viernes, 9 de agosto de 2019

EL BANCO


EL BANCO
No me refiero a ese viejo negocio de usureros, esa antigualla medieval que cobra por un sírvase usted mismo a través de transacciones virtuales y te obliga a hacer todo por cajero, móvil u ordenador de tu casa; no a la empresa titular de esas oficinas minimalistas en las que, no se sabe porqué imperativos tecnológicos, un pobre esclavo, un ingeniero o economista al que han colocado detrás del mostrador por un puñadito de euros, te remite a la oficina de origen aunque esté a más de cincuenta kilómetros ya que, dice cabizbajo y avergonzado, no puede acceder a tu cuenta; no, no es a esa rémora del sistema a la que en muchos pueblos de la península llaman con el gracejo que les caracteriza “la diligencia” porque, como en los tiempos de John Ford, acude una vez cada tanto tiempo a proporcionar de cash a los lugareños; ese negocio improductivo que hace no tanto tiempo ocupaba uno sí y otro también los bajos de nuestras calles y ahora se repliega nuevamente a las avenidas principales, a las que hay que ir de nuevo, sin remisión, a que te maltraten. 
Uy!!!, me he venido arriba y olvidado que quería hablar del otro banco, el de carne y hueso, el de toda la vida, el banco de piedra, madera o metal, el banco gratuito para solazarse y ver pasar el mundo y la vida.
Traigo el tema a cuenta de que oigo por la radio que algunos ayuntamientos se plantean la recuperación no comercial de los espacios públicos, calles, paseos, bulevares. Antaño reivindicábamos áreas peatonales para ralentizar la vida, pero al peatonalizarse las vías públicas se han ido privatizando convirtiéndose en bares, comedores y fumaderos de gente estresada, de modo que bienvenida la oferta municipal.
Pero mientras se mueven o no las alcaldías aprovechemos lo que queda, sentémonos a ver pasar la vida sin prisa, aburrámonos. Mientras los bancos, estos naturalmente, sigan siendo gratuitos, no haya que consumir o pagar un alquiler, poseámoslos, hablemos con sus pobladores, seguramente gente ociosa como nosotros, ancianos, ricos, pobres, espectadores, protagonistas, tullidos, cansados, porretas, indigentes, aburridos, cotillas, meditabundos, dibujantes, pensadores, sedientos de sol o de aire libre. ¡¡Viva el banco, el público, el de todos!!
Pues a ello, a sentarnos a ver como “Pasa la vida” (Pata Negra).





jueves, 25 de julio de 2019

Candilejas


CANDILEJAS
Hace unas semanas me involucré en una discusión de Facebook sobre el progresismo de determinados artistas o intelectuales. La chispa era la negativa de Carlos Bardem a atender a las preguntas de OKDiario, el periódico que dirige el “periodista” (por lo que se ve tiene el título) Eduardo Inda.
Con esa manía tan común de hacer partícipe al resto familiar empezaron a sucederse intervenciones poniendo a parir a su hermano Javier, entre otras algunas que le acusaban de ganar una pasta haciendo la pelota a los judíos (cosa que algún medio ya desmintió en su día: https://www.diariodenavarra.es/noticias/mas_actualidad/sociedad/2014/08/06/el_lobby_judio_perdona_penelope_cruz_javier_bardem_170270_1035.html pero sobre todo por ser rico y progre.
Cartel original de "Candilejas"
Pocos días después, y tras un primer intento fallido por llenazo, veía “Candilejas”, de Charles Chaplin, en Bilboarte, un centro dedicado, entre otras cosas, a redescubrir y revisar obras de autores olvidados y dar a conocer a otros más noveles. Además de una palabra que el tiempo va dejando en desuso, “Candilejas” era una de las tres películas preferidas de mi padre y en más de una ocasión le había oído hablar de ella y tararear su motivo musical central. Me gustaría pensar que el año de su estreno, 1952, pudo ser especial para él, porque nacía su segundo hijo, un servidor. De modo que el visionado de la película tenía su punto emocional.
La había visto de adolescente pero reconozco que excepto alguna escena no la recordaba. Es sin duda una obra maestra. Combina múltiples géneros, la comedia y la tragedia, el musical, el humor y la filosofía, con la destreza ejecutiva de un cineasta todo terreno. Todo ello mediante un festival interpretativo del propio Chaplin, que como actor mímico parecía destinado a sucumbir con el sonoro, pero que además de mostrar una agilidad impropia de su edad, 63 años, aguanta primeros planos y medios acompañado por una voz grave que el doblaje suele ocultarnos. El último número de humor, rivalizando con Buster Keaton, es sencillamente antológico.
He heredado de mi padre, que de niño me llevó alguna vez a las eternas matinales del cine Savoy de Barcelona a ver los cortometrajes radicales y anti sistema de Charlot, su pasión por ese personaje de ficción (https://charlievedella.blogspot.com/2013/11/quien-se-acuerda-decharlot-en-el-piso.html), pero también, ahora, por este Clavero/Chaplin envejecido, casi acabado profesionalmente, alcohólico como lo fue su padre, escéptico, por no decir pesimista, recobrando el aliento, haciendo de tripas corazón para ayudar a alguien más joven, una bailarina que ha intentado suicidarse, porque entiende que si algo ha aprendido en todos esos años es que la vida es una lucha permanente.
Acusado de comunista, reprobado por una vida privada fuera de los cánones de la sociedad conservadora, “Candilejas” fue su último film en los Estados Unidos, país que abandonaría ese mismo año para no acabar siendo encarcelado.
Era artista y rico, pero su cine acompañó e interpretó el mundo que le toco vivir con la mirada de los humildes, los reprimidos, los enfermos, los desesperados. Fue revolucionario, antifascista, pero sobre todas las cosas un genio irrepetible.
Al acabar la sesión ocurrió algo insólito. La sala de Bilboarte prorrumpió en una espontánea salva de aplausos rompiendo el protocolo, y a mí, especialmente emocionado, se me escapó una lagrimita al acordarme de mi padre.

A continuación el tráiler original.


miércoles, 19 de junio de 2019

Gaucho


¿LOS MEJORES? - 1

La lista de mejores discos y canciones crece potencialmente y es tan cambiante como lo son sus promotores. Hace unos meses la hubo aquí mismo a cuenta de la impulsada por Gay Mercader en materia de riffs.

Pues bien, David Crosby opinaba que Steely Dan era el “mejor” grupo de pop rock de la historia tras los Beatles, algo que me parece exagerado y no le eximió de tener que compartir autoría con uno de mis favoritos jazzísticos, Keith Jarrett. Me refiero a “Gaucho”, el primer corte del disco del mismo nombre que conservo en vinilo y perfecto estado de revista.

Portada de "Gaucho"
Publicado en 1980 con unas decenas de acompañantes de renombre como Joe Sample, David Sanborn, Steve Kahn o Mark Knopfler, se trata de una de sus obras, evitaré lo de mejores, más conocidas y exitosas, pero también la última de su etapa inicial. No en vano la colaboración de 42 músicos y vocalistas encareció tanto la grabación que estuvo a punto de paralizarla.

Pero eso no fue todo. El dúo matriz, compuesto por Donald Fagen y Walter Becker, se vio envuelto en una pelea de discográficas y Walter, metido hasta las cachas en el consumo de heroína, fue atropellado por un coche, lo que le mantuvo en el dique seco durante casi seis meses. La muerte por sobredosis de su novia, Karen Roberta Stanley, en enero de ese mismo año, parecía cerrar el ciclo pero aún hubo más. Su idolatrado Keith Jarrett les denunció por plagio de su Long as You Know You’re Living Yours”, grabado en 1974 dentro del primer disco del “Europan Quartet”, obligando a que su nombre figurara como compositor en ediciones posteriores. 

Así que pese al éxito de un disco que ya es mítico, Walter Becker, totalmente desquiciado, dejó el grupo y todo tipo de adicciones y se dedicó a cultivar aguacates y  producciones esporádicas en años sucesivos. El grupo no volvió a reunirse hasta 1993.

Nada mejor que escuchar estas dos maravillas ("Gaucho" en versión de 2008 y la segunda en la original en Spotify - https://open.spotify.com/track/5z7deaTe21B7QVPhSDouL1?si=ZmYAYspTTIK0Tt56eQg0PQ)  y comprobar si es verdad lo del plagio y lo de "mejores". Yo ahí lo dejo... 








domingo, 9 de junio de 2019

El Chalé


EL CHALÉ
En la Catalunya de mediados de los años setenta la “torre”, equivalente a la acepción castellana de chalé, empezaba a estar al alcance de la clase media y de los trabajadores de las grandes industrias. Recuerdo que mi hermano estuvo trabajando algunos meses como comercial de venta de terrenos en urbanizaciones que se extendían por el Vallés, el Maresme, el Alt Penedés y otras zonas de la provincia. Supimos algo después que muchas de aquellas urbanizaciones estaban precisamente en terrenos no urbanizables, eran ilegales, y carecían por tanto de todo tipo de servicios (leo que llegó a haber 2.300 ilegales y unas 400 en terrenos no urbanizables de Catalunya). Así que conocí a más de un currela que tuvo que litigar durante años para conseguir la legalización de la torre que había levantado con todos sus ahorros.
El Bosc d´en Vilaró, entre Montcada i Reixac y Badalona, un ejemplo de urbanización auto construida
Por lo que sé, lo mismo ocurría en otras grandes ciudades, como Sevilla, Valencia o Madrid, y así se llenaron laderas y vaguadas de urbanizaciones, por decir algo, que con los años han podido, no siempre, gozar de cierta dignidad.
La historia de la segunda vivienda es la historia de un ascenso social, el de la nueva clase media, que a base de horas extras y currar como una c…na podía añadir la torre al utilitario y a la educación de los hijos. Ese ascenso social es ahora, cuarenta años después, algo que vuelve a ser impensable. Gran parte de los hijos de aquellos asalariados, empleados públicos, pequeños comerciantes, no tienen ni para pagar un alquiler.
En el interín se puso de moda la vivienda unifamiliar y el adosado, que agrupaban en su estructura el piso urbano y la segunda vivienda semi rural, arrasando el paisaje con rascacielos horizontales y una demanda exponencial de recursos, pero hasta eso es, por lo menos de momento, agua pasada.
Es curioso que tener un chalé sea ahora un pecado mortal en las tertulias y los cenáculos políticos, porque se vuelve asociar a un cierto grado de opulencia y alto rellano social. En el caso de la pareja que quería asaltar los cielos es una traición a “los de abajo”, por más que pasen a engrosar a las masas de hipotecados con la banca. En el de la marca naranja, por dejarse querer por el Ibex35. Tampoco importa si gasta de lo suyo.
Lo curioso de ambos casos es que la palabra chalé no tiene ya la connotación de aquel currante que te mostraba orgulloso la “torre” que acababa de ayudar a construir con sus manos en una vaguada de Cardedeu o una ladera de Montcada i Reixac. Siempre fue una metáfora de ascenso social, pero ahora tiene una connotación negativa y puede costar unas elecciones: desclasamiento. Es lo que hay...


En su momento se alzó a Blur como principal rival de Oasis en la época dorada del britpop y aún sigue en activo con los miembros originales, lo que es casi un milagro. “Country house” no habla precisamente de un chalé ilegal y autoconstruido, sino de la gran casa de campo de un hombre rico que huye de la ciudad. La grabación pertenece a la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de 2012.

https://youtu.be/Pragxu_v28k





martes, 21 de mayo de 2019

El Ejido


EL EJIDO



Arriera por los Campos de Níjar en 1979
Oí hablar por primera vez de El Ejido en un viaje a los campos de Níjar con el mítico libro de Juan Goytisolo en el morral. Habían pasado más de veinte años desde su publicación pero todo seguía igual, los caminos polvorientos, las aldeas pobres, casi abandonadas. Recuerdo a un puñado de niños corriendo detrás del dos caballos, al café de puchero que daban en una de las pocas tabernas de la zona playera, a una arriera a la que fotografié con permiso, y en la parte interior, bajo el pueblo que da nombre a la comarca, sus primeros invernaderos. Esas son las principales imágenes de ese viaje a un universo que parecía retenido en el tiempo. Hablo de 1979.

el mar de invernaderos de El Ejido desde el cielo
Hace unos diez años volví a recorrer las playas de Níjar y me alegré de que hubieran progresado moderadamente, sin perecer de éxito, como la mayor parte del litoral que nace en Port Bou y muere en Isla Canela, pero ya entonces, un nuevo mar, no salino, se había desplegado por la llanura, un mar de plástico blanco que asombra cuando lo contemplas en Google Maps, pero todavía un tercio o menos del que inunda los campos de El Ejido, al otro lado de la capital.

Oí hablar en primera persona de ese lugar a Gica, la mujer de nacionalidad rumana que contratamos para que cuidara a mis ancianos padres. Nos la había recomendado la mujer que acompañó a uno de mis cuñados en la larga enfermedad que precedió a su muerte. Como nos dijo que llevaba cuatro años trabajando en España, tres de ellos en El Ejido, pensamos que no tendríamos problemas para darla de alta, pero al ir a hacerlo nos encontramos con la sorpresa, parece que habitual, de que no lo había estado nunca.

Gica fue una más de la familia el tiempo que estuvo con nosotros y aún mantenemos una relación personal a través de Faceboock, donde publica estupendas recetas, principalmente de repostería, así que, pese a su carácter reservado, nos habló de las condiciones de esclavitud que sufren los emigrantes en los invernaderos, trabajando en verano a cincuenta grados, con salarios de miseria (entre dos y tres euros la hora) y por descontado que ilegalmente. Como campesina que era, tampoco ahorraba calificativos a la mucha mierda de fruta y hortalizas que salen de ese lugar, tratadas y coloreadas con química varia.

Leo ahora que en las últimas elecciones generales los autóctonos de ese infierno de plástico (el 30% de la población es extranjera) votaron mayoritariamente (30,02% a Vox; 22,71% al PP; 16,54% a Cs.) a una derecha que abomina de la misma migración ilegal que ha ayudado a transformar un pueblo de 3.000 habitantes en una ciudad de casi 90.000.

Este hecho me ha recordado otro que viví en mi adolescencia, porque creo que fue la primera vez que vi una octavilla. En febrero de 1966 el entonces papa Pablo VI había nombrado obispo de Barcelona a Marcelo González, un sacerdote que provenía de Astorga y no había nacido en Catalunya, algo que desalentó a los sectores del clero autóctono que habían apoyado el Concilio Vaticano II. Recuerdo perfectamente el tamaño reducido y alargado de las octavillas que fueron esparcidas alrededor de la parroquia de mi barrio, y por descontado su texto: “volem bisbes catalans” (queremos obispos catalanes). Algunas semanas más tarde, sectores del régimen contratacaron con un cañí “como somos mayoría los queremos de Almería”.

Los almerienses no eran mayoría, pero sí uno de los colectivos de emigrantes más numeroso de Barcelona y su periferia industrial, imagino que algunos del mismo El Ejido o su comarca. Hay abundante literatura sobre las condiciones de vida de aquella emigración, en muchos casos no muy diferente de la actual, lo que duele más porque uno descubre las vueltas y revueltas que da la vida. 

fotograma de "La piel quemada"
Por eso me quedo con una película de la época, “La piel quemada” (Josep Maria Forn - 1967), que no sé si habrá envejecido bien pero creo que reflejaba parte de esa realidad de un modo entrañable, quizás buenista, como insultan ahora, pero con querencia de cohesión social, de reconocimiento mutuo.

Y este domingo las municipales…










Fuesen de donde fuesen, los obispos miraban hacia otro lado mientras sus párrocos metían mano a diestro y siniestro. El año pasado Els Pets dedicaron la canción “Corvus” a Pere Llagostera, que lo fue de Constantí (Tarragona) entre 1972 y 1999. Este personaje, ya fallecido, aprovechó su afición montañera para abusar de decenas de niños en los años setenta.







lunes, 6 de mayo de 2019

Roberto López San José


LOS SURES DE ROBERTO LÓPEZ SAN JOSÉ

Hace dos veranos Roberto me guasapeó que se había propuesto escribir un poema diario, así como el esfuerzo que le suponía. Lo curioso es que uno de sus guasaps, que hablaba de esas dificultades, me pareció en sí mismo un espléndido poema y así se lo expresé. Pese a que nuestros gustos poéticos difieren me lo reconoció.

Pues bien, hace ahora unos tres meses que Roberto presentó su primer poemario, “Dentro de este sur” (Ediciones Vitruvio), supongo que por lo menos parte de ese esfuerzo inspirador, y con esta entradilla quería decir que cuando uno tiene buen oído, algo esencial para escribir, sea o no poesía, la pelea con el texto es más una búsqueda de veracidad, de expresar lo que se quiere, que de la forma perfecta.

Roberto es veraz y tiene oído. Sus poemas nos hablan de sensaciones, transfieren imágenes vividas, sostienen un fondo ético que huye del sermoneo o del panfleto; sugieren, es decir, pretenden dejar el regusto que conduce al placer o a la reflexión.

Lo hace mediante una poesía muy elaborada. En su primera parte, “Dentro”, hasta se pasa de frenada, lo que en alguna ocasión le hace perder ese primer oído del que hablaba, aunque de pronto, como luego veremos, a Roberto le salga una canción. Una poesía que además de rehusar los signos de puntuación, prescinde casi siempre de los artículos, desordena voluntariamente las oraciones y acude a menudo al encabalgamiento y de vez en cuando a la rima suelta en asonante.

Tanto en lo estético como en lo que se refiere al contenido, yo me quedo con el último apartado del poemario, “Surco”, porque redondea los poemas, que ahora pueden leerse como pequeñas crónicas sin respiro, alguna vez con la sequedad rotunda de una noticia de prensa, ganando, siempre a mi gusto, en veracidad y contundencia.

Hay a lo largo del libro mucho sur geográfico y social, Mediterráneo en la primera parte, o sea, mucho mar y sol y cielos, a veces gozosos y otras devastadores, porque ya se ha vuelto imposible pasear por ese mar como si nada, aparte de nosotros, ocurriera.

Acompañado por textos del Quijote, recorre luego a sures diversos, Tijuana, Veracruz, Honduras, el Magreb, Camerún...y convierte al surco en la frontera metafórica que nos separa de nuestro propio pasado (“de oriente medio/ la escritura/ de África/ nosotros/ todos venimos de ahí/ se puede comprobar con los adn/ eso nos dicen”).

Resumiendo, un libro recomendable que mejora a medida que crece hasta alcanzar y dejar unas decenas de poemas excelentes.

Entre ellos he elegido estos cuatro de sus distintos apartados que inicio con la canción de la que hablaba antes, que a mi me recuerda algunas de las que nos dejó el gran Agustín García Calvo.


Rodalquilar – V -
piedra porosa

tapia de patio cerrado pequeño

sin luces sin aire las hojas lloran

sin luces sin aire los troncos mueren

días sueño bajo techumbre
también porosa

patio cerrado al sol abierto al agua

el tiempo

patio que pesa
como el aire de esta mañana
va lenta
a lo lejos

con camiseta roja de tirantes

me pareciste tú
paseando por Koroni

tal vez por su andar sosegado

tu recuerdo es de un rojo
más intenso que tus labios y sí
me gustarías que estuvieras
aquí conmigo

aunque nos separe el mar o las rocas
impidieran besarnos

aunque mirara simplemente
el caminar altivo de tu espalda
municipio de Juan
Rodríguez Clara
del estado de Veracruz

personas vestidas de negro
encapuchadas
bajaron de un vehículo rotulado
de policía

portaban armas largas
interceptaron a balazos
un camión de migrantes
mataron una mujer
hirieron un niño y dos adultos
y luego huyeron

así lo declaró
una sobreviviente
a la agencia france press

bajo anonimato

huyó de Camerún
embarazada de tres meses

en furgoneta
en moto
en una pick up
en un camión
en un bus

también a pie
muchas jornadas
con otros hombres
y otras mujeres

intentó pasara Ceuta ocho veces
en una zódiac

a la novena lo consiguió

con su tripa de seis meses
remando y achicando agua
por pagar menos euros

eso dice un domingo en El País

cuando nazca su hijo se llamará
David
porque su salmo veintitrés
dice en la biblia

aunque atraviese
un valle de tinieblas
no temeré ningún mal
porque tú vas conmigo


Como Haití es ahora mismito uno de los “sures” sociológicos más olvidados del mundo, he buceado en su música más reciente y encontrado a la señora Moonlight Benjamin. Exiliada en Francia, magnética y fascinante, he escogido esta canción de su último disco, mezcla de rock y ritmos criollos con estética vodoo.

Leo en los créditos que Benjamin musica textos de poetas haitianos, así que también acompaño enlaces relativos a dos de ellos: Georges Castera y Frank Etienne.
https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2010/12/2589-frank-etienne.html






lunes, 22 de abril de 2019

Elecciones


ELECCIONES


Creo que ya es la tercera vez que recurro a León de Aranoa, pero cuanto más leo su libro de micro relatos más cosas me sugiere. En este caso me sirve parte de su cuento “Posturas” porque me parece que describe la tendencia al cainismo ancestral de la izquierda.

Como estamos en el largo periodo de reflexión electoral, que cada cual saque sus conclusiones y vote, vote, vote!!!


qué buenas eran las portadas
de Hermano Lobo


Los partidarios del No aparecieron en grupos pequeños. Silenciosos, enfadados, tan seguros de sí mismo como suelen. Los seguidores del Tampoco llegaron después, respaldando a los anteriores con su presencia redundante. Los del Nunca adoptaron las actitudes más radicales. Desplegaron pancartas y convicciones ante la perpleja mirada de los que postulan el Puede, con su amplio margen de duda y su puerta siempre abierta. Cerca, los del Depende, reciente escisión causalista de los anteriores, obtuvieron, como tantas veces antes, el beneficio de la duda. Mientras, los partidarios de Tal vez, antes Quién Sabe, hacían gala de su tradicional indecisión a la hora de posicionarse.”
(de “Posturas” relato incluido en “Aquí yacen dragones” de León de Aranoa)



No sé por qué razón he asociado el blog a la canción que da nombre al último y más maldito disco de Veneno, “El pueblo guapeao”, con ese final un tanto caótico que rompe su cadencia de himno, pero me sigue pareciendo estupendo el casamiento que anuncia a su mitad: 
¡ Salud y libertad !




domingo, 7 de abril de 2019

Testigos


TESTIGOS

De vez en cuando, principalmente los domingos, siguen recorriendo el barrio los Testigos de Jehová, normalmente en parejas, a veces en grupo. Se les identifica con facilidad porque visten como en las películas de los años setenta. Ellos con trajes de factura sencilla, con pinta de haberlos heredado de padre o hermano mayor; ellas con falda por debajo de la rodilla y gabardinas de colores pardos.


A veces les sorprendes merodeando los porteros automáticos con gesto semi clandestino, intentando aprovechar la entrada de un vecino para colarse en el inmueble a distribuir el “Atalaya”. No siempre fue así, porque antes era algo, solo algo más fácil acceder a los pisos.


Pues bien, en mi familia había una testigo de jehová. Vivía en uno de los “Nou barris” de Barcelona, y allí íbamos de cuando en cuando de “visita” siendo yo niño, una costumbre que se ha ido perdiendo. En al ambiente supremacista del nacional-catolicismo, ser testigo de jehová era ser una apestada, pero principalmente, hoy más, una ignorante. De modo que lo normal era cumplir la “visita” y burlarnos el resto del día de las “majaderías” que argüía.

Muchos años después volví a toparme con ellos. Había dejado de jugar a fútbol y el partido semanal de futbito no me llenaba, de modo que cuando Joan C. me invitó a compartir “pachanguitas” los fines de semana le dije que sí.

Tenía y tengo un gran aprecio por Joan C., no solo porque había sido mi primer compañero de pupitre, sino porque frecuentaba como yo el formidable chaflán del bar Oller. Por aquel entonces, primeros años ochenta del pasado siglo, sabía que trabajaba de ayudante de cámara con los mejores directores catalanes y creo que se ganaba bien la vida.
la maravillosa terraza del bar Oller en la actualidad

Ya en el primer partido noté que el grupo de amiguetes de Joan era un tanto peculiares. Además de ser de edades muy diferentes, pero principalmente jóvenes, únicamente jugaban entre ellos, rechazaban cualquier tipo de choque físico, no protestaban, algo difícil en el fútbol, y apenas celebraban los goles, fueran hacia uno u otro lado. A las dos citas ya supe que se trataba de un grupo de testigos de jehová y Joan, sin ningún tipo de proselitismo, me confesó que había dejado el cine porque solo le proponían películas eróticas contrarias a su moral. En el tiempo que duró mi relación con el grupo, más o menos un año, ni Joan ni nadie me habló o invitó a acto alguno relacionado con sus creencias, de modo que tengo un recuerdo positivo de aquellos chavales que hacían del fútbol un deporte de salón lleno de actitudes respetuosas, casi afectivas.

Vi a Joan por última vez a inicio de los años noventa. Yo ya vivía en Bilbao y me lo encontré casualmente cerca del Arco del Triunfo en una visita a Barcelona. No había vuelto al cine. Por entonces se dedicaba a vender telefonía móvil como se hacía entonces, pateando calles y dando el coñazo por las casas. Era evidente que andaba mal económicamente pero parecía seguir firme en sus creencias.

Por razones profesionales volví a saber de los testigos de jehová resolviendo jubilaciones de personas afectadas por la amnistía de 1977. Mucho antes de que la objeción de conciencia se propagara, los testigos de jehová se comían un montón de años de cárcel porque se negaban a empuñar un arma, así que nadie podía ni puede darles lecciones de pacifismo...

También he leído hace unas semanas que una chica joven pero mayor de edad rechazaba una transfusión de sangre por ser testigo de jehová, una cuestión, la del “fanatismo religioso”, que desarrolla mi admirado Ian McEwan en uno de los últimos libros, “La ley del menor”, pero al revisar mi relación con esa gente que se pasa los domingos intentando colarse en los inmuebles para ganar adeptos a cambio de la vida eterna, he de decir que no me parece ni peor ni mejor que la que haya podido tener con maoístas, católicos o ultraliberales, cada uno con su fanatismo a cuestas, pero sobre todo, con su incoherencia, algo que nunca pude reprochar a mi amigo Joan C. ni a aquella banda de extraños futbolistas en todo el tiempo que les traté.


Como quería compartir a la maravillosa Bettye Lavette desde hace tiempo y no se me ocurría nada sobre testigos, he aquí esta versión de una canción que Robert Plant (Leed Zepelin) dedicó a un hijo que falleció a los cinco años de edad, "All my love", que ella revaloriza significativamente.




lunes, 25 de marzo de 2019

El pasado



EL PASADO VALE DIEZ EUROS


Alentado por el calentón que la curia parece haber cogido con el tema de los abusos en la iglesia católica, incluida la congregación de la que fui alumno, los hermanos maristas, estos días he estado repasando “archivos” y memoria para ver si podía poner mi granito de arena en el pifostio (aprovecho para reivindicar esta palabra para que la RAE la incluya en su diccionario).

La iglesia de los Maristas de Barcelona
Han pasado ya cinco años desde que publiqué un blog que tenía precisamente ese título, “Abusos”, motivado por la presencia de un presunto “abusado” en la portada de una revista. (https://charlievedella.blogspot.com/2013/05/abusos-durante-varios-meses-de-un-curso.html ).

Pues bien, tenía interés en localizar al fraile del que hablaba allí, ya que en su momento recurrí a unas siglas supuestas porque no conseguía recordar su nombre exacto, de modo que, tras repasar el libro de escolaridad, que conservo entre otras antiguallas, y comprobar que allí aparece el nombre y apellidos de directores y similares pero no de los tutores, recurrí al recurso de darme un paseo por internet.

Es este un medio a veces temerario, ya que te enfrenta al inexorable paso del tiempo, léase, a comprobar que parte de tu pasado yace ya bajo tierra. También, de vez en cuando a que ese pasado ha perdido todo interés, si es que lo tuvo alguna vez.

La navegación no me condujo al acosador pero sí a múltiples fotos del patio principal del colegio, de la iglesia a la que otro fraile calificaba de “mamarracho” arquitectónico, aunque parece que en su edificación participó Gaudí de un modo subalterno y la wiki habla de “bello ejemplar neogótico”. 

También estaban allí las instantáneas que se nos hacía del grupo una vez al año, en una especie de escalera de cuatro o cinco filas y obviamente en blanco y negro.

Curso 1960-61

Me llevé un susto cuando comprobé que en las dos primeras fotos aparecían compañeros con los que había compartido clase más de una vez en los once años que fui alumno del colegio. Me busqué sobresaltado pensando que en una de ellas debía estar yo, pero no. Teniendo en cuenta que cada curso solía contar con tres grupos, A, B y C, y creo recordar que alguna vez hasta cuatro, las instantáneas correspondían a otra letra del mismo curso. Pinché de nuevo pensando en la posibilidad remota de haber saltado a la tercera fila (por mi estatura nunca logré pasar de la segunda), pero no era así. Fue entonces, sorprendido, cuando vi que la correspondiente al curso 1960-61 se ofrecía en una web de compra y venta por diez euros.

Supongo que quienes no creemos en otra vida conservamos objetos e imágenes de nuestros antepasados pensando en una especie de extraña trascendencia, quizás con la vaga esperanza de perdurar nosotros mismos. Pero no siempre es así. Imagino esas fotos del grupo de los maristas en manos de alguien que abre un álbum y contempla un pasado incomprensible, una imagen obsoleta, un objeto inservible, algo de lo que simple y llanamente puede sacar diez euros, el pasado.

Como dice Rodrigo Rato: es el mercado, amigo, es el mercado…


Aunque leo en la wiki que la canción de 1961 fue ”Toosing and turnin”, que no conocía, me quedo con “Please Mr. Postman” de las Marvelettes, también número 1 en diciembre del mismo año y poco más tarde versionada por los Beatles.




miércoles, 13 de marzo de 2019

De solos y riffs


DE SOLOS Y RIFFS

El éxito clamoroso del blog dedicado a la gramola, batiendo el récord de visitas (850 en menos de una semana), más o menos las que reciben muchas blogueras en apenas 5 minutos, pero para mí un auténtico bombazo, me anima a reincidir en lo musical.

Me lleva a ello, además, la invitación de mi amigo Trespa, asesor musical esporádico del blog, a contemplar la lista de riffs y solos de guitarra que el mítico promotor Gay Mercader ofrecía en “El Periódico” este mismo mes (https://www.elperiodico.com/es/ocio-y-cultura/20190305/solos-riffs-guitarra-rock-gay-mercader-7337663).

Como erudito que es, mi amigo dice coincidir en un 90% con la elección. Yo tengo que confesar que había cinco canciones que no conocía y otras tantas que tenía olvidadas, entre ellas “Savoy truffle”, nada menos que de los Beatles, una herejía para alguien de mi edad y de mi cultura sentimental que solo excuso porque pertenece al disco blanco, el más desconocido y hace poco recuperado del grupo.

El riff, también llamado “ostinato”, es un recurso musical que la wikipedia considera término derivado de “rhythmic figure”, consistente en una especie de estribillo instrumental, es decir, de un motivo que se repite a lo largo de la canción. De los “solos” no creo que haga faltar decir nada.

Y bien. Un vez he rellenado mis lagunas acudiendo estos días al consejo de Gay Mercader, tengo que decir que la selección me parece francamente buena, aunque siempre se podrían incluir otros tantos solos y riffs sublimes. Yo he echado a faltar uno especialmente, “Jessica” de The Allman Brothers Band, que acompaño en una interpretación de 1982. Por cierto, hace unos años escuché una apabullante versión de Raimundo Amador en las fiestas de Areatza.

También me he atrevido a incluir una cosa algo más moderna, que espero le guste a mi amigo Trespa, si es que no la conoce, que casi seguro que sí, porque para mí incluye uno de los solos más bellos de los últimos tiempos: “Imposible germany”, de Wilco.

Como agradecimiento a su apoyo al blog y por merecimiento propio introduzco también la que más le ilusionó de la selección de Gay, “Shakin all over”, de Johny Kid and the Pirates, y “All right now', de Free, por recordármela.

¡Joder, que empacho de buena música…!