Dicen los libros sagrados del judeo-cristianismo que Moisés, que acababa de recibir las Tablas de la Ley del mismísimo Yahweh, tuvo un cabreo de la leche al ver que en su ausencia los judíos habían construido un becerro de oro al que adoraban y las tiró al suelo, dejándolas hechas unas trizas.
Esa leyenda, con un Moisés muy parecido a Charlton Heston, me reconduce a los primeros años colegiales y otro tipo de tablas, estas de madera, más pequeñas y menos sacras, las tablillas, extensiones del pupitre para ubicar tintero, punteros y plumillas, herramientas con las que los chavales de la época aprendimos a escribir en letra inglesa.
Muchos de esos huecos recónditos, un espacio que también usábamos para hacer carreras de minicars y esconder minúsculas chuletas, fueron testigos de otro tipo de tablas, las que de forma repetitiva nos enseñaron a sumar, restar, multiplicar… todas estas tablas, incluidas las de la ley de dios, que Moisés restauró dando inicio a la celebración judía del Yom Kippur, están en desuso. Los mandamientos tienen ahora una escala jerárquica, siempre al servicio del poder; desaparecieron los pupitres; y la memoria o está desprestigiada o ha sido suplida por la wikipedia y el ChatGPT.
También están en proceso de desaparición los tabloides, periódicos de pequeño formato que apenas cabían en los kioskos en los años setenta y ochenta del pasado siglo, y la amenaza se extiende en mi caso a otra parte de mi memoria, la sentimental que nos liga a las raíces de donde venimos.
las Tablas en época boyante
Me refiero a la Tablas de Daimiel, el pueblo de nacimiento de mi abuelo materno, un humedal de algo más de 30 kilómetros cuadrados declarado Reserva de la Biosfera en 1981, que languidece asediado por el hiper-regadío y una gestión siempre a la defensiva de los poderes públicos.
La primera vez que las vi en la adolescencia me pareció mentira que en medio de una llanura, convertida en verano en secarral, pudiera haber un lugar tan paradisíaco. Según su página web aún subsisten especies propias, como garzas, patos, rállidos, nutrias, zorros, diversos tipos de ranas y lagartos, además de algunos peces, como los cachuelos o la carpa común. Si el clima y un cierto nivel de agua lo permite, veranean o hibernan garzas imperiales, cigüeñas negras, grullas y aguiluchos laguneros, algo que empieza a ser casi un milagro.
La denominación de “tabla” se debe a su característica de encharcamiento por la confluencia de los ríos Guadiana y Cigüela en un espacio plano, de tabla, y del brote del extenso acuífero 23, situado en la zona occidental de la llanura manchega, uno de los de mayor volumen de España.
foto tomada por mí en 2012
El problema es que la sequía afecta a la llegada de agua de ambos ríos, pero sobre todo a la sobreexplotación del acuífero. Hace apenas 10 años había quien presumía de cultivar arroz en la zona, una barbaridad tratándose de un cultivo que se efectúa en terrenos y campos encharcados. Según un informe de la asociación ecologista WWF, ya en 2019 se extraía un 72% más del volumen permitido por los planes hidrológicos, el equivalente a algo más de 62.000 campos de fútbol.
Se decía hace tiempo que muchos de los conflictos, incluso de guerra, del siglo XXI se producirían por el uso y la propiedad del agua. De norte a sur de la península esos conflictos ya están ahí: una pugna entre el cortoplacismo y el futuro, el despilfarro de los recursos hídricos o la contención y el decrecimiento, el capitalismo salvaje o el capitalismo inteligente y el socialismo.
Mientras, veo las fotos de las Tablas en la actualidad, con apenas un 5% de su territorio inundado y se me encoge el corazón. Si mi abuelo, el yayo Justo, levantara la cabeza…
Para consolar el
ánimo, un homenaje a las pocas tablas que siguen en auge, las de
surf, con su grupo paradigmático, los Beach Boys.
Es obvio que todo avance científico o tecnológico tiene sus detractores. Que se lo digan a la pobre Hipatia, lapidada por ser mujer inteligente, astrónoma y filósofa avanzada; a Giordano Bruno, quemado en la hoguera por ir más allá del heliocentrismo con un modelo panteísta que la iglesia católica no podía consentir; o a Semmelweis, médico húngaro perseguido con saña por la corporación médica al defender medidas profilácticas contra la fiebre puerperal...
Lo sorprendente con la Inteligencia Artificial (IA) es que hayan sido más de 10.000 expertos, entre ellos algunos de sus impulsores, como Steve Wozniak o el mismísimo y controvertido Elon Musk quienes estén pidiendo una limitación o cuanto menos regulación de los entrenamientos de la IA (introducción y conclusión a partir de bases de datos). En su apelación, los expertos aseguran que la velocidad con la que se está desarrollando va a producir “un cambio profundo en la historia de la humanidad”, al entrar en una “carrera fuera de control para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que ni siquiera sus creadores pueden entender, predecir o controlar de forma fiable”.
Desconectando a HAL9000
Imagino que el temor está fundado en hipótesis contrastadas, principalmente en el vértigo que produce no controlar lo que uno mismo ha iniciado, también en la filmoteca y abundante literatura en la materia. Ningún cinéfilo de mi generación dejará de evocar el momento en que el ordenador Hal9000 o los replicantes se rebelaban en “2001 odisea del espacio” o en “Blade Runner” respectivamente. En ambos casos acaban perdiendo la batalla, porque el “dios creador” mantiene el control final de su “funcionamiento”.
Hace unas semanas, cabreado por la vacuidad con que muchos corporativos, periodistas y políticos nos tratan, aterrorizado por el cultivo y culto a la estupidez que se da en las redes sociales, qué triste decir esto de un modelo de socialización comunicativa, colgué en una de ellas que mi única esperanza era la Inteligencia Artificial. Supongo que no deja de ser una muestra más de la misma estupidez de la que me quejo, en este caso la mía, pero mi hipótesis optimista es que una IA que sobrepase las capacidades humanas será ecuánime, pragmática y tendrá como prioridad la supervivencia. Buscará la estabilidad y no el conflicto. Creará instrumentos que hagan innecesario el trabajo. Optará en cada momento por la medida más apropiada. Preverá catástrofes e impulsará los medios necesarios para combatirlas. El gran riesgo, que previamente elimine lo prescindible, los humanos, y ahí la moralidad entra en clara contradicción con lo necesario.
Pero volviendo a la parte optimista de la hipótesis. Si no precinde de nosotros no veo a la IA convirtiendo Doñana en un desierto lleno de viveros de plástico que según WWF ya genera 4.500 toneladas anuales de residuos, a ambas castillas en un mar de purines o a la minúscula provincia de Bizkaia, con una distancia máxima que no llega a los 100 kilómetros, en una red de Guggenheim para el “solaz” de miles de cruceristas europeos.
Ese es al menos mi utópico deseo, aunque claro, con la contradicción de hacerlo desde posiciones morales, algo que, como decía antes, no tiene nada que ver con la inteligencia pero que, como ella, están pasadas de moda entre los humanos de carne y hueso.
Creo que nunca la había traído al blog, gran laguna, así que aunque algo
tarde ahí está Tina Turner (Tennessee – 1939-2023) en una de sus
últimas giras (2009) pero todavía con la energía que nunca la abandonó.
En el cine de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo los peinados de volumen crepado eran uno de los peores enemigos de un niño o adolescente que no pasara de 1,40, porque nos impedía ver la totalidad de la pantalla.
De modo que para que la gente de aquella generación recuerde a Bobbie Gentry nada como enseñar una imagen de la época, la de una bellísima mujer con un complejo peinado dispuesto a jorobarte la peli estrella de la sesión continua, pero sobre todo mencionar y escuchar la más icónica de sus canciones, “Ode to Billie Joe”, una pieza de tono soul sureño y letra de extraordinaria calidad que colocó en la cima de la lista de Bilboard durante cuatro semanas en 1967.
La biografía de Bobbie Gentry es muy curiosa, porque complementa un apego al mundo banal y ultracapitalista de Las Vegas, donde empezó en cabarets y clubs nocturnos y desarrolló gran parte de su carrera, con una obra compleja, muy avanzada para su época. Entre sus peculiaridades, la de tres matrimonios que apenas llegaron al año de vida, seguramente gracias a un feminismo de rompe y rasga, y una retirada prematura en 1981. En medio un par de éxitos y el desconcierto de los críticos, que no acertaban a clasificarla. Gentry era, además de compositora y autora de las letras, diseñadora de las portadas e incluso de la ropa con la que posaba. Algunos periodistas de la época, seguramente descolocados, la calificaban como “hembra alfa”, tal era el carácter de una mujer que reivindicaba un papel protagonista en todo lo que tocaba.
Bobbie Gentry sigue viva pero tan apartada del mundanal ruido que según unos en una granja de Menphis y otros de Los Ángeles, la evidencia de huir de un mundo en la que seguiría siendo una rara avis.
De acompañamiento sonoro una interpretación en directo y la letra traducida de la “Ode to Billie Joe”, un texto cortante sobre la indiferencia, el paso del tiempo y la vida cotidiana que inspiró una película del mismo nombre en 1976; y la versión original de su otro gran éxito, “Fancy”, denuncia de la inoportunidad de ser mujer y pobre.
Era
el 3 de junio, otro adormecido y polvoriento Delta Day. Yo
estaba cortando algodón y mi hermano atando heno. Paramos a la
hora de la cena y caminamos de regreso a casa para comer. Mamá
gritó por la puerta de atrás, “ acordaros todos de limpiaros los
pies". Luego dijo: «Esta mañana recibí noticias de
Choctaw Ridge. hoy Billie Joe Macallister saltó del puente
Tallahatchie ». Y papá le dijo a mamá mientras pasaba los
frijoles «Bueno, Billie Joe nunca tuvo mucho sentido, pasa los
bizcochos, por favor, hay cinco acres más en los cuarenta de
más abajo, tengo que arar ». Mamá
dijo: "ha sido una lástima lo de Billie Joe; de cualquier
forma parece que nada sale bien en Choctaw Ridge y ahora Billie
Joe MacAllister saltó del puente de Tallahatchie ". Mi
hermano recordó que él, Tom y Billie Joe pusieron una rana en
mi espalda en el show de fotos del condado de Carroll ¿Y yo no
estuve hablando con él después de la iglesia el domingo pasado por
la noche? Voy a
comer otro trozo de tarta de manzana, sabes?, simplemente
no parece que esté bien. Lo vi en el aserradero ayer en Choctaw
Ridge y ahora me dices que Billie Joe saltó del puente
Tallahatchie. Mamá me dijo: «Hija, ¿qué le ha pasado a tu
apetito? He estado cocinando toda la mañana y no has probado ni
un bocado. Ese agradable y joven predicador, el Hermano Taylor,
pasó hoy por aquí. Dijo que estaría encantado de cenar el
domingo. Por cierto, también dijo que vio a una chica que se
parecía mucho a ti en Choctaw Ridge, y que
ella y Billie Joe estaban tirando algo del Puente Tallahatchie
» Ahora, un año después de las noticias sobre Billie Joe, mi
hermano se casó con Becky Thompson y compraron una tienda en
Tupelo. Hubo un virus, papá lo cogió y murió la primavera
pasada, y ahora mamá no parece querer hacer gran cosa, Yo
paso mucho tiempo recogiendo flores en Choctaw Ridge
y las
arrojo al agua fangosa desde el puente de Tallahatchie.
En la tradición judeocristiana, más en concreto en el Génesis, primer libro de la Biblia, dios castiga a hombres y ángeles díscolos con un diluvio, “lluvia copiosa y violenta”, de cuarenta días y cuarenta noches. Como es obvio, el llamado “diluvio universal” no fue tan universal, por más que sucesos parecidos aparezcan en la tradición oral o escrita de las más diversas culturas, china, hindú, inca o chadiana. En el caso de la judeocristiana las lluvias torrenciales se sitúan en Mesopotamia (“tierra entre dos ríos”), el Tigris y el Éufrates, en una zona que actualmente abarca gran parte de Irak y el noreste de Siria.
La palabra lluvia está de moda. En nuestra península casi siempre lo estuvo, no digamos cuanto más viajemos hacia el sur, donde el agua es más valorada por los nativos que cualquier pedrusco precioso. Todavía hay lugares en los que las poblaciones afectadas salen en rogativa al mismo dios que provocó el diluvio universal, con el fin de que se apiade y les envía aunque sea unas gotas. He encontrado varias muestras recientes que atestiguan el hecho, como la que acompaño del Cristo de la Estrella en La Algaba, pueblo de la provincial de Huelva, si bien hay más público fotografiando el evento que orando con la devoción que la ocasión requiere.
Rogativas al Cristo de La Algaba
La falta de lluvias, pero no solo, provoca las pertinaces sequías a las que solía referirse el dictador Franco al hablar del citado fenómeno meteorológico. Pese a que en su momento, sobre todo por su obsesión por inaugurar pantanos, tenía el apodo de “Paco el rana”, la implantación de embalses que mitigaran la falta de agua no fue un invento suyo. Dos planes nacionales hidrológicos de 1902 y 1933, auspiciados por Rafael Gasset e Indalecio Prieto, demuestran que la preocupación y construcción hídrica tenía precedentes.
Decía que la sequía, es decir, la falta de agua no solo está provocada por la ausencia de lluvia. Es evidente que sin lluvia la cosa se complica, pero una actividad humana nociva, como es el caso de la proliferación de pozos ilegales en zona de acuíferos o el uso intensivo del regadío en lugares que históricamente eran de secano, empeoran sustancialmente la situación. De actualidad la locura que se pretende en Doñana y la casi desecación de las Tablas de Daimiel. Y qué decir de la “España de las piscinas”, a la que ya dediqué un blog hace casi un año (https://charlievedella.blogspot.com/2022/06/piscinas-3.html).
También auguran los científicos que las lluvias serán en el futuro torrenciales, lo que nos devuelve al mito del diluvio universal y a la necesidad de Noés capaces de construir un arca metafórica que nos salve del desastre.
La lluvia es protagonista de películas, sea como elemento jovial, “Cantando bajo la lluvia”, o inquietante, el caso de “Blade Runner”. En cuanto a canciones, los Beatles le dedicaron una específica, “Rain”, y hay himnos que la utilizan como icónica sustancia, el caso de la hermosa “A hard rain´s a gonna fall”, de Dylan con el estribillo: “y es dura, es dura, es dura, es muy dura, es muy dura la lluvia que va a caer”.
Pero para le gente de mi generación creo que hay otro himno más emblemático, pienso que porque daba a la lluvia un valor sustantivo de esperanza. La compuso Pablo Guerrero en 1972 y he encontrado esta estupenda versión cuarenta años más tardía (2012), acompañado de un grupo de colegas más que conocidos: “A cántaros”.
El año pasado se celebró en nuestro barrio una exposición de fotografía doméstica, un género que está adquiriendo relevancia porque reescribe la historia gráfica desde el punto de vista de cotidianidad, aportando documentación ignorada por la historia con mayúsculas, la verdad impostada, asediada por los protocolos, siempre parcial y generalmente narrada por los vencedores de las contiendas económicas, políticas y guerreras.
El invierno de 2007 un joven historiador llamado John Maloof compró por 380 dólares un lote subastado. Se trataba de un montón de cajas con cientos de objetos diversos, extrañas colecciones y ropas, pero principalmente de negativos fotográficos, unos 150.000, y cientos de películas de 8 y 16 milímetros y casettes. Era el legado dejado por una tal Vivian Maier (Nueva York 1926-2009).
A lo largo de una investigación que narra en un excelente documental, Maloof va desvelando la vida poliédrica, contradictoria pero apasionante de una mujer solitaria, sin parejas conocidas ni descendencia, que compaginaba el cuidado de niños de familias bien de Nueva York con la obsesión por coleccionar cuanto pillaba, principalmente imágenes fotográficas y fílmicas del mundo que la envolvía. A través de esa indagación sabemos por los comentarios a menudo divergentes de quienes la contrataron o fueron cuidados por ella que era de origen francés por parte materna, de la que había heredado un acento que a veces exageraba para enmascarar su identidad, algo que acrecentaba haciéndose llamar por apellidos ajenos, como Sra. Smith, variando el suyo, Mayer o Meyer, o su propio nombre, el hipocorístico Viv en vez de Vivian, y, desde luego, manteniendo bajo candado real el archivo de toda índole que fue acumulando. En una ocasión manifestó que “era como una espía”.
Si no espía, Vivian Maier sí fue una especie de notaria de la vida cotidiana del Nueva York de la segunda mitad del siglo pasado, una mujer de metro ochenta de estatura y ademanes masculinos que deambulaba por sus calles con una eterna Rolleiflex colgando del cuello.
Sus fotos más antiguas corresponden al año de 1951 e inician una extraordinaria visión de la ciudad que únicamente interrumpe en dos ocasiones: un desconcertante viaje por Tailandia, India, Egipto, Yemen y varios países de Sudamérica; y visitas esporádicas a la aldea cercana a los Alpes franceses donde había nacido su madre.
Por lo que se vislumbra a lo largo de los testimonios de quienes la conocieron, Maier escondía también un mundo interior sombrío, un lado oscuro y morboso. Coleccionaba recortes de periódicos que recreaban asesinatos y delitos diversos, y testimonios de niños a los que cuidó hablan de una mujer huraña, incluso maltratadora, lo que contrasta con quienes recuerdan gratamente el periodo en el que les llevaba a aventurarse y buscar desechos a lo largo de la ciudad. En todos los casos se concluye su carácter solitario, rodeada de un misterio que aliñaba escondiendo e impostando su identidad, si bien su obra describe una necesidad obsesiva de acoger, entender, acompañarse de las personas y las cosas que la rodeaban, a veces cruda, otras irónica, tierna, hasta compasiva...
Siempre he oído decir a los fotógrafos profesionales que a veces hay que hacer cientos de fotos para obtener lo que buscan. Entre los miles de negativos en blanco y negro o color de Vivian Maier hay sin duda muchos donde encontrar lo que creemos que buscaba. Yo he elegido uno de sus curiosos y múltiples autorretratos y solo una ínfima muestra más o menos representativa del Nueva York que retrató, ya que en internet se pueden encontrar cientos de sus fotografías.
Para conocer mejor al personaje este es el enlace al documental “Descubriendo a Vivian Maier”:
Aunque con la omnipresencia de un glamouroso Sting en sus mejores tiempos, la fotografía de este video del "Englishman in New York" podría estar firmada por la propia Vivian.
UN
POEMA DE GIOCONDA BELLI, MUJER “EX-NICARAGÜENSE”, PARA EL 8 DE
MARZO
Hace solo unas semanas el Tribunal de Apelaciones de la Circunscripción de Managua privó de la nacionalidad nicaragüense a Gioconda Belli y otras 93 personas, por el recurrente y muy manido delito de ser “traidores a la patria”.
La estupidez de los dictadores, sobre todo cuando como Daniel Ortega se convierten en su vejez en el envés de lo que fueron, les hace pensar que la nacionalidad, la identidad, es algo que se priva por conducto reglamentario, cuando forma parte la memoria individual y/o colectiva. También les pertenece, creen, el termómetro de la “traición a la patria”, una graduación que sigue dejando un reguero de injusticia y sangre a lo largo del mundo.
Comprometida como mujer y como nicaragüense y partícipe de los mejores momentos del sandinismo, el que echó al dictador Somoza y abrió la esperanza de un país libre del imperialismo de los vecinos del norte, Belli ostenta numerosos premios literarios internacionales y una profusa carrera narrativa, poética y ensayística.
Como dicen los compañeros del Colectivo Acero, grupo mexicano de la izquierda alternativa que hace unos días publicaba este poema en Facebook, “despojada de su nacionalidad y de sus bienes personales, desde su segundo exilio, sigue luchando con sus armas…”, las palabras.
Despatriada
No
tengo dónde vivir.
Escogí
las palabras.
Allá
quedan mis libros
mi
casa. El jardín, sus colibríes
las
palmeras enormes
las
apodadas Bismarck
por
su aspecto imponente.
No
tengo dónde vivir.
Escogí
las palabras.
Hablar
por los que callan
entender
esas rabias
que
no tienen remedio.
Se
cerraron las puertas
dejé
los muebles blancos
la
terraza donde bailan volcanes a lo lejos
el
lago con su piel fosforescente
la
noche afuera y sus colorines trastocados
me
fui con las palabras bajo el brazo
ellas
son mi delito, mi pecado
ni
Dios me haría tragármelas de nuevo.
Allí
quedan mis perros Macondo y Caramelo
sus
perfiles tan dulces
su
amor desde las patas hasta el pelo.
Mi
cama con el mosquitero
ese
lugar donde cerrar los ojos
e
imaginar que el mundo cambia
y
obedece mis deseos.
No
fue así. No fue así.
Mi
futuro en la boca es lo que quiero
decir,
decir el corazón, vomitar el asco y la ranura.
Queda
mi ropa yerta en el ropero
mis
zapatos mis paisajes del día y de la noche
el
sofá donde escribo
las
ventanas.
Me
fui con mis palabras a la calle
las
abrazo, las escojo
soy
libre
aunque
no tenga nada.
Para redondear el festejo el poema que Gioconda dedicó al 8 de marzo, en la voz de María Teresa Aviña, rapsoda y dobladora mexicana.
"Descenso de Cristo al limbo" (Agnolo di Bronzino)
El ímpetu antiabortista de la derechona más rancia ha hecho que me acuerde del limbo, al que tenía casi olvidado. Supongo que porque la misma iglesia católica había decidido cerrarlo definitivamente como ente real y temporal y darle la identidad metafórica y ambigua que da su nuevo catecismo: “confiado a la misericordia divina”. Antes de hacerlo, el limbo era el espacio al que iban los niños que morían sin haber sido bautizados, un espacio gelatinoso que podías asociar a la duermevela o al estado narcótico que te producía la quina Santa Catalina o la copita de anís que ganabas en el tiro al blanco de la feria del pueblo. Por entonces todavía no se había inventado la llave “allen” y la digestión duraba dos horas y media, como mínimo.
Hace años un tío de mi mujer solía preguntarse que quién sacaba ahora del infierno a Newton o a Galileo?, y me pregunto yo qué será de los millones de niños que flotan en ese limbo que ahora sé, husmeando por los siempre inescrutables textos de la iglesia católica, que era un invento piadoso del catolicismo “buenista”, porque contradecía el dogma del Concilio de Cartago (siglo V) que abocaba a los niños a la condenación infernal, si bien, como decía Agustín de Hipona, de padecimiento “mitissimo”, algo así como “calmo”, “dulce”, “indulgente”. Y es que hay que reconocer que a la hora de sortear enigmas y contradicciones no hay nada como la literatura vaticana...
Sirva este discurso teológico para acabar hablando de los embriones que el vicepresi de Castilla León, el caballista pijo y algo cortete García Gallardo, quiere que latan en la conciencia de chavalitas que van a abortar porque no se quieren joder la vida. Para este “hombre de bien”, que a mi modo de ver encarna en realidad la historia de una maldad, esos embriones ya son seres humanos pero, eso sí, no con la suficiente envergadura como para aspirar al cielo, así que pásese la pelota a la misericordia de su dios. Tío, tú a lo tuyo, a la hípica...
En fin, recuerdo que cuando en el colegio marista nos describían los espacios postmortem, infierno, purgatorio, cielo… siempre me sentí especialmente atraído por el limbo, algo así como ese nirvana de la sedación colonoscópica que ahora, ya tan mayor, saboreo cada tres años, e imagino será como la muerte dulce, calma, indulgente de la eutanasia. ¡Viva el limbo!
Siento repetirme tanto con Paolo Fresu, al que sabéis venero, pero es que este "Calmo" venía como anillo al dedo.
Aquí está la segunda
parte del último disco del boss con versiones de sus intérpretes
iniciales y así poder comparar. La verdad es que me lo he pasado muy
bien buscando en internet y conociendo a tipos de los que ni siquiera
había oído hablar (casi un 50% de ellos). También encontrando algunas joyas históricas en Youtube.
Como en el blog anterior el primer enlace es la versión de Springsteen en Soptify y el segundo a los videos de youtube con los originales o similares, siempre en directo. Espero que disfrutéis.
Se trata de uno de
los grandes éxitos de The Temptations, otro de los grupos estrella
del sello Motown, consiguiendo el número 1 en la lista de R&B de
Bilboard en 1968. Ha sido muy versionada, entre otros intérpretes
por The Faces y la mismísima Aretha Franklin en un tardío 1983.
Una de las canciones
más conocidas de la recopilación, a la que Springsteen da un tono
de himno coral alejado del original. Fue compuesta por Ahmet Ertegun
y Betty Nelson, esposa de Ben E. King en 1962. Este la catapultó a
las listas de éxitos, con especial y curiosa relevancia en Italia,
donde fue versionada por Adriano Celentano y Peppino si Capri. Yo me
quedo con la maravilla de Johnny Halliday cantándola en Amsterdam en
1963.
Compuesta y lanzada
por William Bell en 1962, obtuvo mayor éxito al ser versionada por
Chuck Jackson al año siguiente. Miembro de la productora Stax y
amigo de Otis Redding, leo en la wiki que Bell debía haber viajado
con este en el accidente de aviación que acabó con su vida. He
encontrado una interpretación del propio Bell, que sigue en activo,
en un pequeño club hace ya más de una década.
Es uno de los pocos
lentos del disco y la segunda vez que el boss se acompaña de Sam
Moore, en esta canción también compuesta por William Bell junto a
Booker T. Jones. Podemos ver y escuchar a un Bell en buena forma en
el Lincoln Center el año 2009 con un apoteósico y curioso final.
Springsteen vuelve a
los Four Tops versionando con fiereza una canción de 1967 que tuvo
mejor suerte en Europa que en su propio país. A veces se encuentran
maravillas en Youtube, como este video promocional de la Motown.
Balada de desamor
llevada al número 7 de Bilboard en 1966 por Jimmy Ruffin
(1936-2014), a quien dos años antes la Motown había descartado para
formar parte de The Temptations por preferir a su hermano David. El
boss le da un tono coral algo alejado del original, pero sobre todo
de la edulcorada versión de Paul Young, que, no obstante, la catapultó al número 1 en Canadá y EEUU en 1992
(https://youtu.be/FGDJSTwU4U8).
El disco se cierra
con la versión del primer éxito en solitario de Diana Ross en 1969,
publicado como interpretado con las Supremes cuando estas ya no
colaboraron en la grabación. El caso es que la canción tampoco era
inédita, ya que había sido editada por dos de sus compositores,
Jonnny and Jackey, en 1961. El youtube corresponde a la última
actuación del grupo en el show de Ed Sullivan el 21 de diciembre de
1969, y su título y letra, “algún día estaremos juntos”,
parecen una alegoría de su separación.
Cuando descubrí el
maravilloso “Grettings from Asbury Park, N.J.”, que acaba de
cumplir 50 años, nombré a Springsteen sucesor de Dylan y compré
cada uno de sus vinilos hasta “Born in the USA”. Desde entonces,
algo repetitivo y creo que viviendo principalmente de sus directos, solo le sigo a cierta
distancia y principalmente cuando saca algo que me llama la atención.
Husmeé el LP que dedicó a Pete Seeger y ahora me ha parecido
interesante ver qué tipo de soul ha llevado al boss a dedicar un
disco doble a ese tipo de música negra, unas pesquisas que me han
llevado varios días y comparto en dos blogs para no cansar ni
aburrir.
En esta primera
entrega quiero destacar algo que podéis comprobar comparando
original y sucedáneo: el gran respeto de Springsteen a los creadores
iniciales, algo que algunos críticos incluso han tachado de
“excesivamente mimético”.
Y dos adevertencias. El primer enlace es a la versión de Springsteen en Spotify, y en el caso de los originales he optado preferentemente por versiones en directo que he encontrado en Youtube. Continuará...
1) “Only the strong survive” - La versión original es de Jerry Butler (1939 – 2019). Se trata de un éxito de 1968 que alcanzó el número 4 de la lista general de Bilboard. Versionada por varios artistas, entre ellos Billy Paul, Rod Stewart y Elvis Presley.
2) “Soul days” (que
Springsteen canta con Sam Moore) -El original corresponde a Dobie Gray (1940-2011). Es una canción relativamente reciente, ya que fue conocida en 2000. Compuesta por Jonnie Barnett (1945-2002), poco conocido músico de countrie y blues.
3) “Nightshift” - Dada a conocer por The Commodores fue elegida mejor canción de R&B en los Grammy de 1985. Se trata de una canción que homenajea a Jackie Wilson y Marvin Gaye, ambos fallecidos el año anterior.
4) “Do i love you
(indeed i do)” - Interpretada inicialmente por Frank Wilson (1940-2012) en 1965 y es un sencillo muy valorado por los coleccionistas porque tuvo producción y tirada escasa. Springsteen se puede liberar algo más que en otras ocasiones del original y reforzar el acompañamiento de viento, pero siempre con inequívoco respeto.
5) “The sun ain´t
gonna shine anymore” - Grabado inicialmente en solitario por Franchie Valli (1934- ), miembro de los Four Seasons, en 1966 fue lanzado a la fama por The Walker Brothers, convirtiéndolo en uno de sus grandes éxitos y llegando a encabezar la lista inglesa de sencillos. Está considerada por los críticos como una de las mejores 500 canciones de todos los tiempos.
6) “Turn back the
hands of time” - Número 1 durante dos semanas en la lista de R&B de Bilboard, fue lanzada por Tyrone Davis (1938-2005) en 1970. Es, además de un bello tema, un fantástico bailable para los guateques y discotecas de la época.
7) “When she was my
girl” - Fue lanzado como single por unos ya veteranos Four Tops el año 1981 y alcanzó el número 11 en la lista yanqui de Bilboard y el número 3 en la inglesa, lo que supuso la revitalización de un grupo que había abanderado la marca Motown en los sesenta. Según la revista Rolling Stone el cuarteto es el 79 en la lista de mejores artistas musicales de todos los tiempos.
8) “Hey western union
man” - Es el segundo éxito de Jerry Butler que Springsteen incluye en esta recopilación de música soul. Número 1 en la lista de Bilboard R&B en 1968, fue versionado por Al Kooper y Diana Ross and The Supremes un año después.
No hace mucho tiempo le dediqué una entrega a la llave del gas de la caldera
(https://charlievedella.blogspot.com/2021/02/la-llave-del-gas.html). Tengo que advertir que no soy calderofóbico ni estoy especialmente identificado u obsesionado con el tema, pero es evidente que al haberse transformado en un elemento anexo a nuestro confort cotidiano, calefacción y agua caliente, su buen funcionamiento y duración nos afecta.
Hace unos días me llamaron de la empresa de mantenimiento que tenemos contratada para “ofrecerme” un nuevo servicio. Era una chica de voz y modos agradables desde un número de Madrid. Le comenté que ya sabía que me había intentado contactar pero que era alérgico a los prefijos 91 porque acostumbran a bombardearnos con increíbles ofertas, principalmente ONGs a las que ya pertenezco para subir la cuota anual, banca y telefónicos varios. Mi mujer, mucho más confiada, había aceptado el 91 “y me había advertido de tu llamada, le dije.”
Con modales de chica preparada para vender me envolvió la oferta como una mejora y aumento del servicio a coste 0. Esa mejora consistía en la monitarización de la caldera, un producto que ya ofrecen hace años a través del móvil y suelo utilizar, pero corregido y aumentado, porque en este caso les permitirá controlarla en todo momento “e incluso, me dijo, resolver más de una incidencia sin necesidad de que el mecánico tenga que personarse”. Eso sí, acabó (las malas noticias conviene dejarlas para el final): “el mantenimiento presencial pasa a ser cada dos años”.
Animada por mi comprensión auditiva creo que no esperaba que le preguntara si cabía otra posibilidad y me pareció que, tras un primer relato tan lleno de seguridad, balbuceó levemente.
Le expliqué que en lo relativo al servicio es posible que no empeorara, pero desde un punto de vista de conciencia social aquello suponía que la empresa se iba a ahorrar más de un puesto de trabajo y eso no me gustaba. Cuando me dijo que no tenía porqué no insistí. Solo le advertí que al fin y al cabo ella también era una trabajadora y la invité a que reflexionara. En mis tiempos solía decirse que “cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”.
Cuando supo que yo era un “pobre” jubilado se quedó un poco perpleja y me dijo que le sorprendía. Es algo bastante común. Parece que la jubilación está asociada a “idiotización”. Es como si alguien que ha ejercido una profesión, sea esta manual o intelectual, pase solo de un día a otro a ser un imbécil incapaz de entender y mucho menos a cuestionar lo que se le dice, sobre todo si eso incluye conceptos asociados a la digitalización y/o te intentan vender una moto.
La bombilla Centennial Light, luciendo desde 1901
Pero además la historia tiene su pequeño toque sentimental. Hace treinta años el servicio de mantenimiento era casi familiar. Solía venir un tipo muy majo, cercano, al que se le veía muy entregado a hacer bien su trabajo. Su hijo heredó el puesto durante algún tiempo y también las maneras amistosas y de buen profesional de su padre. Sus visitas anuales y alguna muy circunstancial, porque la caldera llegó a batir récords de antigüedad, era muy agradable, porque nos permitía charlar sobre el paso del tiempo y de los cambios que se iban produciendo en su forma de trabajar, cada vez más impersonal.
Como ya comenté en el blog que dediqué anteriormente a la nueva caldera, ya sé que ésta tiene su obsolescencia programada, y que ahora servicio y servidor irán rulando, porque seguramente recaerá en una sucesión de empresas o autónomos subcontratados, más interesados en mantener la contrata, es decir, de contentar a la empresa matriz que al sufrido usuario.
Lamentablemente “es lo que hay", porque, como es evidente, no había segunda opción...
Paolo Fresu, un habitual de este blog, de la belleza y de la música clásica, tiene esta versión del "Lascia ch´io pianga" ("Déjame llorar"), que Haendel incluyó en el oratorio "El triunfo del tiempo y el desengaño", un lema que viene como anillo al dedo al texto anterior.
Me asomo como cada
año al blog para festejar poéticamente fechas "tan señaladas", como
diría el emérito. Cuanto se le echa en falta…
Nuevamente podrán
pelearse cuñaos y cuñaas, separarse definitivamente parejas y dejar
de hablarse padres e hijos, hermanos y hermanas, hasta algún
compañero o compañera de trabajo tras un agapito especialmente
alcohólico. También crecerán, como cada año en estas fiestas entrañables, los suicidios, las violaciones, los asesinatos, y millones de niños Jesús de carne y hueso buscarán una caja de cartón donde nacer y crecer. Así que manos a la obra, que corra el cava, las gambas, las ostras y el cordero. Como decía James Bond, solo se vive dos veces.
Dedico
estos versos de Nochevieja a los vagabundos de todas las ciudades de
la tierra, a los niños, a los viejos, a los perros, a los locos, a
los pájaros, a los tuertos, a los tartamudos, a los torpes, a los
tontos, a los que no saben ir en bicicleta, a los que no hablan
ninguna lengua, ni siquiera la suya, como yo.
Dedico
este poema a Kafka, a Lenin y a Jesucristo. Ya la ciudad de Trieste y
a la ciudad de Tesalónica, porque la te
es
una letra mística.
Dedico
este poema a mi perro, rey de reyes.
Dedico
este poema a los autobuses urbanos números 20 y 23, en donde pasé
buena parte del año.
Dedico
este poema a los mares podridos, a los ríos podridos, a los árboles
podridos.
Dedico
este poema a los vinos del Somontano y a la uva garnacha, negra y
dura. Y a los negros, a todos los negros, y a los chinos, y a
Extremadura, y a Lou Reed, que se murió sin despedirse de mí. Y a
MacDonald´s por ser tan barato, y porque he sido feliz allí. Y a la
sección de colonias de caballero de El Corte Inglés, por tener
tantas y dejarme probarlas todas. Y a los relojes Longines, y al
modelo Avigation, porque es el que llevo ahora mismo en la muñeca y
es hermoso. A la vida, infinita y absurda. A la vida, finita y
absurda. A la vida, absurda y sensata.
Dedico
este poema a John Fitzgerald Kennedy y a Walt Whitman y a Jorge
Manrique y a Amy Winehouse.
Dedico
este poema a todos los que soñaron ser escritores y se quedaron en
poema.
Dedico
este poema a Miguel de Cervantes, que se murió sin saberse
Cervantes. Y a Rocinante, que cabalgó con la locura encima.
Dedico
este poema a las mujeres enlutadas, hermosas, muertas.
Dedico
este poema a mi pena, negra y sola. Mi pena que no cesa. Mi pena que
es tan negra que no morirá conmigo.
De acompañamiento musical un viejo tema de The Kinks, "Father Christmas", en el que un grupo de chavales de barrio asaltan a Papa Noel al grito de "dale los juguetes bobos a los niños ricos y un trabajo a mi padre".
Dos textos sobre progreso y conservación del imprescindible “El infinito en un junco” de Irene Vallejo me han llevado a reproducirlos tal cual y aprovechar el empujón para contar algunas impresiones personales sobre el tema.
Vaya por delante que no soy enemigo de la modernidad, eso sería una estupidez, pero sí creo que a los “modernos”, me refiero a los impulsores de las nuevas tecnologías, les suele faltar espíritu autocrítico de tan pavos como están de sus conquistas. Me refiero desde luego al tipo de superdotados místicos que tan bien refleja el personaje de Peter Isherwell en “No mires hacia arriba”, gente que hace del progreso una especie de extraño culto religioso del que, por descontado, ellos son entre dioses y pontífices, pero también de sus feligreses, que se creen más listos porque profesan la fe y son capaces de manejar cuatro aplicaciones más que su vecino.
El iluminado Peter Isherwell
Como en la película y en el segundo texto de Irene Vallejo, esa petulancia lleva a menudo a la devastación. En mis último años de actividad profesional discutí varias veces sobre el tema con directivos de la Seguridad Social que defendían la digitalización exprés que se impulsaba desde Madrid y el consiguiente cierre de oficinas y mengua de empleados públicos. Hace tiempo que no les veo, pero cada vez que he tenido que ayudar a algún amigo o conocido a solicitar, tramitar, consultar o pedir una cita por internet me acuerdo de ellos, por no decir de sus muertos, porque esos no tienen la culpa. En alguna charla sobre el tema de la brecha digital me ha gustado subrayar el sobre-esfuerzo de los ciudadanos por ponerse al día (en la última en un pequeño pueblo de la costa la asociación de jubiladxs había empezado un ciclo formativo sobre digitalización de cinco semanas) comparado con la inanidad de la administración, incapaz de interoperar digitalmente y cumplir sus propias leyes, en este caso la Ley de Procedimiento Administrativo Común, tras siete años desde su entrada en vigor. Lo de la banca es otra cosa. De esos no se espera nada porque están a lo suyo: la avaricia.
Los pontífices de ese modelo de progreso se vanaglorian de que un médico te pueda atender por internet pero le piden a otra médico de atención primaria una copia del título porque no pueden acceder a una base de datos del propio sistema de salud (experiencia que me contó la “víctima” el pasado lunes).
Pero tras el rollo aledaño nada mejor que transcribir los dos textos de Irene Vallejo sobre progresos, “conservaciones” y pérdidas.
un libro imprescindible
1) "Cuando comparamos algo viejo y algo nuevo —como un libro y una tableta, o una monja sentada junto a un adolescente que chatea en el metro—, creemos que lo nuevo tiene más futuro. En realidad, sucede lo contrario. Cuantos más años lleva un objeto o una costumbre entre nosotros, más porvenir tiene. Lo más nuevo, como promedio, perece antes. Es más probable que en el siglo XXII haya monjas y libros que WhatsApp y tabletas. En el futuro habrá sillas y mesas, pero quizá no pantallas de plasma o teléfonos móviles. Seguiremos celebrando con fiestas el solsticio de invierno cuando ya hayamos dejado de tostarnos con rayos UVA. Un invento tan antediluviano como el dinero tiene muchas posibilidades de sobrevivir al cine 3D, a los drones y a los coches eléctricos. Muchas tendencias que nos parecen incuestionables —desde el consumismo desenfrenado a las redes sociales— remitirán. Y viejas tradiciones que nos han acompañado desde tiempo inmemorial —de la música a la búsqueda de la espiritualidad— no se irán nunca. Al visitar las naciones socioeconómicamente más avanzadas del mundo, en realidad sorprende su amor por los arcaísmos —de la monarquía al protocolo y los ritos sociales, pasando por la arquitectura neoclásica o los vetustos tranvías—.
La fregona, gran invento español
Si el poeta Marcial pudiese agenciarse una máquina del tiempo y visitar esta tarde mi casa, encontraría pocos objetos conocidos. Le asombrarían los ascensores, el timbre de la puerta, el router, los cristales de las ventanas, el frigorífico, las bombillas, el microondas, las fotografías, los enchufes, el ventilador, la caldera, la cadena del váter, las cremalleras, los tenedores y el abrelatas. Se asustaría al escuchar el silbido de la olla exprés y daría un respingo cuando empezasen las embestidas de la lavadora. Alarmado, buscaría dónde se esconden las personas que hablan desde la radio. Le angustiaría —como a mí, por otro lado— el pitido de la alarma del despertador. A simple vista, no tendría ni la más remota idea de la utilidad de los esparadrapos, los sprays, el sacacorchos, la fregona, las brocas, el secador, el exprimelimones, los discos de vinilo, la maquinilla de afeitar, los cierres de velcro, la grapadora, el pintalabios, las gafas de sol, el sacaleches o los tampones. Pero entre mis libros se sentiría cómodo. Los reconocería. Sabría sujetarlos, abrirlos, pasar las páginas. Seguiría el surco de las líneas con su dedo índice. Sentiría alivio —algo queda de su mundo entre nosotros—."
2) "En el siglo XX, el cine ha sufrido sucesivas oleadas de destrucción producidas por los cambios de soportes. Agustín Sánchez Vidal ofrece un cómputo de pérdidas: «El material más afectado es el anterior a 1920, ya que hacia esa fecha las cintas son destruidas, al pasar las películas de una o dos bobinas (con una duración de entre diez y treinta minutos) a la duración estándar de hora y media. La emulsión se aprovecha para recuperar las sales de plata, y el soporte de celulosa, para fabricar peines y otros objetos. Las pérdidas por este concepto rondan el 80 por ciento. En torno a 1930 se pierde cerca de un 70 por ciento al producirse una oleada de destrucciones, todavía más sistemáticas, debidas al paso del cine mudo al sonoro. Y en la década de los cincuenta tiene lugar la tercera, al sustituir la película inflamable de nitrocelulosa por la seguridad del acetato. En este caso las pérdidas no resultan fáciles de cuantificar. Si se toma como ejemplo nuestro país, puede estimarse que se conserva solo un 50 por ciento de la películas del periodo sonoro hasta 1954». Cada paso del progreso ha supuesto a su vez una devastación."
El progreso también nos permite conocer la música y la vida de alguien después de muerta, en este caso de la cantante y trompetista Jaimie Branch, fallecida hace apenas unos meses. Creo que esta larga pieza, “Prayer for Amerikkka pt. 1 y 2” sobre la agresión racista a una chica de 19 años, resume muy bien la belleza desagarrada de su jazz-punk. Sé que es un poco fuerte pero vale la pena verla y escucharla entera y más de una vez.