miércoles, 11 de mayo de 2022

Periplo

PERIPLO

El ejemplar único de PERIPLO
En 2007 The Washington Post financió un curioso experimento socio-musical. Contrató a un conocido violinista clásico, Joshua Bell, para que se hiciera pasar por músico callejero en el metro de la ciudad. En plena hora punta interpretó varias piezas de Bach con la mayoritaria indiferencia de los viajeros y apenas 32 dólares de recaudación, cuando solo unos días antes había llenado un teatro a 100 dólares la butaca y parecido repertorio.

PERIPLO es un collage puramente artesanal que he recopilado, manufacturado y acabado durante la pandemia. Como el original es único he decidido darle la vuelta a la historia de Bell. En este caso es el músico callejero, es decir yo, quien decide vender ese ejemplar único por 1 millón de euros, incluidos gastos de envío, y divulgar la obra en el metro de internet, o sea, a través del blog y las redes gratuitamente.

El libro se puede ver y leer a través del blog, pinchando en cada una de las páginas, o descargarlo directamente en varios formatos (PDF, Mobi y Epub) :








  




 


 


 


    


   








  


  





    







 









     







   













 

jueves, 28 de abril de 2022

La pegatina

LA PEGATINA

típica pegata de los años sesenta
El sonido del destornillador en la carrocería del coche y su eco en el anochecer de un callejón del barrio de Gracia desplegó una doble sensación: el logro de un botín de importancia y el riesgo inmediato de que la policía pudiera aparecer en cualquier momento. Creo recordar que el botín era el escudo metálico de una aseguradora, pero no recuerdo el coche, posiblemente un 1400-B.

Creo que ambas sensaciones acabaron con la moda de coleccionar los adhesivos de coches con los que adornábamos las carpetas y libros colegiales. La primera porque el botín de latón no podía ser alardeado, es decir, lucido en el cartapacio; la segunda porque por mucho que adoráramos a los jets y a los sharks, ahora revividos por Speilberg, la senda del hurto y el navajeo que habíamos empezado a rondar era demasiado peligrosa para chavales que aún no habíamos cumplido los catorce.

Como no es muy constructiva no le he contado esta pequeña historia a mi nieto mayor, ahora que se ha convertido en un buen buscador de pegatas para la colección que ambos iniciamos cuando apenas tenía un año de edad y va inundando las “rajoles” (azulejos) de la cocina de casa. Sí podría hablarle de la época dorada de la pegatina, la transición, cuando partidos y sectas varias sacaban lustre a sus consignas en formato tan agradecido, porque sustituía al spray con el que nos habíamos jugado la libertad en sesiones nocturnas, y al cartel, porque además de pringarte de engrudo no tenía ya pared donde caerse muerto.

La mayor parte de la colección hace referencia a productos frutales de procedencia varia e ignota o no (Canarias, Brasil, Isla Bonita, Rincón de Soto o Aquitanie...), ya que muchas veces no se refleja en la pegata. Sí lo hace el nombre de la empresa que comercializa la mandarina, el mango o la manzana, con abundancia de nombres propios, probablemente el de la pareja o hij@ del agricultor/a, sea esta o este Blanca, Marlene, Sigfrido o Melinda.

Husmeando en la web he descubierto que la brillante idea de la colección es tan común como la proliferación del frutero “paki” en los barrios de Bilbao. Así que no hemos descubierto américa y sí una manera algo torpe y cutre de rellenar paredes. Hay incluso páginas web dedicadas al tema, entre ellas esta (http://www.etiquetasdefrutas.es/) que presume de una recopilación de cerca de 80.000 etiquetas.

Junto al coleccionista rico, sea Foster con la perspectiva artística en el Guggenheim, o el comisionista Landeño (el de las mascarillas del ayuntamiento de Madrid), para presumir de opulencia, persiste el recopilador perseverante y concienzudo. Sin ir muy lejos, en estas fechas se expone en el Museo de Orduña una parte (unas 300) de la impresionante colección de planchas (unas 1.000) de Carlos Uzkiano, dícese que una de las mayores de Europa. Puedo asegurar que vale la pena y es un buen motivo para darse una vuelta por la ciudad medieval los próximos ochomaios.


De acompañamiento musical, una de esas canciones en las que uno podría quedarse a vivir: "Southern night", de Sturtz.


lunes, 28 de marzo de 2022

Kiosco

EL KIOSCO

Recuerdo la existencia de hasta tres kioscos de prensa en el barrio, principalmente el que, junto a la parada de taxis y la de autobuses en la parte alta de la Campa de Basarrate, era brújula informativa de una parte de sus vecinos.

Actualmente solo queda en pie el de la foto, quizás por su soledad en una barriada de cerca de 40.000 almas, su ubicación en el centro neurálgico o la constancia de su regente, un tipo no especialmente amable. Por esa misma situación en una plaza dura e impersonal parece parte del atrezzo de una película de los años setenta del pasado siglo. Ni el material que expone es demasiado atractivo ni se ha preocupado en modernizarlo, de modo que en la foto se ve una pintada que pide la liberación de Inma, presa vasca que ya salió de la cárcel hace cerca de siete años.

Convertidos en obstáculos peatonales, como lo fueron las cabinas de teléfono hasta que el consistorio acabó con ellas hace unos dos años, los kioscos, como todo lo que en su momento representó la Galaxia Gutenberg, el imperio de la impresión en papel como modelo formativo y cultural, está pasando a formar parte de la memoria de los mayores.

Como he ido transmitiendo en blogs anteriores, el kiosco, TODO, ya está en nuestros bolsillos. Bueno, todo no, porque como estamos viendo estas últimas semanas, además de las ciberbatallas incruentas, las guerras, pese al uso de técnicas de destrucción sofisticadas, siguen teniendo el clasicismo atroz del pasado siglo, su casquería sanguinolenta, las ciudades convertidas en ruinas, las colas de refugiados invadidos por la tristeza y la desesperanza, la podredumbre de los discursos patrióticos y la pérdida de la dignidad que nos devuelve a la caverna.

Por otra parte tampoco quiero ponerme muy sentimental y dedicar demasiado tiempo a la pasión de nuestra infancia por esos minaretes abigarrados que eran los kioscos de nuestros barrios, joyerías de papel con gemas y/o bisutería varia. Pero, pese a la antipatía del kiosquero superviviente de la plaza Ritxi, creo que sentiré cierta nostalgia el día que deje un hueco en su superficie, justo delante de otra ausencia fantasmagórica, la del cine Santutxu, desde hace ya muchos años un supermercado sin demasiada personalidad.


El descubrimiento del ya veterano grupo belga Balthazar y la casualidad de que su último álbum se llame "Sand", arena, elemento tan de actualidad con la calima que aún se arremolina en nuestras calles, kioscos, balcones y terrazas, me ha llevado a publicitarles este atractivo soul/pop, “Losers” (perdedores), que a mi a veces me suena a Lou Reed y otras al mejor Brian Ferry de los ochenta. Por cierto, en la canción citan a otro grande, Paolo Conte.


https://youtu.be/t7WryP7ktIc


viernes, 11 de marzo de 2022

Tractorista de Castilla


 EL TRACTORISTA DE CASTILLA,
 FOTÓGRAFO RURAL

Dar a la vida unas gotas de alegría, belleza y felicidad tampoco es tan difícil. Tan solo se trata de poner un poco de em/peño/patía y supongo que pertenecer al bando de los ingenuos que siempre vemos el vaso medio lleno.

Rodrigo Carrillo, alias “el tractorista de Castilla”, lo hace todos los días desde el vehículo que conduce por campos de la tierra familiar de Villar de Cañas(Cuenca), a la que volvió tras estudiar sociología en Madrid. Pues bien, yo soy de los receptores agradecidos de las instantáneas que cada mañana cuelga en twitter, para disfrute de quienes unos minutos después nos enzarzamos en una carrera para ver quién tiene más me gusta, retwits o seguidores, como si en ello nos fuera el futuro inmediato.

Por sus fotos, que según un reciente artículo de El Mundo ejecuta con una Nikon o el mismo móvil, las amplias llanuras le dan la serenidad que el ruido de las redes sociales oculta y enmaraña. Crítico no obstante con los sinsabores de la españa vaciada y saqueada, su obra, que él califica de amateur, no es paisajística en un sentido estricto, porque subraya la transformación humana que su propio tractor, “Pequod”, como el barco del protagonista de Moby Dick, hace a diario en la tierra que cultiva.

He elegido unas pocas fotos de febrero, pero vale la pena apuntarse a Twitter, proponer su amistad y recibir el soplo de belleza que expone a diario. Aquí su enlace:https://twitter.com/AgricultorCast


Hace unos pocos años Los Elefantes se juntaron con Sidonie y Love of Lesbian para homenajear al cantante conquense por excelencia, José Luis Perales, en este himno de amor. Por cierto, no es mi estilo preferido pero qué bien canta Shuarma, 



https://youtu.be/M6LuBqu2nVk?t=115


viernes, 25 de febrero de 2022

La cartera

 LA CARTERA


Recuerdo haber tenido una parecida.
Esta se vende en internet por 18 euros


Además de ser capaz de rezar un rosario en más de treinta minutos con tal de acortar el horario lectivo, P. tenía una destreza especial para copiar en los exámenes del colegio marista que compartimos durante más de una década. El sistema consistía en mantener el libro abierto entre las piernas y los pies en la cartera de boca ancha. Si el cura o profe de turno se acercaba acechante, P. cerraba el libro con los muslos y lo deslizaba hasta la cartera, una habilidad que imagino le habrá hecho triunfar en alguna faceta de la vida.

La cartera era un objeto apegado a nuestro mundo diario, un contenedor de materia gris en formato papel, estuche y secretos infantiles. La cartera era además, como todo en el mundo, un distintivo de clase que nos clasificaba según fuera de cuero o plástico, fuelle, asa o bandolera. Creo que no la volví a usar hasta muchos años más tarde, quizás por el aborrecimiento de esa etapa en la que acababa convirtiéndose en un lastre, y solo cuando la empecé a asociar a cosas realmente útiles. También pienso que su abandono casi coincidió con la popularización de la mariconera a principio de los años setenta del pasado siglo, muy propia de comerciales y oficinistas varios, o del macuto, más de universitarios y progres de distinto pelaje. Los obreros le daban más a la bolsa, a la fiambrera y a un bocata de amplias proporciones que empezaban a envolver en papel albal.

La cartera de bolsillo era entonces signo de madurez y cierto estatus. Cuando el empleado de banco te daba una tarjeta de crédito como si te hubiera tocado la lotería te veías obligado a adquirirla y llevarla a buen recaudo. Durante un tiempo los más prósperos las apilaban como nuevas medallas olímpicas de metales crecientes e incluso las compartían con tarjeteros “ad hoc” que sacaban para pavonearse en las reuniones. Aún conservo algunas de las carteras de mano que me regaló mi padre, tal de socorrida era como regalo y tan de su aprecio, porque era casi lo único que echaba en falta en sus últimos años. A fin de cuentas en ese espacio reducido la gente apilaba la identidad, el patrimonio y la memoria.

Creo que ahora es también un signo de vejez, porque los jóvenes llevan todo, memoria, salud, querencias y adicciones en el móvil o en la nube, y cuando abro la mía solo veo un altar lleno de reliquias y exvotos que me hacen ver que ambos, la cartera y yo, somos objetos pasados de moda. La eterna juventud la hemos adquirido en la modalidad de mochilas todo terreno, que imitan las de alpinistas avezados, ahora que con la edad les ha dado a muchos jubilados que dejaron de hacer deporte en el colegio por cubrir ocho miles o, como es mi caso, a lanzarnos al agua para salvarnos del naufragio.

Oí por primera vez a esta chica, Valeria Castro, en un concierto celebrado a raíz del desastre volcánico de La Palma interpretando esta canción. No en vano ella es natural de la isla. Luego he sabido que es una currante que se ha ido abriendo camino a base de colgar versiones en youtube. Esta canción, “Guerrera”, también es conocida porque cierra un video dedicado a Margot Friedländer, superviviente del holocausto nazi. Vaya por ella y las mujeres “guerreras”, ahora que se acerca su fiesta anual. 



https://youtu.be/A8kRQV_X-7g



jueves, 3 de febrero de 2022

Laura Nyro

 DESCUBRIENDO A LAURA NYRO

Hace algo más de un mes mi amigo Enric me recomendó, entre otras perlas y para mí descubrimientos, a Laura Nyro (New York 1947-1997). Conocía su nombre y creía haber escuchado alguna cosa de ella, pero no sé porqué la asociaba a ese tipo de cantantes americanas de gran calidad vocal pero principalmente aupadas por buenas producciones que parte de nuestra generación rehuye por prejuicio. Gran error, porque Nyro no responde exactamente a ese perfil.

De entre su obra Enric me destacó “New York Tendaberry”, disco de 1969, de modo que con la oferta entre las manos me he dedicado a escuchar ese LP y algunos más de la extensa, posiblemente completa obra musical de Nyro en Spotify.

Además de la cualidad del consuelo, que recordando al poeta Margarit repito casi cada vez que hablo de música, sabemos que ésta amansa a las fieras, no lo suficiente, porque es sabido que algunos carniceros nazis eran melómanos, pero sí para que un bebé de semanas deje de llorar cuando le canta su hermano de cinco años. Es empírico, lo he experimentado varias veces con mis dos pequeños nietos. Pero estas dos cualidades no son las únicas, desde luego.

Y es que al escuchar “New York Tendaberry” y otros discos de Laura Nyro he vuelto a comprobar que la percepción de una obra artística, en este caso musical, es, aparte momentos, situaciones, estados de ánimo, etc., muy distinta cuando alguien como Enric es capaz de leer su sintaxis que cuando uno, es mi caso, es un oyente “distraído”, alguien que solo percibe el resultado pero desconoce los entresijos, me atrevería a decir que hasta los “trucos” de la obra.

Tras las primeras escuchas me daba vergüenza decirle a Enric, músico y por lo tanto con capacidad de entender la complejidad del disco, que prefería el que la cantante tiene con el trío Labelle, supongo que porque enseguida reconoces e incluso tarareas varias de sus canciones, que luego descubres o confirmas son versiones de Shirelles, Marvin Gaye, Smokey Robinson y, alto ahí, del ”Spanish Harlem” de Ben E. King.

He vuelto a “New York Tendaberry” y como siempre que oyes una obra complicada me ha ido atrapando a base de escucharla con mayor detenimiento. Con una base fundamental de piano, rota solo esporádicamente por otros instrumentos pero principalmente por la voz desgarrada, a veces excesiva de Laura Nyro, sabes que ahí está pasando algo importante, quizás hasta decisivo para la intérprete.

Bueno, quería disculpar mi primera impresión de oyente simple y recomendar leer, escuchar, indagar, buscar más allá de lo aparente, en este caso una obra musical de gran calidad emocional, sobre todo a los jóvenes que tenéis una vida para disfrutar de la belleza por delante. 

Incluyo el texto de la canción que da nombre al LP, traducido por otra amiga, Victoria, y enlace a su totalidad, que espero dure, porque últimamente YouTube está limitando su acceso más de la cuenta.

Tendaberry* de Nueva York 
Arándano
Un subidón de ron
De pincel y tambor
Y el pasado es una nota azul
Dentro de mí
me escapé por la mañana
Tendaberry de Nueva York
Arándano
Alfombras y cortinas y drogas
y capas
Dulces niños en barrios marginales hambrientos
explosión de petardos
y se cruzan
y se hacen polvo
y  patinan
Y llega la noche
me escapé por la mañana
Ahora estoy de vuelta
Desempaquetada
Acera y paloma
pareces una ciudad
Pero te sientes como una religión
A mi
Tendaberry de Nueva York
baya verdadera  
perdí mis ojos
Yo viento de los cielos del este
Aquí donde he llorado
donde he intentado
Donde Dios y el tendaberry se levantan
Donde cuáqueros y revolucionarios
Se unen de por vida
durante años maravillosos
Unidos de por vida
A través de lágrimas de plata
Tendaberry de Nueva York

*parece referirse a una bebida alcohólica hecha con arándanos


jueves, 13 de enero de 2022

René Maltête

 RENÉ MALTÊTE, CREADOR DE PARADOJAS VISUALES

Alguna vez he avisado de que no todo lo que fluye en la redes es bazofia. Hace poco dediqué un espacio a Víctor Clavijo, actor y fotógrafo que dedica su twitter a popularizar la poesía mediante doblajes fake. Por cierto, días después arrasó en esa red con una parodia de El Hundimiento. Otra aficionada a la fotografía me daba a conocer hace unos días al tal René Maltête. La verdad es que apellidarse Maltête (mala cabeza) tiene su cosa, así que parece que el fotógrafo se propuso dar pábulo al apellido yendo por la senda de las personas que piensan más allá de lo común, pero sobre todo ve lo que mucha gente no ve o no quiere ver.

En la wiki se dice que fue alumno y colaborador del gran Jacques Tati. No sería de extrañar, dada la trascendencia del humor visual en la obra de Tati y el hecho de que algunas de las fotos de Maltête podrían ser fotogramas de sus películas, pero no lo he encontrado entre los créditos de ninguno de sus films, de manera que imagino que no pasaría de simple meritorio. Anarquista, pacifista, ecologista radical, acabó más de una vez con sus huesos en la gendarmería.

Publicó varios libros de poesía combativa y una exigua obra fotográfica, un tanto discontinua y no sé si se gran calidad técnica, pero con una “mirada” absolutamente genial. El trabajo que le dio más fama es el libro “París de las calles y las canciones”, en el que colaboraron Brassens, Trenet, Gainsbourg o Ferré, entre otros

He aquí una pequeña muestra, pero quien quiera extenderse su hijo sostiene una página en la que se puede ver la parte más importante de su obra: 




Creo que no había traído nunca a este otro tipo de mala reputación.


https://youtu.be/-oUo80SSnoc