Si uno se retrotrae a “Historias de la radio”, una entrañable película de los años cincuenta del pasado siglo, el concursante, aunque fuera el más sabio del lugar, conservaba un cierto amateurismo que propiciaba el efecto sorpresa en el espectador. En la televisión de décadas posteriores aparecieron eruditos de temas peculiares, como el conocido como “el hombre de los pájaros”, un bedel de la Universidad de Barcelona que había aprovechado sus ratos libres en la facultad de Biológicas para empaparse en ornitología. Coincidí con él en la vieja universidad y recuerdo que se rumoreaba que era chiv
El de la izquierda es
el "hombre de los pájaros"
ato de la policía político-social. Vaya usted a saber…
Como seguidor de “Pasapalabra”, no tanto por horarios de “Saber y ganar”, el programa del inmortal Jordi Hurtado, he visto este verano que uno de los concursantes del primero también lo había sido del segundo. Según me han comentado es un hecho común, lo que confirma la existencia de concursantes semi-profesionales, dedicados durante meses y años a esa única actividad. Creo que Santiago Segura financió así parte de su primera película.
En otro orden están los habituales de realitys y concursos basurillas, cuya virtud no es precisamente la erudición, ni siquiera la inteligencia, sino el músculo, las glándulas mamarias y la ordinariez. Se pasean por los platós luciendo palmito con esperanza de dar algún campanazo relacionado con el sexo, los celos o la violencia de género. Tal es el rico abanico de temas a tratar por los medios que los producen.
Así que aunque admire y envidie a muchos de los concursantes de “Pasapalabra”, me quedo con el entrañable maestro de Horcajo de la Sierra en “Historias de la radio”, que además de sabio gana el concurso cuando, al preguntarle quién fue el primer goleador del antiguo campo del Club Ciclista de San Sebastián, proclama tras un ligero desmayo que fue él, el mismísimo “Pichirri”!!!
Todos los barrios tienen, además de su peluquero, tendero, ferretero o carpintero, a los que ya he dedicado algún blog, a su asesino. Puede ser un tipo orondo al que una noche cálida se le cruzan los cables y apuñala a su vecino una veintena de veces porque sí. Puede ser aquel amigo del que habías advertido una actitud violenta cuando ambos compartíais equipo de fulbito y se le escapaban palabras y patadas, y había veces que se iba del campo blasfemando y os dejaba en cuadro, él que era un defensa nato, un tío que acojonaba a los contrarios. El día menos pensado este tipo normalmente bromista y cachondo para en un semáforo y le abre el cráneo al conductor que le ha pitado y cerrado dos bocacalles más arriba.
A lo mejor es un buen profesional, un homicida puntilloso que ha estudiado durante casi un lustro la mejor manera de extirparle la pasta a un ricachón que despunta en los saraos de la ciudad. Este criminal va a tomar todo tipo de cautelas, principalmente, una buena coartada.
También están los asesinos pobres. Impulsivos, generalmente arrebatados por ira acumulada, suelen ser unos auténticos chapuzas. Dejan un reguero de pruebas y un móvil tan evidente que parece una declaración jurada ante notario.
Cuento hasta cuatro asesinatos en el barrio en los últimos veinte años. Del primero ya di noticias en el blog, porque se produjo el mismo día que llevamos a conocer la nieve a mi hija menor a las cercanías del vivero de Artxanda. Allí fue encontrado el cadáver de una jovencita que vivía en Ollerías Altas. Casi contemporáneos fueron el asesinato de un comerciante de la calle Fika, al parecer un ajuste de cuentas entre camellos; el de un maestro jubilado por un loco que iba acuchillando a todo el que pillaba a la salida del metro de Zabalbide; y el de un anciano a apenas 50 metros de casa. Conocíamos a dos de los asesinos y éramos amigos de una de las víctimas. Asín son los barrios…
La antigua fábrica Tabacalera en el barrio de Santutxu (Bilbao)
Me centraré en el último por ser el más cercano y corresponder a la última modalidad, la del asesino pobre. En la primavera mayo de 2011 un hombre de 78 años fue acuchillado en cuello y abdomen en su domicilio de la calle Párroco Unceta.
En apenas unas semanas se pilló al autor, el hijo de una empleada de hogar que trabajaba en el domicilio de la víctima. Sabedor de que el propietario lo era también de una caja con no se sabe qué caudales, no muchos, dado el lugar del hecho, la barriada conocida como casas de La Tabacalera porque allí residió una fábrica dedicada a dichos menesteres entre 1878 y 1936, al criminal se le ocurrió aprovechar la ocasión y entrar en la casa en ausencia de su propietario.
Este asesino es, además de pobre, un aficionado torpe, empujado por la peor de las miserias, la ignorancia. Usa las llaves de su madre, es decir, no fuerza la puerta de entrada. No espera a que el viejo se ausente de forma prolongada, lo que es un riesgo añadido, y cuando éste entra y le sorprende, no se le ocurre poner cualquier excusa, algo factible dada la relación de la madre con la víctima, sino que coge un cuchillo y se lo clava repetidas veces por un botín que realmente desconoce. Pensando que la cosa le va a ir bien unos días antes ha cogido un billete para huir a su país, lo que le sitúa claramente como sospechoso principal, por no decir único. Casi un manual de cómo no matar a nadie. Repito: asín son los barrios…
Me compadezco de la víctima, un anciano viudo que requiere la ayuda de una empleada inmigrante, con tan mala suerte de que uno de sus hijos es un miserable (de miseria) que ahora mismo, cinco después, se está chupando unos años de cárcel por un estúpido arrebato, seguramente las décadas mejores de su vida; así que también me compadezco del asesino, sin duda un pobre diablo…
Para acompañar la estampa he recordado “I pity the por inmigrant”, una canción de Bob Dylan, pero como las versiones que he encontrado en Youtube tienen un sonido penoso, me he quedado con la de Joan Baez.
Compadezco al pobre inmigrante
que desearía haberse quedado en su casa, que utiliza su fuerza para hacer el mal, pero que al final siempre le dejan sólo. Ese hombre que con sus dedos engaña y que miente a cada suspiro, que odia su vida apasionadamente de igual manera que teme su muerte. Compadezco al pobre inmigrante que gasta su fuerza inútilmente, cuyo cielo es como la Ironsides, cuyas lágrimas son como la lluvia, que come pero nunca está satisfecho, que oye pero no ve, que se enamora de la riqueza misma y me vuelve la espalda. Compadezco al pobre inmigrante que camina sobre el barro, que llena su boca de risas y construye su ciudad con sangre, cuyas visiones, en el momento final, deben hacerse pedazos como el cristal. Compadezco a ese pobre inmigrante cuando su alegría va a pasar.
jueves, 25 de agosto de 2016
JAZZ, PARA NO RESPETAR LAS REGLAS
“Tocó para ella “Round Midnight” de Thelonius Monk y le compró la partitura. No era difícil tocarla. Pero la versión de Fiona, uniforme y átona, sonaba como una pieza vulgar de Debussy. Ha estado bien, le dijo Jack. Los grandes maestros del jazz le adoraban y aprendían de él. Ella escuchó de nuevo, se empeñó, tocó lo que tenía delante pero no sabía interpretar jazz. No poseía cadencia ni instinto para la síncopa, ninguna libertad, sus dedos obedecían embotados, al compás y a las notas tal como estaban escritas. Por eso estudiaba derecho, le dijo a su amante. Por respeto a las reglas.” (“La ley del menor” – Ian McEwan –Ed. Anagrama - 2015)
Creo que l@s yay@s estamos sobrevalorad@s. Digo estamos porque anteayer adquirí este nuevo status al nacer mi primer nieto, Aiert, un ser minúsculo y vulnerable convertido de repente en epicentro de nuestras vidas.
Sí, sé del duro envejecimiento de esas abuelas que encadenan el cuidado de hijos, padres y nietos. Pero también escucho la satisfacción de educar en lo lúdico, algo imposible con los hijos, a los que lo normal es dedicarse full time. Pero la imagen más extendida, la que nos sobrevalora, es la del nieto embelesado cuando el yayo le cuenta batallitas o enseña oficios y experiencias. He leído bellísima escritura sobre el asunto y sentido envidia malsana al hacerlo.
Aiert cinco horas después de nacer
Solo conocí a dos de mis abuelos: el paterno y la materna. Ambos se quedaron viudos el año de mi nacimiento, lo que me hace sospechar que puedo ser fruto del consuelo, y ambos vivían demasiado lejos para ser referentes en la época en la que un abuelo puede serlo, es decir, en la infancia. Pasaban cortas temporadas en casa y tengo de ello un recuerdo vago. Al yayo, siempre de luto, llevándonos a comprar sellos a Correos, una caminata de aquí te espero, con la boca embadurnada en bicarbonato. Pero creo que lo único que le hacía especial o relevante era su pasión por la ópera. Una de las últimas veces que le vi escuchaba Madame Buterfly en casa de su hijo mayor, con el que vivía, ya muy anciano.
De mi abuela materna he hablado en el blog en varias ocasiones. No en vano llegó a vivir 92 años, en un tiempo en que esa edad era una frontera considerable. Suelo afirmar que una de las peores torturas infantiles era ir de compras con ella. No solo era una madrileña beligerante en una Barcelona menospreciada por el franquismo. Solía regatear por cantidades nimias después de volver locas a las dependientas, y consiguiera o no su objetivo nunca estaba satisfecha. Como tuve la oportunidad de convivir con ella cuando hacía la mili, pude saber que detrás de aquella mujer endurecida por la viudez prematura de un marido mujeriego y “viva la virgen” había otra persona, capaz de dulcificarse por la compañía de su nieto. Esa nueva percepción me hizo olvidar las ingratas experiencias infantiles y estar más pendiente de ella y quererla mucho más hasta su muerte.
Pero volvamos a Aiert. No sé si podré contarle muchas batallitas. Sí me gustaría verle crecer y dejarle algún buen recuerdo. Pero mi mayor deseo, desde luego, es que sea buena persona y muy feliz, a fin de cuentas creo que una cosa suele llevar a la otra…
De acompañamiento musical, una curiosa mezcla de esas nanas que llevan a los niños a paisajes y situaciones lejanas e incomprensibles. Esta vez a ritmo de tango. “Txatxamalinatxu”, de Mikel Urdangarin.
El año que nació Txatxamalinatxu se enfadaron el pueblo y la cofradía Tirikitiena negra morena por la mañana lo mejor una onza de chocolate A pesar de ser pequeño se puede ser hábil viva el tamborilero de Elantxobe Tirikitiena negra morena por la mañana lo mejor una onza de chocolate
El escritor Juan Marsé colaboró durante toda la andadura corta pero sustanciosa de la revista “Por favor” (1974-1978), irrepetible fenómeno del periodismo, la literatura y el humor gráfico durante la transición.
Su colaboración más duradera y significativa consistía en retratar a una pareja de personajes conocidos, a menudo antagónicos, con un lenguaje imaginativo y desenfadado bajo el título de “Señoras y señores”. Por sus páginas pasaron escritores, actores, políticos y toda suerte de famosos o famosillos, incluido él mismo (…“hay en los ojos harapientos, arrimados a la nariz tumultuosa, una soñolienta nostalgia del payaso de circo que siempre quiso ser…”) junto a Marilyn Monroe (puestos a elegir…).
En el número 30 de la revista (27/1/1975) dedicó su artículo al entonces secretario de estado de USA, Henry Kissinger, y a una “dama desconocida”, una mujer escuálida junto a dos niños negros de tórax huesudos y vientres hinchados.
Me ha sido imposible rescatar la foto de esa mujer anónima y sus dos hijos, que durarían poco, pero sí, por su vergonzosa actualidad, el texto de Marsé y una foto cualquiera del África negra actual, que cuarenta años después sigue igual o peor:
“Quede por una vez en suspenso e inoperante la sarcástica adjetivación, la tramoya conceptualista y la retórica sensual de esta página. Harapos, huesos y clamor de venganza. Hablar de otra cosa sería letra muerta. Porque, a ver ¿dónde está aquel perfume, aquella oscura materia sexual que solíamos detectar? ¿De qué ansiosa boca rubia se puede hablar aquí, de qué bruma estival derramándose en qué miembros soleados ni qué puñetas? ¿Dónde está el famoso latido anhelante de las aletas de la nariz, por ejemplo, dónde la sedosa pelusilla de melocotón de la nuca o el fluido gatuno de los pómulos?
¿Qué fue de aquella delirante vida de las formas, del luminoso temblor de los senos, de las sonoras caderas? ¿Dónde está la cintura de oxígeno, la larga espalda inolvidable, las axilas suavemente depravadas? ¿Cómo se articulan en esta anatomía los nervios secretos de la fascinación y el erotismo, dónde están los ojos como estrellas furiosas, dónde la fresa y la nata de la boca? ¿Qué se hizo del alto y pueril vigor de las nalgas, de la tensa vida de las corvas, de la dulce mirada del ombligo? ¿Qué de los ojos de corza libre, qué de los hombros de pan? ¿Dónde está aquella intimidad opaca, según solíamos decir, de la cara interna de los muslos, dónde los vestigios de la nínfula que toda mujer retiene, las manos quizá de nardo, los dientes tal vez de nieve…?
Preguntad a los miserables que gobiernan el planeta, preguntad a los miserables que gobiernan el planeta, preguntad a los miserables que gobiernan el planeta”.
(Texto sacado de “Mientras llega la felicidad – Una biografía de Juan Marsé” – Josep María Cuenca – Editorial Anagrama)
Llamada el “ruiseñor de Malí”, Oumou Sangare combina ritmos tradicionales y modernos con letras que cantan a la libertad de las mujeres y hablan de las migraciones suicidas que genera la pobreza. He aquí un ejemplo.
martes, 5 de julio de 2016
DEDOS
Tengo una buena amiga que perdió dos dedos en un desgraciado gesto lúdico. A otros amigos o conocidos les falta un pulpejo o alguna falange por actividades relacionadas con su profesión: electricistas, fontaneros, carpinteros (por descontado), porteros de fútbol… Supongo que hay algo en mi sub consciente que me acerca al tema porque en julio de 2013 dediqué una entrada al accidente sufrido por Nery Pulido, cancerbero del River Plate http://charlievedella.blogspot.com.es/2013_07_10_archive.html
El caso es que uno de estos días ha hecho cuarenta años que vinieron a buscar al sargento con el que compartía prácticas y cena, un valenciano que estaba acabando la carrera de medicina. Al parecer se había producido un grave accidente en el campo de tiro, una granada no explotada esa misma mañana le había arrancado la mano a un soldado de guardia, y no sé por qué razón se requería la presencia de mi compañero en una ciudad, Alcoi, que entonces ya tenía unos sesenta mil habitantes y por tanto asistencia hospitalaria.
Un curioso paralelismo adorna el caso. Y es que el sargento se había ennoviado recientemente con una chica que tenía un defecto en una de sus manos, creo recordar que semejante al que padecen las afectadas por la talidomida, y me parece estar viéndole acariciársela con especial ternura.
A la mañana siguiente, mientras descansábamos de la instrucción vi uno de los dedos mutilados del soldado. Me llamó la atención que estuviera limpio, sin restos de sangre, que siguiera allí, como abandonado, y que las hormigas u otros insectos no lo rodearan.
Cuarenta años después he recordado la visión del dedo impoluto y pensado si el muchacho que lo perdió habrá vuelto alguna vez al lugar, no sé, a buscarlo y recobrarlo… cuántas veces habrá intuido su presencia, pues se dice que muchos años después se conserva la sensación de los miembros perdidos; cuántas habrá amagado a coger algo sin poder hacer presa; cuántas dirigido su mirada a esa parte amputada de su cuerpo. Ni siquiera sé cómo se llamaba, de donde era, qué fue de él. Al acabar la mili tampoco volví a ver al sargento, con el que creo que únicamente nos carteamos un par de veces.
Dicen que la edad estimula la memoria lejana y una extraña melancolía por hechos y personajes que en su momento no pasaron de la categoría de anécdota. Pues eso…
He encontrado una emocionante versión de “Cette blessure” (“Esta herida”), de Leo Ferré, en la voz y guitarra austeras de una cantante griega criada en Francia, Angelique Ionatos.
“ULL PER ULL”, UNA CANCIÓN DE ADRIÀ PUNTÍ PARA EL FIN DE SEMANA
Polifacético, genial, controvertido, leo que “La clau de girar el taller”, la última obra de Adrià Puntí tras una larga etapa de silencio, recibe el premio Enderrock al mejor disco de 2015. Recordando la actuación de Umpah-pah, del que era la voz cantante, en las fiestas de Bilbao a mediado de los años noventa, y su espléndida interpretación de “Lau teilatu” en un euskera más que digno (la incluyeron en su disco “Bordell”), he revisado su discografía y sus youtube, y he encontrado esta emocionante versión de “Ull per ull”, para muchos su mejor canción, en el Liceo de Barcelona.
Aunque se trata de un tema que aborda el miedo y la inseguridad infantil, tampoco me ha parecido mal para un fin de semana con elecciones de por medio.
Perdo la por però em tremola el pols qüestió d'orgull m'aixeco i no puc, un bon trau al mig del cervell, ull per ull, dent per dent, qui sap si tots som mecs comissari a sou, no hi haurà ni un pam de net cauen guspires, plou però no et mulles, potser no et cal sopluig, un déu fent virolles, qui no plora ni mama ni beu. Ull per ull, dent per dent, qui sap si tots som mecs comissari a sou, no hi haurà ni un pam de net mmmm, no hi haurà ni un pam de net, no hi haurà ni un pam de net. Cops de puny, ulls de vellut guerra de botonets per orgull tu et sents sol, no vindrà d'un pam, per orgull tu et sents sol no faràs el net mai. Fora complexes, prou de modèsties, no et caldrà fer-te el gran mala memòria, falses històries d'un nen d'abans. Rau la por la sang et cou llàgrimes plorant, des de sempre has estat un cocodril merdós. Que et duri, que et duri, que et duri la bona sort que et duri, que et duri, que et duri La gent mirant tots embadalits, tu et sents sol, ningú fa un pas, escanyolit mirant, no et mouràs ni un pam, sense moure el nas. ...................................................... Pierdo el miedo pero me tiembla el pulso cuestión de orgullo me levanto y no puedo, un buen oirificio en medio del cerebro, ojo por ojo, diente por diente, quién sabe si todos somos chicos comisario a sueldo, no habrá ni un palmo limpio caen centellas, llueve pero no te mojas, puede que no necesites cobijo, un dios haciendo trompos, quien no llora ni mama ni bebe. Ojo por ojo, diente por diente, quién sabe si todos somos chicos comisario a sueldo, no habrá ni un palmo limpio mmmm, no habrá ni un palmo limpio, no habrá ni un palmo limpio. Puñetazos, ojos de terciopelo guerra de botones por orgullo tú te sientes solo, no vendrá de un palmo, por orgullo tú te sientes solo nunca estarás limpio. Fuera complejos, basta de modestias, no necesitarás hacerte el mayor mala memoria, falsas historias de un niño de antes. Raya el miedo la sangre, te cuece lágrimas, llorando, desde siempre has sido un cocodrilo mierdoso. Que te dure, que te dure, que te dure la buena suerte que te dure, que te dure, que te dure. La gente mirando, todos embobados, tú te sientes solo, nadie da un paso, mirando escuálida, no te moverás ni un palmo, sin olfatear.
miércoles, 15 de junio de 2016
BUENISMO
Para la gente de mi generación que estudió en colegios de curas la palabra bondad era el paradigma de nuestra conducta. A ningún hermano (así llamábamos a los frailes maristas) se le ocurría alentarnos a ser malos, aunque alguno de ellos te atizara luego con la regla en los nudillos o en la corvas, o te sacara a patadas al pasillo porque habías gesticulado; aunque el término estuviera asociado a la fe (obediencia ciega), la esperanza (naturalmente en el más allá) o la caridad (esa dádiva sobrante que los ricos dan a los menesterosos); aunque su ley fuera el estricto y reducido código de diez normas que un dios barbado posó en las manos de un guía de masas parecido a Charlton Heston.
Parece un cuadro clásico pero es el obispo Cañizares con su capa encarnada y un grupo de fans
Desde que Zapatero, alias Bambi según la COPE-emisora de la Conferencia Episcopal de la época, empezó a amenazar con alcanzar la Moncloa a principios de siglo (lo conseguiría con desigual acierto poco después), el catolicismo jerárquico, sus medios de comunicación y gran parte de quienes se declaran poseedores de la tradición cristiana, vienen burlándose y detestando lo que con una mezcla de ira y sorna tachan de “buenismo”, y aunque hoy no creyente, como persona educada, y por tanto también heredera de esa tradición, este tema me lleva a mal traer.
He leído hace poco “El reino”, el último libro de Emmanuel Carrère, una especie de ensayo laico sobre el nacimiento y desarrollo del cristianismo a partir del evangelio de Lucas y el liderazgo de Pablo de Tarso, creador de los primeros círculos (es curioso el paralelismo entre la actividad organizativa de aquel Pablo y el actual; y ya es casualidad que éste se apellide Iglesias…), y me ha parecido oportuno transcribir como contrapunto del “malismo” uno de los textos que el escritor considera más fieles de la palabra de Jesús de Nazaret.
“Bienaventurados los pobres porque vuestro es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los que tenéis hambre porque seréis saciados. Bienaventurados los que lloráis porque seréis consolados.
Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persiguen.
Al que te abofetee en la mejilla ofrécele también la otra. Al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica dale también el manto.
A quien te pida da, y al que pida prestado, no le reclames el dinero.
Si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué más queréis?
No juzguéis y no seréis juzgados. Porque con la medida con que midáis se os medirá. Medido con la medida con la que has medido a los demás.
¿Cómo es que miras la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu propio ojo? Saca primero la viga de tu ojo.
No hay árbol bueno que dé fruto malo y, a la inversa, no hay árbol malo que dé fruto bueno. Cada árbol se conoce por su fruto.
¿Por qué me llamáis: «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?
Escuchar mis palabras y ponerlas en práctica es construir sobre piedra: si sopla el viento y cae la lluvia, la casa resistirá. Escucharlas y no ponerlas en práctica es edificar sobre arena: cae la lluvia, los torrentes se desbordan, el viento sopla, todo se desploma.
Yo os digo: pedid y se os dará. Buscad y hallaréis. Llamad y se os abrirá. El que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama le abren. “
Como es evidente estas bienaventuranzas son un perfecto compendio de lo que el obispo Cañizares o el ministro Fernández Díaz, católicos integristas, tacharían hoy día de “buenismo”.
Fantasea Carrére con la idea de que Pablo, el creador y controlador de los círculos cristianos, no hubiera existido, que es como decir que no hubiera existido el cristianismo como estructura organizada, y de que este texto, que no es un producto literario de los evangelistas sino fuente directa de la palabra de Jesús, fuera descubierto siglos después como la obra recuperada de un predicador galileo de los tiempos de Tiberio, un profeta tardío que enlaza con los la Biblia hebraica, para afirmar que, en ese caso, “su originalidad, su poesía, su acento de autoridad y de evidencia nos dejarían atónitos, y que al margen de toda iglesia ocuparía un lugar entre los grandes textos de la sabiduría de la humanidad, al lado de las palabras de Buda y de Lao-Tsé”.
Más nos valdría. Cuanto menos admiraríamos la belleza simple y alocada de un texto utópico que alienta a que seamos eso que ya no se lleva y el poder establecido desprecia o teme: sencillamente buenos.
Amén.
Nada más preparar el blog busqué esta pieza de Juan Sebastián Bach, “Jesús, la alegría de los hombres”, de la que he encontrado numerosas versiones, incluido el fragmento que Extremoduro incluyó en "Dulce introducción al caos", y entre todas ellas esta maravilla de Toquinho. Bienaventurados!!!
El pasado día 15 de mayo me
jubilé y la gente me viene preguntando que qué se siente, como si la jubilación
llevara incorporado un cambio físico, no sé, que te crecen alas, pierdes la
voz, cambias de sexo… En mi caso la sensación predominante es de liberación del
personaje profesional, como volver al camerino, despojarte del vestuario y ser de nuevo uno mismo. Al fin
y al cabo nos pasamos la vida interpretando papeles de distinta intensidad.
Imagino que hay actores a los que
cuesta desprenderse de ese personaje. Claro, los magino siendo protagonistas, actuando
en los mejores escenarios, viajando de aquí para allá, con directores punteros de
cine y teatro, chupando primeros planos, salvando escalofriantes situaciones de
riesgo, enamorando a primeras actrices. No es mi caso. Profesionalmente he sido
siempre un actor secundario, supongo que un actor seguro, con el que los
directores veteranos no arriesgaban, pero en definitiva un actor de reparto con
un papel, el de funcionario, que no permitía la improvisación, atado como está al
principio de legalidad.
Jubilado fiscalizando obra en mi zona de influencia
Pues mira por dónde, también hay en esa
profesión actores que se aferran a su personaje. A finales de los años ochenta
fui destinado por concurso al puesto singular de cajero en una agencia del
extrarradio de Bilbao. Yo era, por seguir con los símiles, un personaje falaz,
porque por entonces ya no se hacían pagos por ventanilla y apenas disponía de
un exiguo fondo de maniobra. Vamos, es como si en “Casablanca” te dan el papel
de Rick y acabas tocando el piano.
El caso es que al poco tiempo le
aprobaron al jefe del centro una pensión de invalidez. Tenía una enfermedad
crónica que le hacía estar de baja cada dos por tres. Pero este actor se había aferrado
a aquel protagonismo de película de serie B y siguió acudiendo al centro y
ocupando un puesto de trabajo que ya no le correspondía. Durante unas semanas soportamos
una situación kafkiana.
El antiguo jefe permanecía en su despacho, como atado
al sillón, esperando a que le sacaran con las piernas por delante, mientras la
nueva responsable debía permanecer en una butaca y los subordinados esperar a
que aquel se ausentara para pasar a la firma oficios y resoluciones. Solo tras
unas semanas de desconcierto, la dirección provincial tuvo la idea feliz y
decisiva de hacerle una despedida, algo así como darle un óscar honorífico por
el conjunto de su obra. El tipo se dio por fin por aludido y no volvió a pisar
el centro.
Tengo que confesar que repetir
esa situación, hacerme pasar por loco y seguir yendo durante unos días después
de jubilado a ocupar mi puesto de trabajo es una de mis fantasías incumplidas.
Es más, sigo pensando que es una buena idea para un cortometraje. La otra está
ligada al espacio físico en el que he pasado los últimos 17 años, un espacio
diáfano con una largo pasillo central: mi fantasía consistía en recorrerlo
dando volteretas. Para ambas sandeces todavía hay tiempo y, además, ahora ya no
me pueden echar. El que avisa no es traidor…
Y bien, la verdad es que nunca me
habían ofrecido tantos primeros papeles, controlador de obra pública o privada,
anciano ocioso, montañero, nadador nocturno, yayo de nieto por venir… Así que de
esta como mínimo me dan un “goya”.
Leo que la comparan con Ella Fitzgerald, y que entre sus referencias cita a gente tan dispar como Mercedes Sosa, Louis Armstrong, Betty Carter, Barbara Morrison, Carmen McRae, Lole y Manuel o Billie Holiday, buena selección. Nominada por su disco "Woman Child" al mejor disco de jazz vocal en los Grammy de 2014, este año lo ha conseguido con su última entrega, “For One To Love”. Tiene solo 26 años y canta con una sensibilidad que promete causas mayores.
La canción elegida, “Le front caché sur tes genoux”, que musica un poema de Ida Faubert (1882-1969), poetisa haitiana de factura romántica, nos remite a sus raíces paternas.
Sed felices.
Le front caché sur tes genoux J'ai sangloté toute ma peine, Il faisait sombre autour de nous, Et le soir sentait la verveine. Le front caché sur tes genoux J'ai sangloté toute ma peine, Il faisait sombre autour de nous, Et le soir sentait la verveine. Mon cœur battait à tristes coups, Comprenant sa tendresse vaine; Le front caché sur tes genoux, J'ai sangloté toute ma peine. Tu me disais des mots très doux, Mais je les entendais à peine... je revivais l'heure lointaine Où je faisais des rêves fous, Le front caché sur tes genoux. Mon cœur battait à tristes coups, Comprenant sa tendresse vaine; Le front caché sur tes genoux, J'ai sangloté toute ma peine. Tu me disais des mots très doux, Mais je les entendais à peine... je revivais l'heure lointaine Où je faisais des rêves fous, Le front caché sur tes genoux. …………………………………………………….. Con la cara oculta en tus rodillas he llorado mi dolor. La sombra alrededor y la noche con sentimiento de verbena. Con la cara oculta en tus rodillas he llorado mi dolor. La sombra alrededor y la noche con sentimiento de verbena. Mi corazón latía con golpes tristes, incluyendo su ternura vana; con la cara oculta en tu regazo he llorado todo mi dolor. Tú me decías palabras muy dulces, pero yo las escuchaba con desazón. Revivía la hora lejana de mis sueños locos. La cara oculta en tus rodillas. Mi corazón latía con golpes tristes, incluyendo su ternura vana; con la cara oculta en tu regazo he llorado todo mi dolor. Tú me decías palabras muy dulces, pero yo las escuchaba con desazón. Revivía la hora lejana de mis sueños locos. La cara oculta en tus rodillas.
martes, 17 de mayo de 2016
UN POEMA DE ALFONSO PASCAL
Alfonso Pascual Ros (Iruña 1965) ganó en 2014
el XXX Premio Jaén de Poesía con un poemario dedicado al segundo de sus hijos,
Pedro (“Cuaderno para Pedro – Un día de estos se nos va a morir Juan Gelman”).
Ya lo había hecho con el primero de ellos, Miguel, en 2008 (“Cuaderno para
Miguel – Oteizas”). Ambos son, pues, libros complementarios con segundas
referencias, el poeta argentino Juan Gelman y el arquitecto vasco, Jorge de
Oteiza.
Lo he leído con cierto retraso alentado por
una crítica bondadosa y la verdad es que, pese a que o quizás porque se trata
de una poesía que me es formalmente lejana, me ha sorprendido, lo que ya es…
Con
una temática pelín endogámica a mi gusto, centrada en el oficio propio,
el de poeta, Pascal hace uso del anacronismo para conversar o apelar al citado
Gelman, Cernuda, Labordeta, Carver o Bukowski, entre otros…con un estilo
sarcástico que come de todos ellos.
Recurro a este poema porque, además de bueno,
me parece representativo de un punto de vista sobre la poesía, evidentemente
terrenal, que comparto. Para interesados, el libro está publicado por Hiperión y es baratito.
Poeta de provincias con paisaje de constable al
fondo
sigue las instrucciones de un manual del buen
poeta
Mira
que no hay manera, Pedro, de entusiasmarme con amaneceres, puedes testificarlo, hijo, que llevo una semana como liebre saltando de la cama hacia las cuatro armado con el lápiz y el cuaderno, llegar de noche al campo y esperar que salga el sol. Hasta he probado sentarme junto a un río como dicen con rumor de fontanas, escuchar el canto de los pájaros, mover los cangilones, desnudarme y tumbarme boca arriba para entrar en contacto con la tierra, ver pasar las ovejas por el fondo soñando mientras tanto en amoríos, en tu madre también, que no hay manera de entrar en comunión con el paisaje. He probado a cambiarme de cuaderno y de marca de lápiz, la tonsura, a recoger frambuesas, nomeolvides, contar versos de once con los dedos, recitar poesía pastoril mientras escucho a Mozart y las Cuatro Estaciones de Vivaldi, doblarme en las posturas y ejercicios de las respiraciones básicas, el loto y las flexiones espinales. Desisto, hijo, lo dejo, ser poeta se escapa de mi alcance. No he ganado más que para pinchazos, pulmonías y para que tu madre me espere en el salón más que enfadada, que a ver qué explicación y que a estas horas, y padre de familia, tú de dónde, con la ropa empapada y sin zapatos, qué ejemplo tú para tus hijos, abierta la bragueta, oliendo a flores.
Frente al centro en el que he trabajado los últimos diecisiete años en la Gran Vía de Bilbao suelen hacer parada autocares de última generación que dan servicio a algunos de los colegios privados con más pedigrí de la comarca. No hay que olvidar que la Gran Vía es una de las cinco calles más caras del reino y esos autocares no se cortan un pelo e invaden la parada de autobús de los mortales.
He solido coincidir con sus horarios matinales y a veces con los vespertinos, y nunca he llegado a acostumbrarme. A la entrega o espera de los alumnos, un grupo de latinas, varias madres de aspecto juvenil y elegante, y uno o dos padres, nunca más. Veo a los niños de un uniforme clásico de americana azul luciendo el escudo del colegio, corbata haciendo juego y pantalón gris corto. En uno de ellos niños y niñas de corta edad gastan una gorra de jinete un tanto estrafalaria, pero no sé por qué extraña genética son generalmente rubi@s y guap@s. No creo que canten “carrascales” ni otro tipo de piezas chuscas o subidas de tono mientras viajan a colegios situados en lugares lejanos, normalmente bellos parajes alejados del bullicio urbano; quizás canciones o himnos en lenguas extranjeras…
Algunas mañanas he observado a los más díscolos sentados en el bordillo de la acera fumando. Se han desabotonado la camisa y aligerado el nudo de la corbata. Cuando se acerca el verano, a mediodía, las adolescentes se arremangan las faldas y la camisa del uniforme y lucen como “lolitas” en las campas del parque cercano. Imagino a estos chicos y chicas rebeldes dilapidando patrimonio en las discotecas de Eivissa, mientras la mayoría del alumnado, siempre formal, crea offshores en Panamá y dirige los centros del poder industrial, financiero y político del país en años venideros.
La parada es una metáfora, el punto de partida de un viaje diario que conduce a un determinado proyecto de futuro. Como decían Los Secretos: “Todo sigue igual”.
Dedicado desde la publicación de “De questa parte del mare”
en 2006 a divulgar la tragedia de las migraciones contemporáneas mediante
bellísimas canciones, era un hombre humilde, discreto y, calificativo casi
unánime, básicamente bueno. Su muerte, como su obra, ha pasado desapercibida en nuestro país. Nunca es tarde...
Seminatori di grano sono arrivati che faceva giorno uomini e donne all'altipiano col passo lento, silenzioso, accorto dei seminatori di grano e hanno cercato quello che non c'era fra la discarica e la ferrovia e hanno cercato quello che non c'era dietro i binocoli della polizia e hanno piegato le mani e gli occhi al vento prima di andare via fino alla strada e con la notte intorno sono arrivati dall'altipiano uomini e donne con lo sguardo assorto dei seminatori di grano e hanno lasciato quello che non c'era alla discarica e alla ferrovia e hanno lasciato quello che non c'era agli occhi liquidi della polizia e hanno disteso le mani contro il vento che li portava via Sembradores de trigo han llegado cuando empieza el día Hombres y mujeres al altiplano con el paso lento, silencioso, cauto de los sembradores de trigo Y han buscado lo que no era entre el vertedero y el ferrocarril e intentado lo que no era detrás de los prismáticos de la policía y plegado las manos y los ojos al viento antes de salir a la carretera rodeados por la noche Han llegado al altiplano hombres y mujeres con la mirada absorta de los sembradores de trigo y han dejado lo que no era entre el vertedero y el ferrocarril y han dejado lo que no era en los ojos líquidos de la policía y extendido sus manos contra el viento que los conduce