jueves, 25 de junio de 2015

La quiosquera del barrio

LA QUIOSQUERA DEL BARRIO

Hace unas semanas la quiosquera del barrio me anunció que su hija se había hecho cargo de un puesto en la otra punta del ídem porque no les llegaba. Dicho así me pareció una huida hacia delante, pero la intenté animar diciéndole que estaba en una buena zona, normalmente muy transitada.

El anuncio me ha hecho pensar en la galaxia Gutenberg, es decir, en el tiempo en el que el conocimiento se asociaba a la eliminación de los bosques papeleros, y yo mismo era incapaz de dormir sin echarle un vistazo al tabloide. Ahora solo lo compro los fines de semana, con un ritual que imagino tiene que ver con una especie de subconsciente religioso.

Quien aún regenta el quiosco que hay frente al edificio en el que trabajo, en la Gran Vía, hace tiempo que ha dejado de saludarme, y me mira con cara de malos amigos cuando me ve desayunando en uno de los bares de los alrededores h/ojeando  un ejemplar de cualquiera de los diarios matinales. Lo de “matinales” me ha salido sin pensarlo.  Cuando era niño, en Barcelona los había matutinos y vespertinos, y tras el descanso dominical el colectivo periodístico elaboraba “La hoja del lunes”. Eran tiempos de vacas gordas para la prensa escrita.

Durante años, el quiosquero de la Gran Vía me guardaba un ejemplar hasta hora avanzada y mascullaba un reproche a su mujer, que aún no le había dado el relevo para ir a tomar el “hamaiketako”.  Juntos blasfemamos cuando los diarios empezaron a vender  todo tipo de separatas y artilugios domésticos, como un avance de que la era de los grandes periodistas escritos daba sus últimas bocanadas. Supongo que ahora me ve como un traidor que se ha pasado al periodismo virtual.

Pero volvamos a la quiosquera del barrio y a la liturgia de los fines de semana. Me asombra la cantidad de papel que aún inunda su espacio reducido, la persistencia de revistas de todo tipo, imagino que para hooligans de aficiones disparatadas, entre los que parecen abundar los fanáticos del porno de papel, náufragos en un océano de webs dedicadas a todas las especialidades del sexo, pero en el fondo me gusta aspirar el olor a la tinta a veces aún tierna de tanto papelajo y el modo con que la quiosquera dobla el diario al revés, quiero pensar que para mantener el anonimato ideológico del comprador, un gesto comprensible en un país en el que, hasta hace muy poco, comprar uno u otro periódico te parecía colocar a uno u otro lado de una barricada.


Joe Jackson se estrenó en 1978 con este reggae dedicado al periodismo amarillento y a mí me parece que suena muy actual…

miércoles, 10 de junio de 2015

INGER CHRISTENSEN (1935-2009), POETA DANESA

Su poemario “Alfabeto”,  escrito en 1981 y recientemente publicado por Sexto Piso en edición bilingüe, es una obra emblemática del siglo pasado. Pese a la dificultad de poder valorar una poesía sustentada en la sonoridad fonética sin tener ni idea de danés, he leído los poemas  en esa lengua y pasado de inmediato a su traducción paralela. Una experiencia curiosa e interesante…

Leer a Christensen es incorporarse a un paisaje nórdico e invernal y esperar en silencio a que las palabras, encarnadas en nieve, árboles, insectos, alimentos, fluyan con una musicalidad repetitiva que, sin querer ser cursi, me atrevería a comparar con el sonido del oleaje o con esta imagen parecida de uno de sus poemas:

“…aquí
bajo yo al sereno,
al brillante azul vespertino
del estrecho de Sund, tiro
una piedra al agua,
veo como los círculos
se expanden, llegan hasta
las costas más lejanas”

Maestra, con estudios de medicina y matemáticas, eterna aspirante al Nobel, Christensen mezcló en “Alfabeto” una escritura vanguardista no exenta de ironía, la reivindicación ecologista y la denuncia de la capacidad del hombre por devastar cuanto le rodea. Recomendable.

Un poema para complementar el alegato:

“la bomba atómica existe
Hisroshima, Nagasaki
Hiroshima 6
de agosto de 1945
Nagasaki 9
de agosto de 1945
140.000 muertos
y heridos en Hiroshima
unos 60.000 muertos
y heridos en Nagasaki
cifras que permanecen inmutables
en algún lugar de un verano
lejano y normal
desde entonces los heridos
han muerto, primero muchos, la
mayoría, luego menos, pero
todos; finalmente
los hijos de los heridos,
nacidos muertos, moribundos,
muchos, siempre
algunos, finalmente
los últimos; yo estoy
en mi cocina pelando
patatas; el grifo del agua
está abierto y casi
ahoga los gritos de los niños
que juegan en el patio;
los niños gritan y casi
ahogan los trinos de los pájaros
que están en los árboles; los pájaros
cantan y casi
ahogan el susurro
de las hojas al viento;
las hojas susurran
y casi ahogan
con su silencio el cielo,
el cielo que resplandece,
y la luz que casi
desde entonces se ha parecido
al fuego de la bomba atómica

un poco.

miércoles, 3 de junio de 2015

¿QUÉ HICISTE EL 23 DE FEBRERO DE 1981?

Parece el título de una película y una pregunta pasada de moda pero se debe a mi lectura, también con retraso, de “Anatomía de un instante” de Javier Cercas, un relato más o menos novelado del golpe del 23-F.

El libro me ha parecido apasionante, pueda uno estar o no de acuerdo con sus juicios de valor, pero imagino que su contenido sonará a antigualla a mucha gente. Hay que pensar que ya han pasado 34 años desde que aconteció, y a los nacidos después de aquel  desatino este les sonará como me sonaba a mi la guerra de Cuba o la dictadura de Primo de Rivera.

La pregunta de la entradilla tiene en mi caso una respuesta que aparece en el libro y transcribo más adelante: el 23 de febrero de 1981 me metí  en casa a esperar a que amainara. Formaba parte de la masa de desencantados que había abandonado toda militancia y estábamos a otra cosa.

En fin, soy de los que creo que la transición fue lo que fue porque no había fuerza para reorientarla, y que el 23-F fue una demostración palpable de la debilidad de los demócratas. Muy vaciadas las organizaciones que habían llevado el peso de la oposición al franquismo, ya antes muy minoritarias, reconozcámoslo, la resistencia al golpe fue, como bien dice Cercas “ninguna”. He aquí el texto:


“Apenas hubo un gesto de rechazo público al golpe en toda España hasta que ya de madrugada el Rey compareció en televisión condenando el asalto al Congreso y se dio por fracasada la intentona: salvo el jefe del gobierno provisional nombrado por el rey, Francisco Laína, o el presidente del gobierno autonómico catalán, Jordi Pujol, en la tarde del 23 de febrero todos o casi todos los responsables políticos que no habían sido secuestrados por Tejero - dirigentes de partidos, senadores, presidentes y diputados autonómicos, gobernadores civiles, alcaldes y concejales – se limitaron a aguardar el desenlace de los acontecimientos, y algunos se escondieron o escaparon o intentaron escapar al extranjero; salvo el diario El País – que sacó una edición especial a las diez de la noche – y Diario16 – que lo sacó a las doce -, apenas hubo un solo medio de comunicación que saliera en defensa de la democracia; salvo la Unión Sindical de Policía y el PSUC, el partido comunista catalán, apenas hubo una sola organización política o social que emitiera una nota de protesta y, cuando algún sindicato discutió la posibilidad de movilizar a sus afiliados, fue de inmediato disuadido de hacerlo con el argumento de que cualquier manifestación podía provocar nuevos movimientos militares. Por lo demás, aquella tarde la memoria de la guerra encerró a la gente en su casa, paralizó el país, lo silenció: nadie ofreció la menor resistencia al golpe y todo el mundo acogió el secuestro del Congreso y la toma de Valencia por los tanques con humores que variaban desde el terror a la euforia pasando por la apatía, pero con idéntica pasividad. Esa fue la respuesta popular al golpe: ninguna.”

He vuelto a oír la parodia que La Trinca dedicó por entonces al evento y hay qué ver cómo acertaron...

jueves, 21 de mayo de 2015

Hotel Bergeret Sport

HOTEL BERGERET SPORT DE HENDAYA, 
CERCA DE 100 AÑOS DE HISTORIA


Presumiendo de ser el heredero de un negocio hotelero fundado por su abuelo en 1921, Georges Bergeret, actual dueño del Bergeret Sport,  nos dice que en las últimas décadas han cerrado 45 hoteles en Hendaya. La cifra no deja de sorprenderme por dos razones. Porque no pensaba que la localidad pudiera tener semejante oferta hotelera y por esa disminución en tan poco tiempo. Georges va citando después algunos de los negocios desaparecidos - el hotel París, a apenas unos metros del Bergeret, con su estructura y su rótulo aún intacto, el Central, el lIlias, el Regine, el Grand Hotel Imatz… – lo que da más valor al testigo que ha recogido de sus antepasados. Dice, con cierto desencanto, que muchos viajeros prefieren el trato impersonal de las grandes cadenas.

Hemos caído aquí por casualidad. Habíamos previsto repetir en un hotel del otro lado del Bidasoa, en Hondarribi, pero no disponía de habitaciones libres. Hemos visto en internet que el Bergeret es un pequeño y modesto establecimiento con un porche luminoso y habitaciones dignas y no pedimos más. Pero  es que hay más...

Refugiados vascos en las estación de Hendaya
No es extraño que una ciudad como Hendaya transpire historia por sus cuatro costados. Además de ser frontera entre dos estados en intermitente enemistad, ha vivido guerras, destrucciones y naturalmente exilios a lo largo de su existencia. Unamuno vivió en el Hotel de La Gare, aún en activo, el destierro al que fue condenado por el dictador Primo de Rivera en los años veinte del pasado siglo, y fue precisamente en esa década, más exactamente en 1921 cuando fue fundado el Bergeret Sport.


A la entrada, en una vitrina llena de pequeños obsequios de sus clientes, hay un plato con el escudo de la república española. Es el regalo de un cliente especial, Víctor López Barrantes, al que tendremos el gusto de saludar.   Según nos explica Georges, ese octogenario de aspecto y cabeza jóvenes es el niño que mira Hondarribi con un catalejo en un reciente documental de la televisión francesa, mientras su padre mantiene tres habitaciones en el Bergeret Sport para que sirvan de refugio a los republicanos que cruzan la frontera huyendo de las tropas franquistas. El plato es un reconocimiento del Sr. López Barrantes a la ayuda prestada por los propietarios del hotel a esos exiliados.


Muy poco tiempo después el hotel cayó en manos de los ocupantes alemanes, que lo pusieron patas arriba. Georges nos habla con pasión de esa etapa oscura del hotel y de su familia. De la noche que los nazis detuvieron a su tío Louis, de dieciséis años, y a Serrano, su mejor amigo, de edad parecida, por repartir octavillas de la resistencia y quemar una bandera con la cruz gamada. Casi al final de la guerra, su padre, algo mayor, que ha salvado el pellejo en un interrogatorio de la Gestapo por una confusión de apellidos pero se ha tirado la guerra en Alemania cumpliendo el STO (Service de Travail Obligatoire) se entera de que su hermano Louis ha fallecido en un campo de concentración. A él le ha acompañado la fortuna. Ha trabajado durante los últimos años de la guerra con un zapatero alemán que reniega del nazismo y conseguido sobrevivir a la muerte, al hambre, la enfermedad, la desolación. 

Georges nos da una imagen gráfica del retorno al acabar la contienda: su abuela, que ha mantenido una pequeña tienda de comestibles, entra en el hotel y desentierra las sartenes, cazuelas y demás utensilios de cocina que había escondido antes de la ocupación, como si nada hubiera pasado. La familia vuelve a regentar el negocio y lo va transformando con mimo y mucho trabajo en un referente acogedor, al que los huéspedes vuelven un año tras otro desde la década de los cincuenta del pasado siglo. 


Ya en pleno XXI el Bergeret Sport, regentado ahora por el nieto del fundador, hostelero de excelente formación, y su mujer, Mari Carmen, extremeña apasionada por el negocio, conserva el sabor entrañable de los pequeños establecimientos, con un trato que convierte a sus huéspedes en una suerte de familia prolongada. Su hijo ya se curte trabajando de comercial en el mayor complejo hotelero de Hendaya, dispuesto a que el Bergerec Sport cumpla sus primeros cien años. Hay cantera…


  
Del poeta peruano César Vallejo, que dedicó a los republicanos vascos y españoles su solidaridad y un buen puñado de versos, he escogido estas dos estrofas de los  poemas “Cortejo tras la toma de Bilbao” y  “Después de la batalla”:

“Herido y muerto, hermano,
Criatura veraz, republicana, están andando en tu trono,
Desde que tu espinazo cayó famosamente;
Están andando, pálido, en tu edad flaca y anual,
Laboriosamente absorta ante los vientos.”
…………………………………………………..
“¡Y triste es la guerra, solivianta,
le pone a uno largo, ojoso;
da tumba la guerra, de caer,
da dar un salto de antropoide! 
Tú lo hueles: pisaste distraído tu brazo entre cadáveres;
tú lo viste: tocaste tus testículos poniéndote rojísimo;
tú lo oíste en tu boca de soldado natural,
comiéndote una ostra gemebunda.”

miércoles, 13 de mayo de 2015

Fumadores

FUMADORES

Aunque dejé de fumar hace ya casi dieciocho años, cada vez me siento más solidario con los que siguen aspirando alquitranes contra viento y marea. Una legislación restrictiva en progresión les va conduciendo a un ostracismo y clandestinidad que hasta no hace tanto era más propia de consumidores de sustancias psicotrópicas por vía parenteral.

La puerta del edificio en el que trabajo, en plena Gran Vía de Bilbao, suele estar “custodiada” por centinelas que fuman a hurtadillas el pitillo entre horas que ahuyenta el mono de su adicción. De cuando en cuando son motivo de chanza, consejos, reprobaciones, que soportan con la resignación de quien tiene la batalla perdida. No solo se están jugando un cáncer de vejiga, útero, próstata o pulmón, son además tratados como pecadores y apestadas que la gente rehúye y menosprecia cuando están en ello. Ojo!  si son simples fumadores de hachís o marihuana es distinto. Es curioso, pero este consumo ha pasado a ser mejor visto que el del tabaco mondo y lirondo.

Me asombra pensar que no hace tanto fumábamos donde nos daba la gana, incluidos ascensores, autobuses, aviones y hospitales, sin el menor recato. En un viaje de avión a Mallorca a finales de los años setenta se sentó a mi lado una mujer que me sacaba una cabeza. En un momento dado se dirigió a mí para pedirme fuego. Me mosqueó su voz algo varonil y sus facciones demasiado  marcadas. Al día siguiente leí en la prensa que aquella mujer, una tal Bibi Anderson, iba a actuar en una famosa sala de fiestas de Palma. Hace mucho menos me encontré a un tipo con su pijama de enfermo convaleciente fumando en los wáteres del Hospital de Ciudad Real. Al fin y al cabo la de los médicos es, presiento, una de las profesiones más fumadoras.

Impresionado por su versión del “So in love” de Cole Porter, en 1997 compré un Cd de K. D.Land, “Drag”, que dedicaba a la afición al tabaco.  Entre las doce canciones figuraba esta versión de “The joker”, la historia de un bufón que presume de buenas maneras amatorias y mejor marihuana, que la Steve Miller Band había popularizado en 1973.


Que usted lo cale bien…

martes, 28 de abril de 2015

LA TERRAZA

LA TERRAZA

Se vende el segundo piso de uno de los inmuebles de la calle Particular de Estraunza de Bilbao. Se trata de un edificio de clase media alta ubicado en un lugar umbrío, a menudo azotado por corrientes de aire, y rodeado de un urbanismo hoy achacoso que intenta remontar con nuevos o renovados negocios de hostelería, una tienda de diseño mobiliario, otra de modas, un pequeño gimnasio…

La venta se anuncia en una terraza decorada por un arbolillo desangelado y varias macetas con geranios apenas mantenidas por un riego semanal. Imagino esas plantas en su mejor momento. Alimentadas por un servicio que igual planchaba las camisas y blusas de los señores con raya inglesa que horneaba croissants o pasteles de arroz. El lugar escenifica quizás un mundo en decadencia. Los hijos de esa clase social, educados en los cercanos jesuitas o en colegios del opus, se han ido mudando a la franja litoral que separa Las Arenas de la playa de Gorliz y dejado atrás un mobiliario afrancesado con pantallas de luz indirecta y algún cuadro de firma secundaria.

Pero volvamos a la terraza. He dicho terraza aunque solo lo sea a medias. Claro, estamos en Bilbao, y si su campo de fútbol es una catedral y como dice Leo Harlem comer en esta ciudad es un escándalo, un balcón de cuatro por dos es una terraza y no se hable más. Vendidas como un plus que encarece la venta de una vivienda, su primer destino es encajonarlas, paradójicamente, por una estructura de aluminio o PVC y meter un arcón, un tendedero, una bicicleta, algunas plantas, es decir, convertirlas en trasteros con vistas a la calle. Será cosa del clima…

Aun así las terrazas – dejémoslo así – de Bilbao trasparentan el carácter, las vivencias, la ideología de sus moradores. Hay terrazas con un ordenado muestrario de flores de temporada y otras con un desorden de abandono. Paseando por la ciudad, principalmente por sus barrios periféricos, en otoño, hay una profunda fragancia a matojos de marihuana secándose a la intemperie. En las casas de la Tabacalera, a unos metros de la nuestra, hay una bandera palestina en uno de los balcones. En los números pares se puede ver un paño grande de Bob Marley junto a otro del Che. En algunas fachadas hay enseñas pidiendo el acercamiento de presos, y en las semanas venideras, con la final de copa a la vuelta de la esquina, los balcones y ventanas de toda la ciudad se teñirán de banderolas zurigorris (blanquirojas) con la esperanza de ganar el trofeo y pasearlo en gabarra por la ría.

El 30 de enero de 1969 los Beatles se subieron a la terraza/azotea de su empresa Apple, en la calle de Saville Row y realizaron el que sería último concierto de su carrera musical como grupo. Esta es una de las canciones que interpretaron.


jueves, 16 de abril de 2015

¡OSTRAS, PERO SI ES JAMES CAAN!

Uno de los chistes blancos de mi época era tal que así: un tío está meando en un urinario público y en eso que entra John Wayne y se le pone al lado. El tipo reconoce al actor, da un giro de 90 grados y mientras lo mea de arriba abajo dice con sorpresa: ¡ostras, pero si es John Wayne!

El chiste es flojo y contado por mí una petardada. Los chistes no son mi fuerte. Los cuento al revés, me entra la risa nerviosa antes de empezarlos y los introduzco en el peor de los  momentos. Envidio a esos tipos que los encadenan sin respiro con el tono apropiado, el gesto y la voz adecuada, desatando una risa contagiosa e imparable.

Hace unos días volví a ver “Irma la dulce”. Es, creo, una  de las películas del maravilloso Billy Wilder que peor han envejecido. Ni una candorosa Shirley MacLaine salva ese París de cartón piedra, esas putas de vodevil, y a un Jack Lemmon histriónico, sobreactuado en una historia rebasada por el tiempo. Que eso le pase a un director que mantiene en perfecta actualidad la casi totalidad de sus filmes, un autor rompedor, siempre dispuesto a poner en solfa la doble moral, es una pena.

Pues bien, en un momento dado un soldado americano atraviesa el hotelito que frecuentan las prostitutas callejeras que circundan el mercado de Les Halles. Y sí, ese jovencito casi irreconocible es James Caan, el mismo actor que Ford Coppola descubriría poco después en la tierna “Llueve bajo mi corazón” y lanzó al estrellato en las dos primeras entregas de “EL padrino”. Este reconocimiento, que he tenido que confirmar en la “wiki”, me ha hecho pensar en la parte dura de la carrera de los actores, forzados a pillar lo que les caiga con tal de que o se les conozca o no se les olvide. Es su sino…


Billy Wilder envolvió una de sus películas más divertidas, “Avanti”, con la preciosa “Senza fine”, de Gino Paoli. Militante y cantante progresista, Paoli la cantó una vez más en la fiesta del 1º de mayo de 2011. Helo aquí.

lunes, 6 de abril de 2015

"SOMEWHERE OVER THE RAINBOW" POR POPA CHUBBY


Después de tanta saeta, velones y encapuchados, Popa Chubby pinta la mona con una versión un poco salvaje del "Somewhere over the rainbow". 
Felices pascuas.

miércoles, 25 de marzo de 2015

La estilográfica

LA ESTILOGRÁFICA

Cuando cumplí 21 años, en aquel tiempo frontera de la mayoría de edad, mis padres me regalaron una pluma estilográfica. No sé qué habrá sido de ella. Supongo que la perdí de vista en alguna mudanza sin darle no ya el valor material sino el simbólico, ligado a una mayoría de edad que me llegaba, paradojas, mientras hacía la mili en Toledo. Al parecer hasta ese momento tenía edad para aprender a matar o a morir por la patria, pero no para abrir una cuenta corriente o emanciparme.

Creo que la pluma estilográfica otorgaba un status más cultural que de clase, y se asociaba a abogados, médicos, profesores, que la blandían para extender recetas ilegibles y dictámenes jurídicos llenos de latinajos. Los políticos aún las intercambian después de firmar pactos, acuerdos, constituciones, y las guardan como Stradivarius que interpretan la sinfonía de la historia.

Recuerdo que de niño envidiaba a los chicos mayores, que tiraban de estilográfica en los arcos del patio del colegio copiándose los problemas de mates los unos a otros. Yo me conformaba con materiales hoy en desuso -plumilla, tintero, secante- y admiraba la plasticidad de la tinta brotando del artilugio y la limpieza del acabado en la cuadrícula.

La pluma estilográfica es ya, también, un utensilio arqueológico, y pronto lo serán los rotuladores que las imitaron con fortuna desigual. La caligrafía es una artesanía a extinguir, como la cerámica popular o el encaje de bolillos, y hasta la mecanografía, una habilidad que servía para trabajar en la banca o ser funcionario, tiene los días contados.

Pero hay nuevas habilidades. Supe el otro día que hay estudiantes que son capaces de teclear con el móvil a la espalda para evadir el control de sus profesores y puedo imaginar que las generaciones que nos siguen tendrán más desarrollados los dedos pulgares, con los que ahora se comunican compulsivamente para informar a amigos y colegas de cosas intrascendentes.  Simple y sencillamente: es lo que hay.

Para acabar,  la única canción conocida por mí que nombra el instrumento, “Cucurrucucú paloma”, de Franco Battiato.

jueves, 19 de marzo de 2015

EL ECLIPSE

Como mañana disfrutaremos de un eclipse parcial de sol, nada mejor que este cuento del maestro Monterroso poniendo en su sitio a los "civilizadores".


Cuando fray Bartolomé Arrazola se sintió perdido aceptó que ya nada podría salvarlo. La selva poderosa de Guatemala lo había apresado, implacable y definitiva. Ante su ignorancia topográfica se sentó con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir allí, sin ninguna esperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la España distante, particularmente en el convento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminencia para decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.


Al despertar se encontró rodeado por un grupo de indígenas de rostro impasible que se disponían a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolomé le pareció como el lecho en que descansaría, al fin, de sus temores, de su destino, de sí mismo.


Tres años en el país le habían conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentó algo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.


Entonces floreció en él una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y de su arduo conocimiento de Aristóteles. Recordó que para ese día se esperaba un eclipse total de sol. Y dispuso, en lo más íntimo, valerse de aquel conocimiento para engañar a sus opresores y salvar la vida.

-Si me matáis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.

Los indígenas lo miraron fijamente y Bartolomé sorprendió la incredulidad en sus ojos. Vio que se produjo un pequeño consejo, y esperó confiado, no sin cierto desdén.


Dos horas después el corazón de fray Bartolomé Arrazola chorreaba su sangre vehemente sobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras uno de los indígenas recitaba sin ninguna inflexión de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechas en que se producirían eclipses solares y lunares, que los astrónomos de la comunidad maya habían previsto y anotado en sus códices sin la valiosa ayuda de Aristóteles.

viernes, 13 de marzo de 2015

DUKE ROBILLARD; SESENTA Y SEIS AÑOS DE MARCHA

Ayer fuimos a ver a este anciano venerable al Café Antzokia. Pedazo marcha...


jueves, 5 de marzo de 2015

MODIANO LETRISTA

En “Libro de Familia”, una novela publicada por Gallimard en  el lejano 1977 y rescatada por Anagrama al calor de su reciente premio Nobel, mi estimado Patrick Modiano desvelaba que en sus comienzos tuvo que ganarse un sobresueldo como letrista “en los locales destartalados de Ediciones  Musicales Fantasía”. No es muy dado Modiano a las referencias musicales, y en este caso lo hace pare recordar esa faceta no continuada de su juventud a raíz de su encuentro con Henri Seroka, un joven cantante de origen belga en la piscina de un hotel de Lausana a mediados de los años sesenta del pasado siglo.


Aunque su obra es muy autobiográfica pensaba que podía tratarse de un personaje literario colado de rondón, así que me fui a la “wiki” a confirmar la veracidad. ¡Sorpresa! Henri Seroka no solo es un cantante de carne y hueso que todavía publica discos de factura más o menos clásica, alejada de sus comienzos pop. Participó en el Festival de Barcelona, antes del Mediterráneo, con una canción con texto del propio Modiano, “Les oiseaux reviennent”, que le valió un premio menor.

El joven Modiano también prestó textos simples a Regine y a la candorosa Françoise Hardy. Acabo: dando vueltas por wikis y youtubes he descubierto que Vincent Delerm, otro melancólico adorable (buscar en Spotify sus duetos de “Favourite songs”) dedicó a Modiano una bella canción, “Le baiser Modiano”, en 2004. Podéis leer mi traducción un tanto libre de la misma y oír las dos. Pues eso.

LE BAISER MODIANO - EL BESO MODIANO

Esa noche nos cruzamos
con Modiano junto al metro.
Tú no querías creer
que era él quien estaba sobre la acera.
Yo te dije:
¿ves a la chica que fuma?
¿Ves al tipo que está detrás, de espaldas
con un impermeable gris?  Es Modiano.
Esa noche tomamos
mojitos hasta la medianoche
y tú me repetiste:
"quizás viva en el barrio”.
Y al volver revisando la calle
buscamos en las paredes
la sombra chinesca de Modiano.
Esa noche recordé
su consejo,
"Apoyándote en el léxico
del confinamiento
subrayarás el terror
en la mirada del narrador “,
en las páginas dobladas de un folio.
Luna de miel de Modiano
y el beso que ha seguido
bajo las farolas, bajo la lluvia,
ante las puertas de la plaza Carpeaux,
a la que llamo Patrick Modiano.


jueves, 19 de febrero de 2015

UNA VERSIÓN LUMINOSA DE I´M IN THE MOOD FOR LOVE
 P`ALEGRAR EL FIN DE SEMANA

"I´m in the mood for love"  es una de las canciones más versionadas de la historia, Frank Sinatra, Paul Anka, Brian Ferry, Louis Amstrong, Rod Stewart, Sam Cooke...jazz, soul, reggae, decenas de variables...

Ya hablé de esta versión del cantante de Jay Kay, el cantante de Jamiroquai, con la banda de Jools Holland en un relato, pero no me cansa. Más que perfecta para levantar el ánimo. Salud!!!


lunes, 16 de febrero de 2015

EUGENI GAY, PREMIO NUEVO TALENTO FNAC, EN BILBAO

Eugeni Gay Marín (Barcelona - 1978), hijo de nuestra amiga Isabel, expone en FNAC-Bilbao como premio Nuevo Talento de fotografía 2014. Aunque es una exposición demasiado breve para conocer mejor el sentido de su última obra, que también obtuvo el Premio revelación de la SAIF 2014 en Arles (Francia), sí desvela la elección original del contenido (la Isla del Sol, en el lago Titicaca) y del punto de vista (encuadre y uso del color).


Estará hasta el 28 de febrero, así que hay tiempo para acercarse a FNAC. 

martes, 10 de febrero de 2015

LA NEVADA

Hacía tiempo que la nieve no cuajaba en Bilbao y sus cercanías, y la gente se ha llenado de entusiasmo y ha llenado las calles y los balcones de cámaras fotográficas para inmortalizar el momento. 

Pues bien, a la constatación de que veo difícil una instantánea potable de una nevada sumo mi alergia a producto tan gélido y pastosete. Creo que fui el único habitante de la ciudad que no tiró de móvil, ni disfrutó pisándolo. 

La Diagonal de Barcelona en la nevada de 1962
Casi siempre ha sido así. Solo cuando lo descubrí  en la nevada que aisló Barcelona del resto del planeta las navidades del sesenta y dos del pasado siglo pude disfrutar de sus virtudes lúdicas. Quizás por la novedad y porque solo tenía diez años de edad. La azotea de la casa familiar había acumulado un metro de espesor y mi madre temía que el suelo, nuestro techo, no acostumbrado a soportar peso y temperatura semejante, acabara cediendo. Una vez avisó a los ciudadanos de que los quitanieves que venían a liberarnos desde Andorra tardarían más de un día en alcanzar la Diagonal, el alcalde Porcioles, ataviado con polainas, así lo anunciaban por la radio, se echó a la calle a dar ejemplo y repartió miles de palas para abrir camino en las calles y aligerar los terrados. 

Eso sí estaba bien. No hubo viandante que no sufriera la abatida de las paladas que arrancábamos de la azotea y lanzábamos sin orden al vacío durante los días que la nieve mantuvo consistencia.

Pese a tener amigos aficionados nunca he ido a esquiar, y la textura crujiente de la nieve, su humedad permanente, me parece incómoda. Tampoco aprecio que sea bella por sí misma, sino únicamente cuando esa ausencia de color combate con el verde de las arboledas o la gama de las ciudades.

Pese a todo, no he evitado que mis hijas la conocieran cuando eran pequeñas. Recuerdo el día que llevamos a la menor por un hecho luctuoso. Esa misma mañana, en la zona del Vivero, a pocos metros de donde ella tiró bolas de nieve por primera vez, se descubrió el cadáver de una joven de nuestro barrio. Lo más terrible es que, tras varias conjeturas y pesquisas que apuntaban a otra persona, se descubrió que el asesino era el hijo de una conocida. Bilbao mantiene una medida asequible que no hace difícil que conozcas o hayas coincidido directa o indirectamente con todo tipo de gente, también con algún que otro asesino…

Aunque como sintonía de programa de radio está un poco sobada “Snow” (Nieve), de Red Hot Chili Peppers, sigue siendo una bonita canción. Y ojo con el hielo!!!


miércoles, 4 de febrero de 2015

AUSTERIDAD

No me gusta el discurso contra la austeridad si lo contrario es el derroche de combustible, territorio, agua,  coltan, pero la palabrita forma parte de la misma perversidad del lenguaje con el que los valores morales ajenos a la derechona son “buenismo” o “populismo”…

Pero veamos. He sabido estos días que hay sectores comerciales que repuntan. Anuncia Pérez Rubalcaba (os suena?) en su cuenta de feisbuc que el año pasado la matriculación de coches de la marca Lamborghini subió en España un 350% y los de la marca Maserati un 530% más.
El Roto

No es un caso único. Los llamados rolls royce del mar, los yates Swan, viven su mejor momento desde el inicio de la crisis mundial. El más barato cuesta unos 2 millones de euros, y hasta 15 millones un pedazo de yate de 35 metros de eslora; y a De Gea, el portero del Manchester United le han ofrecido 240.000 euros semanales por renovar. Vamos, que la recesión es cosa del pasado…

Cuando empezó la crisis se nos hizo interiorizar a los ciudadanos del primer mundo que habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades (lo del tercer mundo parece no tener remedio). Poseer vivienda, sanidad, educación, un coche, ir de vacaciones, o como en una intervención memorable decía la alcaldesa de Cádiz, una cuenta de twitter, era una muestra de la irresponsabilidad y voracidad de los ciudadanos. 

Recuerdo que en pleno auge de la penitencia tras la asunción de nuestra culpabilidad por la crisis, una compañera de trabajo se quejaba amargamente de la subida aplicada a los pensionistas (aquel año un 1%). “Total, para ir a Benidorm”, decía con indignación. Desde entonces, muchos de los que vivían por encima de sus posibilidades (sic) han perdido su trabajo, vendido su coche y sido desahuciados de sus viviendas, para engrosar el porcentaje de las personas pobres. 
En el otro lado del gráfico estadístico, los 85 ricos que atesoran tanta pasta como la de 3.570 millones de personas, se llevan un trocito de la sanidad, la educación, el coche y la vivienda del nuevo pobre para comprarse un avión privado o un yate de 30 metros de eslora. Manda güevos…

jueves, 22 de enero de 2015

“HASTA AHÍ NOMÁS”, DE MARIO CAPASSO;
ENTRE KAFKA Y MONTERROSO…

Suelo repetir que tengo cierto reparo a las redes por la cantidad de basurilla mediática que corre por ellas, pero este no es el caso. Hace ya unos años y no sé por qué vía ni razón, Mario Capasso (Buenos Aires – 1953) me remitió dos de sus relatos cortos.

Ocurre de vez en cuando. Por caminos desconocidos escritores de procedencia varia te invitan a leer alguna de sus obras. Uno no es crítico literario ni tampoco está sobrado, pero ello no es un obstáculo para separar la obra original, trabajada, de la que es pasto de lugares comunes. Algunos van precisamente de eso, de sobrados. Despotrican contra los escritores consagrados y se consideran injustamente despreciados por el mundo editorial. A uno de ellos, que la había cogido con Juan Marsé, al que ponía a caldo por motivos peregrinos, le tuve que pedir que no insistiera, porque es uno de los tipos que me ha hecho pasar mejores ratos con sus novelas mayores o menores.

Decía que no es el caso de Mario porque ya aprecié en aquellos dos relatos de tamaño medio la madera de una escritura personal, elaborada, imaginativa. Suelo seguir, menos de lo que quiero y puedo, sus recomendaciones literarias, fragmentos de novelas y relatos de otros autores que publica en Facebook con la generosidad de quien los quiere compartir.

Pues bien, hace más o menos un mes Mario me envió un archivo con una recopilación de micro relatos espléndidos, “Hasta ahí nomás”, que me atrevo a situar a medio camino entre el absurdo de Kafka y la ironía siempre original de Augusto Monterroso, con permiso de los cronopios que Julio Cortázar diseminó por aquellas tierras.

Unas veces convierte sensaciones en personajes, como ese “resquemor” que entra sigilosamente en la habitación de un hotel y amarga la relación y las bocas de una pareja, o a “la desidia” o al “asombro”, que salió a la calle un día soleado, “reventó como un sapo y  se desparramó por las calles, afectando a partir de ese episodio en especial a los pibes y pibas del barrio, que desde ese momento viven de sorpresa en sorpresa y preguntan a cada rato por la vida y sus cuestiones”; otras veces son accidentes físicos o meteorológicos, “el temblor” apasionado del paciente que acude al médico al ser besado por su hermosa secretaria, un temblor “que le hace sentir morir, pero no le importa”, los charcos que persisten mucho después de “la lluvia”, “para beneplácito de los pibes y la molestia de los adultos”.

Kafka está en “el agujero”, la ventanilla de un organismo público, o en “la barricada” que una revolucionaria deja hecha un primor tras varias horas de trabajo esmerado “con la intención de que a los enemigos, en caso de que tuvieran algún sentido de la estética, les causara una gran pena pasarle por encima y destruirla”.

En fin, “Hasta ahí nomás” ganó el premio edición “Luis Di Filippo 2014”, convocado por la Asociación Santafesina de Escritores, y Mario Capasso me ha dado permiso para que se lo pase en edición digital a todo aquel que me lo pida. Un placer.

De acompañamiento "Soledad", de y por el gran Astor Piazzolla: Astor Piazzolla – Soledad
……………………………………………………………………………………………..
Mario Capasso nació el 9 de Marzo de 1953, en Villa Martelli, localidad del Gran Buenos Aires, República Argentina, en la que continúa residiendo.
Literariamente, se ha formado con Beatriz Isoldi, Nilda Adaro, Federico Jeanmaire y Luciana Carolina De Mello.
Ha publicado cuatro libros:
El futuro es un tropel absurdo, cuentos, año 1999.
El Edificio, Una novela en escombros, novela, Ediciones AQL,
año 2002.
Piedras heridas, cuentos, Ediciones Corregidor, año 2005
(2do. Premio del Fondo Nacional de las Artes, año 2003-Jurado:
Ana María Shua, Vicente Battista y Juan José Hernández).
La Ciudad después del humo, novela, Martelli y López Editores,
año 2011.
Las novelas El Edificio, Una novela en escombros  y  Piedras heridas han sido traducidas en Francia en 2012 por Editions La Dernière Goutte.

La novela La Llanura antes recibió una mención del Fondo Nacional de las Artes, certamen año 2012. El jurado estuvo integrado por Matilde Sánchez, Daniel Guebel y Juan Ignacio Boido.


jueves, 15 de enero de 2015

EL PORTERO AUTOMÁTICO

En la última película de los Cohen, desarrollada en 1961, el protagonista se ve obligado a hacer uso del portero automático repetidamente para acceder a la casa de su ex novia, lo que me pareció un cierto anacronismo en estas latitudes. Pues bien, el primer portero automático también llegaría al País Vasco a principios de los sesenta. Un asturiano de Villaviciosa había traído la idea y parte del acabado de Venezuela e introducido el producto en la zona norte de la península de la mano del sector inmobiliario, en pleno auge, y el impulso financiero de un ejecutivo del entonces Banco de Vizcaya.

El invento no solo hirió mortalmente a los porteros de fincas urbanas, que abundaban en los barrios de clase media y hoy solo subsisten en vivienda de alto standing de las grandes ciudades, sino también a los serenos, aunque abrir puertas solo fuera una de sus funciones secundarias.

La casa de mis padres, en el ensanche de Barcelona, tenía dos escaleras gemelas con portero. El de la nuestra se llamaba Antonio y era, cosa al parecer habitual, policía nacional retirado. Aunque su vivienda estaba al fondo de un profundo pasillo que daba al patio de luces, yo recuerdo a don Antonio como un perpetuo centinela dispuesto a burlarse de los niños de la escalera. A mi hermano le decía siempre lo mismo, pepito, que te pisas los callos, y seguía a lo suyo, limpiando el suelo, los cromados del ascensor, el pasamanos…

La portera de la escalera gemela se llamaba Carmen. Aunque su cara fuera siempre una exagerada combinación de coloretes, lo que más me llamaba la atención es que se pintara las cejas que se había depilado previamente. La señora Carmen era aficionada al canto, y en verano, cuando las ventanas permanecían abiertas para combatir el calor, se la oía entonar trozos escogidos de zarzuela.

La puerta de la escalera se cerraba con llave a partir de las diez de la noche, y si la olvidabas, había que buscar una cabina telefónica o al sereno. En mi caso no era necesario picar palmas, el sistema habitual, porque el del barrio, harto de hacer la ronda, descansaba en un portal del chaflán que tenía sofá. 

Cuando abandoné Barcelona la portería seguía regentada por una persona de carne y hueso, la mujer de un guardia civil (seguía la tradición), de modo que aún no se había impuesto el artefacto automático introducido por el inventor asturiano.

Muchos años después los porteros automáticos tienen videocámara en color y sirven para cribar el acceso a los inmuebles, incluidos encuestadores, buzoneadores y testigos de Jehová.

En “El hijo de la novia” el director argentino Juan José Campanella inventó un nuevo plano cinematográfico mediante un uso novedoso del portero automático. Salud.





jueves, 8 de enero de 2015

Suicidio

SUICIDIO

Hace apenas un mes una persona próxima a nuestra familia se suicidó tirándose por la ventana. Enseguida se hicieron cábalas sobre los motivos de tal decisión, salud, problemas familiares, de trabajo…Supongo que en este caso algo había de todo eso, pero no hay suicidio que no se achaque a la desesperación, como si fuera imposible el efecto de una decisión razonada. Todo ello sin entrar en otras valoraciones. No hay que olvidar que se sigue acusando al suicidado de cobardía, como si ante un futuro vital no halagüeño éste tuviera que hacer de tripas corazón y ofrecerse sin más a un martirio prolongado. Ya que lo habitual es no poder conducir la mayor parte de nuestras vidas, qué mejor que decidir cuándo y cómo nos morimos…

El suicidio ha sido un elemento literario muy socorrido, además de un final repetido entre la gente de la cultura. Suelo recurrir a la paradoja de Mayakovski, que dedicó un poema a su amigo Esenin, recién suicidado, con ese “¿Para qué aumentar el número de suicidios? Es mejor aumentar la producción de tinta”, cuando él mismo acabó con su vida años después de un disparo en el corazón. Y es que la frecuencia del suicidio entre los escritores es más notable que entre los fontaneros o los trabajadores de la construcción, por ejemplo. Quizá tenga que ver con la esquizofrenia que genera vivir dos, tres o cuatro vidas, la propia, la carnal, y las ficticias, fruto de la invención y la fantasía.

Los artistas suicidas suelen ser muy rentables para sus herederos familiares y profesionales. El suicidio les envuelve en un aura de malditismo que da plus a la obra. Así que la nómina de suicidas famosos sigue aumentando exponencialmente, extendiéndose a otras profesiones, como el deporte o la tauromaquia. En lo que se refiere a esta última diría que es un oficio consustancial a una cierta temeridad suicida. No hay más que ver a José Tomás… Aunque los hubo que lo hicieron fuera de la plaza y por razones, subrayaría lo de “razones”, diversas. Es el caso de Nimeño II, el mexicano Silvetti, o el más famoso en nuestras latitudes, Juan Belmonte, personaje literario en dos de las novelas de otro suicida insigne, Ernest Hemingway.

René Pottier
Ahora que se discute si Pantani se suicidó o fue una simple víctima de sus adicciones, no estaría mal recordar al primer ciclista que lo hizo. Se llamaba René Pottier y acababa de ganar el tour de Francia celebrado en 1906.  Pottier era un ciclista serio e introvertido, del que se decía que tenía un corazón que no le cabía en el pecho. En enero de 1907, pocos meses después de su triunfo en el tour,  Pottier se colgó en un taller de la Peugeot, la marca que le patrocinaba, porque había descubierto que su novia le engañaba mientras él se jugaba el tipo y la salud por las entonces infames carreteras de Europa.

Este fue un caso claro, pero por su mala prensa, el suicidio es a menudo discutido y se intenta enmascarar. Como en el caso de Pantani, también se discutió si Ocaña, José Agustín Goytisolo o Chet Baker, por citar casos diversos, se habían suicidado o eran víctimas de accidentes o asesinatos. Yo mismo me atreví a discutir el probable suicidio de Goytisolo con una carta al director de El País, basándome en algunas de sus  declaraciones inmediatamente anteriores a su muerte.

Joan Margarit, a quien Goytisolo había incluido en su Antología de Poetas catalanes para el siglo XXI, dedicó un poema al suceso:
UNA FINESTRA AL CARRER MARIÀ CUBÍ
El vaig conèixer els dies de Los pasos
del cazador.
No sé si vam ser amics. Ell tant podia ser
la tendresa que ve de la desemparança
com la fatxenderia de la por.
Generós però alhora iracund i mentider.
Ens unia una certa desesperació:
ell pel seu nét, jo per la meva filla.
Negava constantment la realitat,
més com més la batalla era perduda.
Jo me’l vaig estimar. M’agrada molt
la seva poesia quan evoca
darrere els ulls d’un home o d’una dona
el silenci dels camps sense ningú.
Va caure segant l’aire, amb un cop sord.
Una paròdia de l’au
abatuda pel tret del caçador.

UNA VENTANA A LA CALLE MARIANO CUBÍ
Lo conocí en los días de Los pasos del cazador.
No sé si fuimos amigos. Él podía encarnar la ternura que viene de la desesperanza
o la chulería que nace del miedo.
Generoso y a la vez iracundo y mentiroso,
nos unía una cierta desesperación:
él por su nieto, yo por mi hija.
Negaba constantemente la realidad,
aún más cuando la batalla estaba perdida.
Le quise. Me gusta
su poesía cuando evoca
tras los ojos de un hombre o de una mujer
el silencio de los campos desiertos.
Cayó segando el aire, con un golpe sordo.
Una parodia del ave
abatida por el disparo del cazador.




Y como antes he nombrado a Baker, qué mejor que aliñar el texto con una de sus interpretaciones de crooner triste y melancólico: