jueves, 19 de febrero de 2015

UNA VERSIÓN LUMINOSA DE I´M IN THE MOOD FOR LOVE
 P`ALEGRAR EL FIN DE SEMANA

"I´m in the mood for love"  es una de las canciones más versionadas de la historia, Frank Sinatra, Paul Anka, Brian Ferry, Louis Amstrong, Rod Stewart, Sam Cooke...jazz, soul, reggae, decenas de variables...

Ya hablé de esta versión del cantante de Jay Kay, el cantante de Jamiroquai, con la banda de Jools Holland en un relato, pero no me cansa. Más que perfecta para levantar el ánimo. Salud!!!


lunes, 16 de febrero de 2015

EUGENI GAY, PREMIO NUEVO TALENTO FNAC, EN BILBAO

Eugeni Gay Marín (Barcelona - 1978), hijo de nuestra amiga Isabel, expone en FNAC-Bilbao como premio Nuevo Talento de fotografía 2014. Aunque es una exposición demasiado breve para conocer mejor el sentido de su última obra, que también obtuvo el Premio revelación de la SAIF 2014 en Arles (Francia), sí desvela la elección original del contenido (la Isla del Sol, en el lago Titicaca) y del punto de vista (encuadre y uso del color).


Estará hasta el 28 de febrero, así que hay tiempo para acercarse a FNAC. 

martes, 10 de febrero de 2015

LA NEVADA

Hacía tiempo que la nieve no cuajaba en Bilbao y sus cercanías, y la gente se ha llenado de entusiasmo y ha llenado las calles y los balcones de cámaras fotográficas para inmortalizar el momento. 

Pues bien, a la constatación de que veo difícil una instantánea potable de una nevada sumo mi alergia a producto tan gélido y pastosete. Creo que fui el único habitante de la ciudad que no tiró de móvil, ni disfrutó pisándolo. 

La Diagonal de Barcelona en la nevada de 1962
Casi siempre ha sido así. Solo cuando lo descubrí  en la nevada que aisló Barcelona del resto del planeta las navidades del sesenta y dos del pasado siglo pude disfrutar de sus virtudes lúdicas. Quizás por la novedad y porque solo tenía diez años de edad. La azotea de la casa familiar había acumulado un metro de espesor y mi madre temía que el suelo, nuestro techo, no acostumbrado a soportar peso y temperatura semejante, acabara cediendo. Una vez avisó a los ciudadanos de que los quitanieves que venían a liberarnos desde Andorra tardarían más de un día en alcanzar la Diagonal, el alcalde Porcioles, ataviado con polainas, así lo anunciaban por la radio, se echó a la calle a dar ejemplo y repartió miles de palas para abrir camino en las calles y aligerar los terrados. 

Eso sí estaba bien. No hubo viandante que no sufriera la abatida de las paladas que arrancábamos de la azotea y lanzábamos sin orden al vacío durante los días que la nieve mantuvo consistencia.

Pese a tener amigos aficionados nunca he ido a esquiar, y la textura crujiente de la nieve, su humedad permanente, me parece incómoda. Tampoco aprecio que sea bella por sí misma, sino únicamente cuando esa ausencia de color combate con el verde de las arboledas o la gama de las ciudades.

Pese a todo, no he evitado que mis hijas la conocieran cuando eran pequeñas. Recuerdo el día que llevamos a la menor por un hecho luctuoso. Esa misma mañana, en la zona del Vivero, a pocos metros de donde ella tiró bolas de nieve por primera vez, se descubrió el cadáver de una joven de nuestro barrio. Lo más terrible es que, tras varias conjeturas y pesquisas que apuntaban a otra persona, se descubrió que el asesino era el hijo de una conocida. Bilbao mantiene una medida asequible que no hace difícil que conozcas o hayas coincidido directa o indirectamente con todo tipo de gente, también con algún que otro asesino…

Aunque como sintonía de programa de radio está un poco sobada “Snow” (Nieve), de Red Hot Chili Peppers, sigue siendo una bonita canción. Y ojo con el hielo!!!


miércoles, 4 de febrero de 2015

AUSTERIDAD

No me gusta el discurso contra la austeridad si lo contrario es el derroche de combustible, territorio, agua,  coltan, pero la palabrita forma parte de la misma perversidad del lenguaje con el que los valores morales ajenos a la derechona son “buenismo” o “populismo”…

Pero veamos. He sabido estos días que hay sectores comerciales que repuntan. Anuncia Pérez Rubalcaba (os suena?) en su cuenta de feisbuc que el año pasado la matriculación de coches de la marca Lamborghini subió en España un 350% y los de la marca Maserati un 530% más.
El Roto

No es un caso único. Los llamados rolls royce del mar, los yates Swan, viven su mejor momento desde el inicio de la crisis mundial. El más barato cuesta unos 2 millones de euros, y hasta 15 millones un pedazo de yate de 35 metros de eslora; y a De Gea, el portero del Manchester United le han ofrecido 240.000 euros semanales por renovar. Vamos, que la recesión es cosa del pasado…

Cuando empezó la crisis se nos hizo interiorizar a los ciudadanos del primer mundo que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades (lo del tercer mundo parece no tener remedio). Poseer vivienda, sanidad, educación, un coche, ir de vacaciones, o como en una intervención memorable decía la alcaldesa de Cádiz, una cuenta de twitter, era una muestra de la irresponsabilidad y voracidad de los ciudadanos. 

Recuerdo que en pleno auge de la penitencia tras la asunción de nuestra culpabilidad por la crisis, una compañera de trabajo se quejaba amargamente de la subida aplicada a los pensionistas (aquel año un 1%). “Total, para ir a Benidorm”, decía con indignación. Desde entonces, muchos de los que vivían por encima de sus posibilidades (sic) han perdido su trabajo, vendido su coche y sido desahuciados de sus viviendas, para engrosar el porcentaje de las personas pobres. 
En el otro lado del gráfico estadístico, los 85 ricos que atesoran tanta pasta como la de 3.570 millones de personas, se llevan un trocito de la sanidad, la educación, el coche y la vivienda del nuevo pobre para comprarse un avión privado o un yate de 30 metros de eslora. Manda güevos…

jueves, 22 de enero de 2015

“HASTA AHÍ NOMÁS”, DE MARIO CAPASSO;
ENTRE KAFKA Y MONTERROSO…

Suelo repetir que tengo cierto reparo a las redes por la cantidad de basurilla mediática que corre por ellas, pero este no es el caso. Hace ya unos años y no sé por qué vía ni razón, Mario Capasso (Buenos Aires – 1953) me remitió dos de sus relatos cortos.

Ocurre de vez en cuando. Por caminos desconocidos escritores de procedencia varia te invitan a leer alguna de sus obras. Uno no es crítico literario ni tampoco está sobrado, pero ello no es un obstáculo para separar la obra original, trabajada, de la que es pasto de lugares comunes. Algunos van precisamente de eso, de sobrados. Despotrican contra los escritores consagrados y se consideran injustamente despreciados por el mundo editorial. A uno de ellos, que la había cogido con Juan Marsé, al que ponía a caldo por motivos peregrinos, le tuve que pedir que no insistiera, porque es uno de los tipos que me ha hecho pasar mejores ratos con sus novelas mayores o menores.

Decía que no es el caso de Mario porque ya aprecié en aquellos dos relatos de tamaño medio la madera de una escritura personal, elaborada, imaginativa. Suelo seguir, menos de lo que quiero y puedo, sus recomendaciones literarias, fragmentos de novelas y relatos de otros autores que publica en Facebook con la generosidad de quien los quiere compartir.

Pues bien, hace más o menos un mes Mario me envió un archivo con una recopilación de micro relatos espléndidos, “Hasta ahí nomás”, que me atrevo a situar a medio camino entre el absurdo de Kafka y la ironía siempre original de Augusto Monterroso, con permiso de los cronopios que Julio Cortázar diseminó por aquellas tierras.

Unas veces convierte sensaciones en personajes, como ese “resquemor” que entra sigilosamente en la habitación de un hotel y amarga la relación y las bocas de una pareja, o a “la desidia” o al “asombro”, que salió a la calle un día soleado, “reventó como un sapo y  se desparramó por las calles, afectando a partir de ese episodio en especial a los pibes y pibas del barrio, que desde ese momento viven de sorpresa en sorpresa y preguntan a cada rato por la vida y sus cuestiones”; otras veces son accidentes físicos o meteorológicos, “el temblor” apasionado del paciente que acude al médico al ser besado por su hermosa secretaria, un temblor “que le hace sentir morir, pero no le importa”, los charcos que persisten mucho después de “la lluvia”, “para beneplácito de los pibes y la molestia de los adultos”.

Kafka está en “el agujero”, la ventanilla de un organismo público, o en “la barricada” que una revolucionaria deja hecha un primor tras varias horas de trabajo esmerado “con la intención de que a los enemigos, en caso de que tuvieran algún sentido de la estética, les causara una gran pena pasarle por encima y destruirla”.

En fin, “Hasta ahí nomás” ganó el premio edición “Luis Di Filippo 2014”, convocado por la Asociación Santafesina de Escritores, y Mario Capasso me ha dado permiso para que se lo pase en edición digital a todo aquel que me lo pida. Un placer.

De acompañamiento "Soledad", de y por el gran Astor Piazzolla: Astor Piazzolla – Soledad
……………………………………………………………………………………………..
Mario Capasso nació el 9 de Marzo de 1953, en Villa Martelli, localidad del Gran Buenos Aires, República Argentina, en la que continúa residiendo.
Literariamente, se ha formado con Beatriz Isoldi, Nilda Adaro, Federico Jeanmaire y Luciana Carolina De Mello.
Ha publicado cuatro libros:
El futuro es un tropel absurdo, cuentos, año 1999.
El Edificio, Una novela en escombros, novela, Ediciones AQL,
año 2002.
Piedras heridas, cuentos, Ediciones Corregidor, año 2005
(2do. Premio del Fondo Nacional de las Artes, año 2003-Jurado:
Ana María Shua, Vicente Battista y Juan José Hernández).
La Ciudad después del humo, novela, Martelli y López Editores,
año 2011.
Las novelas El Edificio, Una novela en escombros  y  Piedras heridas han sido traducidas en Francia en 2012 por Editions La Dernière Goutte.

La novela La Llanura antes recibió una mención del Fondo Nacional de las Artes, certamen año 2012. El jurado estuvo integrado por Matilde Sánchez, Daniel Guebel y Juan Ignacio Boido.


jueves, 15 de enero de 2015

EL PORTERO AUTOMÁTICO

En la última película de los Cohen, desarrollada en 1961, el protagonista se ve obligado a hacer uso del portero automático repetidamente para acceder a la casa de su ex novia, lo que me pareció un cierto anacronismo en estas latitudes. Pues bien, el primer portero automático también llegaría al País Vasco a principios de los sesenta. Un asturiano de Villaviciosa había traído la idea y parte del acabado de Venezuela e introducido el producto en la zona norte de la península de la mano del sector inmobiliario, en pleno auge, y el impulso financiero de un ejecutivo del entonces Banco de Vizcaya.

El invento no solo hirió mortalmente a los porteros de fincas urbanas, que abundaban en los barrios de clase media y hoy solo subsisten en vivienda de alto standing de las grandes ciudades, sino también a los serenos, aunque abrir puertas solo fuera una de sus funciones secundarias.

La casa de mis padres, en el ensanche de Barcelona, tenía dos escaleras gemelas con portero. El de la nuestra se llamaba Antonio y era, cosa al parecer habitual, policía nacional retirado. Aunque su vivienda estaba al fondo de un profundo pasillo que daba al patio de luces, yo recuerdo a don Antonio como un perpetuo centinela dispuesto a burlarse de los niños de la escalera. A mi hermano le decía siempre lo mismo, pepito, que te pisas los callos, y seguía a lo suyo, limpiando el suelo, los cromados del ascensor, el pasamanos…

La portera de la escalera gemela se llamaba Carmen. Aunque su cara fuera siempre una exagerada combinación de coloretes, lo que más me llamaba la atención es que se pintara las cejas que se había depilado previamente. La señora Carmen era aficionada al canto, y en verano, cuando las ventanas permanecían abiertas para combatir el calor, se la oía entonar trozos escogidos de zarzuela.

La puerta de la escalera se cerraba con llave a partir de las diez de la noche, y si la olvidabas, había que buscar una cabina telefónica o al sereno. En mi caso no era necesario picar palmas, el sistema habitual, porque el del barrio, harto de hacer la ronda, descansaba en un portal del chaflán que tenía sofá. 

Cuando abandoné Barcelona la portería seguía regentada por una persona de carne y hueso, la mujer de un guardia civil (seguía la tradición), de modo que aún no se había impuesto el artefacto automático introducido por el inventor asturiano.

Muchos años después los porteros automáticos tienen videocámara en color y sirven para cribar el acceso a los inmuebles, incluidos encuestadores, buzoneadores y testigos de Jehová.

En “El hijo de la novia” el director argentino Juan José Campanella inventó un nuevo plano cinematográfico mediante un uso novedoso del portero automático. Salud.





jueves, 8 de enero de 2015

Suicidio

SUICIDIO

Hace apenas un mes una persona próxima a nuestra familia se suicidó tirándose por la ventana. Enseguida se hicieron cábalas sobre los motivos de tal decisión, salud, problemas familiares, de trabajo…Supongo que en este caso algo había de todo eso, pero no hay suicidio que no se achaque a la desesperación, como si fuera imposible el efecto de una decisión razonada. Todo ello sin entrar en otras valoraciones. No hay que olvidar que se sigue acusando al suicidado de cobardía, como si ante un futuro vital no halagüeño éste tuviera que hacer de tripas corazón y ofrecerse sin más a un martirio prolongado. Ya que lo habitual es no poder conducir la mayor parte de nuestras vidas, qué mejor que decidir cuándo y cómo nos morimos…

El suicidio ha sido un elemento literario muy socorrido, además de un final repetido entre la gente de la cultura. Suelo recurrir a la paradoja de Mayakovski, que dedicó un poema a su amigo Esenin, recién suicidado, con ese “¿Para qué aumentar el número de suicidios? Es mejor aumentar la producción de tinta”, cuando él mismo acabó con su vida años después de un disparo en el corazón. Y es que la frecuencia del suicidio entre los escritores es más notable que entre los fontaneros o los trabajadores de la construcción, por ejemplo. Quizá tenga que ver con la esquizofrenia que genera vivir dos, tres o cuatro vidas, la propia, la carnal, y las ficticias, fruto de la invención y la fantasía.

Los artistas suicidas suelen ser muy rentables para sus herederos familiares y profesionales. El suicidio les envuelve en un aura de malditismo que da plus a la obra. Así que la nómina de suicidas famosos sigue aumentando exponencialmente, extendiéndose a otras profesiones, como el deporte o la tauromaquia. En lo que se refiere a esta última diría que es un oficio consustancial a una cierta temeridad suicida. No hay más que ver a José Tomás… Aunque los hubo que lo hicieron fuera de la plaza y por razones, subrayaría lo de “razones”, diversas. Es el caso de Nimeño II, el mexicano Silvetti, o el más famoso en nuestras latitudes, Juan Belmonte, personaje literario en dos de las novelas de otro suicida insigne, Ernest Hemingway.

René Pottier
Ahora que se discute si Pantani se suicidó o fue una simple víctima de sus adicciones, no estaría mal recordar al primer ciclista que lo hizo. Se llamaba René Pottier y acababa de ganar el tour de Francia celebrado en 1906.  Pottier era un ciclista serio e introvertido, del que se decía que tenía un corazón que no le cabía en el pecho. En enero de 1907, pocos meses después de su triunfo en el tour,  Pottier se colgó en un taller de la Peugeot, la marca que le patrocinaba, porque había descubierto que su novia le engañaba mientras él se jugaba el tipo y la salud por las entonces infames carreteras de Europa.

Este fue un caso claro, pero por su mala prensa, el suicidio es a menudo discutido y se intenta enmascarar. Como en el caso de Pantani, también se discutió si Ocaña, José Agustín Goytisolo o Chet Baker, por citar casos diversos, se habían suicidado o eran víctimas de accidentes o asesinatos. Yo mismo me atreví a discutir el probable suicidio de Goytisolo con una carta al director de El País, basándome en algunas de sus  declaraciones inmediatamente anteriores a su muerte.

Joan Margarit, a quien Goytisolo había incluido en su Antología de Poetas catalanes para el siglo XXI, dedicó un poema al suceso:
UNA FINESTRA AL CARRER MARIÀ CUBÍ
El vaig conèixer els dies de Los pasos
del cazador.
No sé si vam ser amics. Ell tant podia ser
la tendresa que ve de la desemparança
com la fatxenderia de la por.
Generós però alhora iracund i mentider.
Ens unia una certa desesperació:
ell pel seu nét, jo per la meva filla.
Negava constantment la realitat,
més com més la batalla era perduda.
Jo me’l vaig estimar. M’agrada molt
la seva poesia quan evoca
darrere els ulls d’un home o d’una dona
el silenci dels camps sense ningú.
Va caure segant l’aire, amb un cop sord.
Una paròdia de l’au
abatuda pel tret del caçador.

UNA VENTANA A LA CALLE MARIANO CUBÍ
Lo conocí en los días de Los pasos del cazador.
No sé si fuimos amigos. Él podía encarnar la ternura que viene de la desesperanza
o la chulería que nace del miedo.
Generoso y a la vez iracundo y mentiroso,
nos unía una cierta desesperación:
él por su nieto, yo por mi hija.
Negaba constantemente la realidad,
aún más cuando la batalla estaba perdida.
Le quise. Me gusta
su poesía cuando evoca
tras los ojos de un hombre o de una mujer
el silencio de los campos desiertos.
Cayó segando el aire, con un golpe sordo.
Una parodia del ave
abatida por el disparo del cazador.




Y como antes he nombrado a Baker, qué mejor que aliñar el texto con una de sus interpretaciones de crooner triste y melancólico:

martes, 30 de diciembre de 2014

ÓPERA, CHAMPÁN Y CREMA DE AVENA

La portavoz del PP en las Juntas Generales de Bizkaia ha sido destituida hace unos días por su propio grupo, que alega pérdida de confianza. El detonante, los 43.000 euros que las juntas gastan anualmente en entradas para la ópera, un dinero que la juntera destituida consideraba “abusivos, extemporáneos y poco razonables”, y sus correligionarios de lo más normalito.
banda de lores luciendo pelucón

Esa mismo institución dedica otros 50.000 euros al año al abastecimiento de bollería y similares para el desayuno de los junteros, casi tanto como lo que la Cámara de los Lores inglesa, formada por esos señores y señoras disfrazados con extrañas túnicas y pelucones canos, dedica a la compra de champán.


Remato el triángulo leyendo con estupor en El País que la baronesa Anne Jenkins, representante conservadora en la otra cámara parlamentaria, la de los comunes, achacaba la creciente desnutrición de niños de las clases populares del Reino Unido a “la pérdida de habilidades culinarias de los pobres, que no saben cocinar”, y ponía como ejemplo los 4 peniques  que a ella le cuesta la crema de avena que se prepara todas las mañanas. Así que junteros y lores de uno y otro lado del mar seguirán disponiendo de sus entradas para la ópera, su champancito y su crema de avena. Faltaría más…

domingo, 14 de diciembre de 2014

Navidad con Salvat Papasseit

UN POEMA NAVIDEÑO DE SALVAT PAPASSEIT 
Y OTRO DE PROPINA

Joan Salvat Papasseit (Barcelona 1894-1924) es uno de los poetas más peculiares de los inicios del siglo XX. Autodidacta, pacifista, vanguardista, militante antitaurino, hombre de ideas libertarias, catalanista radical, conoció a muchos de los intelectuales y políticos más influyentes de la época en el Ateneo Enciclopédico Popular. Quizás porque solo vivió 30 años, su poesía me parece de una ingenuidad y cotidianidad entrañables, y pese a que arrastró desde muy joven una tuberculosis que acabó llevándole a la tumba y perdió a una hija de dos años, sus poemas tienen una gran vitalidad y un optimismo contagioso.

estatua de Salvat Papasseit en
el Moll de la Fusta de Barcelona
donde trabajó en su juventud
Cuento en un poema que escribí en los años noventa que conocí a Salvat Papasseit por la publicación de unos versos suyos en una hoja parroquial de Arenys de Mar en pleno franquismo (“Somos mediterráneos,/ niños que cogen ranas en los aljibes de la huerta/ o van camino arriba por la riera de Arenys/leyendo los versos locos,/ extravagantes, de Salvat-Papasseit/ en la hoja parroquial de un domingo de verano,/ y esperan que una torrentera, de improviso,/ lance al mar el coche del alcalde,/ y lo jalean/ llenos de esa risa contagiosa de jóvenes/ sin prisa y sin dolor”). Cuando lo recuerdo me parece algo surrealista, teniendo en cuenta la ideología del poeta, redactor jefe de la enemic del poble” (Un enemigo del pueblo), revista autotitulada “fulla de subversió espiritual” (hoja de subversión espiritual) y tampoco soy muy consciente de qué hacía en mis manos una hoja parroquial. Pero así fue.


Aunque lo tenía un poco olvidado, reencontré a Salvat Papasseit hace unos días buscando versos dedicados a la Navidad. Tratándose de un poeta no creyente y teniendo en cuenta lo de la hoja parroquial, me ha parecido una buena elección. El otro poema, escrito durante una de las convalecencias previas a su muerte, muestra el optimismo que le caracterizaba.

Nadal 
Sento el fred de la nit 
i la simbomba fosca. 
Així el grup d'homes joves que ara passa cantant. 
Sento el carro dels apis 
que l'empedrat recolza 
i els altres qui l'avencen, tots d'adreça al mercat. 
Els de casa, a la cuina, 
prop del braser que crema, 
amb el gas tot encès han enllestit el gall. 
Ara esguardo la lluna, que m'apar lluna plena; 
i ells recullen les plomes, 
i ja enyoren demà. 
Demà posats a taula oblidarem els pobres 
-i tan pobres com som-. 
Jesús ja serà nat. 
Ens mirarà un moment a l'hora de les postres 
i després de mirar-nos arrencarà a plorar. 


Navidad
Siento el frío de la noche
Y la oscura zambomba.
El grupo de muchachos, que ahora pasa, cantando
Siento el carro de apios
que sostiene el empedrado
y otros carros que avanzan, todos hacia el mercado.
Los de casa en la cocina
junto al rojo brasero que quema,
con el gas encendido han preparado el gallo.
Ahora miro la luna que parece llena
y recogen las plumas
y ya añoran mañana.
Mañana en la mesa olvidaremos a los pobres
-¡Tan pobres como somos!-
Jesús ya habrá nacido
Nos mirara un instante a la hora del postre
y después de mirarnos, se echará a llorar.

Tot l'enyor de demà
Ara que estic al llit
malalt,
estic força content.
Demà m’aixecaré potser,
i heus aquí el que m’espera:

Unes places lluentes de claror,
i unes tanques amb flors
sota el sol,
sota la lluna al vespre;
i la noia que porta la llet
que té un capet lleuger
i duu un davantalet
amb unes vores fetes de puntes de coixí,
i una rialla fresca.

I encara aquell vailet que cridarà el diari,
i qui puja als tramvies
i els baixa
tot corrent.

I el carter
que si passa i no em deixa cap lletra m’angoixa
perquè no sé el secret
de les altres que porta.

I també l’aeroplà
que em fa aixecar el cap
el mateix que em cridés una veu d’un terrat.

I les dones del barri
matineres
qui travesseen de pressa en direcció al mercat
amb sengles cistells grocs,
i retornen
que sobreïxen les cols,
i a vegades la carn,
i d’un altre cireres vermelles.

I després l’adroguer,
que treu la torradora del cafè
i comença a rodar la maneta,
i qui crida les noies
i els hi diu: -Ja ho té tot?
I les noies somriuen
amb un somriure clar,
que és el baume que surt de l’esfera que ell volta.

I tota la quitxalla del veïnat
qui mourà tanta fressa perquè serà dijous
i no anirà a l’escola.

I els cavalls assenyats
i els carreters dormits
sota la vela en punxa
quje dansa en el seguit de les roderes.

I el vi que de tants dies no he begut.

I el pa,
posat a taula.
I l’escudella rossa,
fumejant.

I vosaltres amics,
perquè em vindreu a veure
i ens mirarem feliços.

Tot això bé m’espera
si m’aixeco
demà.
Si no em puc aixecar
mai més,
heus aquí el que m’espera:

Vosaltres restareu,
per veure el bo que és tot:
i la Vida
i la Mort. 

Toda la nostalgia de mañana
Ahora que estoy en cama
enfermo,
me noto muy contento.
--Mañana me levantaré quizás
y he aquí lo que me espera:

Unas plazas brillantes de luz,
y unas cercas con flores
bajo el sol,
bajo la luna, al ocaso;
y la chica que trae la leche
de cabecita loca
con su delantalito
de bordes rematados por encajes,
y con su risa fresca.

Y además aquel chico que voceará el diario,
que sube a los tranvías
y que los baja
en marcha

Y el cartero
que me angustia si pasa sin dejarme una carta
porque no sé el secreto
de las otras que lleva.

Y también el avión
que hará alzar mi cabeza
tal si desde un terrado me llamara una voz.

Y las mujeres del barrio
Madrugadoras,
que cruzan muy deprisa camino del mercado
con sus cestos pajizos
y vuelven
rebosantes de coles,
algunas veces carne,
y en otro, rojas cerezas.

Y después el tendero
que saca la tostadora de café
y empieza a darle vueltas al manubrio,
y que llama a las chicas
y les dice: --¿Ya lo tiene todo?

Y las chicas sonríen
son la clara sonrisa,
que es el olor que sale de la esfera que él mueve.

Y todos los niños de mi vecindario
que armarán mucho ruido porque ya será jueves
y no irán a la escuela.

Y los caballos dóciles
y los carreteros dormidos
bajo la lona en punta
que danza al recorrer las roderas.

Y el vino que hace días no he bebido

Y el pan,
puesto en la mesa.
Y el cocido rubio,
humeante.

Y vosotros amigos,
porque vendréis a verme
y nos miraremos, felices.

Todo eso me espera
si me levanto
mañana.

Si no me puedo levantar
nunca más,
he aquí lo que me espera:

--Vosotros quedaréis,
Para ver que todo es excelente;
y la Vida
y la Muerte.

Traducción de José Agustín Goytisolo


Se trata de un poeta que ha sido musicado infinidad de veces por Serrat, Ribalta, Miserachs, Llach, Toti Soler, Ovidi Montllor, etcétera, etcétera, pero me ha parecido más original echar mano a la versión de Loquillo de “Ara no es fa, però jo encara ho faria”

lunes, 8 de diciembre de 2014

IMPOSTOR

Reconozco que me encantan los impostores, quiero decir las historias de impostores. Recuerdo vagamente una película que me divirtió cuando era adolescente. Como entonces las televisiones eran en blanco y negro, ni siquiera sé si era así o, como en otras ocasiones, una imposición de la tecnología de la época. Se llamaba “El gran impostor”, estaba interpretada por Tony Curtis y he sabido por google que la dirigió Robert Mulligan, para situarnos, el mismo de “Matar a un ruiseñor”.  Me gustaría revisarla para comprobar si la estupenda obra menor de Spielberg, “Atrápame si puedes”, tiene algo que ver con la anterior.

En fin, creo que podría hacer una lista de películas sobre impostores y falsificadores más que satisfactoria, en la que no podría faltar “La vida de nadie”, con ese José Coronado que se pasa los días en un parque de Madrid, mientras su familia cree que es un alto ejecutivo del Banco de España.


En 1978 unos cuantos rebotados de lo que con rimbombancia se llamaba “izquierda revolucionaria” que trabajábamos en la administración nos afiliamos a la CNT. Éramos “impostores”, ya que no compartíamos las ideas del anarco-sindicalismo y nuestra única pretensión era hacer “entrismo”, entrar de forma más o menos organizada para coger la dirección ideológica del sector. La aventura duró solo unos meses. Cuando la dirección del sindicato, dominada todavía por gente mayor y sectaria que procedía del exilio, se dio cuenta de la maniobra, disolvió la organización sectorial de la administración del estado y nos expulsó en una asamblea  caótica en la que no faltaron los puñetazos.  El secretario general de la CNT se llamaba Enric Marco.

Viene esta historia de batallitas de abueletes a propósito de la publicación de “El impostor”, una novela biográfica de Javier Cercas dedicada precisamente a Enric Marco, de quien se supo, a punto de pasar a la historia como héroe superviviente del campo de concentración de Mauthausen, que no solo no lo había pisado nunca, sino que solo empezó su carrera sindical cuando el dictador ya estaba enterrado en el valle. No he leído la novela todavía pero promete ser apasionante. Según palabras del propio autor afronta “la impostura” de determinadas figuras surgidas en la transición, quizás también de la de algunos de los que la vivimos en un segundo o tercer plano.

Sigue la tradición: Enric Marco, Luis Roldán, Félix Millet, el pequeño Nicolás…


De acompañamiento musical otro “El gran impostor”, el de Los Platters:

jueves, 27 de noviembre de 2014

DESAPARECIDO

El otro día, los árboles, farolas y cristales de algunas tiendas de la Gran Vía aparecieron con carteles que avisaban de que un anciano había desaparecido. Me llamó la atención que la desaparición se hubiera producido en Vitoria, dada la lejanía, y pensé que sus familiares habrían transmitido su ansiedad con tal fuerza que alguien, en Bilbao, les ayudaba en la búsqueda de un anciano con alzheimer. Días más tarde veo que los pasquines con la fotografía del anciano están por toda la ciudad.

En algunos de mis relatos hay desaparecidos eventuales. Escapan de sí mismos incapaces de afrontar situaciones que consideran agobiantes o, simplemente, para mantener una extraña e intermitente doble vida. Los desaparecidos permanentes dicen ir a por tabaco y se van a Brasil a pegarse la gran vida, o se pierden, como el señor del anuncio, en el rellano de la escalera y entran en un agujero negro.

Pero la palabra desaparecido tiene una connotación no tan literaria. En 1982 Costa Gavras dedicó una película a uno de los más de 3.000 “desaparecidos” por la dictadura de Pinochet. El hecho de que el caso estuviera dedicado a un estadounidense y que el padre fuera interpretado por Jack Lemmon ayudó a internacionalizar el conocimiento de la barbarie. Desde hacía ya cinco años un grupo de mujeres que pedía la aparición de sus hijos en Buenos Aires eran tachadas de locas porque llevaban el pañal de sus hijos en la cabeza y paseaban de dos en dos por la Plaza de Mayo. El número de desaparecidos en Argentina estaba entre los diez y treinta mil. Eran incinerados, enterrados en fosas comunes o lanzados al mar. El caso es que meses después del estreno de la película de Costa Gavras la Organización de Estados Americanos (OEA) declararía que toda desaparición forzada debería calificarse de crimen contra la humanidad, declarándolo imprescriptible en 1994.

Según los estudios realizados por las asociaciones para la recuperación de la memoria histórica y el juez Baltasar Garzón, el número de desaparecidos forzados durante la dictadura franquista ocupa el segundo puesto del ránking mundial, alcanzando la cifra escalofriante de 143.353 personas. 

Desgraciadamente no es solo cosa del pasado. Se cumplen dos meses de la desaparición de 43 estudiantes mexicanos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en el municipio de Iguala, estado de Guerrero, por la “fechoría” de protestar contra la discriminación que sufren en la repartición de plazas en favor de escuelas urbanas por parte del Gobierno local. La esperanza es que los mexicanos parecen empeñados en que el delito no prescriba.

El pasado 24 de noviembre mi madre fue diagnosticada de alzheimer, algo previsible desde que en los últimos tiempos su personalidad y su memoria se empeñaron en ir desapareciendo lentamente…
Para los desaparecidos de uno u otro signo, esta canción de Gotan Project:

jueves, 13 de noviembre de 2014


EARLY MORNING RAIN por IAN&SYLVIA

El otro día leí que un joven Bob Dylan solía escuchar a Ian&Sylvia y descubrí esta interpretación de "Early morning rain", una canción que me hace recordar unas potentes anginas que pasé en cama con unos catorce años de edad, oyendo una y otra vez un disco de Peter Paul and Mary que la incluía. El propio Dylan la versionó, no lo recordaba, y también Neil Yong, no tenía ni idea. La canción no es ni de Ian&Sylvia, ni de Peter Paul and Mary, sino de Gordon Lighfoot, joder con el apellido...
Buen fin de semana...

jueves, 6 de noviembre de 2014

EL CEMENTERIO

El recién pasado 1 de noviembre, día de todos los santos, no pude ir al cementerio de Orduña, en uno de cuyos pequeños panteones, seguramente apiñados, yacen los restos de los antepasados de mi mujer. Solemos hacer bromas macabras e inventar que robamos las mejores flores de otras tumbas para ofrecérselas a los nuestros, pero somos, paradójicamente, un grupo de ateos o como mucho escépticos que no falta año tras año a cumplir la tradición.

Los cementerios son una especie de registro civil pedregoso. En los pueblos pequeños, árboles genealógicos completos con apenas media docena de apellidos. Puede apreciarse en la estructura de sus tumbas, panteones, nichos o mausoleos el nivel adquisitivo de los inquilinos, su carácter noble o plebeyo, incluso si se llevaban bien con la familia, cuando  ésta aparece separada, a veces sin una lógica simple.
la tumba de Antonio Machado en Collioure
También se puede intuir o conocer el nivel cultural y, desde luego a partir del día de todos los santos, si los sepultados son recordados todavía cuando algún ramo embellece la losa que les separa de la vida.

El cementerio de mi infancia está en una de laderas de Montjuic. En un nicho tapiado por un mármol negruzco reposaban los restos de mi abuelo paterno, que falleció en Barcelona por casualidad. Dos imágenes rememoran ese lugar al que no voy hace más de cuarenta años. A unos metros de la tumba de mi abuelo había una sepultura con el busto de una azafata fallecida en un accidente en los años cuarenta o cincuenta del pasado siglo. Cuando era niño me impresionaba que una chica tan joven hubiera tenido la mala suerte de morir. La otra imagen es la del mar extendido bajo la ladera, una imagen que siempre me viene a la cabeza cuando oigo eso de:

Y a mí enterradme sin duelo
entre la playa y el cielo...
En la ladera de un monte,
más alto que el horizonte.
quiero tener buena vista.
mi cuerpo será camino,
le daré verde a los pinos
y amarillo a la genista.

No en vano Serrat vivía en el Poble Sec, muy cerca del cementerio, e imagino que allí descansarán algunos de sus antepasados.
kanposanto de Areatza


He aprovechado para decorar el blog con un dibujillo que hice hace años en el cementerio de Areatza  (es flojete pero tiene su cosa sentimental) y una de las fotos que le hice a la tumba de Antonio Machado, lugar de peregrinación de republicanos,  en la visita que hicimos a Collioure hace un par de años.

jueves, 30 de octubre de 2014

EL PLACER DEL BUEN ACABADO

Hace unos días asistí, casi de casualidad, a la presentación de “Truffaut París”, una de esas obras que te reconcilian con el mundo. Digo “casi de casualidad” porque, avisado del evento por el Instituto Francés, pensaba que se trataba de un documental sobre el director de cine y su relación con la ciudad y me encontré con la edición de lo que el autor calificó con humildad  de guía fotográfica.


Veamos. Un cinéfilo admirador de François Truffaut, Arturo Barcenilla, vecino de Iruña, va a París en 1998 a la búsqueda inocente de algunos de los lugares de París que aparecen en las películas del director francés para fotografiarlos. Las primeras localizaciones exitosas, furtivas, casi con vergüenza, le animan a proseguir. Bastantes años después, cuando el proyecto ya toma cuerpo y ha retratado gran parte de esos escenarios, se va a permitir el lujo de dormir invitado en una de las habitaciones en las que habita Antoine Doinel, el alter ego del director. Reconozco haber olvidado muchas de sus películas y no me es nada simpático el personaje de Doinel, pero oyendo a Barcenilla envidio ese trabajo prolijo, que por el simple placer del buen acabado, sin la perspectiva siquiera de ser publicado se encarna, nada más y nada menos que dieciséis años después, en libro espléndido. Envidio la pasión con la que habla de ese trabajo y de Truffaut, y sobre todo, lo pipa que se lo ha tenido que pasar todos estos años… 

lunes, 20 de octubre de 2014

LA PRESENTACIÓN DE 
“ESE PUNTO PRECISO EN EL QUE ENCALLAS”

Cuando iba con mi amigo Edorta a la presentación del libro le comenté que mucha gente me había llamado para decirme que no podía ir, y él me recordó algo que yo le había contado. A los pocos días de que él mismo presentara “Para después de la nada” en la Casa del Libro hace ya seis años, hostias cómo pasa el tiempo…, fui a la librería a algún trámite y me encontré con otra presentación. Un par de tipos encorbatados, por lo que dijeron agente literario y escritor, presentaban un libro de vampiros, entonces muy de moda, ante una concurrencia de dos personas. Estuve unos minutos y pude oír que la primera tirada era de 10.000 ejemplares. Joder!!! Pero lo digo sinceramente, no me daban ninguna envidia. Yo iba a vender muchísimos menos libros, pero unos días antes mis amigos habían llenado ese mismo foro.

Edorta me consolaba explicándome que él había estado en presentaciones con un único “espectador”, pero me acordaba de aquel tipo comunicando a solo dos personas las maravillas de un libro sobre vampiros, que no sé que tenía que ver con su vida y la de la gente común, y tenía pánico. Sí, muchos amigos habían tenido la grandeza de llamarme casi pidiendo perdón por su ausencia forzosa, viajes comprometidos, compromisos familiares, recordándome que les reservara un ejemplar, pero me angustiaba la posibilidad de enfrentarme a un auditorio reducido. Cuando vi que, pese a esas ausencias forzadas, el “público” casi duplicaba al de mi anterior presentación, confirmé que no hay nada que pueda suplir a quienes te quieren y abrazan cuando sufres o, como en esta caso, saben que te pueden dar una alegría.


Así que el pasado viernes, en “loor de multitud” de amigos, otros cuantos amigos presentamos “Ese punto preciso en el que encallas”, editado por Agalir Ediciones Solidarias, y yo, al menos, me lo pasé francamente bien.

En unos días el libro podrá adquirirse en cualquiera de las librerías de la red de Elkar del País Vasco, y en nuestro barrio de Santutxu en la Copistería Dina.


Para la ocasión “Old friends” (“Viejos amigos”), ya sé ya sé, un poco ñoña, pero aun así es una de mis preferidas de Simon y Garfunkel, que uno empieza a estar en edad de soltar la lagrimilla...  

lunes, 6 de octubre de 2014

Rascacielos

RASCACIELOS

He leído estos días que Nueva York, más o menos pasada la resaca del 11-S, vuelve a mirar al intermitentemente a tierra y cielo con la idea de levantar varios edificios de respetable altura en la zona de Manhattan. Descartado competir con chinos y emires, los neoyorquinos se conforman con edificar el inmueble más alto del llamado mundo occidental. Una mole de 520 metros de altura en Park Avenue.

Hubo un tiempo en que yanquis y rusos pugnaron como niños por llegar al cielo, fuera mediante estructuras de hierro y hormigón, o metiendo a perritas y aventureros en pequeñas cápsulas que daban vueltas inútiles al globo terráqueo.

En 1953, el mismo año en que fallecía Stalin, los rusos terminaban el edificio central de la Universidad de Moscú, en aquel momento el 7º en el top ten de los edificios más altos del mundo. Casi al mismo tiempo construían uno similar en Varsovia, el Palacio de Joseph Stalin, un regalo envenenado del pueblo soviético. Quizás pensando en escribir algún día esta reseña me subí a los dos en tiempos pretéritos.  Toda una experiencia… Entonces había que ir en viajes organizados, y los guías hacían de tripas corazón, alababan el colosalismo de la obra y sobre todas las cosas la velocidad de sus ascensores.
Edificio Fábregas

La misma pugna por esa hegemonía se reproducía entre barceloneses y madrileños mucho antes de la ley de consultas. Era entonces algo parecido a “a ver quién la tiene más larga”, y cada vez que de niño iba a la capital del reino a visitar a mi abuela paterna  tenía envidia malsana de sus rascacielos. El más alto y característico era el Edificio España, en la plaza del mismo nombre. Diseñado por los hermanos Otamendi , en 1953 era todo un símbolo del pre-desarrollismo franquista, que presumía del exotismo de albergar una piscina en su azotea. Tras extraños movimientos inversores fue vaciado en 2007, y así permanece desde entonces, como una fachada de cartón piedra sin vida interior. Hace dos años el cineasta Víctor Moreno presentó un documental sobre hecho y situación tan peculiares en el Zinemaldi, del que he conseguido localizar el tráiler.

Mientras los madrileños presumían de rascacielos y copas de europa, el edificio más alto de Barcelona seguía siendo uno de mis preferidos, no por su belleza, sino por su textura melancólica: el edificio Fábregas, en la plaza Urquinaona. Erigido en 1944 por Gutiérrez Soto, otro de los arquitectos del régimen, fue, con solo 15 plantas, el edificio más alto de la ciudad durante algunos lustros. Después brotaron otras setas de altura considerable, el edificio Colón, el más alto hasta la olimpiada del 92, el de Autopistas, el Banco Atlántico, pero casi siempre por detrás de los que iban creando una suerte de pequeña skyline en la zona norte de Madrid.

El primer rascacielos de Bilbao antes de su remodelación
Por cierto, el recién remozado rascacielos de la calle Bailén de Bilbao, antigua sede de la Magistratura de Trabajo, es de la misma época, y aunque hoy nos parezca minúsculo fue el de mayor altura de la ciudad hasta 1968.

En fin, una vez le oí decir a Sáenz de Oiza, el arquitecto siempre polémico de El Ruedo, en la M-30 de Madrid, y del más cercano Santuario de Aranzazu, que adoraba los rascacielos porque desde ellos podía verse la ciudad. Sin duda una boutade de alguien que había proyectado varios, porque lo mejor parece lo contrario, verlos a distancia, como en Manhattan, su línea sinuosa rompiendo el cielo. Mejor con la música que Bernstein compuso para el lado oeste de la ciudad: http://youtu.be/C4YpibbJFoM



Y ojo con el vértigo.


                                        trailer de Edificio España