a ti,
con la misma edad,
en el invierno de 1980.

Te veo a las siete de la mañana cargando las maletas 
y los muestrarios en el maletero de tu Seat 1430.

Tal vez mi coche sea mejor que el tuyo.

La industria automovilística occidental oferta 
a la clase baja algún modelo con sexta marcha 
e incluso con aire acondicionado.

El salario, sin embargo, es el mismo.

El país, sin embargo, es también el mismo.

Veo el mismo rostro en el espejo, la aplastante madrugada 
y el sórdido empleo,
y la sórdida ganancia de una comisión,
toda la vida detrás de una comisión a la intemperie,
que no te dio para nada, 
absolutamente para nada.

Yo intenté escribir y tú fuiste
un anónimo viajante de comercio, 
somos lo mismo.

¿Dónde están nuestras capillas en las más famosas 
catedrales de España,
en la de León, 
en la de Sevilla, 
en la de Burgos, 
en la de Madrid,
en la de Santiago de Compostela?
¿Dónde nuestros rostros en bronce esculpidos 
con las heridas en el costado?

Tú, recorriendo absurdos pueblos de Aragón, luchando 
por vender el textil catalán, el textil de las boyantes
empresas catalanas,
-barcelonesas, prósperas y ya con relaciones 
internacionales-
a sordos y oscuros y pobretones sastres de pueblos atrasados 
de la España hosca, medieval y mutilada.

Ellos sí, tus jefes catalanes, ganaban mucho dinero, tú nada. 

Nos afeitamos los dos al mismo tiempo, tú en 1980,
yo en el 2013, un poco evolucionada si quieres
la industria del afeitado, un poco de colonia, 
un poco de agua en el pelo.

Salimos los dos al mismo tiempo y montamos 
en sendos automóviles,
el mío tiene música y el tuyo solo radio,
tu Seat 1430, y tal vez sea esa la única diferencia,
a mí me ayudan Lou Reed y Johnny Cash con sus canc1ones,
a ti no te ayudó nadie.

Te fuiste con setenta y cinco años. 
Yo me voy dentro de cinco minutos.

No, no quiero verte al otro lado del espejo.

No soportaría tu mirada de fuego, tu mirada de 
condenación suprema.






domingo, 6 de septiembre de 2015

EL PINTOR DE CABALLETE


El pintor callejero
Estos días le he hecho unas fotos a este señor. Pintaba las flores de un jardín cercano y la perspectiva de un edificio desde el parque de Dña. Casilda a la acuarela, sentado con mayor o menor comodidad en uno de sus bancos y ante un ligero caballete, y ha emulado la imagen que tengo de mi bisabuelo, un profesor de instituto que dibujaba y pintaba en los alrededores, calles y cafés de las ciudades en las que ejerció. 

En tiempos del gran formato, la digitalización, las perfomances, ya se ven pocos pintores de caballete o dibujantes de cuaderno, pero la casualidad, o una nueva tendencia que desconozco, hace que en este momento estén abiertas dos exposiciones de buenos dibujantes en Bilbao, en las que se incluye una pequeña muestra de sus libretos de dibujo, esa especie de cuadernos de bitácora que muestran la faceta más privada del artista, cuando se asoma a paisajes, lugares y gentes cercanas. Al ver esos bocetos creemos descubrir su mundo más íntimo y personal, a veces, como en el caso de mi antepas
Apunte de mi bisabuelo Antonio

ado, a sus amigos y familiares.Supongo que soy un aficionado al arte en extinción, pero en demasiadas exposiciones presencio obras estúpidas, ocurrencias que luego doran con incomprensibles explicaciones filosóficas, pero una de las cosas que más me irrita es descubrir a artistas plásticos que ni saben dibujar ni parecen haberlo intentado nunca.
otro apunte de mi bisabuelo
Pues bien, las exposiciones de las que hablo se ubican en el Museo de Bellas Artes y en la Sala Rekalde de Bilbao, y están dedicadas respectivamente a Marta Cárdenas y Eduardo Gruber. Ambas muy interesantes, pero la segunda,
que repasa una evolución que recorre el hiperrealismo, la abstracción y el informalismo con obras de diverso formato, de visión imprescindible. Dura hasta el mes de octubre, así que hay tiempo de sobra.

domingo, 23 de agosto de 2015

UN POEMA DEDICADO A MI PADRE

Cuando mi padre decidió desconectarse del mundo real hace unos años le dediqué este poema, que rememoraba algunas etapas de su vida. Incluido en un audio-libro, “Familia”, a cuya totalidad puso voz María Uriarte, este poema tenía, precisamente, una segunda versión con imágenes seleccionadas por mi hija Laia.


Como mi padre falleció el pasado jueves me ha parecido casi obligado recordarla en el blog.

martes, 18 de agosto de 2015

Un poema de Raúl Zurita

UN POEMA PARA SER VISTO DESDE EL CIELO

No sé el número de visitas que habrá tenido el poema que Raúl Zurita excavó en el desierto de Atacama a raíz del artículo que Rosa Montero le dedicó hace unos meses. Yo no he podido resistir a la tentación, y he aprovechado la indicación de sus coordenadas para descubrir una caligrafía colegial de más de tres kilómetros en una página rocosa y polvorienta. 



Detenido, preso y torturado por la dictadura de Pinochet, dicen sus biógrafos que durante su cautiverio soñó con poemas celestes. En 1982 cumplió su sueño y escribió un poema de humo con la ayuda de varios aviones en el cielo de Nueva York, y en 1993 creó el geoglifo al que hizo referencia Rosa Montero con un breve texto, “ni pena ni miedo”, que debe ser observado desde ese mismo cielo.  Helo aquí. 


lunes, 10 de agosto de 2015

EL SOL, CADA VEZ MÁS CARO

Siendo administrador anual de la comunidad de propietarios, hace unos siete años se me ocurrió proponer la instalación de placas solares en la cubierta del edificio. Un ingeniero emprendedor en renovables había subido conmigo a la cubierta, y tras una inspección que avalaba que esos 250 metros de cubierta con orientación sur eran idóneos hizo un estudio que aseguraba que en cinco años, o sea, ahora mismo, habríamos amortizado la inversión y empezado a tener beneficios.



Mis vecinos, sin duda más listos y cautelosos, descartaron la inmediata puesta en marcha del proyecto y lo metieron en el cajón de nunca jamás. Teniendo en cuenta que con los recortes a las renovables el plazo de amortización sería ahora de treinta y un años, casi seguro que ya me habrían corrido a gorrazos…

Para mayor información transcribo el artículo publicado por María José Esteso en Diagonal y os remito a la entrada que publiqué en Facebook hace unas semanas (https://www.facebook.com/carlos.berries/posts/475311502636486?pnref=story).
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Industria quiere aprobar una norma que penaliza de nuevo el autoconsumo de las renovables.

María José Esteso Poves-Diagonal-24/07/15-Edición impresa


El 5 de junio pasado, Día Mundial del Medio Ambiente, el Gobierno hizo público el segundo borrador de Real Decreto de Autoconsumo, que impone más tasas a la autoproducción energética. La normativa mantiene el llamado “impuesto al sol” y pretende gravar las instalaciones renovables, sobre todo las fotovoltaicas, no sólo las nuevas, sino las que ya están funcionando, que deberán adaptarse a los nuevos peajes.

El borrador se ha tramitado con mucha rapidez a pesar de la oposición con la que cuenta. El ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, solicitó que esta normativa se tramitara con carácter de urgencia, aunque hay otras a la espera. Tras 15 días de información pública, se han presentado cerca de 200.000 firmas de rechazo y 34.000 alegaciones, aunque éstas no tienen carácter vinculante. Pero todo indica que en los próximos Consejos de Ministros, antes de la convocatoria de las generales, quedará aprobado el Real Decreto de Autoconsumo.

Particulares, pequeñas empresas, productores de renovables, cooperativas y grupos ecologistas han denunciado este nuevo gravamen a las renovables y argumentan que beneficia al oligopolio eléctrico. Soria argumenta que es necesario que “todos los consumidores estén en igualdad de condiciones”. Mien¬tras, todos los partidos de la oposición, excepto PNV y CiU, ya se han comprometido a derogar el real decreto en caso de que sea aprobado.

Ataque a las renovables
Tras varias reformas legales y decretos, las renovables en el Estado español están paralizadas. Las puertas giratorias han situado a expolíticos de los gobiernos del PSOE y PP en los consejos de administración de las eléctricas. Hasta 43 excargos han estado en nómina de las multinacionales eléctricas españolas, incluidos los expresidentes José María Aznar y Felipe González.

“A este tipo de borradores sólo les falta poner la firma de las eléctricas”, señala Javier García Breva, exdirector del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), miembro de la Fundación Renovables.

En sólo dos años, el Ministerio de Industria ha redactado dos borradores de autoconsumo. “Ante la amenaza del impuesto al sol, aunque el primer borrador no se ha convertido en norma, se ha paralizado el autoconsumo”, dice Cote Romero, directora de Ecooo. En 2013, Soria y el secretario de Energía, Alberto Nadal, suprimieron las primas a las renovables, 3.000 millones de euros, en contra de todos los informes técnicos que no avalaban la decisión. La medida está en los tribunales gracias a la iniciativa de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético y la Fundación Renovables. Ahora el Ejecutivo, antes del fin de la legislatura, amenaza con dejar todo atado a favor de las grandes eléctricas con la aprobación del Real Decreto de Autoconsumo.

Para la responsable de Ecooo, hay que apostar por el empoderamiento de la ciudadanía en materia de energía, en ahorro y eficiencia energética. “Está claro que el Gobierno y el oligopolio de las eléctricas están haciendo un ataque furibundo contra el autoconsumo. Porque el parque tecnológico se ha abaratado mucho y ven amenazado su negocio”, señala Romero.

Este borrador de ley salió a la luz cinco días después de que la empresa Tesla, especializada en acumuladores y coches eléctricos, anunciara una revolucionaria batería mucho más barata y más eficiente que los modelos actuales. Esta batería permite almacenar durante más horas la energía que se consigue en las horas de sol para usarla después. Una demanda de los defensores del autoconsumo que solicitan el llamado balance neto –poder usar la energía que se ven obligados a verter a la red durante las horas de sol–. El borrador del Gobierno penaliza a los productores que se enganchen a las baterías. Muchas familias se animaron a invertir en renovables gracias al decreto de 2007 que pretendía reducir las emisiones de CO2 tras la Cumbre de Kioto. Hoy, gran parte de esas casi 60.000 familias que compraron los equipos fotovoltaicos para huertos solares o placas en sus tejados tienen problemas económicos e incluso han sido desahuciadas de sus viviendas al empeñarlas en esta inversión.

En el país del sol
Según la Unión de Empresas Foto¬vol¬taicas (Unef), la instalación de nueva capacidad fotovoltaica en España en 2014 fue de apenas 22 megavatios (MW). Este ritmo de actividad responde a la “práctica paralización del mercado en España”, explican desde la Unef. Mientras que la nueva capacidad fotovoltaica en países como Reino Unido o Alemania, con la mitad de horas de sol que España, es de 2.270 MW y 1.900 MW. Lo mismo sucede en Francia, donde se han instalado 1.000 MW y ya está en marcha reducir el peso de la energía eléctrica de origen nuclear –ahora del 75%– para pasar al 50% y aumentar la cuota de las renovables en el sistema en un 32% en 2030. España también está por detrás de Portugal, que en septiembre de 2014 reguló el autoconsumo, permite vender los excedentes de energía a la red y hace posible que cualquier persona pueda producir su propia electricidad.

Pero la política energética en España tampoco cumple las recomendaciones de la UE. La Comisión Europea, donde el exministro de Medio Ambiente Miguel Arias Cañete es comisario de Acción Climática y Energía, publicó el pasado 16 de julio el documento Mejores prácticas para el autoconsumo de energías renovables, en el que se afirma que “la estrategia de la Unión Europea sitúa a los consumidores en el centro de las políticas energéticas, animándoles a asumir como suya la transición energética (…)”. El documento también señala que “el autoconsumo energético puede producir un gran número de beneficios tanto para los consumidores como para el conjunto del sistema eléctrico” y puede aminorar los costes, “especialmente en aquellos países soleados, en los que ayuda a reducir los picos de demanda producidos por el uso de los aires acondicionados”.

Los últimos de la fila
Pero la tendencia aquí es otra. Según datos de 2013, España se encuentra en el puesto decimonoveno en el cumplimento de la Directiva Europea 2009/28/CE para alcanzar el consumo del 20% de energía renovable para 2020.

Para García Breva resulta “lamentable” que ni con el Gobierno anterior ni con el actual se haya cambiado la política energética. Todo lo contrario: ambos gobiernos se han dedicado a argumentar que las energías renovables son caras, dice. “En 2010, Miguel Sebastián distribuyó un informe a los medios de comunicación que decía que las renovables nos iban a costar en los próximos 25 años 126.000 millones de euros”, explica. “Curiosamente, José Manuel Soria sacó otro documento que decía lo mismo, casi la misma cifra, 125.000 millones”, continúa. Pero aclara que si se divide esa cantidad entre los 25 años, el coste medio de las renovables sería de 5.000 millones al año. Y asegura que, si hiciéramos las cuentas de lo que nos vamos a gastar en importaciones de gas y petróleo, el resultado sería diez veces superior en los combustibles fósiles que en las energías renovables. García Breva lamenta que no se valore que España sea rica en sol.

Según ha declarado recientemente la exministra Cristina Narbona en una conferencia sobre el cambio climático, “el grado de miopía” en España con las renovables es “un problema que viene de atrás: en 2010, Miguel Sebastián fue el primero en recortar las primas a las renovables. Lo que se hizo fue un error”, admite. La exministra de Medio Ambiente apunta también que “es necesario recordar que el sol y el viento son combustibles gratuitos. Hay que promocionar las energías renovables y, sobre todo, el ahorro y la eficiencia energética”.

A pesar del parón de las renovables, un informe de la Asociación de Empresas Productoras de Energías Renovables da a conocer que el uso de renovables en España en 2013 evitó la importación de 19,7 millones de toneladas equivalentes de petróleo (7.309 millones de euros) y la emisión de 56,5 millones de toneladas de CO2a la atmósfera.

En la Cumbre del Clima de París de diciembre próximo volverá a quedar de manifiesto que el objetivo marcado por la ONU de reducir las emisiones un 70% hasta 2050 e impedir que la temperatura media del planeta suba dos grados en lo que queda de siglo es improbable: de seguir al ritmo actual, en 2020 llegaremos al límite de concentración de dióxido de carbono.
“Ya sabemos lo que está pasando y podemos ser la primera generación en hacer frente al cambio climático. Sin embargo, la urgencia no se traduce en la agenda política”, concluye Narbona.

Las distintas varas de medir la energía
Para Javier García Breva, experto en renovables, es “curioso” que tanto el Gobierno del PP como el anterior del PSOE no hayan permitido conocer los costes reales de la energía eléctrica: “Son costes reconocidos por el Gobierno de turno, pero a los que no tenemos acceso los ciudadanos”. Apunta hacia la auditoría de las cuentas de las eléctricas como demandan organizaciones de consumidores y ecologistas. García Breva explica que las eléctricas se han beneficiado de varios ‘rescates’ en los últimos gobiernos, y que los miles de euros que éstas han cobrado los ha pagado la ciudadanía en el recibo de la luz.



domingo, 2 de agosto de 2015

EL SILBIDO

En una pintoresca pirueta político-semántica, la denominada Comisión Antiviolencia ha multado hace unos días a Barça, Athletic y otras entidades por la pitada casi unánime dedicada al actual monarca español, Don Felipe VI, en la última final de copa de fútbol, alegando la realización de “actitudes intolerantes generadoras de riesgo en el propio recinto”. 

Según la comisión, la silbada colectiva atentaba a la seguridad del Estado, por lo que ha requerido el beneplácito del secretario del ídem, casi nada… Que silbar pueda considerarse violencia y su multiplicación colectiva un atentado a la seguridad del Estado no solo es la rehostia, sino que da al fenómeno una entidad que me ha inspirado unas cuantas líneas. Véase.

En mi adolescencia la forma, volumen y otras características del silbido generaban personalidad. El buen silbador, con los dedos en círculo entre los labios y un producto penetrante de decibelios altos, era un chaval de barrio que lo usaba como un elemento identitario de su pandilla. El silbido tenía un código que alternaba el aviso, la chanza o la simple  comunicación. 

Sin tantos medios musicales a mano, el silbido tenía otra utilidad: la interpretación. Yo era un niño cuando un grupo de británicos desarrapados desfilaba silbando con orgullo mientras construía un puente sobre el río Kwai en la pantalla de un cine de barrio de Barcelona y, bien o mal, además de su carácter identitario, el silbido tenía cierta categoría artística.

De aquella época es Kurt Savoy, al que en los años sesenta se conocía como “rey del silbido” y hace pocos oí ofrecérsele a Joan Manuel Serrat para un proyecto común en la Cadena Ser. Estaba Serrat recordándolo a cuentas de la parte silbada de “No hago otra cosa que pensar en ti”, cuando Savoy, que lleva décadas viviendo en Francia, telefoneó a la emisora y entró en onda. Un momento mágico, sin duda.

En fin, no sé si no es una impresión personal, pero me parece que ya no se silba mucho, así que los buenos silbadores son “rara avis”. Tengo la fortuna de contar con un compañero de trabajo, ex txistulari, que lo hace de coña, y muy de cuando en cuando descubro algún intérprete innovador, el último un artista ecléctico llamado Andrew Bird, un tipo con una obra mayormente incomestible que silba en algunas de sus canciones, del que voy a apuntar un huequillo de youtube por si alguien osa...

Pero mi gran descubrimiento en materia de silbido musical se produjo en los años ochenta del pasado siglo en un vinilo doble del gran Toots Thielemans que no he conseguido encontrar en Spotify, por lo que he tenido que echar mano de otra de sus silbadas maestras, “Bluesette”. Por cierto, confirmo en la wiki que Toots todavía vive, aunque decidió retirarse el año pasado, a los 91 de edad. Qué bonito le hubiera pitado a Felipe VI…




martes, 21 de julio de 2015

TONTERIECES Y ESTUPIDERÍAS


El juego de palabras pertenece a un tal Betoret, uno de esos tipos que uno conoce en la mili y no vuelve a ver nunca jamás, pero pese a los decenios pasados aún lo uso de vez en cuando. Así que ahí va el recuerdo, el reconocimiento y el homenaje. Y como estamos en verano, una entrada ligerita, como de playa.

El titulillo viene al dedo de algunas noticias que he leído estos días en medios diversos, noticias de descubrimientos científicos que parecen responder a las preguntas ontológicas con las que Luis Piedrahita empieza sus monólogos, léase: ¿Cuánto tardan los niños en decir “cuánto falta” en un viaje largo? Y un estudio, vaya usted a saber con qué meticulosidad y fundamento,  sentencia: una hora.

el típico ácaro veloz
No sé quién encarga y financia semejantes estudios, pero sobre todo: ¿para qué sirven y cómo coño los hacen? Qué más da que el ácaro sea el animal más rápido en proporción a su tamaño o que un 47% de las personas tome directamente la leche del envase cuando nadie las ve?

Claro, siempre podrá afirmarse que la constatación de que la siesta, según un informe de nada más y nada menos que la NASA, disminuye el riesgo de infarto, aligera la depresión y ayuda a adelgazar acabará abocando a que gobiernos serios y consecuentes propongan leyes que obliguen a los trabajadores a pegarse una cabezadita después de comer. Al fin y al cabo otro riguroso estudio  de la Universidad de Loughborough ha concluido que la siesta evita errores y aumenta la productividad. Pero hay más, leo al final del mismo artículo que la NASA cree que “la falta de siesta contribuyó al desastre ecológico de Chernóbil”. Joder!!! De ser creíbles semejantes trabajos tendrían utilidad y ya tendríamos la solución para los desastres y tristezas que asolan la tierra, siestorra que te crió, pero, sinceramente, a mí me suena a campaña publicitaria de la marca España. O no?

jueves, 9 de julio de 2015

EL MAPA

Esta vez ha sido a la inversa, un poema de Wistawa Szymborska, la premio Nobel de 1996, me ha llevado a hablar de un objeto en creciente desuso: el mapa.

Aunque útil para otras prácticas menos cotidianas (el arte de la guerra entre ellas), el mapa era antaño un producto imprescindible para viajar. Antes pues de iniciar el trayecto hacia algún destino más o menos cerrado había que saber si se disponía de mapa de trayecto y zona, y si no era así, se adquiría sin la menor duda el mapa oficial, es decir, el del MOPU, en tiempos pretéritos, Ministerio de Obras Públicas, del que, como es obvio, dependía la configuración de las carreteras del estado. Lo contrario era, a mediados del pasado siglo, exponerse a acabar perdido en algún vial secundario lleno de baches y cunetas peligrosas.

Wistawa Szymborska
Salvo en las carreteras nacionales, el mapa tenía que estar permanentemente a mano, y en viajes largos acababa maltrecho y cuarteado de tanto mal doblaje. A finales del pasado siglo, con el acelerón de las obras civiles, el mapa podía estar desfasado a mitad del viaje, porque entretanto te habían construido una autovía gratuita o de peaje.

Yo mismo he padecido numerosas veces esa caducidad que te enfrenta a carreteras inexistentes y a indicaciones incomprensibles, con salidas, cruces y rotondas novedosas. En esos casos, una vez metido en una telaraña de vías perdidas siempre acababas recurriendo al primer individuo que descansaba en el crucero o junto al rótulo del pueblo, casi siempre, con perdón, “el tonto del ídem”, muy dispuesto a atenderte, desde luego, pero también a enviarte al infierno.

El mapamundi es otra historia. No sé qué habrá sido del globo terráqueo que había en una de las estanterías de la casa de mis padres. Era de un material duro, quizás madera, y descansaba sobre una peana y un eje que le permitía girar para mostrar los países de entonces, muchos divididos o simplemente desaparecidos. En una parodia inclemente del poder, Charles Chaplin jugueteaba con un globo de plástico en “El gran dictador”, y el protagonista de “El mapa y el territorio”, de Houellebecq, es un artista posmoderno que reproduce mapas de carreteras de gran formato.

Los coches llevan ahora artefactos que te dicen el desvío de la rotonda que tienes que coger, y, según me dicen, ya no es tan habitual que el único coche de grupo que se pierde es precisamente aquel que tiene tom tom.

Pero vayamos a lo serio, el poema de la Szymborska, una lúcida reflexión sobre la versatilidad de nuestro mundo a través de los mapas que lo representan:

Mapa

Plano como la mesa
sobre la que se extiende.
Bajo él nada se mueve
ni busca una salida.
Sobre él mi humano aliento
no crea remolinos de aire
y deja en paz
toda su superficie.

Sus llanuras y valles siempre son verdes,
sus mesetas y montes, amarillos y ocres,
y los mares y océanos de un azul amigable
en sus desgarradas orillas.

Aquí todo es pequeño, cercano y accesible.
Puedo con el filo de la uña aplastar los volcanes,
acariciar los polos sin gruesos guantes;
puedo con una mirada
abarcar cualquier desierto
junto a un río que está justo ahí al lado.

Las selvas están marcadas con algunos arbolitos
entre los que sería difícil perderse.
Al este y al oeste,
sobre y bajo el ecuador,
un espacio sembrado de un silencio absoluto
y en cada oscura semilla
hay gente viviendo tan tranquila.
Fosas comunes y ruinas inesperadas,
de eso nada en esta imagen.

Las fronteras de los países son apenas visibles,
como si dudaran si ser o no ser.

Me gustan los mapas porque mienten.
Porque no dejan paso a la cruda verdad.
Porque magnánimos y con humor bonachón
me despliegan en la mesa un mundo
no de este mundo.


Y para continuar con la Szymborska, una versión algo salvaje de uno de sus poemas míticos, “Nic dwa razy” (“Nada sucede dos veces”). 
Zdrowie , o sea, salud.