lunes, 17 de febrero de 2020

Urkullu


URKULLU Y EL VERTEDERO VASCO


Urkullu con gesto preocupado
El pasado 5 de febrero el lehendakari Urkullu estaba en su zénit político. Ese hombre de movimientos seguros, capaz de articular discursos sin necesidad de chuletas, poco tenía que ver con quien heredó la makila en 2012. Funcionario gris de la Diputación Foral de Bizkaia, en sus primeras intervenciones parecía imitar al rey emérito y estar destinado a protagonizar la etapa más opaca del partido que fundara Sabino Arana, pero ocho años más tarde, flanqueado por una terna de excelentes comunicadores (Ortuzar, Erkoreka, Esteban) y sustentado en centenas de buenos gestores formados en colegios y universidades cercanas al partido, su imagen es la de un hombre de estado que flota por los escenarios políticos con aire de suficiencia.

Todo se torció al día siguiente, el 6 de febrero, cuando entre tres y cuatro mil metros cúbicos de tierra y escombros cayeron sobre la autopista AP-8, el eje que une Donosti y Bilbao, y como una cruel metáfora sobre el lehendakari Urkullu y su gobierno.

Imagino que en ese momento ya había decidido adelantar las elecciones
el vertedero (fuente RTVE)
autonómicas al 5 de abril, una decisión que, a la vista de lo ocurrido estas últimas semanas, ha podido convertirse en un error, porque a la hora de redactar estas líneas el cuerpo de dos trabajadores sigue bajo los escombros. Ahora sabemos, además, que estos contienen elementos peligrosos como el amianto y otros residuos no autorizados que empezaron a arder a los pocos días, y los pueblos del entorno y una parte de la sociedad vasca se han rebelado por la falta de reflejos del ejecutivo y lo que califican de “falta de humanidad” del lehendakari. Algo que intenta paliar los últimos días con una avalancha de información “dulce”.

La Comunidad Autónoma Vasca contiene vertederos reales, como el que ha provocado la muerte de los dos trabajadores, y cientos de pequeños vertederos con residuos morales: corrupción institucional, caciquismo, y una inmensa e inagotable red de clientelismo diseminado por las distintas administraciones, corporaciones, pueblos y ciudades de la geografía del país.

Hablar de esto en la sociedad vasca es complicado. Tal es el nivel de auto complacencia conseguido por lustros de gobierno del PNV, con una televisión dócil y unos medios de comunicación que hablan en sordina, que el ciudadano medio no da pábulo a que sea el tercer partido con más casos de corrupción del estado, tras PP y PSOE. Sabe que conviene llevarse bien con el partido sea cual sea la actividad a la que uno se dedique, más si se quiere hacer carrera en la administración y que, en este supuesto oasis, los políticos amortizados también disponen de amplias puertas giratorias, solo hay que echar un vistazo a los consejos de administración de Iberdrola, Petronor o Enagas, pero lo ve como algo menor en comparación con los grandes casos de corrupción en el estado. Ese ciudadano medio, principalmente el que le vota, disculpa que en un país pequeño como este el PNV sea el partido que ha recibido más donaciones privadas y anónimas desde 1992 hasta la fecha, siete veces más que el PSOE en todo el estado. Huele mal, pero ¿por qué no van a ser más generosos y altruistas los simpatizantes del partido en el poder?

La nómina de casos de corrupción es innumerable solo desde el año 2000: casos Ibarra, Bravo, Cearsoro, Balenciaga, Zabalgarbi, Pagaldai, Telerría, De Miguel, Fonorte, Margüello, Urazca, Hiriko, San Antonio, Bakio d´Or, Alonsotegui y los diversos fraudes en las oposiciones de Osakidetza. Casos que han imputado y condenado hasta a doce ex-alcaldes, además de un ex-senador, un ex-vice lehendakari y numerosos cargos intermedios del PNV, pero que aparecen siempre como de menor importancia que los que puedan producirse en el estado.

Manifestación (fuente El Insurgente)
El vertedero vasco no solo contiene residuos tóxicos amagados entre pinos. Es un modelo social no tan diferente del que pueden tener otras comunidades con gobiernos de derecha. Un modelo, es cierto, con una clase media acomodada que consume sanidad privada, puede elegir entre cinco tipos de educación y se ve protegido en un porcentaje importante por pensiones complementarias; un funcionariado muy bien pagado; un nivel de renta medio superior al del resto del estado; ciudades modernizadas que han sabido reconvertirse en lugares turísticamente atractivos; pero un modelo que atenúa pero no consigue suprimir la pobreza. Tres datos preocupantes del reciente informe de FOESSA alertan sobre este hecho: (https://www.euskadi.eus/web01-a2estadi/es/contenidos/noticia/not_sosa_informe_foessa/es_def/index.shtml ): 1) pese a una estructura de ingresos más igualitaria “las personas más pobres pierden más renta que en el resto de España”; 2) una de cada siete personas, en torno a 334.000, se encuentra en situación de exclusión social moderada o severa; y 3) se percibe un aumento preocupante de este tipo de exclusión y la valoración muy negativa de los Servicios Sociales por las personas que la sufren.

La dicotomía social sobre la que alerta el informe de FOESSA permanece agazapada en pueblos y barrios que se desertizan, que pierden cohesión social y sufren cada vez más inseguridad. Son los vertederos sociales que, junto con los residuos de la corrupción citados al principio, pueden aguar la fiesta y acabar cayendo como un alud sobre el ensimismado “oasis vasco” del lehendakari Urkullu.




Y un "lugar común": Los Lendakaris muertos.



jueves, 13 de febrero de 2020

Poema de amor


UNA CANCIÓN/POEMA DE AMOR 




PARA EL DÍA DE LOS ...


































Aunque dicen que Leonard Cohen no llegó a terminar nunca el poema “A thousand kisses deep”,




















que retocó durante veinte años, en 2001 musicó parte de sus versos, los que empiezan “los potros




















corren”, en una canción dedicada a la pintora Sandy Serriman, suicidada en 1998 tras un doloroso









proceso cancerígeno.




























Cohen colocó su resultado en una de sus últimas grabaciones, “Ten new songs”.















A mí me gusta una reciente versión del heterodoxo Howe Gelb, una especie de Cohen del siglo
















XXI, junto a A.Ward.



































A mil besos de profundidad
Viniste a verme esta mañana
Y me trataste como si fuera carne

Hay que ser un hombre para saber
Lo bueno y dulce que es eso

Mi doble en el espejo, mi pariente más cercano

Te conocería hasta durmiendo

¿Y quién sino tú podría llevarme
A mil besos de profundidad?
Te amé cuando te abriste
Como una azucena al calor
Yo sólo soy otro muñeco de nieve
Bajo la lluvia y la cellisca
Que te amó con su amor helado
Y su físico de segunda mano
Con todo lo que es y todo lo que fue
A mil besos de profundidad
Sé que tenías que mentirme
Sé que tenías que engañarme
Posar con todo el ardor y la altivez
Tras los velos de la pura falsedad
Nuestro perfecto porno aristócrata
Tan elegante y barato
Soy viejo pero aún me gusta
A mil besos de profundidad
Aún funciono con vino
Aún bailo mejilla con mejilla
La banda está tocando Auld Lang Syne
El corazón no piensa retirarse
Hice una carrera con Diz y Danté
Aunque nunca tuve su fondo
Pero una o dos veces me dejaron tocar
A mil besos de profundidad
El otoño se coló en tu piel
Algo me ha entrado en el ojo
Una luz que no necesita vivir
Ni necesita morir
Un enigma en el libro del amor
Oscuro y obsoleto
Hasta que con el tiempo y la sangre lo vea
A mil besos de profundidad

Soy bueno con el amor soy bueno con el odio
Es en medio donde me quedo paralizado
He estado preparándome pero es demasiado tarde

Hace años que es demasiado tarde

Pero tú estás muy guapa, de verdad

El orgullo de Boogie Street
Alguien debe de haber muerto por ti
A mil besos de profundidad
Te amé cuando te abriste
Como una azucena al calor
Yo sólo soy otro muñeco de nieve
Bajo la lluvia y la cellisca
Pero ahora no necesitas oírme
Y cada palabra que diga
Sólo irá en contra mía
A mil besos de profundidad

Los potros corren, las chicas son jóvenes
Las apuestas están para batirlas
Ganas un poco y ya está

Tu pequeña racha de suerte

Y emplazado a enfrentarte

Con tu invencible derrota
Vives tu vida como si fuera real
A mil besos de profundidad
Hago la calle, me estoy pinchando
He vuelto a Boggie Street
La cosa se te escapa y caes
En la Obra Maestra
Y quizá aún tuviera kilómetros que recorrer
Y promesas que guardar
Lo dejas todo para seguir vivo
A mil besos de profundidad
Y a veces cuando la noche es lenta
Los miserables y los mansos
Recogemos nuestros corazones y vamos
A mil besos de profundidad
Confinados al sexo, nos apretamos contra
Los límites del mar
Entonces vi que no quedaban océanos
Para carroñeros como yo
Alcancé la cubierta de proa
Y bendije al resto de la flota
Consintiendo naufragar
A mil besos de profundidad
Hago la calle, me estoy pinchando
He vuelto a Boggie Street
No creo que te cambien los regalos
Que tendrías que haber guardado.
Tu recuerdo es fragante
Tu ficha está completa
A excepción de lo que olvidamos hacer
A mil besos de profundidad

Y a veces cuando la noche es lenta
Los miserables y los mansos
Recogemos nuestros corazones y vamos

A mil besos de profundidad.






domingo, 26 de enero de 2020

Guantes



GUANTES

Hace unos días me puse uno de los tres pares de guantes que tenía sin estrenar. No me gustan, algo que confirmaré en próximas líneas, pero ese día hacía mucho frío y pensé que ya era hora de honrar a las personas que me los habían regalado.

Pues bien, creo que, de necesitarlos alguna vez para degollar o disparar a alguien sin dejar huella, hubiera acabado cortando un dedo a la víctima o baleado un objeto decorativo de los estantes del lugar del crimen, pero no con nadie, tal es la ausencia total de tacto que me producen. Para muestra un botón. Ese día me los calo en el rellano y al dar al de llamada del ascensor con los guantes puestos, me doy cuenta de que es un artilugio tactil que no reconoce el cuero. Así que, venga!!, a quitarte el diestro hasta que llegues a la calle. Creo que lo más parecido a usar guantes es beber o comer algo saliendo del dentista con media anestesia entre los labios.

Francisco Paesa en sus mejores tiempos
Además de ser muy socorridos en películas de asesinos en serie, no voy a hablar aquí de los de trabajo, los guantes tienen abundantes usos literarios. Hay butroneros, carteristas, aluniceros a lo bestia, como el famoso “niño Juan”, pero también “ladrones de guante blanco”, que asocio más a determinados papeles cinematográficos de Cary Grant o David Niven, que a tipos mal educados y algo chapuceros como Luis Bárcenas, alias “el cabrón”, u otro Luis, Roldán, al que siempre se recordará por esa foto del desaparecido Interviu en la que lucía en calzoncillos mientras se llevaba crudos los fondos reservados de la guardia civil. De esta banda de delincuentes de “salón”quizá salvaría a Francisco Paesa, el tipo elegante y taimado que, aparentemente salido de una novela de Graham Greene, engañó a Roldán para llevarlo al trullo.

También se dice de un encuentro deportivo limpio que ha sido de guante blanco y que tal o cual prenda te queda como un guante. Hay futbolistas que, limpios o guarretes, tienen un “guante en el pie”, porque donde ponen el ojo colocan el balón. Lo propio es que sean los boxeadores los que “cuelguen los guantes”, pero también se dice de profesionales y políticos cuando deciden jubilarse. Seguro que hay otra docena de habladurías con ellos de por medio pero ahora mismito no se me ocurre ninguna otra.

Este verano leí una famosa novela de Philip Roth, “Pastoral americana”, cuyo personaje central es el heredero de una saga familiar, los Levov, dedicada a la fabricación de guantes. El libro, un recorrido por los años sesenta en la ciudad de Newark (New Jersey), se detiene en largas y curiosas descripciones sobre el proceso de creación de una parte del vestuario que calificamos de complemento, el orgullo de una familia que caerá en desgracia. Ewan Mc Gregor la hizo película con una fortuna que apenas salva su tono melancólico.

No sé si los guantes se llevan más o menos, ni si su fabricación habrá recalado, como casi toda, en Asia. Habrá estadísticas, habrá “influenciers”, hay cada vez más manguis de guante blanco, Messi calza guante de seda en cada uno de sus pies, pero yo, antes de colgarlos definitivamente, prefiero pasar frío y disfrutar del tacto, uno de los mayores placeres que no nos dio dios.







En una de las escenas más emblemáticas del cine negro, Rita Haywort se quitaba unos guantes de vampiresa mientras bailaba “Put the blame on mame”, canción que realmente interpretaba Anita Ellis. Las mentes calenturientas y reprimidas de la españa franquista corrieron el rumor de que en la versión americana la Haywort se quitaba todo. Veamos.





lunes, 13 de enero de 2020

Exposición


EXPOSICIÓN

Exposición en la parada del 40 de la Mina del Morro
Frecuento la parada de autobús de la foto los días de lluvia porque me permite acercarme al polideportivo del barrio de la Peña sin empaparme. Es una parada poco concurrida por la débil frecuencia del único autobús que la asiste, el 40, y creo, también, que por ser una de las últimas del recorrido, así que suelo sentarme con paciencia a divagar.

Hice la foto el mes de noviembre pasado, según las estadísticas el más lluvioso de la historia en Bilbao. Me acercaba con el paraguas en ristre cuando vi al acercarme que alguien, quizás el señor mayor que se alejaba lentamente hacia la esquina u otro ser anónimo, había dejado algo que a primera vista me pareció una especie de altar urbano: un par de pequeños cuadros de temática animal y dos manojos de papel de periódico a los lados, casi bañados en los charcos que inundaban el banco.

"Mastín napolitano"
autor anónimo
Me dio rabia no saber quién era el autor para entender el sentido o motivo de la exposición de aquellas pequeñas obras de arte, ¿la venta, su simple exhibición?, y me pareció curioso que hace unos dos años diera con otra pintura a solo cien metros, abandonada junto a un contenedor de basura (https://charlievedella.blogspot.com/2017/12/artistas.html), lo que demuestra que, pese a su carácter popular, o quizás por eso, Santutxu es un barrio especialmente creativo.

Pues bien, pese a su pequeño tamaño y una paleta nada rica, los dos cuadros tenían su no se qué. Por lo que he visto en internet el perro es un mastín napolitano, un animal de apariencia triste, que el pintor ha ubicado sobre un extraño fondo grana; y el toro, castaño, tiene una perspectiva correcta y desde luego que he visto pinceladas peores.

"La huída a Egipto"
Isabel Baquedano
Quería enganchar aquí con la exposición que vi por esos mismos días en el Museo de Bellas Artes, la dedicada a Isabel Baquedano (Mendavia 1929-2018). Lo lamento tratándose de una pintora reconocida, con presencia en el Museo del Prado, pero algunas de las obras expuestas en el bellas artes no son mejores que las dos pequeñas telas anónimas de la parada.

Por lo que he observado en las tres visitas realizadas (se puede ver hasta el 26 de enero) creo que la culpa no es de la pintora, fallecida en 2018 tras una fructífera vida académica y el reconocimiento de los mejores críticos, sino del responsable de una exposición que parece haber hecho una recopilación desordenada de la obra de Baquedano para colgarla sin mucha convicción: telas de amplio formato junto a bocetos, cuadros inacabados, fotocopias coloreadas, etc. Todo ello con saltos y errores cronológicos de bulto. En descargo de la artista hay que reconocer que cuelgan algunas telas espléndidas, además de sugerentes, algo que flota durante toda la exposición pero no acaba de asentarse.

Pues sí, como no soy crítico de arte me lo puedo permitir, más sugerente me parece la exposición litúrgica de dos telas en un banco encharcado, en una barrio en repliegue, junto a la escuela ecuménica y multicolor de la Mina del Morro. Y es que me pierde el barrio, lo reconozco.


Como por estas fechas me he enterado de que en junio vienen los Jayhawks a Bilbao, he estado buscando alguna de sus obras maestras en youtube. The Jayhawks me recuerdan a mi última etapa profesional, porque los solía escuchar mientras redactaba resoluciones e informes de maraña articulada. Frente a ese mundo hiperlegal, sus canciones ofrecían una frescura que a mí me suena a un buen combinado de Beatles y Byrds. Es una pena que todas las versiones que he encontrado de mi favorita, “Miss Williams Guitar”, que Mark Olson dedicó a su novia, la cantautora Victoria Williams, recién diagnosticada entonces de esclerosis múltiple, sean bastante defectuosas, así que la dejo en su versión original en disco y la acompaño de otro de sus clásicos, este sí en directo: “Save it for a rainy day”.








lunes, 30 de diciembre de 2019

Isla Correyero


UN POEMA DE ISLA CORREYERO 

PARA EL NUEVO AÑO


No sé si es la mejor o una de las mejores poetas en castellano, todo depende del color del monóculo, pero nadie que lea a Isla Correyero (Miajadas – Cáceres – 1958) puede ser inmune a la furia, placer o desazón que producen sus versos.  

En 1996 publicó el impresionante “Diario de una enfermera”, con un puñado de poemas que reflejaban el punto de vista peculiar de alguien que, como ella misma, veía el mundo bajo “la lluvia negra de la muerte en los pasillos”. Esta es su mirada la noche vieja de 1993, una experiencia, la de “celebrarla” en un hospital, que yo mismo experimenté hace exactamente cuarenta y un años. 


Ufff!!!




31 DE DICIEMBRE DE 1993

Hemos preparado una mesa ovalada,
como una isla blanca, en el centro transgresor de la UVI.
El mantel son dos sábanas del hospital que aún tienen
los bramidos del dolor.

No han podido el etanol ni el agua arrebatar de la tela la
poderosa microbacteria de la muerte.

Así que sobre ellas están los vinos y los canapés, el
marisco y el cerdo con ciruelas.
Las velas son azules.

Los enfermos de las costas de la nieve respiran por sus
aparatos imaginando que también ellos están invitados
al banquete.

La música declara esta noche de fiesta.

Ven pasar nuestros rostros maquillados y sueñan con
bailar una pieza inquietante y oscura, vestidos de
etiqueta, felices y más jóvenes.

Los mansos alejados de este mundo confunden
nuestras batas sintéticas con terciopelos blancos, y aún
tienen el aliento de esperar la caricia de una bella
nocturna.
Nosotras, melancólicas, comemos y bebemos
dulcemente embriagadas y un monitor vencido nos da
cuenta del final de un muchacho.

Las doce campanadas resuenan en la UVI con un tono
alterado de medallas estáticas.

Después de la última uva dorada de este año daremos a
los padres del cadáver la noticia terrible.

Pero antes brindemos con el cava
por las próximas horas felices que pasaremos sin la cruz
de la muerte.

Se puede ver una abundante selección de la poesía de Correyero en esta página: https://poetassigloveintiuno.blogspot.com/2010/12/2656-isla-correyero.html


Lo suyo sería poner uno de los cientos de canciones de navidad o llegada del nuevo año, pero como hace unas semanas mi amigo Trespa me remitió por segunda vez esta locura con Tomasito (¿es de goma?), Junior y Diego Carrasco, valga este fin de fiesta para “después de la última uva dorada”.



lunes, 16 de diciembre de 2019

Libertad de expresión


LIBERTAD DE EXPRESIÓN


Hace unas semanas tuve ocasión de ver el documental (“Gas the arabs”) que ha ganado el Goya 2019 en su versión de cortometraje (“Gaza”). Como fue una visión casi familiar, con uno de los directores, Julio Pérez del Campo, dispuesto a explicarnos los avatares de su realización, no solo “padecimos” la crudeza de unas imágenes que te sumergen en la ruina metáforica y real en la que el estado de Israel tiene sumida a la franja de Gaza, también conocimos de primera mano que la larga mano del lobby sionista pretende que eso, además, no se sepa.

Para empezar, Julio no entró en Gaza en calidad de documentalista, sino como biólogo, su profesión original. Cuando salió del país llevaba un trabajo aparente, fotos de huertas, parajes rurales, etcétera, y otro real, horas de metraje oculto que transformó en una película que no describe, únicamente expone imágenes de la barbarie que se está produciendo en la zona.

Viendo en el documental las atrocidades cometidas por el estado de Israel, uno entiende lo que el director nos explicó al acabar, a saber, la inicial grabación clandestina y la persecución posterior del film, que incluyó anulaciones de su programación en casi todos los festivales internacionales, las amenazas a los distribuidores (un cierto número mantuvo su dignidad y la proyectó) el silencio de las cadenas televisivas tras la concesión del premio (solo se pasó en las de Castilla La Mancha e Illes Balears, eso sí, a horas intempestivas) y la prohibición expresa del arzobispado de Madrid a que se proyectara en la parroquia de San Carlos Borromeo (https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/premios-goya/2019-02-01/documental-gaza-iglesia-documental-prohibicio_1798402/).

La libertad de expresión no existe en las dictaduras. Si un periodista o un artista se pasa un pelo se le liquida y punto (caso Khashoggi – Arabia Saudí, por poner un ejemplo, hay cientos), pero de la que presumen los países democráticos se hace puré cuando las potencias colonizadoras (Israel es una estado en expansión a base de colonos que usurpan territorios a la fuerza) y los poderes económicos persiguen, prohiben o extorsionan cualquier expresión crítica.

Es curioso y alentador que Julio Pérez del Campo se mostrara esperanzado en el coloquio. Supongo que es porque una persona luchadora no se puede permitir ser pesimista.

Enlaces para ver la película en Youtube:



Además de los enlaces a las tres partes de la película, he incluido la valiente dedicatoria de Julio, en la entrega de su Goya, y música palestina, de la que me declaro analfabeto y he tenido que improvisar al redactar el blog. Espero haber acertado con un corte de la actuación en el Olimpya de tres hermanos laudistas llamado Trío Joubran.



lunes, 2 de diciembre de 2019

El nombre de los cines





EL NOMBRE DE LOS CINES

Para los pre-millenials, pero sobre todo para los hijos de la posguerra, los cines eran como santuarios lúdicos, el escenario de un paréntesis vital que nos salvaba de la grisura del momento. En apenas ocho manzanas de mi barrio barcelonés había hasta media docena de cines, y si alargaba la vista a la magnitud del barrio puedo recordar hasta una veintena.


Cine Texas, aún en activo
Hace tiempo dediqué un blog al nombre de las calles (https://charlievedella.blogspot.com/2013/12/el-nombre-de-lascalles-hay-quien.html), un tema que sigue siendo motivo de controversia cada vez que hay cambio en el poder municipal. También apuntaba allí que el mejor homenaje que se podía dar a Gabriel Aresti era eliminar su nombre de todo callejero, tal como él había demandado en uno de sus poemas, pero es una petición caída, de momento, en saco roto.

Como en el caso de las calles, muchos cines de Barcelona se vieron obligados a adecuar su nombre, fuera a la realidad republicana o franquista. El cine Urquinaona tuvo su ida y vuelta, al pasar a ser Cine Francisco Ferrer durante la república (en homenaje al pedagogo libertario Ferrer Guardia) y a Cine Borrás, en la dictadura, en referencia al actor Enric Borrás. El cine Manelic (personaje principal de “Terra Baixa”) pasó a llamarse Albéniz; El Esplai (simplemente inadecuado por ser un vocablo catalán) pasó a denominarse Alondra; y así una larga lista de salas.


Más recientemente, y por razones simplemente comerciales, el mítico Texas se llamó Lauren durante algún tiempo. Afortunadamente para mi memoria sentimental ha recobrado su nombre inicial y ahí sigue, con los fantasmas de mis amigos y familiares comiendo pipas y palomitas en sus butacas. Además de esa referencia personal, que puedo asociar a un estreno, a una novia, familiar o amigo, incluso a una redada (sufrí dos en pleno franquismo), los nombres de los cines tienen su porqué.

el Niza, desaparecido en 2005
el teatro-cine Olimpia, en Medina del Campo
Algunos propietarios no se comían mucho la cabeza. Si el cine estaba ubicado en la calle Pelayo o el Paseo Maragall, para qué inventar… Pero los había ligados a la modernidad que supuso el cine en el siglo XX y colocaron a sus salas los apelativos de Nuevo, Novedades, Moderno o Progreso. Los más “cinéfilos” homenajeaban a sus referentes, fueran estos Arkadín, Lumiére, Renoir o Casablanca. Los había americanófilos, supongo que también influenciados por la hegemonía hollywoodense, que recurrieron al renombrado Texas, Atlanta, Florida, Maryland, o simplemente América. Los grandilocuentes lo hacían a la excelencia, y así aparecieron en las carteleras los Excelsior, Delicias, Máximo o Regio Palace. Los imagino recordando su origen, fuera este Bailén, Roquetas, Mahón, Triana, o incluso más lejanos, Provenza, París, Nápoles o Niza, u homenajeando algún referente cultural, principalmente teatrales (no en vano algunos cines nacieron teatros o compartieron ambos recursos), y así subsistieron durante décadas los Alarcón, Calderón o Maragall, pero también los Clavé o Jaume I…

He dado un repaso a los cines de Barcelona, porque mi llegada a Bilbao coincidió con el inicio de la decadencia del negocio, tras la aparición de nuevos formatos, pero imagino que aquí o en cualquier ciudad la gente de mi edad tiene su propia lista e itinerario. Por mi afición al cine y a la arqueología urbana suelo fotografiar locales desaparecidos o en proceso (https://charlievedella.blogspot.com/2013/05/cinema-tognazzi-el-cinematognazzi-esta.html). Mías son las fotos del Texas y el Niza (veo en internet que ya del todo derribado), ambas de hace dos años, y la del Teatro Olimpia de Medina del Campo, de este mismo verano. La del Máximo es una auténtica maravilla que he cazado por ahí.


el Máximo cerró sus taquillas en 1972






El cine Máximo era el más cercano a la casa familiar, dos manzanas exactamente. También, por cierto, el más “pipero” de la zona (así calificaba mi padre a las salas más cutres): un vestíbulo destartalado, una platea con los muelles de las butacas al aire y un acomodador desaseado que hacía la vista gorda a cambio de una peseta. Con doce años de edad pude colarme a una sesión no tolerada junto a una docena de chicos y chicas con ganas de la libertad, ahora francamente naif, que destilaba “Qué noche la de aquel día”. Es sin duda uno de los mejores recuerdos de mi pre adolescencia.