El año pasado se celebró en nuestro barrio una exposición de fotografía doméstica, un género que está adquiriendo relevancia porque reescribe la historia gráfica desde el punto de vista de cotidianidad, aportando documentación ignorada por la historia con mayúsculas, la verdad impostada, asediada por los protocolos, siempre parcial y generalmente narrada por los vencedores de las contiendas económicas, políticas y guerreras.
El invierno de 2007 un joven historiador llamado John Maloof compró por 380 dólares un lote subastado. Se trataba de un montón de cajas con cientos de objetos diversos, extrañas colecciones y ropas, pero principalmente de negativos fotográficos, unos 150.000, y cientos de películas de 8 y 16 milímetros y casettes. Era el legado dejado por una tal Vivian Maier (Nueva York 1926-2009).
A lo largo de una investigación que narra en un excelente documental, Maloof va desvelando la vida poliédrica, contradictoria pero apasionante de una mujer solitaria, sin parejas conocidas ni descendencia, que compaginaba el cuidado de niños de familias bien de Nueva York con la obsesión por coleccionar cuanto pillaba, principalmente imágenes fotográficas y fílmicas del mundo que la envolvía. A través de esa indagación sabemos por los comentarios a menudo divergentes de quienes la contrataron o fueron cuidados por ella que era de origen francés por parte materna, de la que había heredado un acento que a veces exageraba para enmascarar su identidad, algo que acrecentaba haciéndose llamar por apellidos ajenos, como Sra. Smith, variando el suyo, Mayer o Meyer, o su propio nombre, el hipocorístico Viv en vez de Vivian, y, desde luego, manteniendo bajo candado real el archivo de toda índole que fue acumulando. En una ocasión manifestó que “era como una espía”.
Si no espía, Vivian Maier sí fue una especie de notaria de la vida cotidiana del Nueva York de la segunda mitad del siglo pasado, una mujer de metro ochenta de estatura y ademanes masculinos que deambulaba por sus calles con una eterna Rolleiflex colgando del cuello.
Sus fotos más antiguas corresponden al año de 1951 e inician una extraordinaria visión de la ciudad que únicamente interrumpe en dos ocasiones: un desconcertante viaje por Tailandia, India, Egipto, Yemen y varios países de Sudamérica; y visitas esporádicas a la aldea cercana a los Alpes franceses donde había nacido su madre.
Por lo que se vislumbra a lo largo de los testimonios de quienes la conocieron, Maier escondía también un mundo interior sombrío, un lado oscuro y morboso. Coleccionaba recortes de periódicos que recreaban asesinatos y delitos diversos, y testimonios de niños a los que cuidó hablan de una mujer huraña, incluso maltratadora, lo que contrasta con quienes recuerdan gratamente el periodo en el que les llevaba a aventurarse y buscar desechos a lo largo de la ciudad. En todos los casos se concluye su carácter solitario, rodeada de un misterio que aliñaba escondiendo e impostando su identidad, si bien su obra describe una necesidad obsesiva de acoger, entender, acompañarse de las personas y las cosas que la rodeaban, a veces cruda, otras irónica, tierna, hasta compasiva...
Siempre he oído decir a los fotógrafos profesionales que a veces hay que hacer cientos de fotos para obtener lo que buscan. Entre los miles de negativos en blanco y negro o color de Vivian Maier hay sin duda muchos donde encontrar lo que creemos que buscaba. Yo he elegido uno de sus curiosos y múltiples autorretratos y solo una ínfima muestra más o menos representativa del Nueva York que retrató, ya que en internet se pueden encontrar cientos de sus fotografías.
Para conocer mejor al personaje este es el enlace al documental “Descubriendo a Vivian Maier”:
Aunque con la omnipresencia de un glamouroso Sting en sus mejores tiempos, la fotografía de este video del "Englishman in New York" podría estar firmada por la propia Vivian.
UN
POEMA DE GIOCONDA BELLI, MUJER “EX-NICARAGÜENSE”, PARA EL 8 DE
MARZO
Hace solo unas semanas el Tribunal de Apelaciones de la Circunscripción de Managua privó de la nacionalidad nicaragüense a Gioconda Belli y otras 93 personas, por el recurrente y muy manido delito de ser “traidores a la patria”.
La estupidez de los dictadores, sobre todo cuando como Daniel Ortega se convierten en su vejez en el envés de lo que fueron, les hace pensar que la nacionalidad, la identidad, es algo que se priva por conducto reglamentario, cuando forma parte la memoria individual y/o colectiva. También les pertenece, creen, el termómetro de la “traición a la patria”, una graduación que sigue dejando un reguero de injusticia y sangre a lo largo del mundo.
Comprometida como mujer y como nicaragüense y partícipe de los mejores momentos del sandinismo, el que echó al dictador Somoza y abrió la esperanza de un país libre del imperialismo de los vecinos del norte, Belli ostenta numerosos premios literarios internacionales y una profusa carrera narrativa, poética y ensayística.
Como dicen los compañeros del Colectivo Acero, grupo mexicano de la izquierda alternativa que hace unos días publicaba este poema en Facebook, “despojada de su nacionalidad y de sus bienes personales, desde su segundo exilio, sigue luchando con sus armas…”, las palabras.
Despatriada
No
tengo dónde vivir.
Escogí
las palabras.
Allá
quedan mis libros
mi
casa. El jardín, sus colibríes
las
palmeras enormes
las
apodadas Bismarck
por
su aspecto imponente.
No
tengo dónde vivir.
Escogí
las palabras.
Hablar
por los que callan
entender
esas rabias
que
no tienen remedio.
Se
cerraron las puertas
dejé
los muebles blancos
la
terraza donde bailan volcanes a lo lejos
el
lago con su piel fosforescente
la
noche afuera y sus colorines trastocados
me
fui con las palabras bajo el brazo
ellas
son mi delito, mi pecado
ni
Dios me haría tragármelas de nuevo.
Allí
quedan mis perros Macondo y Caramelo
sus
perfiles tan dulces
su
amor desde las patas hasta el pelo.
Mi
cama con el mosquitero
ese
lugar donde cerrar los ojos
e
imaginar que el mundo cambia
y
obedece mis deseos.
No
fue así. No fue así.
Mi
futuro en la boca es lo que quiero
decir,
decir el corazón, vomitar el asco y la ranura.
Queda
mi ropa yerta en el ropero
mis
zapatos mis paisajes del día y de la noche
el
sofá donde escribo
las
ventanas.
Me
fui con mis palabras a la calle
las
abrazo, las escojo
soy
libre
aunque
no tenga nada.
Para redondear el festejo el poema que Gioconda dedicó al 8 de marzo, en la voz de María Teresa Aviña, rapsoda y dobladora mexicana.
"Descenso de Cristo al limbo" (Agnolo di Bronzino)
El ímpetu antiabortista de la derechona más rancia ha hecho que me acuerde del limbo, al que tenía casi olvidado. Supongo que porque la misma iglesia católica había decidido cerrarlo definitivamente como ente real y temporal y darle la identidad metafórica y ambigua que da su nuevo catecismo: “confiado a la misericordia divina”. Antes de hacerlo, el limbo era el espacio al que iban los niños que morían sin haber sido bautizados, un espacio gelatinoso que podías asociar a la duermevela o al estado narcótico que te producía la quina Santa Catalina o la copita de anís que ganabas en el tiro al blanco de la feria del pueblo. Por entonces todavía no se había inventado la llave “allen” y la digestión duraba dos horas y media, como mínimo.
Hace años un tío de mi mujer solía preguntarse que quién sacaba ahora del infierno a Newton o a Galileo?, y me pregunto yo qué será de los millones de niños que flotan en ese limbo que ahora sé, husmeando por los siempre inescrutables textos de la iglesia católica, que era un invento piadoso del catolicismo “buenista”, porque contradecía el dogma del Concilio de Cartago (siglo V) que abocaba a los niños a la condenación infernal, si bien, como decía Agustín de Hipona, de padecimiento “mitissimo”, algo así como “calmo”, “dulce”, “indulgente”. Y es que hay que reconocer que a la hora de sortear enigmas y contradicciones no hay nada como la literatura vaticana...
Sirva este discurso teológico para acabar hablando de los embriones que el vicepresi de Castilla León, el caballista pijo y algo cortete García Gallardo, quiere que latan en la conciencia de chavalitas que van a abortar porque no se quieren joder la vida. Para este “hombre de bien”, que a mi modo de ver encarna en realidad la historia de una maldad, esos embriones ya son seres humanos pero, eso sí, no con la suficiente envergadura como para aspirar al cielo, así que pásese la pelota a la misericordia de su dios. Tío, tú a lo tuyo, a la hípica...
En fin, recuerdo que cuando en el colegio marista nos describían los espacios postmortem, infierno, purgatorio, cielo… siempre me sentí especialmente atraído por el limbo, algo así como ese nirvana de la sedación colonoscópica que ahora, ya tan mayor, saboreo cada tres años, e imagino será como la muerte dulce, calma, indulgente de la eutanasia. ¡Viva el limbo!
Siento repetirme tanto con Paolo Fresu, al que sabéis venero, pero es que este "Calmo" venía como anillo al dedo.
Aquí está la segunda
parte del último disco del boss con versiones de sus intérpretes
iniciales y así poder comparar. La verdad es que me lo he pasado muy
bien buscando en internet y conociendo a tipos de los que ni siquiera
había oído hablar (casi un 50% de ellos). También encontrando algunas joyas históricas en Youtube.
Como en el blog anterior el primer enlace es la versión de Springsteen en Soptify y el segundo a los videos de youtube con los originales o similares, siempre en directo. Espero que disfrutéis.
Se trata de uno de
los grandes éxitos de The Temptations, otro de los grupos estrella
del sello Motown, consiguiendo el número 1 en la lista de R&B de
Bilboard en 1968. Ha sido muy versionada, entre otros intérpretes
por The Faces y la mismísima Aretha Franklin en un tardío 1983.
Una de las canciones
más conocidas de la recopilación, a la que Springsteen da un tono
de himno coral alejado del original. Fue compuesta por Ahmet Ertegun
y Betty Nelson, esposa de Ben E. King en 1962. Este la catapultó a
las listas de éxitos, con especial y curiosa relevancia en Italia,
donde fue versionada por Adriano Celentano y Peppino si Capri. Yo me
quedo con la maravilla de Johnny Halliday cantándola en Amsterdam en
1963.
Compuesta y lanzada
por William Bell en 1962, obtuvo mayor éxito al ser versionada por
Chuck Jackson al año siguiente. Miembro de la productora Stax y
amigo de Otis Redding, leo en la wiki que Bell debía haber viajado
con este en el accidente de aviación que acabó con su vida. He
encontrado una interpretación del propio Bell, que sigue en activo,
en un pequeño club hace ya más de una década.
Es uno de los pocos
lentos del disco y la segunda vez que el boss se acompaña de Sam
Moore, en esta canción también compuesta por William Bell junto a
Booker T. Jones. Podemos ver y escuchar a un Bell en buena forma en
el Lincoln Center el año 2009 con un apoteósico y curioso final.
Springsteen vuelve a
los Four Tops versionando con fiereza una canción de 1967 que tuvo
mejor suerte en Europa que en su propio país. A veces se encuentran
maravillas en Youtube, como este video promocional de la Motown.
Balada de desamor
llevada al número 7 de Bilboard en 1966 por Jimmy Ruffin
(1936-2014), a quien dos años antes la Motown había descartado para
formar parte de The Temptations por preferir a su hermano David. El
boss le da un tono coral algo alejado del original, pero sobre todo
de la edulcorada versión de Paul Young, que, no obstante, la catapultó al número 1 en Canadá y EEUU en 1992
(https://youtu.be/FGDJSTwU4U8).
El disco se cierra
con la versión del primer éxito en solitario de Diana Ross en 1969,
publicado como interpretado con las Supremes cuando estas ya no
colaboraron en la grabación. El caso es que la canción tampoco era
inédita, ya que había sido editada por dos de sus compositores,
Jonnny and Jackey, en 1961. El youtube corresponde a la última
actuación del grupo en el show de Ed Sullivan el 21 de diciembre de
1969, y su título y letra, “algún día estaremos juntos”,
parecen una alegoría de su separación.
Cuando descubrí el
maravilloso “Grettings from Asbury Park, N.J.”, que acaba de
cumplir 50 años, nombré a Springsteen sucesor de Dylan y compré
cada uno de sus vinilos hasta “Born in the USA”. Desde entonces,
algo repetitivo y creo que viviendo principalmente de sus directos, solo le sigo a cierta
distancia y principalmente cuando saca algo que me llama la atención.
Husmeé el LP que dedicó a Pete Seeger y ahora me ha parecido
interesante ver qué tipo de soul ha llevado al boss a dedicar un
disco doble a ese tipo de música negra, unas pesquisas que me han
llevado varios días y comparto en dos blogs para no cansar ni
aburrir.
En esta primera
entrega quiero destacar algo que podéis comprobar comparando
original y sucedáneo: el gran respeto de Springsteen a los creadores
iniciales, algo que algunos críticos incluso han tachado de
“excesivamente mimético”.
Y dos adevertencias. El primer enlace es a la versión de Springsteen en Spotify, y en el caso de los originales he optado preferentemente por versiones en directo que he encontrado en Youtube. Continuará...
1) “Only the strong survive” - La versión original es de Jerry Butler (1939 – 2019). Se trata de un éxito de 1968 que alcanzó el número 4 de la lista general de Bilboard. Versionada por varios artistas, entre ellos Billy Paul, Rod Stewart y Elvis Presley.
2) “Soul days” (que
Springsteen canta con Sam Moore) -El original corresponde a Dobie Gray (1940-2011). Es una canción relativamente reciente, ya que fue conocida en 2000. Compuesta por Jonnie Barnett (1945-2002), poco conocido músico de countrie y blues.
3) “Nightshift” - Dada a conocer por The Commodores fue elegida mejor canción de R&B en los Grammy de 1985. Se trata de una canción que homenajea a Jackie Wilson y Marvin Gaye, ambos fallecidos el año anterior.
4) “Do i love you
(indeed i do)” - Interpretada inicialmente por Frank Wilson (1940-2012) en 1965 y es un sencillo muy valorado por los coleccionistas porque tuvo producción y tirada escasa. Springsteen se puede liberar algo más que en otras ocasiones del original y reforzar el acompañamiento de viento, pero siempre con inequívoco respeto.
5) “The sun ain´t
gonna shine anymore” - Grabado inicialmente en solitario por Franchie Valli (1934- ), miembro de los Four Seasons, en 1966 fue lanzado a la fama por The Walker Brothers, convirtiéndolo en uno de sus grandes éxitos y llegando a encabezar la lista inglesa de sencillos. Está considerada por los críticos como una de las mejores 500 canciones de todos los tiempos.
6) “Turn back the
hands of time” - Número 1 durante dos semanas en la lista de R&B de Bilboard, fue lanzada por Tyrone Davis (1938-2005) en 1970. Es, además de un bello tema, un fantástico bailable para los guateques y discotecas de la época.
7) “When she was my
girl” - Fue lanzado como single por unos ya veteranos Four Tops el año 1981 y alcanzó el número 11 en la lista yanqui de Bilboard y el número 3 en la inglesa, lo que supuso la revitalización de un grupo que había abanderado la marca Motown en los sesenta. Según la revista Rolling Stone el cuarteto es el 79 en la lista de mejores artistas musicales de todos los tiempos.
8) “Hey western union
man” - Es el segundo éxito de Jerry Butler que Springsteen incluye en esta recopilación de música soul. Número 1 en la lista de Bilboard R&B en 1968, fue versionado por Al Kooper y Diana Ross and The Supremes un año después.
No hace mucho tiempo le dediqué una entrega a la llave del gas de la caldera
(https://charlievedella.blogspot.com/2021/02/la-llave-del-gas.html). Tengo que advertir que no soy calderofóbico ni estoy especialmente identificado u obsesionado con el tema, pero es evidente que al haberse transformado en un elemento anexo a nuestro confort cotidiano, calefacción y agua caliente, su buen funcionamiento y duración nos afecta.
Hace unos días me llamaron de la empresa de mantenimiento que tenemos contratada para “ofrecerme” un nuevo servicio. Era una chica de voz y modos agradables desde un número de Madrid. Le comenté que ya sabía que me había intentado contactar pero que era alérgico a los prefijos 91 porque acostumbran a bombardearnos con increíbles ofertas, principalmente ONGs a las que ya pertenezco para subir la cuota anual, banca y telefónicos varios. Mi mujer, mucho más confiada, había aceptado el 91 “y me había advertido de tu llamada, le dije.”
Con modales de chica preparada para vender me envolvió la oferta como una mejora y aumento del servicio a coste 0. Esa mejora consistía en la monitarización de la caldera, un producto que ya ofrecen hace años a través del móvil y suelo utilizar, pero corregido y aumentado, porque en este caso les permitirá controlarla en todo momento “e incluso, me dijo, resolver más de una incidencia sin necesidad de que el mecánico tenga que personarse”. Eso sí, acabó (las malas noticias conviene dejarlas para el final): “el mantenimiento presencial pasa a ser cada dos años”.
Animada por mi comprensión auditiva creo que no esperaba que le preguntara si cabía otra posibilidad y me pareció que, tras un primer relato tan lleno de seguridad, balbuceó levemente.
Le expliqué que en lo relativo al servicio es posible que no empeorara, pero desde un punto de vista de conciencia social aquello suponía que la empresa se iba a ahorrar más de un puesto de trabajo y eso no me gustaba. Cuando me dijo que no tenía porqué no insistí. Solo le advertí que al fin y al cabo ella también era una trabajadora y la invité a que reflexionara. En mis tiempos solía decirse que “cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”.
Cuando supo que yo era un “pobre” jubilado se quedó un poco perpleja y me dijo que le sorprendía. Es algo bastante común. Parece que la jubilación está asociada a “idiotización”. Es como si alguien que ha ejercido una profesión, sea esta manual o intelectual, pase solo de un día a otro a ser un imbécil incapaz de entender y mucho menos a cuestionar lo que se le dice, sobre todo si eso incluye conceptos asociados a la digitalización y/o te intentan vender una moto.
La bombilla Centennial Light, luciendo desde 1901
Pero además la historia tiene su pequeño toque sentimental. Hace treinta años el servicio de mantenimiento era casi familiar. Solía venir un tipo muy majo, cercano, al que se le veía muy entregado a hacer bien su trabajo. Su hijo heredó el puesto durante algún tiempo y también las maneras amistosas y de buen profesional de su padre. Sus visitas anuales y alguna muy circunstancial, porque la caldera llegó a batir récords de antigüedad, era muy agradable, porque nos permitía charlar sobre el paso del tiempo y de los cambios que se iban produciendo en su forma de trabajar, cada vez más impersonal.
Como ya comenté en el blog que dediqué anteriormente a la nueva caldera, ya sé que ésta tiene su obsolescencia programada, y que ahora servicio y servidor irán rulando, porque seguramente recaerá en una sucesión de empresas o autónomos subcontratados, más interesados en mantener la contrata, es decir, de contentar a la empresa matriz que al sufrido usuario.
Lamentablemente “es lo que hay", porque, como es evidente, no había segunda opción...
Paolo Fresu, un habitual de este blog, de la belleza y de la música clásica, tiene esta versión del "Lascia ch´io pianga" ("Déjame llorar"), que Haendel incluyó en el oratorio "El triunfo del tiempo y el desengaño", un lema que viene como anillo al dedo al texto anterior.
Me asomo como cada
año al blog para festejar poéticamente fechas "tan señaladas", como
diría el emérito. Cuanto se le echa en falta…
Nuevamente podrán
pelearse cuñaos y cuñaas, separarse definitivamente parejas y dejar
de hablarse padres e hijos, hermanos y hermanas, hasta algún
compañero o compañera de trabajo tras un agapito especialmente
alcohólico. También crecerán, como cada año en estas fiestas entrañables, los suicidios, las violaciones, los asesinatos, y millones de niños Jesús de carne y hueso buscarán una caja de cartón donde nacer y crecer. Así que manos a la obra, que corra el cava, las gambas, las ostras y el cordero. Como decía James Bond, solo se vive dos veces.
Dedico
estos versos de Nochevieja a los vagabundos de todas las ciudades de
la tierra, a los niños, a los viejos, a los perros, a los locos, a
los pájaros, a los tuertos, a los tartamudos, a los torpes, a los
tontos, a los que no saben ir en bicicleta, a los que no hablan
ninguna lengua, ni siquiera la suya, como yo.
Dedico
este poema a Kafka, a Lenin y a Jesucristo. Ya la ciudad de Trieste y
a la ciudad de Tesalónica, porque la te
es
una letra mística.
Dedico
este poema a mi perro, rey de reyes.
Dedico
este poema a los autobuses urbanos números 20 y 23, en donde pasé
buena parte del año.
Dedico
este poema a los mares podridos, a los ríos podridos, a los árboles
podridos.
Dedico
este poema a los vinos del Somontano y a la uva garnacha, negra y
dura. Y a los negros, a todos los negros, y a los chinos, y a
Extremadura, y a Lou Reed, que se murió sin despedirse de mí. Y a
MacDonald´s por ser tan barato, y porque he sido feliz allí. Y a la
sección de colonias de caballero de El Corte Inglés, por tener
tantas y dejarme probarlas todas. Y a los relojes Longines, y al
modelo Avigation, porque es el que llevo ahora mismo en la muñeca y
es hermoso. A la vida, infinita y absurda. A la vida, finita y
absurda. A la vida, absurda y sensata.
Dedico
este poema a John Fitzgerald Kennedy y a Walt Whitman y a Jorge
Manrique y a Amy Winehouse.
Dedico
este poema a todos los que soñaron ser escritores y se quedaron en
poema.
Dedico
este poema a Miguel de Cervantes, que se murió sin saberse
Cervantes. Y a Rocinante, que cabalgó con la locura encima.
Dedico
este poema a las mujeres enlutadas, hermosas, muertas.
Dedico
este poema a mi pena, negra y sola. Mi pena que no cesa. Mi pena que
es tan negra que no morirá conmigo.
De acompañamiento musical un viejo tema de The Kinks, "Father Christmas", en el que un grupo de chavales de barrio asaltan a Papa Noel al grito de "dale los juguetes bobos a los niños ricos y un trabajo a mi padre".
Dos textos sobre progreso y conservación del imprescindible “El infinito en un junco” de Irene Vallejo me han llevado a reproducirlos tal cual y aprovechar el empujón para contar algunas impresiones personales sobre el tema.
Vaya por delante que no soy enemigo de la modernidad, eso sería una estupidez, pero sí creo que a los “modernos”, me refiero a los impulsores de las nuevas tecnologías, les suele faltar espíritu autocrítico de tan pavos como están de sus conquistas. Me refiero desde luego al tipo de superdotados místicos que tan bien refleja el personaje de Peter Isherwell en “No mires hacia arriba”, gente que hace del progreso una especie de extraño culto religioso del que, por descontado, ellos son entre dioses y pontífices, pero también de sus feligreses, que se creen más listos porque profesan la fe y son capaces de manejar cuatro aplicaciones más que su vecino.
El iluminado Peter Isherwell
Como en la película y en el segundo texto de Irene Vallejo, esa petulancia lleva a menudo a la devastación. En mis último años de actividad profesional discutí varias veces sobre el tema con directivos de la Seguridad Social que defendían la digitalización exprés que se impulsaba desde Madrid y el consiguiente cierre de oficinas y mengua de empleados públicos. Hace tiempo que no les veo, pero cada vez que he tenido que ayudar a algún amigo o conocido a solicitar, tramitar, consultar o pedir una cita por internet me acuerdo de ellos, por no decir de sus muertos, porque esos no tienen la culpa. En alguna charla sobre el tema de la brecha digital me ha gustado subrayar el sobre-esfuerzo de los ciudadanos por ponerse al día (en la última en un pequeño pueblo de la costa la asociación de jubiladxs había empezado un ciclo formativo sobre digitalización de cinco semanas) comparado con la inanidad de la administración, incapaz de interoperar digitalmente y cumplir sus propias leyes, en este caso la Ley de Procedimiento Administrativo Común, tras siete años desde su entrada en vigor. Lo de la banca es otra cosa. De esos no se espera nada porque están a lo suyo: la avaricia.
Los pontífices de ese modelo de progreso se vanaglorian de que un médico te pueda atender por internet pero le piden a otra médico de atención primaria una copia del título porque no pueden acceder a una base de datos del propio sistema de salud (experiencia que me contó la “víctima” el pasado lunes).
Pero tras el rollo aledaño nada mejor que transcribir los dos textos de Irene Vallejo sobre progresos, “conservaciones” y pérdidas.
un libro imprescindible
1) "Cuando comparamos algo viejo y algo nuevo —como un libro y una tableta, o una monja sentada junto a un adolescente que chatea en el metro—, creemos que lo nuevo tiene más futuro. En realidad, sucede lo contrario. Cuantos más años lleva un objeto o una costumbre entre nosotros, más porvenir tiene. Lo más nuevo, como promedio, perece antes. Es más probable que en el siglo XXII haya monjas y libros que WhatsApp y tabletas. En el futuro habrá sillas y mesas, pero quizá no pantallas de plasma o teléfonos móviles. Seguiremos celebrando con fiestas el solsticio de invierno cuando ya hayamos dejado de tostarnos con rayos UVA. Un invento tan antediluviano como el dinero tiene muchas posibilidades de sobrevivir al cine 3D, a los drones y a los coches eléctricos. Muchas tendencias que nos parecen incuestionables —desde el consumismo desenfrenado a las redes sociales— remitirán. Y viejas tradiciones que nos han acompañado desde tiempo inmemorial —de la música a la búsqueda de la espiritualidad— no se irán nunca. Al visitar las naciones socioeconómicamente más avanzadas del mundo, en realidad sorprende su amor por los arcaísmos —de la monarquía al protocolo y los ritos sociales, pasando por la arquitectura neoclásica o los vetustos tranvías—.
La fregona, gran invento español
Si el poeta Marcial pudiese agenciarse una máquina del tiempo y visitar esta tarde mi casa, encontraría pocos objetos conocidos. Le asombrarían los ascensores, el timbre de la puerta, el router, los cristales de las ventanas, el frigorífico, las bombillas, el microondas, las fotografías, los enchufes, el ventilador, la caldera, la cadena del váter, las cremalleras, los tenedores y el abrelatas. Se asustaría al escuchar el silbido de la olla exprés y daría un respingo cuando empezasen las embestidas de la lavadora. Alarmado, buscaría dónde se esconden las personas que hablan desde la radio. Le angustiaría —como a mí, por otro lado— el pitido de la alarma del despertador. A simple vista, no tendría ni la más remota idea de la utilidad de los esparadrapos, los sprays, el sacacorchos, la fregona, las brocas, el secador, el exprimelimones, los discos de vinilo, la maquinilla de afeitar, los cierres de velcro, la grapadora, el pintalabios, las gafas de sol, el sacaleches o los tampones. Pero entre mis libros se sentiría cómodo. Los reconocería. Sabría sujetarlos, abrirlos, pasar las páginas. Seguiría el surco de las líneas con su dedo índice. Sentiría alivio —algo queda de su mundo entre nosotros—."
2) "En el siglo XX, el cine ha sufrido sucesivas oleadas de destrucción producidas por los cambios de soportes. Agustín Sánchez Vidal ofrece un cómputo de pérdidas: «El material más afectado es el anterior a 1920, ya que hacia esa fecha las cintas son destruidas, al pasar las películas de una o dos bobinas (con una duración de entre diez y treinta minutos) a la duración estándar de hora y media. La emulsión se aprovecha para recuperar las sales de plata, y el soporte de celulosa, para fabricar peines y otros objetos. Las pérdidas por este concepto rondan el 80 por ciento. En torno a 1930 se pierde cerca de un 70 por ciento al producirse una oleada de destrucciones, todavía más sistemáticas, debidas al paso del cine mudo al sonoro. Y en la década de los cincuenta tiene lugar la tercera, al sustituir la película inflamable de nitrocelulosa por la seguridad del acetato. En este caso las pérdidas no resultan fáciles de cuantificar. Si se toma como ejemplo nuestro país, puede estimarse que se conserva solo un 50 por ciento de la películas del periodo sonoro hasta 1954». Cada paso del progreso ha supuesto a su vez una devastación."
El progreso también nos permite conocer la música y la vida de alguien después de muerta, en este caso de la cantante y trompetista Jaimie Branch, fallecida hace apenas unos meses. Creo que esta larga pieza, “Prayer for Amerikkka pt. 1 y 2” sobre la agresión racista a una chica de 19 años, resume muy bien la belleza desagarrada de su jazz-punk. Sé que es un poco fuerte pero vale la pena verla y escucharla entera y más de una vez.
El verano de 2021 Enric Cervera, ex compañero de colegio marista y "amic", me pasó un corte de lo que un año después sería GINGER, ARTEfacto que, incluyendo música, poesía y collages, hoy intento presentar a los y las seguidoras del blog. La canción elegida para la ocasión era “Potser ja no haig” (Quizás ya no haya)(https://youtu.be/gOYACgdi6Eolist=OLAK5uy_mFaYxwX87EzdR7_gMEav4OWc01WOhk0Ss), una delicia que incorporé inmediatamente a la playlist de ese verano y encendía la curiosidad por el resto del disco.
El pasado julio pudimos visitarle a su casa de La Selva de Mar, un pequeño pueblo del Alt Ampurdá, conocer a su moza, disfrutar de un “excel·lent menjar” y repasar los claroscuros años que compartimos en los maristas de Barcelona y los pocos en la facultad de Filosofía, “disciplina” que él abandonó pronto tentado por el cine y la música.
No me extraña que siga enfrascado en proyectos múltiples alrededor de esos dos mundos, porque yo le recuerdo como el más vanguardista de los compas de colegio. Él no recordaba que yo mismo, con tal de seguir su estela, le había birlado en su día dos vinilos que todavía conservo (un single de Leo Ferré y el “A quick one” de los Who). Tampoco recordaba que un día trajo al cole el “Their Satanic Majesties Request” (Rolling Stones), lo que en aquel lugar y tiempos era una herejía merecedora de castigo eterno. También recuerdo su peinado beatle, las primeras patillas largas, un chaleco igual o parecido al que McCartney lucía por aquel entonces, e incluso, de eso no estoy seguro, que llegó a vestir una camisa de papel, entonces un icono pop. Cuando por fin se decantó por el contrabajo formó parte del gruperío underground de la época (Tropopausa, Perucho´s…), algunos de cuyos discos son joyas para coleccionistas, y así ha seguido hasta nuestros días, participando en cuanto le permita crear y disfrutar, algo que transmite con una ironía muy pegada a la tierra. En la actualidad Enric sigue renovando mi catálogo musical con espléndidos consejos que más de una vez acerco al blog.
El caso es que GINGER no es, como pensé en un primer impacto, un homenaje a Ginger Rogers, actriz y bailarina mítica del cine musical del pasado siglo, sino a alguien que tenía olvidado, pero enlaza muy bien con la historia: el batería de Cream, Ginger Baker.
Digo que enlaza muy bien con nuestros años mozos, porque en el intervalo preuniversitario, que yo transité en una academia de la Vía Laietana de Barcelona, es decir, ya lejos del marista “olor a café, a desayuno seco, descompuesto en las bocas tibias de los confesionarios” (Rafael Alberti), P. , otro avanzado compa de aula con gafas redondas tipo John Lennon y ojos de fumado precoz, me descubrió el solo de casi 14 minutos que Baker se largaba en “Toad” (https://youtu.be/GDDPn4k10WU), último corte en directo del legendario “Wheels of fire” (Cream), un solo que nosotros, jóvenes hambrientos de modernidad, remedábamos entre clase y clase baqueteando con las manos.
los autores en plena "feina"
Y bien, hay que advertir que Enric es solo el 50% de GINGER. Según el dorso de la edición:contrabaix, melódica, percussions, guzheng, il-lustracions i próducció. El otro medio corresponde a Oriol Pons de Vall, que además de la voz y otros tantos instrumentos, pone poesía y una composición musical que bebe de las fuentes de la canción francesa. Dice Enric que de Leo Ferré, pero yo me decanto más por Tiersen o Delerm, por hablar de dos tipos que me gustan pero ni siquiera sé si comparto con Oriol. De su aportación al producto final no quiero pasar por alto este corte con cadencia de relojería artesana: “Poc després” (Poco después) (https://youtu.be/KcSM6-IUzmQ)
Como no soy imparcial, solo diré que la palabra que se me ocurrió a la hora de calificar un ARTEfacto que contiene 32 poemas y otros tantos collages y canciones tratadas con un cuidado notorio es “delicatessen”, dicho así, como hablando de manjares gastronómicos. Simplemente advertir que, como los pequeños platos de un menú amplio y estrecho, hay que degustarlo con calma y sin prisas porque está lleno de sabores/sorpresa: ternura, melancolía, juego y tantas cosas más...
La belleza, el carácter artesano e independiente del “producto” merece regalarlo o auto-regalárselo a uno mismo. Se puede adquirir en FNAC o contactar a través de: gingeralbum2022@gmail.com
Ánimo!!!! vale la pena.
Para hacer boca otro pequeño entrante: “Perdre el somriure” (Perder la sonrisa)
La foto corresponde al último disco de vinilo que compré. En el dorso consta que fue editado en 1990, hace pues la friolera de treinta y dos años. La aparición del CD, un formato digital que corría en paralelo a la popularización de los ordenadores personales, traía en la mochila potentes discusiones sobre la calidad del nuevo formato, muy controvertida. También el enrocamiento de los nostálgicos de los viejos elepés, algunos de los cuales prefirieron no adquirir música durante años para no dar su brazo al torcer. Pero parece que tenían razón. El vinilo ha vuelto y ya no es difícil, como hace unos años, encontrar agujas u otros accesorios para mantener en forma el tocata y, desde luego, edición en vinilo de lo mejorcito en el mundillo. Como novedad de hace unos días: en mi barrio una chica ha abierto un taller que incluye la reparación y puesta a punto de las viejas cadenas de reproducción. Y como noticia: que la producción y venta de vinilos ha superado nuevamente a la del periclitado CD. Enhorabuena!!!
Pues bien, al ir a poner el disco hace unas semanas, un homenaje al gran compositor Cole Porter para recaudar fondos en la lucha contra el SIDA, me encontré con otra sorpresa. En el interior había una artículo de Guillermo Cabrera Infante sobre el músico datado en 1994. La costumbre de mezclar documentos era para mí una práctica habitual que hoy, por culpa de la sobreinformación de internet, he abandonado, algo que nos/me hace arrumbar excelencias como ésta al campo de la arqueología. Pero bienvenido el hallazgo, porque me permite hablar de Porter desde la voz de otro grande.
Resalta Cabrera la faceta bromista e impostora de Cole Porter, alguien que “nació rico, vivió muy rico y murió demasiado rico”, lo que no impidió que fuera un auténtico estajanovista que estrenaba una revista musical cada año y fue capaz de componer 1.000 canciones a lo largo de una vida aparentemente exenta de sobresaltos.
Nacido en Peru, ciudad yanqui sin acento, es decir, nada que ver con el país andino, Porter solía decir que aunque era de Peru (Indiana) no parecía indio, “salí pálido”, y como buen bromista dedicó una canción a Lima, capital que nunca visitó. Sus ciudades favoritas eran Nueva York pero sobre todo París, donde vivió alternativamente. Homosexual casado con una bella mujer también homosexual, Linda Lee Thomas, no simulaba esa condición, y mientras estudiaba en la Universidad de Yale ya “vestía con trajes de color rosa, camisas amarillas y corbatas con rosas amarillas ,y pasaba más tiempo al piano que ante su pupitre”.
Pese a una vida que, gracias a una posición económica holgada, podía parodiar y reinventar, en su obra menudea la nostalgia, la melancolía y a veces un lenguaje atrevido, equívoco e incluso descarnado. Porque Porter, como otro de los grandes compositores estadounidenses, Irving Berlin, era autor de música y letra de sus obras. Algunas, como la famosa “Love for sale”, incluso fue censurada indirectamente, debiendo cambiar a la prostituta blanca que vendía “amor apetitoso, amor fresco aún no echado a paerder, amor ligeramente sucio” por una chica mulata. Aún así no pudo ser radiada hasta entrados los años sesenta.
Su otra gran afición era la hípica hasta que un caballo díscolo lo tiró y cayó sobre él astillándole ambas piernas. Las salvó durante 20 años gracias o por culpa de 35 operaciones quirúrgicas y altas dosis de analgésicos. Con el humor ácido que siempre le acompañó llamaba a sus piernas Josephine y Geraldine, y “se refería a ellas como un dúo que desafina”.
Muerta Linda Lee, de alguna manera su segunda madre, y ya con solo uno de sus miembros inferiores, el atildado dandy que siempre fue “vestía ahora una bata de casa sucia, no se afeitaba y, a veces, se orinaba en su pijama”. Así fueron sus cinco o seis últimos años, tristes y decadentes, pero con el tino musical que nunca perdió. Su última canción, que compuso para un programa de televisión el año de su muerte (1964), refleja el desencanto de la soledad, la enfermedad y la vejez: “¿No sería más divertido no ser rico?/¿no sería mejor no ser tan grande?/¿no sería divertido ser apenas nadie?”.
* los entrecomillados pertenecen al artículo de Cabrera Infante.
Reinterpretado por un grupo de cantantes en el vinilo que introduce el blog, me quedo con el humor irreverente de Deborah Harry e Iggy Pop, introduciendo palabras mal sonantes en "Well did you Evah", y curioso compararlo con el glamour de esa misma canción en las voces de Sinatra y Bing Crosby en la película “Alta sociedad”. Pienso que a Cole Porter también le hubiera gustado la primera.
No puedo dejar de homenajear a Porter con otro corte del vinilo, el “So in love” interpretado por K.D.Lang, cuyo “querido extraño” se convirtió en protagonista de uno de mis relatos y hasta de un premio literario.
El
Centro de Estudios Hidrográficos está junto al recuperado río
Manzanares. Es una obra espaciosa de tipo industrial muy bien
conservada, en un entorno agraciado de paseos y parques. Decidí
acercarme por dos de las zonas más populares de la capital, los
barrios de Lavapiés y La Latina, para descender por una de esas
calles, la de Segovia, que descubren que el centro de Madrid está en
una colina.
Ahí, antes de atravesar el viaducto, popularmente llamado puente de los suicidas, me pareció ver una ciudad más auténtica, abigarrada y diversa, con sus viejos comercios resistiendo a duras penas el empuje de franquicias y grandes superficies, una ciudad bulliciosa y mestiza que conserva milagrosamente algunos cines y numerosos teatros. En el trayecto una muchacha trans de casi dos metros me pide unas monedas, "todas todas", me dice mientras se viene arriba. Antes, una chica latina que regenta un obrador me convence para que pruebe un pastel de maracuyá, un "Tyson" esbelto me deja que le haga una foto mientras boxea contra la nada, un grupo de jubilados va quemando el tiempo que les queda jugando a la petanca y, cómo no, varios trabajadores “autónomos” de Glovo, empresa convertida en la oposición más dura a la reforma laboral, buscan su destino en el Google Maps.
Al fondo detalle de las vigas hueso
Ya en el último Fisac que me dará tiempo a ver en visita tan corta, descubro que una placa destaca el más innovador de sus inventos constructivos, la viga hueso, elementos huecos de hormigón que cubren un espacio solo algo inferior a un campo de fútbol. Dicen los técnicos que su forma triangular permite la entrada de la luz, el aislamiento térmico y acústico del interior y su impermeabilización, porque facilita la recogida de aguas. Fisac cuidó también el interior del edificio de cemento y cristal dedicado a las oficinas, diseñando el auditorio y gran parte del mobiliario. El conjunto, en ese entorno de privilegio, volvía a cumplir expectativas.
Junto a ese inmueble, que por sus materiales poco perecederos me recordó a los utilizados por Foster en el metro de Bilbao, casi muro contra muro, está la mítica discoteca La Riviera. Como ese día cientos de mujeres con banderolas LGTBI hacían cola, pregunté y supe que lo hacían para ver a Lali, cantante y actriz argentina que ahora, tras echarle un vistazo a la wiki, descubro que es, además, militante feminista activa. Madrides...
Alojado
en un hotel rodeado de calles en las que han nacido, vivido o muerto
Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Tirso de Molina, Moratin...; de
decenas de pequeñas tiendas, librerías, talleres artesanales,
algunos insólitos como La casa del Arpa o el local del luthier Juan
Álvarez; de las quejas de una vecindad que se ve asediada,
expulsada, por la especulación y un turismo depredador; pero también
de los museos que han dado a esa zona de la ciudad el apellido de
Paseo de las Artes, estaba obligado a dedicar las últimas horas a
visitar alguno de ellos, en este caso el que la viuda del barón
Thyssen mantiene en la capital a cambio de una pasta gansa.
Casi frente al del Prado, la pinacoteca permanente, muy completa, atenúa el culto al ego kitsch que desprenden los cuadros dedicados a los barones y los reyes eméritos, que firmados por Ricardo Mazarrón, conocido y prolífico "pintor de corte y encargo", asustan al visitante en el hall de entrada. Visto con más prisa de lo que la colección merece, ya que contiene lo mejor de las firmas pictóricas del arte internacional, disfruté a medias de las joyas conocidas y apunté algunas de las que ignoraba y me sorprendieron para revisarlas más adelante: Michael Andrews, Ludwig Meidner, Ben Shahn, Andrew Wyeth, George Bellows, Francis Silva...
Retrato de Timothy Behrens (Michael Andrews)
Dos horas después, desde uno de los vericuetos petados de barreras arquitectónicas que comunican algunas líneas del metro de Madrid, un popular violinista callejero parecía despedirme con una flamante y esperanzadora interpretación del Hallelujah de Leonard Cohen, una canción que, mezclando amor místico y terrenal, quizá pudo llegar a gustar a mi pariente lejano, el arquitecto Miguel Fisac. No en vano este fue invitado a dejar el Opus Dei al optar en un momento de su vida por el segundo, cometer el abominable pecado de enamorarse de una mujer y casarse con ella.