EL NOMBRE DE LOS
CINES
Para
los pre-millenials, pero sobre todo para los hijos de la posguerra,
los cines eran como santuarios lúdicos, el escenario de un
paréntesis vital que nos salvaba de la grisura del momento. En
apenas ocho manzanas de mi barrio barcelonés había hasta media
docena de cines, y si alargaba la vista a la magnitud del barrio
puedo recordar hasta una veintena.
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Cine Texas, aún en activo |
Como en el caso de las calles, muchos cines de Barcelona se vieron obligados a adecuar su nombre, fuera a la realidad republicana o franquista. El cine Urquinaona tuvo su ida y vuelta, al pasar a ser Cine Francisco Ferrer durante la república (en homenaje al pedagogo libertario Ferrer Guardia) y a Cine Borrás, en la dictadura, en referencia al actor Enric Borrás. El cine Manelic (personaje principal de “Terra Baixa”) pasó a llamarse Albéniz; El Esplai (simplemente inadecuado por ser un vocablo catalán) pasó a denominarse Alondra; y así una larga lista de salas.
Más recientemente, y por razones simplemente comerciales, el mítico Texas se llamó Lauren durante algún tiempo. Afortunadamente para mi memoria sentimental ha recobrado su nombre inicial y ahí sigue, con los fantasmas de mis amigos y familiares comiendo pipas y palomitas en sus butacas. Además de esa referencia personal, que puedo asociar a un estreno, a una novia, familiar o amigo, incluso a una redada (sufrí dos en pleno franquismo), los nombres de los cines tienen su porqué.
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el Niza, desaparecido en 2005 |
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el teatro-cine Olimpia, en Medina del Campo |
He dado un repaso a los cines de Barcelona, porque mi llegada a Bilbao coincidió con el inicio de la decadencia del negocio, tras la aparición de nuevos formatos, pero imagino que aquí o en cualquier ciudad la gente de mi edad tiene su propia lista e itinerario. Por mi afición al cine y a la arqueología urbana suelo fotografiar locales desaparecidos o en proceso (https://charlievedella.blogspot.com/2013/05/cinema-tognazzi-el-cinematognazzi-esta.html). Mías son las fotos del Texas y el Niza (veo en internet que ya del todo derribado), ambas de hace dos años, y la del Teatro Olimpia de Medina del Campo, de este mismo verano. La del Máximo es una auténtica maravilla que he cazado por ahí.
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el Máximo cerró sus taquillas en 1972 |
El cine Máximo era el más cercano a la casa familiar, dos manzanas exactamente. También, por cierto, el más “pipero” de la zona (así calificaba mi padre a las salas más cutres): un vestíbulo destartalado, una platea con los muelles de las butacas al aire y un acomodador desaseado que hacía la vista gorda a cambio de una peseta. Con doce años de edad pude colarme a una sesión no tolerada junto a una docena de chicos y chicas con ganas de la libertad, ahora francamente naif, que destilaba “Qué noche la de aquel día”. Es sin duda uno de los mejores recuerdos de mi pre adolescencia.