martes, 28 de mayo de 2013

LHASA DE SELA

La cantante Lhasa de Sela falleció hace tres años. Supe de ella haciendo zapping a mediados de la pasada década. Creo que fue ETB1 la que programó el concierto que dio en directo en el festival Un mar de música de Cartagena en 2004 y me hice enseguida con sus dos primeros discos, pero no conocía esta delicia, “La escala de Richter”, que grabó junto a Vincent Delerm en 2005 y acabo de descubrir husmeando en spotify. Paso la conexión con spotify y youtube: Lhasa – L'échelle de Richter http://youtu.be/vxuI3haSKTI
Para los que no la conocían he rescatado el bellísimo obituario que le dedicó Carlos Galilea.



Lhasa de Sela, la voz de un ángel errante

Se llamaba como la capital del Tíbet. El nombre de Lhasa se le ocurrió a su madre cuando la pequeña había cumplido ya cinco meses: mientras leía el Libro tibetano de la vida y la muerte pensó que era el idóneo para aquel bebé muy sonriente y con los ojos algo rasgados.

La cantante y compositora falleció el 1 de enero en su casa de Montreal, a consecuencia de un cáncer. Tenía sólo 37 años. Hija de un profesor y escritor mexicano y de una fotógrafa estadounidense, Lhasa de Sela pasó su infancia recorriendo carreteras de México y Estados Unidos en un viejo autobús escolar convertido en el hogar de dos adultos, cuatro niñas, tres gatos, un loro, dos tortugas y un perro. Sin televisión. Ni electricidad ni agua corriente ni teléfono. Las pequeñas leían todo el tiempo y por la noche organizaban espectáculos.
Lhasa nació cerca de Woodstock (Nueva York), en 1972, y vivía desde los 19 años en Montreal (Canadá), donde llegó para estar con sus tres hermanas, que estudiaban en una escuela circense. Ya había despertado el interés de los medios musicales con su premiado disco La llorona (1997), al que seguirían The living road (2003) y Lhasa (2009), tras pasar un año en el sur de Francia en el pequeño circo en el que trabajaban sus hermanas, una como payaso; otra, funambulista, y la tercera, contorsionista y acróbata.
Creció escuchando a Violeta Parra, Chavela Vargas, Billie Holiday, Amália Rodrigues, Maria Callas... Siempre le atrajo la música triste, confesaba. El crítico británico Charlie Gillett comentó que, de haber tenido Nico y Leonard Cohen una niña en la década de los setenta, hubiera sido Lhasa.
En Montreal, acompañada por el guitarrista y productor Yves Desrosiers, Lhasa actuó durante cinco años en bares como Le Quai des Brumes o Les Bobards. Lugares ruidosos en los que cantaba con las manos en los bolsillos y los ojos cerrados para un público que bebía y hablaba. Lo explicó en una entrevista para EL PAÍS: "Me dije que no podía enojarme con ellos porque no tenían obligación de escucharme. Era yo quien tenía que hacer que quisieran escucharme de verdad y no por cortesía".
Según ella, cada canción surgía de una chispa y ya venía en un idioma determinado: español, inglés -las lenguas de mamá y papá- o el francés de la ciudad que la acogió. Sus composiciones se escuchan en la película de John Sayles Casa de los Babys, el documental de Madonna o la serie Los Soprano, y suenan a chanson francesa, folknorteamericano, blues, ranchera... Escribía frases como "tuve que quemarme p'a llegar a tu lado" y contaba en sus conciertos la historia de su abuelo libanés, que se escondió en un barco con destino a Marsella para huir de un padre que no lo quería. De La confesión ("Me siento culpable porque tengo la costumbre") aseguraba que tardó meses en comprender que se trataba de una fantástica explicación sobre la culpabilidad y cómo librarse de ese terrible sentimiento. Y Lhasa no quería sentirse culpable nunca más.


sábado, 18 de mayo de 2013

CINEMA TOGNAZZI

El cinema Tognazzi está en Cremona, a apenas 100 metros de la Piazza Roma, en el centro de la ciudad. El nombre me pareció entrañable y el edificio tan o más merecedor de una foto que la catedral y su campanile, el más alto de Italia, porque estos sobrevivirán al tiempo, pero no ocurrirá lo mismo con el cine. Rodeado de hasta doscientos talleres de luthiers que construyen violines siguiendo la tradición de Antonio Stradivari, natural de Cremona, la cata arqueológica nos descubrió un vestíbulo sucio y cristales polvorientos. Los últimos carteles anunciaban un espectáculo teatral dedicado a los Beatles en 2011. Según parece el cine dio ese año sus últimas bocanadas y ahora espera su derribo o conversión en un uso más adaptado a los tiempos que corren.



Quien haya nacido entre 1940 y 1980 se acordará de Ugo Tognazzi. Su cara está tan ligada al cine italiano de la época, principalmente a la comedia, como las de Nino Manfredi, Alberto Sordi o Vittorio Gassman. No sé si su ciudad natal le dedicó el cine o el negocio era suyo, pero si los santos Imerio y Omobono tienen su estatua en el pórtico de la catedral, este “santo” laico también se merecía un homenaje. ¿O no?

Para interesados en la arqueología urbana y nostálgicos en general, nada como el blog http://barcelofilia.blogspot.com.es/ dedicado a la de la capital catalana, con espacios dedicados a tiendas, bares, discotecas, mobiliario urbano etc, etc, etc., y la foto y la historia de 89 cines. Escarbando en internet  se encuentra multitud de coleccionistas de entradas, programas etc… de todo el mundo.

lunes, 13 de mayo de 2013

Abusos


ABUSOS

Durante varios meses de un curso de principios de los años sesenta del pasado siglo, el hermano L.A., uno de los frailes más jóvenes de la congregación, se metía con C.M. y M.T., dos alumnos especialmente brillantes, en un aula del colegio de los Maristas de Barcelona durante la hora posterior a la comida. El hermano L.A. cerraba el aula a cal y canto y allí pasaba un tiempo secreto con dos alumnos que tenían entonces once o doce años de edad.

Entre los compañeros, principalmente entre los más mayores, se corrió pronto que se “metían mano”. Era sabido que el hermano L.A. era un sobón. Quien más quien menos había sufrido sus toqueteos el día de su cumpleaños, fecha que aprovechaba para hacerlos pasar como muestras de cariño.

Pese a una inocencia mayoritaria que ignoraba casi todo sobre sexo, abusos, pederastia, entre los alumnos de curso se pensaba que M.T. sentía alguna inclinación “malsana” por C.M., y que ambos mantenían una relación “extraña” que el hermano L.A. convertía en un triángulo aparentemente “perverso”.

Con el rumor bastante extendido, el hermano L.A. convocó a una decena de alumnos en la misma aula que les servía de lugar de encuentro furtivo. Cerró la puerta con el pasador y tras una introducción sobre el pecado de la maledicencia empezó un incisivo interrogatorio.

Creo recordar que yo fui el primer interpelado. El hermano L.A. quería saber el contenido y la extensión de los rumores que habíamos propagado, pero no lo consiguió. En aquel tiempo era difícil que su presión pudiera vencer al miedo a aparecer como chivatos ante los ojos de nuestros compañeros. De modo que uno tras otro lo negamos todo. Al acabar el interrogatorio sin ningún resultado, el hermano L.A., con una voz especialmente severa, nos amenazó con tener que tomar medidas, que incluían la expulsión del colegio, si no dejábamos de hablar de su relación con C.M. y M.T.

Nunca volví a tratar el tema con los compañeros con los que compartí el episodio. Ni siquiera cuando el fraile desapareció al año siguiente. Creo que, o bien fue trasladado porque el asunto llegó a trascender entre sus superiores, o él mismo pensó que lo mejor era poner tierra de por medio antes de que las cosas se complicaran. El caso es que nunca más volvimos a saber de él.

Hace más o menos un año El País Semanal publicó un artículo sobre directivos de las grandes empresas del Estado. Entre esos grandes ejecutivos figuraba M.T., uno de los dos alumnos que habían protagonizado aquel lejano y lúgubre incidente, lo que lo reavivó en mi memoria. Durante algunos días pensé en la posibilidad de localizarle y preguntarle directamente qué es lo que realmente ocurría en aquel aula. Lo consulté con personas allegadas y me hicieron desistir.

En la foto del semanario, M.T. aparecía elegantemente vestido y rodeado de flamantes ejecutivos, y de acuerdo con los parámetros estándar del periodista era uno más entre un colectivo de triunfadores, pero supongo que en más de una ocasión habrá repasado lo sucedido en aquel tiempo y deseado borrarlo de su currículo íntimo y personal.

No sé absolutamente nada de su evolución, ni de la de C.M., ni mucho menos de la del hermano L.A. Si sus superiores no le apartaron de la profesión religiosa o él mismo se dio cuenta de que aquel no era el mejor camino, seguiría toqueteando y abusando de decenas o cientos de niños durante años.

Mientras en Irlanda, Australia, Estado Unidos o Alemania se han abierto cientos de procedimientos judiciales e investigaciones parlamentarias sobre abusos continuados en establecimientos religiosos a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, en el estado español solo hay un pequeño goteo de denuncias personales. Por alguna razón que se me escapa, parece un tema que no se quiere afrontar de forma colectiva.

lunes, 22 de abril de 2013


CICATRICES

Es casi un tópico literario hablar de las cicatrices que te va dejando la vida, pero ¡ostras!, cuando uno llega a cierta edad es que es verdad. No me refiero a las cicatrices metafóricas, sino a los costurones con sus puntitos a uno y otro lado de la herida, con el buen o mal acabado que le dio el médico de urgencias.

Tengo una pequeña cicatriz en la parte posterior del muslo derecho, cerca de la rodilla. Me la hizo un compi de los maristas de Barcelona cuando tenía siete u ocho años. El capullo me rajó la piel con la hebilla de una de sus sandalias. Aunque el corte fue relativamente profundo, el fraile encargado de la enfermería no consideró conveniente cosérmela.

Un sábado por la noche de mis diecinueve años me senté de paquete en la bultaco de uno de mis mejores amigos con la esperanza de comernos el mundo y acabé en el Perecamps. No se me ocurrió otra cosa que meter el tobillo en los radios de la rueda trasera. Un médico en prácticas salvó mi tendón de Aquiles y una “prometedora” carrera futbolística con diecisiete puntos de factura desigual. A veces, cuando cambia el tiempo, aún siento un débil cosquilleo en la costura.

Hace unos cinco años, cepillando el suelo de la terraza de casa como todos los años cuando se acerca el verano, me rajé el dedo pulgar con el trozo cortante de una maceta rota. Es la última de mis cicatrices físicas, constatables, las que sirven para identificar el cadáver de un desconocido y solo un forense meticuloso puede descubrir.

Así que es verdad. Las cicatrices del cuerpo son, además de accidentes orográficos, hojas de un calendario íntimo: en la infancia fue el juego; en la adolescencia, la fiesta; en la madurez, mantener la propiedad.


domingo, 21 de abril de 2013


EL TÍO QUE LES HACÍA LAS PORTADAS 
A LOS PINK FLOYD

Hubo un tiempo en el que la portada de un disco de vinilo era una pequeña pieza artística a coleccionar. Storm Thogerson, fallecido la semana pasada, perteneció al grupo Hipgnosis, el nombre de un colectivo que, hasta su desaparición en 1983, diseñó algunas de las mejores portadas de los años sesenta y setenta del pasado siglo.
Hipgnosis y el propio Thogerson, ya separado del colectivo, trabajaron para conjuntos y solistas punteros, como Alan Parsons, Led Zeppelin, Al Stewart, Peter Gabriel o Pink Floyd. Yo he podido conservar como oro en paño algunas de esas reliquias y sus sorpresas interiores (el LP Wish you were here, de Pink Floyd, por ejemplo, contenía una tarjeta postal en su interior), auténticas obras de arte, generalmente de carácter onírico y surrealista. 

sábado, 13 de abril de 2013

EJECUCIÓN

La Cadena Ser ha publicado un cortometraje en apoyo a la lucha ciudadana contra los desahucios. Está protagonizado por Laura Domínguez y Carlos Serrano. Es una producción colectiva de Audiovisual Working Class.

Hay que pinchar en el enlace que está debajo de la imagen.











http://www.cadenaser.com/espana/articulo/23ejecucion/csrcsrpor/20130413csrcsrnac_1/Tes

martes, 2 de abril de 2013


EL SEMÁFORO

Hay un semáforo de peatones en una de las dos avenidas que circundan el hospital de Valdecilla cuyo rojo dura más de setenta segundos. Creo que, si no lo hace ya, merece figurar en el libro Guinness de los récords como ejemplo de exceso locomotor. Tiene sus ventajas (romperte el ritmo endiablado que damos a nuestras vidas) y desventajas (es un horror presenciar el vendaval de vehículos que pasa por tus morros).

Una de las primeras enseñanzas en los centros de preescolar es que los chiquitines aprendan a esperar, pero pese a semejante entrenamiento es algo a lo que, ni ya adultos, parecemos acostumbrarnos. Aunque lo esperado sea una noticia o un hecho no deseado, aguardar nos inquieta e irrita. En las salas de las consultas del tipo que sean veo a gente nerviosa, dispuesta a alborotarse cuando cree que la espera se convierte en “plantón”, aunque sea por diez minutos de retraso. Para superar la incomodidad y la sensación de pérdida de tiempo yo recomiendo la lectura y la observación.

Pero volvamos a los semáforos. Desde un punto de vista gramatical los semáforos son paréntesis y las rotondas, que se postulan como alternativa sucesora, son puntos suspensivos. A veces vienen bien, pero hay otras que, si no hay contenido para rellenar el paréntesis, pueden convertirse en una pausa incómoda. Entre los semáforos para automóviles, detesto los que te obligan a parar en una cuesta. Creo que se debe al revival de mi primer examen de maniobras. Sí, la cagué en la rampa. No acerté con el embrague y el coche de mi autoescuela cayó a peso sobre el automóvil que me seguía. Desde entonces, cuando abordo un semáforo en rojo en una calle empinada, meto el freno de mano y pego un arrancón que se chupa media llanta. Otra de mis debilidades son los semáforos con rotonda incorporada, un extraño híbrido de reciente factura. Lo reconozco, nunca sé si prevalece el semáforo, el paso de peatones o las reglas de la propia rotonda.  Por cierto, el paso de peatones más conocido del mundo y de la historia, el de Abbey Road, nunca ha tenido semáforo. Los Beatles no eran de Ciudad Real, ni alcaldes de la localidad, como Rosa Romero, que en su primera legislatura se puso paso y semáforo para cruzar la Ronda desde la puerta de su casa. Faltaría más.

Todos tenemos semáforos aliados y semáforos enemigos, y también estrategias para esquivarlos si creemos que no nos convienen. Sé la forma de vadear el rojo del paso de peatones de la Alameda de Urquijo en la plaza de Indautxu o el intervalo que permite  cruzar la Gran Vía de Bilbao sin que te atropellen, pero un despiste o un mal cálculo puede darte un disgusto. Hace ya unos cuantos años una compañera de trabajo perdió al hijo que esperaba por esa imprudencia, así que no vale la pena arriesgar el futuro por unos segundos, y si hay niño o anciano a la vista el respeto al semáforo es ley divina, porque como pases en rojo éstos salen detrás de ti como posesos.

A menudo coincidimos con las mismas personas a un lado y otro del semáforo. Las conocemos de vista y sabemos si vamos bien de horario si las vemos a la otra  orilla del cauce que separa las dos aceras de una calle como todas las mañanas. Con el paso del tiempo echamos de menos a personas a las que hemos frecuentado en un paso de peatones durante años. Son personas anónimas, como nosotros para ellas, de las que solo sabemos que tienen un horario parecido al nuestro. Algunas se han jubilado y cambiado de horario, de domicilio. Quizás han muerto. Alguien también nos echará de menos cuando dejemos de atravesar ese paso de peatones, sea cual sea nuestra propia circunstancia.

Joan Margarit aprovechó el artilugio para uno de sus poemas más bellos y románticos; uno de mis favoritos:
LA NOIA DEL SEMÀFOR
Tens la mateixa edat que jo tenia
quan començava a somiar a trovar-te.
Encara no sabia, igual que tu
no ho has après encara, que algun dia
l´amor és aquesta arma carregada
de soledat i de melancolía    
que ara t´està apuntant des dels meus ulls.
Ets la noia que vaig estar buscant
tant de temps quan encara no existies.
I jo sóc aquell home cap el qual
voldràs un dia dirigir els teus passos.
Però llavors seré tan lluny de tu
com ara tu de mi en aquest semàfor.

LA CHICA DEL SEMÁFORO
Tienes la misma edad que yo tenía
cuando empezaba a soñar en encontrarte.
Entonces no sabía, igual que tú
no has aprendido aún, que llega el día
en que el amor es este arma cargada
de soledad y de melancolía
que está apuntándote desde mis ojos.
Tú eres la muchacha que busqué
cuando aún no existías.
Y yo el hombre hacia el cual
querrás un día dirigir tus pasos.
Pero estaré tan lejos de ti entonces
como estás tú de mí en este semáforo.

 (el poema está traducido al castellano por el mismo Joan Margarit)

jueves, 21 de marzo de 2013



UN HOMENAJE A JERRY LEWIS

Yo lo he descubierto ayer mismo gracias a Almudena Grandes. Es un homenaje a la escena preferida de una de mis hijas, la de la máquina de escribir, con Alfredo Anaya acompañado de una gran orquesta el 12 de junio de 2011. 

jueves, 14 de marzo de 2013


SOÑADORES…

Ayer repusieron Los Soñadores de Bertolucci en TCM Autor y añoré ser un joven capaz de cruzar el Louvre en poco más de 9 minutos. Se trata del homenaje del director italiano a una de las escenas de Bande à part, una de las películas emblemáticas de Jean Luc Godard y la Nouvelle Vague.

Para desengrasar, una canción del disco homónimo del también homónimo grupo francés de bossa nova-pop:  

viernes, 8 de marzo de 2013



EL METRO

La otra mañana, mientras esperaba la llegada del metro con un vecino del barrio, ambos nos dimos cuenta de que este medio de transporte, en el que no habíamos creído, ya ha cumplido la friolera de diecisiete años de edad.

Debo confesar que el proyecto me pareció en su momento un despropósito. Bilbao es una ciudad relativamente pequeña y con dificultades orográficas (atravesada por una ría y rodeada de montañas) lo que pronosticaba un coste demasiado elevado para las necesidades que cubría. No ha sido así. Es un medio sin perdidas que ha unido barrios y pueblos y ha reducido enormemente el tráfico rodado y sus consecuencias:   stress ciudadano, polución, accidentes… Así que, pese a incrédulos y agoreros, el metro de Bilbao se inauguró el 11 de noviembre de 1995.

La palabra metropolitano viene de metrópoli, de modo que podría decirse que toda ciudad con ese medio de transporte adquiere un status especial, una especie de certificado de cosmopolitismo.  Si a ello se une el plus de que la obra haya sido diseñada por un arquitecto con firma, en este caso Norman Foster, ¡bingo!

Una de las virtudes del metro de Bilbao es también uno de sus defectos: su pulcra modernidad. Para alguien que vive o ha vivido en una ciudad con metro de “toda la vida”, el metro de Bilbao, increíblemente libre de suciedad, pintadas, deterioro, un metro que parece que fue inaugurado antes de ayer, está falto de mugre histórica.

Construcción del metro de Barcelona
La nostalgia me hace recordar la línea 1 del metro de Barcelona, con sus paredes alicatadas en blanco y la variedad de las estaciones y accesos de su red. Es cierto, sufre un creciente desgaste, y sus ciudadanos no le guardan el respeto que se merece, pero entre este hecho y la frialdad de las estaciones de Bilbao, tan repetitivas, debería haber un término medio.



También me gusta el metro de Madrid. Por razones familiares recorro el itinerario que va de la estación de Avenida de América a Atocha, con sus dos transbordos, unas dos veces al año. No hay una estación ni un viajero igual a otro, y en las últimas décadas he visto colorearse su piel y multiplicarse sus lenguas y acentos. Es frecuente la llegada de algún músico o pedigüeño que vocea u ofrece la interpretación de un clásico para sobrevivir. Hay gente que lee, gente que solo mira, gente que llora. Recuerdo a una chica oriental llora que te llora en uno de esos viajes. A veces hago fotos indiscretas, sin permiso, que colecciono en una carpeta que llamo Viatjes (viajes), y otras pido  que posen. La chica de la foto cantaba “Gracias a la vida” en esa encrucijada de la línea circular. Parecía realmente feliz. 

Cantante en el metro de Madrid
A mí me hace feliz oír música mientras subes y bajas escaleras, mecánicas o no, y casi pasas miedo en andenes estrechos que te producen vértigo.

Cuando visité París por segunda vez a principio de los años ochenta me gustaba perderme en el metro y escuchar a los múltiples grupos de música, principalmente africana, que había en los pasillos. Era entonces algo casi insospechado en una Barcelona con la resaca de la dictadura.


Veinte años después, en otra visita con mis hijas ya adolescentes, presenciamos un percance que me emociona recordar. Un grupito de mujeres latinoamericanas intentaba bajar la escalera mecánica de una estación cercana a la torre Eiffel. Una de ellas, minusválida, usaba silla de ruedas y era ayudada por otra algo mayor. La silla se le escapó de repente de las manos y ambas rodaron escalera abajo. Fueron apenas unos instantes, pero creo que nunca olvidaremos el pánico impotente de su cara mientras caía y los gritos de angustia de sus compañeras. Cuando la atendimos después de bajar los peldaños de dos en dos y comprobamos que lo que pudo ser una tragedia solo era el susto con el que empieza un domingo soleado, la señora mayor se abrazó a mi mujer y ambas se echaron a llorar. Esta anécdota con final tan feliz, dos mujeres que se acaban de conocer dándose consuelo, me lleva a denunciar las barreras arquitectónicas en el metro, y aquí Bilbao, con una arquitectura moderna y adaptada, es un ejemplo para los viejos trenes, estaciones, pasillos, andenes y transbordos. 

Entre las cosas que he ido escribiendo a lo largo de los años me doy cuenta de que el metro aparece más de una vez y que, sin llegar a pensar que “un mapa del metro es como una mesa sinóptica, un dispositivo para los recuerdos” (“Un etnólogo en el metro” – Marc Augé), es verdad que esas referencias dan pistas sobre personas que conocimos, sucesos, estados de ánimo u obsesiones...

Creo que la primera reseña se dio en un poema de finales de los años setenta que habla de una tormenta de verano (“por más que este gris plomizo de Barcelona en junio os barra con un agua furiosa hacia las bocas de los metros”). El recuerdo del metropolitano de París,  aparece en “Avec le temps” ( “Andaba, recorría como un poseso los pasillos, las escaleras mecánicas, las rotondas llenas de rastafaris del metro, embelesado por los rostros, los cuerpos contundentes de mulatas venidas de países recónditos”) y en el mismo librito de factura artesanal le dediqué un relato entero, “Metropolitano”, en el que un viajero solitario aprovecha el medio para el trapicheo (“Cuando Foster diseñó el metro de Bilbao no podía imaginar la simultaneidad del tráfico de trenes con aquel nuevo transvase de mercancías ilegales”). En “Querido extraño”, un relato corto, una mujer que acaba de perder a su marido sueña que éste es empujado al vacío en una estación. Queda finalmente “Un gran alivio”, un cuento aún más breve, en el que un hombre se ve contagiado por el nombre del libro que lee otra viajera, “La nausea”. No en vano el metro, al que se accede por un boca, es lo más parecido a un aparato digestivo, aunque hay quien lo asocia a un anélido subterráneo.

Tras esta auto-publicidad gratuita veo obligado citar alguna que otra referencia metropolitana. Sin dar muchas vueltas al tema se me ocurre una peli con metro en el título, “Zazie en el metro”, de Louis Malle, basada en una novela de Raymond Queneau, y otra que empieza con la imagen de una boca de metro, “Ópera prima”, de Fernando Trueba. También creo recordar a Jean Pierre Leaud en algunas estaciones de París y a Patrick Swayze en Ghost, aprendiendo a comunicarse con los seres vivos en un andén. En las películas americanas, principalmente las rodadas en Nueva York, el metro es un elemento común y muy agradecido para persecuciones y otros avatares. No lo conozco, pero lo imagino lleno de tipos patibularios y graffitis. Por aquí también llegó la marea, no a Bilbao, claro está, pero sí a otras ciudades del Estado. En la red hay múltiples hazañas de grupos de chavales acicalando los vagones, como la que sale en este enlace, grabada en 2008 en la línea 5 de Madrid, con el My generation de los Who de música de fondo: www.youtube.com/watch?v=915NFC2usiY.

En el capítulo musical hay  un bloguero mexicano que ha recopilado varias canciones dedicadas a tan noble y popular medio de locomoción únicamente en distrito federal (http://kazbam.blogspot.com/2012/03/unas-canciones-sobre-el-metro-del-df.html), y yo me sumo a la colección con tres obras de cantautores y sus enlaces en spotify, por si place:  la primera es  simplemente explícita, “La bella y el metro”, de Serrat (Entre el infierno  y el cielo, galopando entre tinieblas, de la periferia al centro, del centro a la periferia; el metro Joan Manuel Serrat – La Bella Y ElMetro ) ; otra contiene una relación de estaciones del metro de Madrid en la voz entonces no tan cascada de Joaquín Sabina (…Tirso de Molina, Sol, Gran Vía, Tribunal, ¿Dónde queda tu oficina para irte a buscar? -Joaquin Sabina – Caballo De Carton);  y una preciosidad de Luis Pastor sobre amores y desencuentros, mejor con Bebe (No sé de qué compás te deslizaste y en qué estación de metro te perdí, no vi llegar al lobo y me avisaste, las tiendas se han cerrado para mí…” - Bebe – Aguas Abril (feat. Bebe)).

domingo, 24 de febrero de 2013

Passos interrompido por "Grândola Vila Morena"

EMOCIONANTE INTERPRETACIÓN DE GRÂNDOLA VILA MORENA, EL HIMNO DE LA REVOLUCIÓN DE LOS CLAVELES, EN EL PARLAMENTO PORTUGUÉS

miércoles, 13 de febrero de 2013

John Burnside


A PROPÓSITO DE JOHN BURNSIDE, 
POETA ESCOCÉS

Para aficionados y despegados me permito aconsejar la lectura de la poesía de John Burnside, aunque, como en mi caso, deba uno recurrir a su versión traducida.
Reconozco haber descubierto a Burnside en los últimos meses y gracias a un crítico fogoso, así que sigo la cadena.  
Nacido en Escocia en 1955, se trata de un poeta algo tardío (publicó su primer libro de poemas con 33 años), pero ya con ocho poemarios en el balance, además de un par de (dicen y seguro que lo son) espléndidos libros de memorias. Yo he tenido acceso a su obra a través de “Conjeturas y esperanza”, una antología de su obra poética entre 1988 y 2008.

Aunque luego aportaré alguna opinión personal, suscribo dos de las características de la poesía de Burnside que se apuntan en el prólogo del libro: la búsqueda de significados de las cosas de los que carecen aparentemente a través del lenguaje, y la capacidad, desarrollada como una verdadera patología, de asociar hechos, tiempos y experiencias como auténticas revelaciones (a Burnside se le llegó a diagnosticar de “apofenia”, una especie de paranoia que relaciona hechos con consecuencias aparentes).
Como nada más lejos de mis querencias poéticas que las revelaciones místicas, y pese a que la poesía de Burnside bordea terrenos metafísicos, su escritura parte de objetos y experiencias  cotidianas, principalmente las que se dan en inmuebles, barrios y paisajes periféricos. Con esos mimbres, y con la búsqueda de la palabra apropiada, es capaz de crear una nueva realidad en la que los personajes, las situaciones, los vivos y los muertos se superponen, comparten y reconstruyen sus vidas y vivencias en un ambiente sereno y cadencioso.  
A la belleza del libro colabora la reelaboración (mi bajísimo nivel de inglés me impide juzgarlo como traductor) de Jordi Doce, con el resultado de poemas de una pulcritud fonética y rítmica muy destacable.
Un último exceso, dos pequeños cortes para hacer boca:

…”traes a casa la serpiente que pensaste
tomaba el sol en una roca
a la orilla del río: grácil,
desgastada por la intemperie,
se mece y columpia en tus manos
igual que un músculo de luz,
y la doblas como una trenza
para que yo la admire”…
(de “Serpiente”)

“Bailaron menos de una hora, ella se fue
y cuando él regresó la mañana siguiente

las enfermeras le impidieron entrar.
Pienso en ella todos los días, sueño su piel,
y desde entonces sigo viniendo en coche, en el calor de agosto,
ya sin mi madre, y con mis donativos
comprados en la tierra: tarros de pepinillos,
pan envuelto en papel transparente.”
(de “El baile del manicomio”)


He rastreado las librerías virtuales y encontrado dos publicaciones en castellano: “Dones” Ed. Lumen y la citada "Conjeturas y esperanza” – Ed. Pre-Textos
y una en catalán: “El món imposible” – Eumo Editorial Sau  

Pero lo mejor es comprarse el libro. En poesía todo es empezar…

lunes, 28 de enero de 2013

El ascensor


EL ASCENSOR

Ascensor de Begoña - J.M.Lazkano
Esta semana han estado averiados los dos ascensores del edificio donde trabajo. Es un antiguo bloque de viviendas de la Gran Vía de Bilbao, reconvertido en sede administrativa, que conserva sus dos escaleras y ascensores, el de los señores que lo habitaron y el de la servidumbre que accedía a los pisos por la puerta de atrás.
Hasta hace muy poco el ascensor era un estimable valor añadido. “Se alquila o vende piso con ascensor”, se decía, como se anuncia hoy día que el piso tiene plaza de parking y trastero, o en zonas de clima bonancible “pista de pádel y piscina”, pero en la actualidad se da por hecho que todo piso en venta dispone del artilugio. Hasta llegar a ello, arquitectos e industriales han hecho virguerías para embutir un metro cúbico de ascensor en imposibles huecos de escalera, en algunos casos construyendo auténticos féretros verticales.
Cuando yo era niño el modelo de ascensor también distinguía la prestancia del edificio y el status de sus vecinos. Recuerdo el que había en la casa de un amigo de la infancia que vivía en la Diagonal de Barcelona. Tenía una estructura de madera que ascendía por un amplio espacio de reja metálica decorada con motivos modernistas. Desde la escalera que lo rodeaba, y a través de sus puertas de cristal biselado, se podía ver a los vecinos y hasta saludarles mientras subían. La botonadura, con el nombre de los pisos en relieve, era de un latón que el portero mantenía con un brillo impecable, y si mal no recuerdo el elevador disponía de un pequeño asiento abatible. Tal era la lentitud del vehículo y tan importante como lugar de encuentro. Creo que entonces no había tanta prisa y los vecinos aprovechaban la ascensión y la pausa en los rellanos para conversar, cotillear e intercambiar impresiones.
La casa donde viví de niño también tenía ascensor, repito, ascensor, porque solo se le podía llamar desde la planta baja o decidir destino en su interior. Era un ascensor de clase media, es decir, más funcional que aparente. A veces la puerta se quedaba abierta en nuestra planta, y mi madre, alarmada, gritaba a sus hijos que no nos asomáramos a aquel abismo de cinco pisos. Los ascensores eran entonces artefactos no exentos de peligro. No tenían tantos dispositivos de seguridad, y si se iba la luz o se averiaba y se quedaba entre dos pisos había que confiar en la amabilidad de algún vecino para que avisara a los bomberos o saltar al rellano con cuidado de no caer al vacío. Actualmente le das al botón de alarma y una voz te contesta por el interfono y te envía a los mecánicos en un santiamén.
Ascensor de Solokoetxe - J.M.Lazkano
En aquella época hubo bastantes accidentes, sea por caída libre o por aprisionamientos, con resultado de muerte o amputaciones.  Quiero recordar que en los años cincuenta o sesenta se mató de esa forma el hijo de un famoso futbolista del Barça, aunque, pese a las wikipedias y similares, no lo he podido confirmar. Quizá se trató de una leyenda urbana que los padres transmitían a sus hijos para que estos respetaran la prohibición de viajar solos. Sí es verídica la muerte accidental de un alto dirigente de la ONCE muchos años más tarde, un suceso que seguramente marcó un punto de inflexión en la seguridad de sus estructuras y maquinarias, obligadas desde entonces a rigurosas medidas de prevención e inspecciones periódicas. Pero el hecho más luctuoso del que tuve conocimiento fue la muerte de un compañero de colegio. Un día, al llegar a casa, un tío carnal que se había vuelto loco le empujó al vacío sin mediar palabra.
Otro de los peligros, mucho menos trágico, es que alguien descubra una parte de la intimidad que proporciona la soledad del trayecto. ¿O es que hay alguien al que no le han pillado nunca atusándose el pelo o pintándose los morros delante del  espejo de un ascensor? Pese a que lo habitual es que el paseo dure apenas unos segundos, parece que hay prácticas y sensaciones determinadas que no podemos aplazar. Por ejemplo: no hay respuesta científica a las ganas de mear casi irrefrenables que muchas personas tienen al entrar en un ascensor. Sí, claro, hay fluidos peores. Hace unos meses, en el ascensor del edificio que abre el texto, pulsé el botón de llamada y compartí espera con dos chicas en la planta baja. Al abrir la puerta nos dimos cuenta de que devolvíamos a una usuaria despistada a la estación de origen. Empujada quizás por la semejanza espacial de un ascensor con un retrete público, la tía se acababa de tirar un pedo de p…madre que desternilló de risa a mis compañeras de viaje y nos mantuvo en coma inducido durante varios minutos. Lo peor del caso es que la autora no se cortó un pelo. No paró de hablar durante los quince o veinte segundos que duró la ascensión, como si el olor nauseabundo no fuera con ella.
Hay otras veces en los que el ridículo es trivial y pasajero. Por ejemplo: el ascensor dispone de puerta de entrada y salida y permaneces unos segundos esperando a que se abra la de entrada cuando lo que quieres es salir. Si hay testigos es conveniente salvar la vergüenza con alguna broma, y si estás solo es cuestión de memorizar el procedimiento para no recaer.
 También puede ocurrir que estés despistado y salgas tres pisos antes de tu destino. En esos casos hay que hacer de tripas corazón y subir el resto del trayecto a pata, como si nada hubiera pasado.

Están, por fin, esos condenados ascensores que solo responden a la llamada del botón si la puerta está cerrada. ¿Quién no ha estado esperando que se obre el milagro y el ascensor no solo tenga memoria sino que además sea adivino?
Como expresa Vicent Andrés Estellés en apenas tres versos de “Coral romput” (*), una obra que no es un poema, sino una vida entera, el mismo ruido del ascensor tiene características fisiológicas, principalmente en los viejos edificios, con un tamaño más reducido y sin aislamiento.  Ese rumor puede invitarnos a revisar nuestras vidas, desde que en nuestra infancia y juventud anunciaba la llegada de familiares, amigos, novias, hasta que, padres de adolescentes, casi en vela, esperábamos que el ascensor llegara a nuestro rellano y oyéramos, por fin, la llave en la cerradura, y pudiéramos dormir por fin tranquilos.
Llegados a esta parte entrañable, nada mejor que acabar citando algún ascensor que marque estilo, y, con perdón para el de Santa Justa, en Lisboa, nada como los populares ascensores de Begoña y Solokoetxe, en Bilbao, parte también de la fisiología y la memoria de la ciudad, que un guipuzcoano, el pintor Lazkano, inmortalizó situándolos en un entorno mágico. Amén.


(*)”L´ascensor, l´ascensor, com un dolor d´estómac ara puja, amb un soroll de ferros, amb un soroll lentíssim, potser fisiològic” – “El ascensor, el ascensor, como un dolor de estómago, ahora sube, terrible, con un ruido de hierros, con un ruido lentísimo, quizás fisiológico”.

NOTA: he encontrado una versión entera de “Coral romput” en catalá http://idd007jc.eresmas.net/lletra-coral-2.html
y una copia del disco que Ovidi Montllor dedicó al poema http://www.youtube.com/watch?v=FD_dj19P85A
Bon profit.

sábado, 19 de enero de 2013


EL ÚLTIMO DISCO DE LUKA BLOOM MUESTRA SU BUEN ESTADO DE FORMA
This new morning nos devuelve al mejor Luka Bloom, un irlandés de 57 tacos con el nombre de una canción de Suzanne Vega y el apellido del personaje central del Ulises de Joyce.
Para  oír en Spotify :Luka Bloom – This New Morning

viernes, 4 de enero de 2013

POEMA SATÍRICO PUBLICADO EN NUEVA ALCARRIA
SOBRE NUESTRA EXCELSA MONARQUÍA


*En un anciano País* * existió una monarquía
 que comenzó en democracia
 y terminó en anarquía.
 En aquel reino reinaba
 una curiosa familia:
 un Borbón de nuevo cuño
 y una griega algo engreída
 que engendraron dos princesas
 y un príncipe en demasía
 por cumplir con la ley Sálica
 que consagraba la hombría.

 La cosa empezó a torcerse
 con las bodas de las hijas,
 algo ligeras de cascos
 y de moral distraída.

 La mayor, que era algo lela,
 pasó por la vicaría
 con un noble también lelo
 en la ciudad de Sevilla.
 Al poco tiempo parió
 un querubín de revista
que devino en gamberrete
 con escasa puntería.

 La segunda, buena jaca,
 se cameló a un deportista,
 que dejó a su antigua novia
 y se encoñó con la niña.
 De jaca pasó a coneja
 y cada año paría
 urdangarines de pro,
 chupones de dinastía.

 Y el principito heredero,
 cortejador de coristas,
 cayó por fin en el cebo
 de una artera periodista,
divorciada y con más mañas
 que la puta Celestina;
 pero falló en la preñez
 por seguir la dinastía
 pues en lugar de un varón
 paría niña tras niña.

 Pero empiezan los problemas
 y la cosa se complica
 por culpa de estos gañanes
 que, de nobleza, ni pizca.

 El noble rancio de Soria,
 bermudas y en zapatillas,
 paseaba por Serrano
 cual jocunda modistilla;
 circulaba en patinete
 con ignorante osadía
 saltándose a la torera
 direcciones prohibidas

 Y el Borbón mandó parar,
 se acabó la algarabía,
 suspendió la convivencia
 y se cargó una familia.

 El chico del balonmano,
 modelo de deportistas,
 se convirtió en un truhán,
 en un vulgar chantajista
 que,siendo duque de Palma,
 tuvo la necia osadía
 de estafar unos millones
 en tan reputada isla.

 Y el Borbón mandó parar,
 porque al duque sugería
 que se marchase del reino
 a ocultar sus fechorías.
 La justicia que no es lerda,
 apeló a su señoría,
 y es fácil que al señorito
 le caigan ciento y un días.

 El príncipe mientras tanto
 afronta esta travesía
 sin saber que el gran patrón
 prepara una felonía.
> Sin encomendarse a nadie
> se ha ido de cacería
> a la sabana africana,
> solito y sin la Sofía,
> sabiendo que a la llegada
> le esperaba mis Corina,
> rubia y jacarandosa,
> cortesana la más fina.
>
> A la mañana siguiente
> salieron de cacería,
> cacería de elefantes,
> que es una cosa muy fina.
> Parece ser que cobraron
> colmillos de gran valía,
> y a celebrarlo montaron
> una generosa orgía.
>
> El Borbón de las narices
> como un cosaco bebía,
> y apañó tan regia trompa
> que salió con alegría
> no a por rudos elefantes
> sino a trincarse a Corina
> que lo esperaba anhelante
> tras las leves celosías
> del bungalow colindante.
> Como al pendejo le ardía
> la cosa entre la entrepierna,
> pensando que ya subía
> al catre de aquella fiera,
> aceleró por la prisa
> y tropezó en un tablón
> y tropezó de tal guisa
> que se crujió la cadera
> y se le aflojó la picha.
>
> Al monarca, trastornado,
> llevan a la enfermería,
> y al ver que es cosa muy seria
> llaman a Cancillería
> para repatriar al bobo
> y salvar la Monarquía.
>
> Corina, desconsolada,
> triste, sola y compungida,
> se consoló con un negro,
> muy bien armado y sin prisas.
> Mientras, la consorte griega
> celebra Pascua Florida
> blasfemando porque el Rey
> la cuernea con Corina.
>
> Esta es la historia,señores,
> del reino de Picardía,
> donde los nobles y reyes
> ejercen con alegría
> un papel desvergonzado,
> las más torpes tropelías,
> mientras el pueblo se jode
> y no le encuentra salida
> a los más duros problemas
> de su aperreada vida.*

sábado, 15 de diciembre de 2012

LANDFILL HARMONIC

Sacando música de la basura en Paraguay.








miércoles, 28 de noviembre de 2012

EL LIBRO DE MEMORIAS DE AZNAR, DE MEAR Y NO ECHAR GOTA

Me han enviado esta cita del libro de memorias de Aznar ( que como es obvio no pienso comprar ni leer) y no me lo podía creer. Este tío no solo quiere pasar a la historia como estadista galáctico, quiere ser santa, como cantaba Ana Curra en Parálisis Permanente.

He aquí la cita: “La primera vez que supe que no era un ser humano corriente, lo recuerdo bien, fue cuando ETA voló mi coche conmigo dentro. Salí de allí, envuelto en llamas, y pensé: ¿cómo es posible que haya sobrevivido? Nadie se lo explicaba. Los médicos no encontraban una respuesta, tampoco mi personal de seguridad. A todo el mundo le pareció… milagroso. Esa noche soñé con Dios. Era una luz, no tenía rostro, pero sí voz. Me iluminó con su haz y me dijo: “Jose Mari, si te he salvado es porque te necesito vivo para que lideres a la humanidad”. Me dijo un par de cosas más, pero son personales. Aquella experiencia me cambió, por supuesto. Desde entonces soy mucho más humilde.”
  
 

miércoles, 21 de noviembre de 2012

BENEDETTI Y QUINTÍN CABRERA DE NUEVO DE MODA

Sr.Ministro ¿de qué se ríe?



domingo, 4 de noviembre de 2012

LA CONDICIÓN MECÁNICA 

Un artículo de Anthony Burgess aparecido en 1973 mantiene una actualidad insultante para opinólogos contemporáneos.
Publicado por Babelia el pasado 27 de octubre corre por las redes por su apabullante clarividencia. 

La totalidad del texto se puede leer con el siguiente enlace: http://issuu.com/mvillar2/docs/la_condici_n_mec_nica_de_anthony_burgess

Algunos aperitivos:
..."Uno de los eslóganes del superestado de George Orwell en 1984 es: "La libertad es esclavitud". Se puede interpretar como que la carga de tener que tomar uno mismo sus decisiones es, para muchas personas, intolerable. Estar atado a la necesidad de decidir es ser esclavo de la propia voluntad"...
..."Los ministerios de la guerra pueden pensar en términos de muertes masivas, mientras que el hombre medio puede aspirar, como mucho, a soñar con matar a su jefe".