sábado, 19 de octubre de 2013
BIANCALUNA, de GIANMARIA TESTA en directo.
C'é una luna questa sera
che la tocchi con le mani
lentamente, lentamente s'avvicina
e si srotola dal cielo
è un gomitolo di lana
è un gomitolo di luna che cammina
Grande luna nella sera
e sopra i tetti di Torino
tutti gatti per la strada far mattina
che si deve festeggiare
questa notte un po' speciale
c'è la luna, Biancaluna che cammina
Biancaluna sotto il cielo
e sulle antenne di Milano
non l'avevi vista mai così vicina
per chi nasce questa notte
certo porterà fortuna
sarà figlio, sarà il figlio della luna
Grande luna così grande
che la sfiori con le mani
lentamente, lentamente si allontana
e si arrotola nel cielo
è un gomitolo di lana
è un gomitolo di luna che cammina
e si arrotola nel cielo
è un gomitolo di lana
è un gomitolo di luna ballerina.
domingo, 13 de octubre de 2013
Estaciones de ferrocarril
LA ESTACIÓN
Las estaciones y los mercados de las grandes ciudades son las catedrales de la época moderna. Sus estructuras de hierro mostraban el músculo de la industrialización, la ambición de arquitectos e ingenieros y la fortaleza de la creciente clase obrera.
Las estaciones eran además la puerta de entrada de las oleadas de emigrantes a la vida ciudadana, de gente que venía de campos lejanos con la casa a cuestas.
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Estació de França de Barcelona |
En mi infancia ir a un aeropuerto a ver despegar y aterrizar era un premio exótico. Se iba a ver, no a usar, por mucho que tus padres pertenecieran a las nuevas clases medias del desarrollismo. Por el contrario, la estación de trenes era un bien de uso. Se iba a viajar o a esperar.
En grandes urbes, como Madrid o Barcelona, había no una sino varias estaciones, según los viajeros fueran o vinieran del norte o el mediodía. A mediados del siglo XX fueron creciendo pequeñas ramificaciones, las llamadas estaciones de cercanías, creadas preferentemente para trasvasar recursos materiales y humanos de los barrios a las zonas industriales y viceversa.
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Estación de Toledo |
Por claras razones vivenciales mi preferida es la Estació de França de Barcelona. He pasado largas veladas entre su sala de espera y su cantina esperando a familiares que venían en trenes que alguien, como con coña, llamaba “rápidos”, pero tardaban doce horas en hacer un trayecto de 600 kilómetros.
Un rudo servicio de altavoces anunciaba algo que había que descifrar preguntando a los numerosos mozos portaequipajes: siempre el retraso de minutos o incluso horas por razones desconocidas. Lo que empezaba como una espera ávida acababa convirtiéndose, ya a altas horas, en un suplicio, pero aún así, cuando entro en su impresionante vestíbulo, hoy muy usado en publicidad, se me pone la carne de gallina. Después está su bóveda curvada y sus anchos andenes, con un olor que asocio, quizás erróneamente, al hierro y al orín. ![]() |
Estación de Amberes |
Las viejas catedrales laicas han perdido su carácter sacro. Algunas han sufrido una reconversión forzada por su mala localización, desbordadas por el crecimiento de las ciudades que las albergan. Han alojado en ellas museos de época o exuberantes especies botánicas y han sido sustituidas por modernas estaciones intermodales, a veces subterráneas.
Para quienes conocimos el esplendor de las viejas estaciones no hay color. Guardan la melancolía de las despedidas que eran entonces para mucho tiempo.
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Vidriera de la Estación de Bilbao |
No quiero ser muy chauvinista, así que apunto y muestro otras tantas estaciones de tren que recuerdo y resalto por motivos diversos: la estación de Toledo, que descubrí en mi primer viaje de libre adolescencia; la de Amberes, por su espectacularidad artística; y desde luego, la de Bilbao, por su preciosa vidriera, y sobre todo porque me recuerda las primeras visitas de fin de semana a mi ciudad de acogida.
En cuanto a la nota poética, recurro por enésima a Joan Margarit; a algunos versos del poema del mismo nombre del libro que dedicó a la Estació de França de Barcelona:
“Cada dissabte el tren duia retard
i s´anava fent fosc sota la volta
de ferro i vidre a l´Estació de França,
amb l´olor de carbó de les andanes
i el mostrador mullat de la cantina.
Des de lluny, ella i jo et reconeixíem
entre els vagons, el fum i la gentada.”
“El tren se retrasaba cada sábado;
oscurecía bajo la estructura
de hierro y de cristal de la Estación de Francia,
con olor a carbón en los andenes
y el mostrador mojado en la cantina.
Ella y yo desde lejos entre el humo,
los trenes y la gente ya te reconocíamos.”
viernes, 4 de octubre de 2013
LA VERGÜENZA DE LAMPEDUSA
En el viaje que hicimos a Senegal hace poco más de dos años estuvimos charlando con uno de los cientos de vendedores de telas y toallas que pueblan las dos orillas del río Gambia. El gobierno se resiste a construir un puente que una los dos márgenes del río, porque alrededor de su paso en barcazas, que puede durar incluso más de un día, viven varios decenas de miles de personas de la venta de todo tipo de mercancías.
Gambia, una lengua alrededor del río de su propio nombre, divide además a Senegal en dos mitades, norte y sur, y es, por tanto, un obstáculo y una frontera natural. El caso es que el vendedor de toallas se nos acercó al reconocer la lengua castellana y con un humor que mostró la ausencia de rencor, nos contó su experiencia de emigrante frustrado, los trece días en una patera, la muerte de varios de sus tripulantes, su detención nada más llegar a la costa, el envío a Barcelona y la repatriación forzada en un avión que lo devolvió a su país de origen. Decía con sorna que había tardado dos semanas en llegar a España y apenas 24 horas en ser expulsado. Le preguntamos si volvería a intentarlo y nos dijo con una sonrisa llena de bonhomía que “ni hablar”. Pero lo dijo sin odio. Encima parecía tenernos simpatía…
He recordado a aquel tipo encantador al conocer el desastre de Lampedusa, algo que ya todo el mundo califica con razón como una gran vergüenza europea.
domingo, 29 de septiembre de 2013
FUGA DE MUERTE,
UN POEMA DE PAUL CELAN
Aunque uno se considere ciudadano del mundo tiene que ser una putada no
saber el país en el que ha nacido. Ese es el caso del Paul Celan, poeta triste
y eterno prófugo, nacido en noviembre de 1920 en Chernovsti, en aquel momento
parte de Rumanía.
Celan, hijo de un judío ortodoxo y una miembro de la minoría alemana, se
movió en su infancia entre dos culturas, dos ideologías y dos lenguas. Ya en su
madurez se decantó por el socialismo, la nacionalidad francesa y la lengua germana,
todo un collage, pero antes vivió en Palestina, perdió a sus padres a manos de
los nazis que hablaban su propia lengua,
estudió en Tours, fue recluido en un campo de concentración de Moldavía,
probó suerte en Bucarest, Viena, Ginebra y acabó tirándose al Sena en 1970.
Se dice que se es de donde se pace, pero de un suicida también podría
decirse que es de donde decide morir.
Fuga de muerte http://youtu.be/Ghta_HavPaQ |
Hacedor de una poesía hermética,
simbólica, existencial, difícil,
se dice que Celan nunca superó la contradicción de escribir en la lengua de sus
verdugos.
El poema “Fuga de la muerte”, cuya interpretación tomo prestada a los “compis” de Auralaria, es un bello ejemplo de su escritura desolada y confusa.
viernes, 20 de septiembre de 2013
EL FRUTERO DEL
BARRIO
Los clientes del frutero del barrio nos dividimos entre los que creemos que
se parece a Robben, uno de los jugadores del Bayern que ridiculizó al Barça hace
unos meses, y los que no. Es una exageración, pero también es cierto que no soy
el único que se acuerda de él cuando ve correr la banda al delantero holandés.
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el falso frutero |
Además de parecerse a Robben, el frutero se adelantó a la crisis antes de
que Santiago Niño, pariente y amigo, acertara de lleno y se paseara por las cadenas de televisión como
un nostradamus laureado. Algunos años antes de que se produjera, el frutero predijo
el pinchazo inmobiliario y la debacle bancaria cuando vio aflorar aberraciones
como Seseña y observó que bancos y cajas cambiaban la oferta de créditos por la
de depósitos. Ambos somos aficionados a la economía, aunque no sepamos un
carajo ni seamos capaces de ligar dos de sus términos seguidos, pero no parecía
difícil presagiar que el castillo de naipes tenía que derrumbarse más temprano
que tarde. La precisión y calidad del presagio se la dejamos a Santiago Niño, porque
es justo reconocer que nunca pensamos, como él, que el cataclismo se pudiera
llevar tanta gente por delante.
Como el protagonista de “Para después de la nada”, dueño de una tienda de
ultramarinos, el frutero del barrio ha ido viviendo el desarrollo de la crisis
con la mengua de los pedidos y el cambio de la demanda. Las ciruelas de
importación a precios superiores a los 15 euros el kilo, que antes traía fuera
de temporada para estómagos caprichosos, han dado paso a la yuca, el mango, la papaya,
el cilantro, que gente de países lejanos compra en medidas medidas, valga la
redundancia, porque no está la vida para ir tirando mercancía costosa. Describe
Mercabilbao como un espacio cada vez más desolador y me dice que la gente mira
y remira los precios, se tira a los más bajos y compra por cantidades a veces
irrisorias.
Siempre generaliza y jamás habla de gente que puedas conocer, y si alguna vez le quieres
dar el motivo de algo concreto evade la información con un definitivo, “sí, por
lo que sea”, como cerrando cualquier puerta al cotilleo, pero a veces, sin
darte más referencia, te habla con sentimiento de las pequeñas catástrofes personales
que nos rodean: la enfermedad, la vejez, el hambre, la pobreza…
Este tipo, como antes el peluquero, otro hombre discreto, y tantos otros, forma parte de una pequeña
patria, el barrio, con personajes que nacen, crecen y envejecen, un país con
fronteras inconscientes y sitios intemporales que cabe en unas cuantas calles.
El frutero del barrio solo tiene un defecto: en navidades tortura a sus
clientes con una cassette de villancicos que repite durante todo el día. Pero
como “nothing is perfect”, este año le regalo una canción que llega a reconciliarnos
con festejos tan odiosos y ahora puedes ver en youtube:
lunes, 9 de septiembre de 2013
AGURTZANE ESTRADA
PUBLICA LIBRO Y ABRE EDITORIAL; DOS PÁJAROS DE UN TIRO
Nuestra amiga
Agurtzane Estrada, vecina de Santutxu, persona encantadora, sensible y
comprometida, se lanza al mundo de la edición a lo grande, publicando libro y
lanzando un proyecto novedoso y solidario, AGALIR EDICIONES, con amigos y
conocidos colaboradores, como Iñaki Urdangarín, Kepa Junkera o Xabier Amuriza,
que apoyan la aventura.

Para hacer boca y
no ir de vacío habrá que comprarlo antes. Cuesta 15 euros y se puede pedir a
través de este correo electrónico: info@agalir.com
Para interesados en
el proyecto editorial y solidario podéis recorrer la web: http://www.agalir.com/inicio.html
lunes, 2 de septiembre de 2013
MI HIJA LAIA ABRE PROYECTO EMPRESARIAL
Con otras dos colegas del mundo artístico y la educación especial, mi hija Laia se lía la manta a la cabeza y se mete a “emprendedora”, ese palabro tan de moda y de tan poco uso. No sé como le irá, pero a estas alturas del desastre económico o lo intentas o te hundes con el resto de la flota.
FORMARTE (www.bilbaoformarte.com), que así se llama el proyecto, es un centro de Artes Plásticas enfocado principalmente a la formación en el campo artístico de personas con discapacidad psíquica o intelectual, con la finalidad de que desarrollen su creatividad y crecimiento personal. Por las tardes abren las puertas a todo aquel que quiera desplegar sus habilidades artísticas.
El jueves día 5, a partir de las seis de la tarde celebran su inauguración en la calle Zankoeta, 1, A de Bilbao. Estáis invitados.
jueves, 15 de agosto de 2013
Kid Paret y Emile Griffith
KID PARET, EL BOXEADOR QUE
LLAMÓ MARICÓN A EMILE GRIFFITH
Lo confieso, cuando era un adolescente me gustaba el boxeo. A los catorce años me metía en la cama con un transistor y escuchaba clandestinamente la retransmisión de las veladas de los jueves en el Price de Barcelona. Estaba más empapado de los púgiles de la época que de los futbolistas que poblaban los diarios deportivos de BCN. Podría falsear afición tan políticamente incorrecta con un repaso a las películas que el cine ha ido dedicando a ese deporte, pero por mucho que algunas sean auténticas obras maestras, en aquel entonces o aún no habían sido estrenadas o yo no las conocía. Así que no hay nada que me disculpe. Tampoco la tipología canalla de sus protagonistas; esa pléyade de chulos de barrio golpeándose entre doce cuerdas como nuevos gladiadores. Pan y circo.
Benny Kid Paret era uno de ellos. Pasó infancia y juventud de trifulca en trifulca con otros gallitos de los arrabales más pobres de Santa Clara (Cuba), donde cortaba caña por un dólar diario, hasta que un entrenador vio sus cualidades físicas, encontró un patrocinador que regentaba una carnicería y le convirtió en el “ídolo de los matarifes”. Siendo todavía Bernardo Paret ganó 26 combates como amateur y sufrió una sola derrota a manos un tipo que le sacaba peso, estatura y malas artes.
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Kid Paret |
Cuando Fidel Castro prohibió el boxeo profesional, los mejores púgiles de Cuba fueron a buscarse la vida a los Estados Unidos. En manos de mafiosos dispuestos a sacar el mayor partido de sus músculos, Kid Paret recorrió varias categorías, incluso la de los semipesados, muy por encima de su talla y morfología. Era un “echao palante” que ni siquiera aprendió a leer y escribir, un faltón dispuesto a comerse el mundo con los puños.
En abril de 1960 conquistó el campeonato mundial de los pesos welter, un entorchado que perdió y recuperó enfrentándose a uno de los mejores boxeadores de la categoría de todos los tiempos: Emile Griffith.
En el intermedio, los mentores de Kid Paret se aprovecharon de su carácter bravucón y concertaron una pelea con el rey de los pesos medios. Pretendían que ostentara la corona mundial en dos categorías luchando con un contrincante desigual, de mayor peso y envergadura. Todas las peleas de Kid Paret eran cruentas. No era el mejor púgil de la generación cubana que desembarcó en los Estados Unidos pero sí el mejor encajador, con una resistencia al castigo que lindaba lo inhumano. Así que en diciembre de 1961 Kid Paret le aguantó 10 asaltos a Gene Fuller, el rey de los medios, en una de las peleas más sangrientas que se recuerdan.
Solo 4 meses después, el cubano se presentó al pesaje para defender el título inferior ante Griffith con un certificado médico que le habilitaba y su verborrea habitual. Emile Griffith era un atleta espectacular. Lo habían descubierto por casualidad, mientras trabajaba con el torso desnudo en una fábrica de sombreros para mujer. Con solo unos meses de entrenamiento se subió a un ring y en poco tiempo disputó el campeonato del mundo. Solo tenía un “defecto”: se decía que le gustaban los hombres, un tabú en aquel tiempo, más si uno era un gladiador, el prototipo de macho alfa.
Dice la leyenda que Kid Paret llegó al pesaje contoneando las caderas y la mano en el culo, y que cuando vio acercarse a Griffith le llamó maricón sin más preámbulo. Es verosímil. Al “indio Nevares”, todavía en Cuba, le dijo que le iba a quitar el arco y las flechas, y era habitual oírle burlarse de sus contrincantes.
También se dice que tuvieron que separarlos y que la frase fue el motivo del ensañamiento de Griffith en el duodécimo asalto de la pelea que les enfrentó a las pocas horas: veintitantos golpes en una de las esquinas del cuadrilátero con la televisión en directo (ver enlace en siguiente viñeta). Éste no volvió a recuperar el conocimiento. Falleció diez días después. Pese a la paliza, es mayoritaria la sensación de que el cubano empezó a morir en el combate que había librado con Fuller unos meses antes, del que no tuvo tiempo de recuperarse debidamente.
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https://www.youtube.com/watch?feature=player_detailpage&v=E_hgassgD94 |
Sigue la leyenda que Griffith, que boxeó hasta los 47 años, no volvió a golpear con todas sus fuerzas y se convirtió voluntariamente en una esgrimista que ganaba los combates a los puntos, lo que, unido al reconocimiento de su bisexualidad, agrandó el mito iniciado con la muerte del cubano. Griffith falleció el 23 de julio pasado y los medios de comunicación recordaron con unanimidad la frase que resumía los años posteriores a la tragedia que acabó con su contrincante: "Sigo preguntándome lo extraño que es todo esto. Mato a un hombre y la mayoría lo entiende y me perdona. Sin embargo, amo a un hombre y esa misma gente lo considera un pecado imperdonable. Aunque nunca fui a la cárcel, he estado en prisión casi toda mi vida"
Acabaré con los últimos versos del poema que Nicomedes Santa Cruz, poeta peruano, dedicó a Kid Paret.
"La gente aplaude al que me mata
El referee no dice break
Que mi mujer no sepa nada
Mi nombre es Benny Kid Paret."
jueves, 8 de agosto de 2013
LEÓN DE ARANOA SE
METE A ESCRITOR
He aquí 113
relatos en 190 páginas sin desperdicio. He aquí un Monterroso actualizado,
tierno, agrio, divertido, melancólico. He aquí un aperitivo de tanto como hay
para elegir:

viernes, 26 de julio de 2013
EL CONTENEDOR
Con un estribillo y unos coros podría ser el título de una canción del verano de Georgie Dann, pero fue en primavera cuando los contenedores sembraron la discordia en numerosos municipios de Gipuzkoa por un quítame un puerta a puerta.
Cierto es que detrás de la polémica hay intereses económicos y planteamientos divergentes sobre el tratamiento de residuos, y que la desaparición, salvo de los destinados al vidrio, de un instrumento que al menos tiene tanta historia por detrás como la fregona o el portero automático, merece un debate extenso y reposado, pero lo que recrudece la controversia - a mí al menos así me lo parece - es el espíritu revanchista de los desalojados de los gobiernos municipales (PNV), promotores repentinos de grupos de desobediencia civil y referéndum populares. Lo que hay que ver…
Dice una leyenda urbana que la kale borroka abandonó su obsesión por la quema de contenedores el día que un grupete de pirómanos vio salir a un joven rumano de la tripa de uno de ellos con un manojo de quincalla metálica. Las leyendas nunca son del todo ciertas pero suelen esconder medias verdades, porque algo parecido le ocurrió a un amigo mío cuando bajó a echar la basura de su casa y oyó que alguien con acento extranjero se cagaba en su parentela. Desde entonces abre el artefacto con precaución, saluda con un protocolario “buenas noches”, y si nadie contesta lanza la bolsa de la basura a su interior.
El contenedor, como las bolsas de basura, es un instrumento urbano relativamente moderno. Hace solo unas décadas los cubos de basura iban tal cual, sin aislantes; se acumulaban frente a la puerta de los edificios y eran descargados directamente por los empleados del ayuntamiento en los camiones. Pese a lo que pueda parecer también había reciclaje selectivo, ya que en cada barrio había un trapero que compraba “ampolles i papers, draps i roba bruta, paraigües i mobles vells” (“botellas, trapos y ropa sucia, paraguas y muebles viejos”, decía la viejísima canción de Serrat / http://www.youtube.com/watch?v=LbjgCCcCOl4), que luego revendía y reintegraba a la cadena productiva.
viernes, 19 de julio de 2013
ALTERNATIVA LAICA PUBLICA SU INFORME
SOBRE EL ESTADO DE LA LAICIDAD EN 2012

Aquí el enlace: http://www.alternativalaica.es/articulos/informe-sobre-el-estado-de-la-laicidad-2012
miércoles, 10 de julio de 2013
EQUÍVOCO
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Hugo Gatti |
Allá estaba Gatti, el legendario cancerbero argentino. Colaboraba en un programa de deportes, y si la cámara mantenía un plano medianamente fijo yo podría confirmar si se trataba del portero que, durante mis últimos años de futbolista amateur, puse de ejemplo de lo que nunca hay que llevar cuando se juega: un collarcito-amuleto, la esclavina, un arete, el anillo de bodas…
Según creía haber leído años atrás, Hugo Gatti se segó el dedo anular al engancharse la sortija de su mano derecha con uno de los ataderos de los que colgaba la red de la portería. El cronista se dejaba llevar por la épica del momento y describía el amago del delantero ante la acometida del central, su gesto técnico disparando el balón con una trayectoria en parábola directa a la cruceta, y el salto del guardameta para atajarlo, que comparaba con el vuelo majestuoso de un águila imperial.
Como si la figura histórica de Gatti fuera irrelevante, no me interesaba el contenido del programa, ni su participación, seguramente amena, llena de anécdotas y sucedidos, sino confirmar la amputación de uno de sus dedos. La posición del portero no permitía una visión clara de las manos. Se trataba de una de esas tertulias con una mesa parecida a la de la santa cena, un director en el centro y media docena de apóstoles repartidos a derecha e izquierda, de manera que éste solo aparecía esporádicamente, cuando el presentador le concedía la palabra. En la primera toma me fue imposible distinguir el número de dedos de ambas extremidades, ya que las mantenía apoyadas en la mesa. Hubo otros dos planos antes de que Gatti, ya metido de lleno en el debate, empezara a gesticular recordándonos su ascendencia italiana, pero, o le había vuelto a crecer o no le faltaba ningún dedo.
Yo nunca había estado seguro de que el protagonista del accidente fuera Hugo Gatti, y ahora empezaba a dudar de que éste hubiera ocurrido realmente o se trataba de una de esas advertencias maternas que se acaban asimilando a un hecho y personaje auténticos. ¿Murió realmente un motorista por la picadura de una avispa cuando llevaba la boca abierta? o ¿hubo alguna vez un portero que perdiera un dedo al parar un balón endemoniado?
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Pumpido con el dedo recién recuperado |
Pues sí. Nery Pumpido, portero del River Plate, ganador de la Copa del Mundo en México y uno de los mejores arqueros de la República Argentina, perdió el dedo anular mientras se recuperaba de una lesión. El ejercicio era muy sencillo. Pumpido tenía que tocar el larguero cada vez que su preparador físico se lo indicaba. En uno de esos saltos, la alianza se le enganchó en uno de los arneses que servían para atar la red y dejó ambos, anillo y dedo, colgando de la escarpia.
Tras una insólita operación que duró cerca de cuatro horas, un reconocido microcirujano bonaerense consiguió reimplantárselo, de modo que, en su caso, yo tampoco podría haber comprobado la amputación a vista de pájaro.
Nery Pumpido jugó varios años más en River, el Betis y el Unión de Santa Fe, y creo que Hugo Gatti sigue tertuliando en Intereconomía.
miércoles, 26 de junio de 2013
LA TRADUCCIÓN
En una de las entregas
del blog, la dedicada al semáforo, tuve la tentación de corregir un par de
palabras de La noia del semàfor, el poema de Joan Margarit. Un error y un
atrevimiento, ya que el caso de Margarit es un tanto singular, al tratarse de un poeta
bilingüe en toda la extensión de la palabra, un poeta que no traduce de una
lengua a otra, sino que versifica en ambas.
Dicen los grandes
lectores que hay que leer una obra en su versión original. Pero
es evidente que traducir los giros y continuos usos específicos de una lengua
entraña una gran dificultad. ¿Cómo pasar al inglés expresiones populares como
“se ha pasado tres pueblos” o, la afortunadamente pasada de moda gracias a
Camilo Sesto, “mola mazo”?
Al hilo de esta
dificultad he recordado y recopilado tres historias divertidas sobre el mundo
de los intérpretes, las traducciones y los doblajes.
La primera entrega
es un comic de Lauzier, un dibujante ya fallecido que mostró en “Las cosas de
la vida” una apasionante y corrosiva visión del mundo con los ojos de los años
ochenta del pasado siglo. Pues bien, en el número 2 aparece “Diálogo en la
cumbre”, la amarga historia de un intérprete africano obligado a traducir su
propia condena. He colgado el comic en Picasa para que se pueda degustar: https://picasaweb.google.com/101454337953235625264/LauzierDialogoEnLaCumbre
La segunda
referencia la leí en un artículo de Jacinto Antón dedicado a los llamados
“pieles rojas”, los indígenas que poblaban América del Norte antes de su
colonización. Archie Fire Lame Deer era un chamán de una tribu nómada, la de
los lakota, que trabajó en Hollywood como extra y especialista en decenas de
películas, “La diligencia” y “Flecha rota”, entre otras. Ya veterano, Archie se
recicló como asesor y doblador de películas de sioux, y aprovechó la ocasión
para vengar las afrentas sufridas por su pueblo a lo largo de los siglos.
Cuenta Antón que el doblador traducía a su aire, burlándose de los directores
de western y de su visión estereotipada de la realidad indígena. Colocaba
canciones infantiles en vez de cantos fúnebres, o frases del estilo de “a ese blanco no se le
levanta”, mientras el subtítulo rezaba “mi hermano blanco habla con lengua
recta”. El tipo se lo tenía que pasar pipa…
El último
regalito es un clásico. La famosa parodia de Tip y Coll sobre cómo llenar un
vaso de agua y su traducción al francés. A la derecha está el enlace a una de sus
múltiples versiones.
Bon appétit
miércoles, 12 de junio de 2013
EL URINARIO
Como la altura de
los urinarios públicos para hombres siga subiendo creo que acabaré teniendo que
mear de puntillas o recurrir a hacerlo sentado en el retrete. Esta observación
me ha recordado algo que le pasaba a mi abuela paterna los últimos años de su
vida. Comentaba ella que por las mañanas
se veía en el espejo de la cómoda y así podía peinarse y arreglarse, pero por
las noches tenía que recurrir a un pequeño taburete porque no alcanzaba. Según
decía, iba menguando a lo largo del día. No sé si tiene mucho fundamento
científico, pero un compañero de universidad que rayaba el metro sesenta
aseguraba haberse librado de la mili con una caminata previa al reconocimiento
médico. Su teoría, que le dio buen resultado, es que la fatiga nos acorta por
la contracción de la masa muscular.
La primera vez
que me tocó fregar los cacharros en la pila de un viejo caserío que alquilamos hace
ya unos cuantos años, me sorprendió que tuviera que agacharme. Para mí, que no
llego al metro setenta, era el indicio de que los propietarios primigenios eran
bajitos. En fin, lo cierto es que la altura humana ha ido ascendiendo a lo
largo de los años y que el mobiliario estándar, sea público o privado, se va
adaptando a las nuevas proporciones.
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Derribo de los aseos públicos de la Plaça Urquinaona de Barcelona |
Además de esa adaptación a la antropometría de las nuevas generaciones, los
urinarios se han modernizado, incluso en Francia. Lo digo porque aún recuerdo
la primera vez que entré en uno de ellos en París. Era una sucia pared sin
separación, con un simple y austero canalón a los pies. Para más coña, a la
salida había una tía que te ponía a parir sino le dabas propina…
Eso sí. Nada más
lejos de mis intenciones que reivindicar los nuevos búnker metálicos y
herméticos que en algunas ciudades se anuncian como urinarios públicos. Debo
reconocer que no he entrado nunca. Me da la sensación de que el mecanismo de
cierre y apertura va a fallar dejándome encerrado de por vida, como a José Luis
López Vázquez la famosa cabina telefónica en los años setenta.
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La fuente - M. Duchamp |
Entre los
urinarios míticos que he conocido, ninguno como el de la Plaça Urquinaona de
Barcelona, integrado en unos aseos públicos y derribado hace algún tiempo. En
épocas de oscuridad y sordidez, era un lugar de encuentro para los
homosexuales, que podían contactar y aliviarse en los múltiples cines de la
zona, el Maryland, por ejemplo. Pero el más cercano y entrañable para mí es el
que existía en la parte del Passeig de Sant Joan colindante con la Travesera de Gracia cuando
yo era niño. Tenía una escalera pronunciada, e igual servía para sosegar la
vejiga que para jugar al escondite. Un día el guarda del paseo detuvo a un
pequeño ladronzuelo y lo retuvo en el urinario. En aquel tiempo el incidente me
pareció propio de una película de gangsters. Creo que el lugar también fue
demolido a finales del siglo pasado.
En 1917 Marcel
Duchamp, en un insolente arrebato dadaísta, expuso un urinario en Nueva York,
“La fuente”. A partir de aquel momento nadie meó igual en el mundo del arte.
Para colorear el texto: Los Toreros Muertos – Mi Agüita Amarilla http://open.spotify.com/track/3KALzhgyrDSWrAAJFstx7f
domingo, 2 de junio de 2013
“De rerum natura. Hitos para otra historia de la educación ambiental”, un nuevo libro de Jose Manuel Gutiérrez
El amigo Jose Manu Gutiérrez, además de asesorarme en materia futbolística en sus ratos libres, lleva años elaborando un cuerpo teórico sobre pedagogía medioambiental que, como él dice, en la voz de Violeta Parra: “va brotando, brotando, como el musguito en la piedra”.
El libro es la segunda pata de lo que pretende ser una trilogía que comenzó con "Sus tenere. Sostenibilidad vs Mercado y Tecnología", y puede adquirirse en Editorial Bubok por solo 20 euros (opción recomendable) o bajarlo directamente:
https://sites.google.com/site/historiaeducacionambiental/

El libro es la segunda pata de lo que pretende ser una trilogía que comenzó con "Sus tenere. Sostenibilidad vs Mercado y Tecnología", y puede adquirirse en Editorial Bubok por solo 20 euros (opción recomendable) o bajarlo directamente:
https://sites.google.com/site/historiaeducacionambiental/
martes, 28 de mayo de 2013
LHASA DE SELA
La cantante Lhasa de Sela falleció hace tres años. Supe de ella haciendo zapping a mediados de la pasada década. Creo que fue ETB1 la que programó el concierto que dio en directo en el festival Un mar de música de Cartagena en 2004 y me hice enseguida con sus dos primeros discos, pero no conocía esta delicia, “La escala de Richter”, que grabó junto a Vincent Delerm en 2005 y acabo de descubrir husmeando en spotify. Paso la conexión con spotify y youtube: Lhasa – L'échelle de Richter - http://youtu.be/vxuI3haSKTI
Para los que no la conocían he rescatado el bellísimo obituario que le dedicó Carlos Galilea.
Lhasa de Sela, la voz de un ángel errante
Se llamaba como la capital del Tíbet. El nombre de Lhasa se le ocurrió a su madre cuando la pequeña había cumplido ya cinco meses: mientras leía el Libro tibetano de la vida y la muerte pensó que era el idóneo para aquel bebé muy sonriente y con los ojos algo rasgados.
La cantante y compositora falleció el 1 de enero en su casa de Montreal, a consecuencia de un cáncer. Tenía sólo 37 años. Hija de un profesor y escritor mexicano y de una fotógrafa estadounidense, Lhasa de Sela pasó su infancia recorriendo carreteras de México y Estados Unidos en un viejo autobús escolar convertido en el hogar de dos adultos, cuatro niñas, tres gatos, un loro, dos tortugas y un perro. Sin televisión. Ni electricidad ni agua corriente ni teléfono. Las pequeñas leían todo el tiempo y por la noche organizaban espectáculos.
Lhasa nació cerca de Woodstock (Nueva York), en 1972, y vivía desde los 19 años en Montreal (Canadá), donde llegó para estar con sus tres hermanas, que estudiaban en una escuela circense. Ya había despertado el interés de los medios musicales con su premiado disco La llorona (1997), al que seguirían The living road (2003) y Lhasa (2009), tras pasar un año en el sur de Francia en el pequeño circo en el que trabajaban sus hermanas, una como payaso; otra, funambulista, y la tercera, contorsionista y acróbata.
Creció escuchando a Violeta Parra, Chavela Vargas, Billie Holiday, Amália Rodrigues, Maria Callas... Siempre le atrajo la música triste, confesaba. El crítico británico Charlie Gillett comentó que, de haber tenido Nico y Leonard Cohen una niña en la década de los setenta, hubiera sido Lhasa.
En Montreal, acompañada por el guitarrista y productor Yves Desrosiers, Lhasa actuó durante cinco años en bares como Le Quai des Brumes o Les Bobards. Lugares ruidosos en los que cantaba con las manos en los bolsillos y los ojos cerrados para un público que bebía y hablaba. Lo explicó en una entrevista para EL PAÍS: "Me dije que no podía enojarme con ellos porque no tenían obligación de escucharme. Era yo quien tenía que hacer que quisieran escucharme de verdad y no por cortesía".
Según ella, cada canción surgía de una chispa y ya venía en un idioma determinado: español, inglés -las lenguas de mamá y papá- o el francés de la ciudad que la acogió. Sus composiciones se escuchan en la película de John Sayles Casa de los Babys, el documental de Madonna o la serie Los Soprano, y suenan a chanson francesa, folknorteamericano, blues, ranchera... Escribía frases como "tuve que quemarme p'a llegar a tu lado" y contaba en sus conciertos la historia de su abuelo libanés, que se escondió en un barco con destino a Marsella para huir de un padre que no lo quería. De La confesión ("Me siento culpable porque tengo la costumbre") aseguraba que tardó meses en comprender que se trataba de una fantástica explicación sobre la culpabilidad y cómo librarse de ese terrible sentimiento. Y Lhasa no quería sentirse culpable nunca más.
sábado, 18 de mayo de 2013
CINEMA TOGNAZZI

Para interesados
en la arqueología urbana y nostálgicos en general, nada como el blog http://barcelofilia.blogspot.com.es/ dedicado a la de la capital
catalana, con espacios dedicados a tiendas, bares, discotecas, mobiliario
urbano etc, etc, etc., y la foto y la historia de 89 cines. Escarbando en
internet se encuentra multitud de
coleccionistas de entradas, programas etc… de todo el mundo.
lunes, 13 de mayo de 2013
Abusos
ABUSOS
Durante varios meses de un curso de principios de los años sesenta del
pasado siglo, el hermano L.A., uno de los frailes más jóvenes de la
congregación, se metía con C.M. y M.T., dos alumnos especialmente brillantes,
en un aula del colegio de los Maristas de Barcelona durante la hora posterior a
la comida. El hermano L.A. cerraba el aula a cal y canto y allí pasaba un
tiempo secreto con dos alumnos que tenían entonces once o doce años de edad.
Entre los compañeros, principalmente entre los más mayores, se corrió
pronto que se “metían mano”. Era sabido que el hermano L.A. era un sobón. Quien
más quien menos había sufrido sus toqueteos el día de su cumpleaños, fecha que
aprovechaba para hacerlos pasar como muestras de cariño.
Pese a una inocencia mayoritaria que ignoraba casi todo sobre sexo, abusos,
pederastia, entre los alumnos de curso se pensaba que M.T. sentía alguna
inclinación “malsana” por C.M., y que ambos mantenían una relación “extraña”
que el hermano L.A. convertía en un triángulo aparentemente “perverso”.
Con el rumor bastante extendido, el hermano L.A. convocó a una decena de
alumnos en la misma aula que les servía de lugar de encuentro furtivo. Cerró la
puerta con el pasador y tras una introducción sobre el pecado de la
maledicencia empezó un incisivo interrogatorio.
Creo recordar que yo fui el primer interpelado. El hermano L.A. quería
saber el contenido y la extensión de los rumores que habíamos propagado, pero
no lo consiguió. En aquel tiempo era difícil que su presión pudiera vencer al
miedo a aparecer como chivatos ante los ojos de nuestros compañeros. De modo
que uno tras otro lo negamos todo. Al acabar el interrogatorio sin ningún
resultado, el hermano L.A., con una voz especialmente severa, nos amenazó con
tener que tomar medidas, que incluían la expulsión del colegio, si no dejábamos
de hablar de su relación con C.M. y M.T.
Nunca volví a tratar el tema con los compañeros con los que compartí el episodio.
Ni siquiera cuando el fraile desapareció al año siguiente. Creo que, o bien fue
trasladado porque el asunto llegó a trascender entre sus superiores, o él mismo
pensó que lo mejor era poner tierra de por medio antes de que las cosas se
complicaran. El caso es que nunca más volvimos a saber de él.
Hace más o menos un año El País Semanal publicó un artículo sobre
directivos de las grandes empresas del Estado. Entre esos grandes ejecutivos
figuraba M.T., uno de los dos alumnos que habían protagonizado aquel lejano y
lúgubre incidente, lo que lo reavivó en mi memoria. Durante algunos días pensé
en la posibilidad de localizarle y preguntarle directamente qué es lo que
realmente ocurría en aquel aula. Lo consulté con personas allegadas y me
hicieron desistir.
En la foto del semanario, M.T. aparecía elegantemente vestido y rodeado de
flamantes ejecutivos, y de acuerdo con los parámetros estándar del periodista
era uno más entre un colectivo de triunfadores, pero supongo que en más de una
ocasión habrá repasado lo sucedido en aquel tiempo y deseado borrarlo de su
currículo íntimo y personal.
No sé absolutamente nada de su evolución, ni de la de C.M., ni mucho menos
de la del hermano L.A. Si sus superiores no le apartaron de la profesión
religiosa o él mismo se dio cuenta de que aquel no era el mejor camino,
seguiría toqueteando y abusando de decenas o cientos de niños durante años.
Mientras en Irlanda, Australia, Estado Unidos o Alemania se han abierto cientos
de procedimientos judiciales e investigaciones parlamentarias sobre abusos
continuados en establecimientos religiosos a lo largo de la segunda mitad del
siglo XX, en el estado español solo hay un pequeño goteo de denuncias
personales. Por alguna razón que se me escapa, parece un tema que no se quiere
afrontar de forma colectiva.
lunes, 22 de abril de 2013
CICATRICES
Es casi un tópico literario hablar de las cicatrices que te va dejando la
vida, pero ¡ostras!, cuando uno llega a cierta edad es que es verdad. No me
refiero a las cicatrices metafóricas, sino a los costurones con sus puntitos a
uno y otro lado de la herida, con el buen o mal acabado que le dio el médico de
urgencias.
Tengo una pequeña cicatriz en la parte posterior del muslo derecho, cerca
de la rodilla. Me la hizo un compi de los maristas de Barcelona cuando tenía
siete u ocho años. El capullo me rajó la piel con la hebilla de una de sus
sandalias. Aunque el corte fue relativamente profundo, el fraile encargado de
la enfermería no consideró conveniente cosérmela.
Un sábado por la noche de mis diecinueve años me senté de paquete en la
bultaco de uno de mis mejores amigos con la esperanza de comernos el mundo y
acabé en el Perecamps. No se me ocurrió otra cosa que meter el tobillo en los
radios de la rueda trasera. Un médico en prácticas salvó mi tendón de Aquiles y
una “prometedora” carrera futbolística con diecisiete puntos de factura
desigual. A veces, cuando cambia el tiempo, aún siento un débil cosquilleo en
la costura.
Hace unos cinco años, cepillando el suelo de la terraza de casa como todos
los años cuando se acerca el verano, me rajé el dedo pulgar con el trozo
cortante de una maceta rota. Es la última de mis cicatrices físicas,
constatables, las que sirven para identificar el cadáver de un desconocido y
solo un forense meticuloso puede descubrir.
Así que es verdad. Las cicatrices del cuerpo son, además de accidentes
orográficos, hojas de un calendario íntimo: en la infancia fue el juego; en la
adolescencia, la fiesta; en la madurez, mantener la propiedad.
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