domingo, 20 de abril de 2025

PEDRO LEÓN, YAGO LAMELA, GOÑI II...

DE NINGUNEADOS, ÁNGELES CAÍDOS Y JUGUETES ROTOS...


¿QUIÉN ERA PEDRO LEÓN?

"Si se estrella el avión del Real Madrid, tú tampoco jugarías" (José Mourinho)

Pedro León (Mula – 1986) llegó al Real Madrid de José Mourinho con apenas 23 años y cierta fama ganada en la selección sub 21. Según se dice tuvo varios desencuentros en el vestuario con el entrenador, un tipo que ha demostrado una antipatía de manual a lo largo de una carrera que fue de más a menos, como la de León. Por aquel tiempo la afición y el periodismo futbolero buscaban héroes autóctonos y el centrocampista, jugador fino, hermano del longevo y muy buen ciclista Luis León, parecía reunir ese perfil, pero parece que el portugués no perdonó la osadía de que le llevara la contraria. 

Ya en una rueda de prensa Mourinho se enfrentó a un periodista que reclamaba la alineación del murciano espetándole, ¿Pedro León, quién es Pedro León?, y un tiempo después la frase que arranca este blog, un ejemplo de mobbing laboral televisado, que acabó con el murciano buscando nuevo equipo.

Quince años después y catorce temporadas en equipos humildes, pero de una competición tan exigente como es la primera división española, León aún viste de corto en el equipo de su comunidad, el Real Murcia, que compite en el tercer escalón del fútbol español, pero no llegó a ser el referente que reclamaba parte de la afición merengue, algo en lo que tuvo parte de responsabilidad el famoso entrenador, que le ninguneó colgándole el sanbenito de segundón con ínfulas.

Me he acordado de ese futbolista, que también pasó sin demasiada gloria por el Eibar, intentando recordar casos de deportistas que, por causas diversas, o no respondieron a las expectativas que generaron inicialmente o incluso tuvieron un final, como no es el caso, más o menos trágico. 


YAGO LAMELA, ÍCARO O AQUILES

“Yo solo quería ser bueno en lo mío” (Yago Lamela)

Según los periódicos de la época Yago Lamela (Avilés 1977-2014) falleció de un infarto de miocardio, pero muchos de los artículos dejaban entrever que, incluso aunque aquel fuera la causa de su muerte, el saltador de longitud más brillante del atletismo español dejaba tras de sí una vida tintada por la depresión.

Todo empezó bien. A finales de marzo de 1999 un Yago que aún no había cumplido 22 años  ponía en aprietos a otro de los grandes saltadores, Iván Pedroso, con un vuelo de 8,56 metros, récord de Europa del momento. 

Sus enormes cualidades físicas y un desparpajo en la pista que contrastaba con su timidez fuera de ella hacían presagiar una carrera sin límites, en una especialidad muy valorada, en la que había destacado gente tan mediática como Bob Beamon, Carl Lewis o el mismo Pedroso.

El dramaturgo Julio Béjar usó la doble leyenda de Ícaro y Aquiles para describir en su obra “8,56” un ciclo vital que le llevó a asombrar al mundo atlético volando sobre la arena del foso y acabar casi cojo, herido en ambos talones, como el héroe griego.

Tras aquel subcampeonato y su bis al aire libre el mismo año llegó la primera frustración en los Juegos Olímpicos de Sidney, donde, quizás asfixiado por la presión, ni siquiera llegó a los ocho metros. 

En 2002 y 2003 volvió a conseguir medallas de metales diversos, nunca el oro, en europeos y mundiales de pista cubierta y aire libre, pero de nuevo fracasó en la olimpiada de Atenas de 2004, a la que ya acudió anestesiado por dolor en los gemelos. Eso es, al fin y al cabo, lo que los voceros de la fama exigen de un Ícaro televisivo.

Operado ese mismo año del tendón de Aquiles, que se volvería a romper por dos veces, se retiró definitivamente en 2009. Descubrió entonces que era un don nadie en el mundo real. Aspirante a piloto de helicóptero en una empresa privada que quebró, universitario en Iowa sin llegar a titularse, músico electrónico fugaz, asediado por la depresión, en 2014 su corazón y sus talones, fuera o no por voluntad propia, dijeron basta.


GOÑI II, UN GIGANTE SIN CABEZA

«Siempre he reconocido que no soy un ángel, pero tampoco un demonio” (Mikel Goñi)

Se suele repetir que en cierta ocasión, Mikel Goñi (Oronoz-Mugaire 1977), se acercó fumando a Julián Retegui, un ídolo que había ganado 21 txapelas, es decir, 21 finales manomanistas en diversas categorías, y le preguntó qué tenía que hacer para parecerse a él: "Si te quitasen la cabeza y te pusieran la mía a lo mejor conseguías algo grande".

Puede que no tuviera cabeza pero era el más gigante en los frontones de la frontera del milenio, 1,87m. y 90 kilos en sus mejores tiempos, un físico que unía a una genialidad que ya como juvenil le convirtió en el pelotari más prometedor del circuito.

Debutante como profesional en 1996, con solo 18 años, pronto empezó a hablarse de un coloso que empezó a asombrar a los aficionados con su demoledora volea, sus ganchos y una derecha que podía enviar la pelota al rebote del frontón, amén de una precisión en las dejadas que, eso sí, podía, alternar con alguna que otra pifia fruto de la falta de concentración. Sin éxitos reales por un espíritu que primaba la fiereza sobre la disciplina y la estrategia, sí atrajo a nuevos públicos, entre ellos el femenino, y le dio una fama que pronto empezó a enseñorear en el mundo de la noche.

No era difícil verle jugar tras una velada en blanco de garito en garito y, descuidado el entrenamiento, coger hasta 15 kilos más de su peso ideal. En 2002, tras un hostión automovilístico bajo los efectos del alcohol, la empresa que le daba cobertura le retiró de la competición antes de una semifinal manomanista que hubiera ganado en condiciones normales. “No ofrece garantías de pasar el control antidopaje”, declaró el espónsor.

Tras esa primera caída aceptó rehabilitarse en un centro y ser tratado por psicólogos, pero siguió descuidando su físico y flirteando con sustancias lo que hizo que empezara a lesionarse. 

En 2009, tras varios años paseando por los frontones con más pena que gloria, se enfrentó a Oinatz Bengoetxea, campeón del año anterior, en el frontón de Eibar y tuvo que ir varias veces al vestuario por la lesión en la pierna que arrastraba. La bronca fue tan monumental que la misma afición que le había encumbrado le empujó a retirarse definitivamente como profesional.

No había acabado todo. Ya en una vida “civil” que combinaba con actuaciones de feria fue detenido acusado de secuestro y torturas tras un ajuste de cuentas por un alijo de marihuana. Total, tres años y seis meses de cárcel que cumplió en 2022.

Leo preparando el blog que en 2024 jugó la final de parejas de un campeonato de “viejas leyendas” en Pamplona, precisamente frente a Bengoetxea, el hombre que le retiró. La crónica resume gran parte de su carrera: una afición coreando el nombre de un pelotari de físico excelso a punto de una nueva espantada. El resultado final, eso sí, una pérdida más que honorable: 22-18. La vida sigue…

Aunque no en su mejor momento Cat Stevens (Londres 1948), de nacimiento Steven Demetre Georgiou, seguía metiendo alguno de sus temas en las listas de éxito y gozando de la fama que había aquilatado a principio de los setenta, cuando decidió abrazar el islam, llamarse Yusuf y subastar todas sus guitarras en 1977, abandonando una carrera musical que no reinició hasta 2006. Me parecía otro modelo de "héroe" caído, esta vez por deseo propio, que venía bien a este blog, además con la hermosísima "The wind", que interpretada en esta última etapa nos habla, qué raro, del destino.



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