miércoles, 20 de junio de 2018

El Jurado


EL JURADO
Supongo que por la veteranía que se presupone a gente de mi edad, pero sobre todo por razones de amistad, soy miembro del jurado de un concurso literario en los dos últimos años. Se trata de un certamen humilde en la cuantía y valor de sus premios, pero generoso en el ámbito y cantidad de los que concede, dado que uno de sus objetivos es motivar la escritura en las nuevas generaciones. Así que además del concurso de relato corto y poesía para adultos, tanto en euskera como en castellano, las entidades que lo promueven auspician otros cuatro premios infantiles y juveniles.
Aunque no se trata de decidir la inocencia o culpabilidad de alguien, ni por tanto de asumir el papel de un Henry Fonda enfrentado a once hombres sin piedad (https://www.filmaffinity.com/es/film695552.html), hacerlo de la bondad o no de una obra creativa también tiene su exigencia. Como he sido circunstancialmente premiado y finalista en certámenes, en general también humildes, sé que, cualquier éxito, por sencillo que sea, el mero reconocimiento de una obra que te ha llegado a quitar el sueño, recompensa la pelea contra el papel en blanco y el reto de la expresión de ideas, de emociones, de la memoria y sus demonios.
Una votación del jurado en "Doce hombres sin piedad"
Tengo que decir que es seguramente en estos premios en los que el jurado más en serio se lo toma, ya que es sabido, y ni se oculta, que muchos de los grandes certámenes literarios se resuelven por encargo al prefijado ganador o ganadora. Hace unos años, por cierto, me enteré con gran decepción que un poeta muy reconocido, cercano ideológicamente a mí, participaba de ese pasteleo en concursos de mediana cuantía. También sé, porque he sido bendecido por alguna de sus decisiones, que los hay profesionales del oficio, lo que les supone una fuente complementaria de ingresos e invitaciones.
El jurado del que hablo está compuesto por voluntarios y voluntariosos aficionados a la escritura, profesores, algún o alguna periodista, dispuestos a tirarnos tres o cuatro semanas leyendo todo tipo de escritura. En estos dos años cosas interesantes, gente con oficio, alumnos de talleres; también, todo hay que decirlo, bisoñez, porque algunas/os de sus autores no han traspasado la barrera que separa un diario privado de un relato y, además, aún no han vivido lo suficiente para que sus vidas tenga demasiado interés, pero como he dicho más de una vez, el solo hecho de superar el vértigo del papel en blanco tiene su mérito.
Yo creo, por lo menos para mí, que el veredicto más difícil es el correspondiente a los apartados juvenil e infantil. Decía con ironía uno de los miembros del jurado que las chicas no sólo están permanentemente enamoradas, sino que además lo cuentan. Es cierto que abunda ese desamor tan propio de la adolescencia, pero no falta la crítica social y el despecho intergeneracional. Sin embargo, ¿qué cabe valorar en esos casos? Porque en los adultos hay menos dudas. No se puede pasar por alto una escritura pesada, en la que se adivina la figura literaria forzada, mucho menos los anacronismos, las faltas sintácticas u ortográficas, pero tampoco los lugares comunes, ese déjà vu que calca algo ya leído. Ahora bien, a un niño o niña de diez o doce años, ¿qué le puedes exigir? Detrás de un poema lleno de ripios, corto en vocabulario, puede haber una inocencia que fascina, y ante un relato que discurre por espacios y tiempos lejanos el esfuerzo de una imaginación que se descontrola. Uff! Qué responsabilidad cuando lo que se juega esa muchacha o chico que ha empezado a escribir es ver publicado el relato después de subir a un escenario a recoger un premio, algo que quizás le aliente a seguir por ese camino. Tengo entendido que anteriores ganadores/as juveniles ya son periodistas profesionales y han publicado su primer libro.
Así que menos mal que el equilibrio que dan seis jurados no precisa de un Henry Fonda dispuesto a jugarse el tipo por una decisión justa…
Uno de los casos más populares de jurado injusto fue el que, formado por doce blancos, condenó al boxeador Rubin “Hurricane” Carter a cadena perpetua en 1967, una decisión que fue anulada 18 años después tras un calvario de apelaciones. Bob Dylan le dedicó una de mis canciones preferidas en 1975.




viernes, 8 de junio de 2018

Vainica Doble


UNA CANCIÓN ALEGRE y

 DESPECHADA 

PARA EL FIN DE SEMANA

En 2015 falleció Gloria Van Aerssen, la última superviviente de Vainica Doble (Carmen Santoja nos había abandonado quince años antes). En apenas una docena de discos ambas nos dejaron un reguero de canciones repletas de un vitalismo crítico y contagioso que rescato hoy, empujado por una espléndida versión de “Déjame vivir con alegría” por el “Grupo de expertos sol y nieve” (estos ya se pasearon hace tiempo por el blog http://charlievedella.blogspot.com/2014/05/las-nuevasprofesiones-callejeras-el.html). Como no hay dos sin tres he encontrado otra curiosa interpretación a cargo de treinta músicos de El Prat de Llobregat. Bon cap de setmana!!! 




Déjame que descanse un rato al sol,
déjame vivir con alegría,
si he pescado bastante para hoy,
mañana será otro día,
no faltará un caracol.

Yo no cambio tu ananás por mi limón,
yo no cambio tu salmón por mi salmonete,
mete la "Rolley-Flex" en un cajón,
agarra la puerta y vete,
no te quiero en mi rincón.

Y un higo chumbo y una aceituna,
tu nuevo mundo yo descubrí con Colón.
Y una aceituna y un higo chumbo,
vete a tu luna y déjame en mi rincón.

Oscurita es mi pigmentación,
y mi cuerpo es enjuto y resistente,
rubias gentes me tienen compasión
porque me falta algún diente
y entre dientes me río yo.

Con un dátil por alimentación,
con un dátil yo inventé la democracia,
con un dátil yo te gano el maratón,
no me hace ninguna gracia
que me tengas compasión.

Y un higo chumbo y una aceituna,
tu nuevo mundo yo descubrí con Colón.
Y una aceituna y un higo chumbo,
vete a tu luna y déjame en mi rincón.




lunes, 4 de junio de 2018

Manuel Vicent - Los últimos mohicanos


MANUEL VICENT Y 

LOS ÚLTIMOS MOHICANOS

Al ir a ubicar “Los últimos mohicanos” en las baldas  de la librería, me di cuenta de que Manuel Vicent (Villavieja 1936) es el autor del que tengo más libros. No es de extrañar, dada mi predilección por quienes hacen mix con la literatura de alcance medio, el columnismo y el periodismo de estampa, pero sobre todo por los biógrafos párvulos ( ver http://charlievedella.blogspot.com.es/2016/11/eugenio-baronchelli-biografo-breve.html), capaces de diseccionar a un personaje con la precisión de un forense con apenas unos cientos de palabras; diez páginas en el caso que nos ocupa.

En este, además, el maestro Vicent dedica la pluma a una serie de colegas ya desaparecidos, los últimos mohicanos de un periodismo en extinción, gente que hacía literatura en los grandes diarios de papel, la mayoría también desaparecidos o en trance de hacerlo, acompañando sus retratos con caricaturas de Fernando Vicente.

Así que he aquí una pequeña selección para animar al personal a adquirir el volumen.

“Bagaría nunca renunció a ejercer de sí mismo, su mejor obra personal. Desayunaba a las nueve de la noche, almorzaba a las tres de la madrugada, cenaba a las doce del mediodía y en medio hacía insomnios de alcohol y póquer, cafés con leche, bocadillos al pie de las barras, hasta deshacerse hablando de la nada y de todo, contra esto y aquello, en las tertulias bajo el humo del tabaco que se confundía con la niebla de todas las madrugadas” ( de Luis Bagaría – El lápiz del dibujante revolucionario)

“Con este autor se ha dado un hecho curioso: fue en su tiempo uno de los grandes; puso su afilada inteligencia y un estilo literario sin ninguna veta de tocino al servicio de la historia; contó de primera mano las cosas que pasaban en la calle; estaba donde había que estar, en los acontecimientos políticos, en los homenajes literarios; era citado, admirado y seguido por una legión de lectores y, de repente, terminada la guerra civil, se lo tragó la tierra y ni siquiera fue recordado como un exiliado famoso.” ( de Manuel Chaves Nogales – Disparar a la distancia precisa)

“Ortega había dado siempre la espalda a la iglesia, pero alrededor de su lecho de muerte revoloteó el agustino Félix García, experto en descabellar con la extremaunción a agnósticos de renombre. El fraile entró en la alcoba del moribundo. ¿Ortega confesó sus pecados, besó el crucifijo? El fraile dejó el interrogante en el aire”. ( de José Ortega y Gasset – Naufragio en la palangana de Pilatos)

“En los últimos años de su oficio llegaba por la mañana, cuando el local aún olía a serrín mojado, se sentaba junto al ventanal del fondo, el camarero de turno depositaba sobre el velador un café con leche en vaso, el tintero y la pluma; César ponía la pitillera dorada y comenzaba a llenar cuartillas sobre todo y sobre nada, sobre cosas de la vida que no le comprometieran, organillos, farolas, muchachas en flor, castañeras, anuncios y máscaras.” ( de César González Ruano – La máquina de fabricar calderilla)

“Tenía de España una visión de chiringuito, de corrala o sacristía, con una deriva natural hacia ese lado menor de la vida, de los sucesos, de los personajes. Así construyó un mundo propio, asentado en un costumbrismo esperpéntico, de lápida funeraria, de refranes de calendario zaragozano, coplillas de ciego, sermones de cura trabucaire, apocalipsis de hoja parroquial, con una galería de progresistas de pana rayada, de ejecutivos de Agua Brava y verga de búfalo bajo el loden, de políticos de solomillo al punto o sangrante”. ( de Luis Carandell – La historia es una anécdota)

“En 1945, en el corazón de la más dura posguerra, un hombre que había sido policía durante la república, afiliado al PSUC, detenido y condenado, volvía a casa después de haber cumplido varios años de prisión. Vivía en la calle Botella, en el Raval de Barcelona. El hombre subía muy abatido esa mañana con una maleta de cartón a su piso, donde le esperaba su mujer, una humilde modista, y en mitad de la escalera se cruzó con un niño gordito de cinco años. Los dos se miraron muy sorprendidos al verse por primera vez. Así cuenta Manuel Vázquez Montalbán el momento y el lugar en que conoció a su padre” (Manuel Vázquez Montalbán – El marxismo pop y la gente derrotada)

En el año 2000 Vázquez Montalbán escribió “Cancionero general del franquismo”, una recopilación de 455 canciones surgidas durante ese periodo entre gris y eastmancolor del siglo XX. Entre ellas, su preferida, “Tatuaje”, en la interpretación más esencial, la de doña Concha Piquer.




viernes, 1 de junio de 2018

Dulce introducción al caos

¿LOS MEJORES? 2

Además de servir de música de fondo a la publicidad de una cerveza, “Dulce introducción al caos”, de Extremoduro, está considerada una de las mejores canciones de la historia de la música española. He llegado a leer que la segunda, siempre detrás de la intocable “Mediterráneo”, aunque como hay para todos los gustos en alguna lista la intocable es “Ni tú ni nadie”, de Alaska y Dinarama (???) y en la misma aparecen otras tres canciones de Extremoduro pero no ésta. Pues eso, contra gustos…

Primer corte de “La ley innata”, noveno disco de Extremoduro, obra conceptual que marca una frontera entre la primera época del grupo, caracterizada por lo que ellos llamaban rock transgresivo, y la posterior, con composiciones y letras mucho más complejas que derivan hacia el rock progresivo, cuasi sinfónico, ya la traje al blog en su momento hablando de bondades, porque hacia su mitad incluye un fragmento de la bellísima “Jesús, alegría de los hombres”, de Juan S. Bach (https://charlievedella.blogspot.com/2016/06/buenismo-para-la-gente-de-mi-generacion.html). Y no me cuesta mojarme, esta canción está entre las mejores.





domingo, 20 de mayo de 2018

LA CABINA

LA CABINA
Como aficionado a la arqueología urbana llevaba tiempo pensando en fotografiar una cabina telefónica que sobrevive cerca de casa, cuando se ha cruzado la noticia de la muerte de Antonio Mercero, seguramente, y a su pesar, su mejor propagador.

cabina a apenas 100 metros de mi casa
La cabina, medio destartalada, con el logo del antiguo monopolio en el frontispicio, permanece en una plazoleta próxima, frente a la terraza de dos bares habitualmente concurridos. Llama la atención su estatura y amplitud, que en su momento, antes de perder la puerta de acceso, era un espacio habitable que permitía cierta intimidad. No recuerdo si podían cerrarse por dentro, aunque ese fue el componente decisivo de “La cabina”, el corto televisivo que dio fama a Mercero.
La película, con un tono eminentemente kafkiano, pretendía hacer crítica de una modernidad que asaltaba plazas y aceras. El encierro involuntario de López Vázquez era una metáfora del poder injusto y arbitrario; también de la  creciente despersonalización. Ahora, su final, en un aparcamiento de cabinas rellenas de humanos, es casi naif. 
El móvil, con sus distintas capacidades (twitter, guasap, etc.) es un cepo virtual que nos confina a un espacio aún más reducido y a una aparente comunicación, impulsiva y obsesiva, carente normalmente de reflexión, en la que todo quisque pone lo primero que se le ocurre. Ahí tenemos al “nou honorable” con sus twitters xenófobos; al otro lado del espectro a Iglesias conquistando los cielos desde un chalet de Galapagar; y a la mafia de la Gürtel, perdón, del PP, dejando un sendero de conversaciones grabadas que pondrían rojo a Capone. ¿Solo se libra Rivera, comodín ideológico, socialdemócrata y ultraliberal, español y europeísta? Vaya joya… Si no te valen sus firmes principios, no hay por qué preocuparse, como decía Groucho, tiene más.
Con semejante panorama, hasta dan ganas de comprar “Matildes” (*)…
(*) Precisamente por anuncios de López Vázquez en televisión, las acciones de Telefónica eran popularmente conocidas como Matildes.

En esta ocasión qué mejor homenaje a Mercero y a la arqueología urbana y televisiva que revisar “La cabina”.


lunes, 7 de mayo de 2018

Fronteras


FRONTERAS INVISIBLES
Cuando leí hablar a Modiano de las fronteras invisibles que separan los barrios, me di cuenta, rebobinando, de que el barrio de mi infancia acababa a apenas 400 metros de casa. Si cerraba los ojos era capaz de recordar las porterías, los comercios, bares, quioscos, de un espacio físico de unas doce manzanas, pero mi memoria se perdía al atravesar su limite virtual. Apenas era capaz de recordar algún itinerario ajeno, el que llevaba al colegio o a algún lugar de encuentro.
Gracias a mi pequeño nieto he traspasado recientemente una de las fronteras invisibles de mi barrio actual con el fin de acercarle al nuevo parque infantil de la Mina del Morro, en una de las plazoletas de sus viviendas de protección oficial. En la primera visita me di cuenta de que mi nieto era, con Alba e Isaac y sus primos de etnia gitana, el único autóctono entre una veintena de niños que jugaban felices en aquel nuevo espacio lúdico. Entre ellos María Ángeles y Hansel, nicaragüenses con apenas un mes en nuestro país, o el grupo de africanos de cuerpos esbeltos y sonrisa amplia que amparaban a mi nieto, uno de los niños más pequeños del parque. La experiencia demuestra que las peores fronteras, las de los prejuicios, no existen para los niños que apenas conocen todavía las palabras mío, tuyo, nosotros y vosotros.
Les supongo clientes de la escuela cercana de la Mina del Morro y no de la que, trasladada desde la otra punta del barrio, conserva su nombre primigenio de ikastola, que intuyo, alberga a niños del centro de Santutxu, porque los veo transcurrir en procesión por las calles que ascienden hacia el centro del barrio. Cuando sean mayores imagino que recordarán ese itinerario y sus detalles, pero quizás desconozcan la existencia de ese parque cercano y la desolación de las calles laterales, con decenas de lonjas vacías que vanamente se venden o alquilan desde hace años.
Yendo al otro lado del barrio por la calle Fika, también abatida por locales en alquiler o venta, hacia allí donde antes se ubicaba la ikastola, transcurre la calle Zabalbide, dicen y creo que la más larga de Bilbao, porque une el casco viejo con la ladera del monte Artxanda. Hace años la parte que une Santutxu con el casco viejo era una vía medianamente comercial con bares y tiendas. Yo mismo trabajé en en un centro hoy cerrado en el cruce entre ambas. Pues bien, hoy es una calle desangelada, con los bajos en estado de abandono.
el grupo Garamendi, con el cerrado centro del INSS al fondo,
en el cruce de las calles Fika y Zabalbide
Los construccionistas sociales insistían en la importancia de las vías de paso como elementos de desarrollo que, ya obsoletos, carecen de su sentido primigenio. Ya hablé en un blog anterior de algunos puentes de Bilbao (http://charlievedella.blogspot.com.es/search?q=puentes) como medios de enlace entre conventos de uno u otro lado de la ría, algo que hoy no tendría sentido. El caso más claro se da en la economía de pueblos que, por culpa de circunvalaciones, perdieron su condición de zonas de paso. Recuerdo el caso de Arenys de Mar, en la costa del Maresme, donde vendedores ambulantes de peladillas y garrapiñadas hacían el agosto gracias a un par de semáforos. Por contra, el poyecto de Zorrozaure, en Bilbao, con amplia oferta de nuevo terreno urbanizable y puentes reales y metafóricos, va a condicionar el desarrollo de las zonas o barrios colindantes y servirá, sirve, para una creciente especulación.
No me gustaría acabar sin hablar de otro fenómeno novedoso: el rechazo a la peatonalización en algunas zonas de Bilbao. Hace unas decenios los vecinos reivindicábamos lo que suponíamos dulcificación de los barrios mediante el desalojo del automóvil, hoy hay manifestaciones y recogidas de firmas para que el ayuntamiento no convierta determinadas calles en un inmenso bar sin fronteras. Ah!, perdón, con la frontera invisible que separa a clientes y turistas de habitantes y ciudadanos.
Dediqué otro blog anterior a Lhasa de Sela, ángel errante fallecida en 2010 (http://charlievedella.blogspot.com.es/2013/05/lhasa-de-sela-la-cantante-lhasa-de-sela.html). Ahora recupero una versión de “La frontera”. Una auténtica gozada.




lunes, 23 de abril de 2018

La agenda

LA AGENDA
la legendaria Lexycon 80
Hace unos meses, revisando papeles, trastos, desechos, encontré la última agenda de mi padre, que falleció hace más de dos años. Cada dos o tres, también cuando alguien le regalaba una nueva, quizás haciendo juego con una cartera de bolsillo, mi padre dedicaba una o varias jornadas a actualizarla con curiosa dedicación artesana. Quitaba las grapas que cosían el abecedario, extraía cada una de sus letras, y después de mecanografiar nombres apellidos, teléfonos y direcciones con una vieja, pesada y panzuda Lexycon 80, volvía a zurcirla con una paciencia que nunca fue su fuerte.

Al ojearla me di cuenta de que estaba, como la elegante Porky francesa de la que hablaba Eduardo Galeano en “Días y noches de amor y de guerra”, “llena de muertos”. Ahí figuraban sus mejores amigos, sus hermanos, sus cuñados, algunos compañeros de trabajo y profesión...números de teléfono fijo, por supuesto, y domicilios que dejaron de serlo hace ya muchos años. Leyendo nombres y direcciones podía recomponer la mayor parte de la vida de mi padre y recordar los rostros y las voces de quienes la poblaban. Ya no había anotaciones con citas o tareas pendientes, porque imagino que fue la última agenda que rellenó, ya definitivamente jubilado.

La vieja fábrica Hispano Olivetti de Barcelona
Cuando yo lo hice, hace ya dos años, eché de menos la función recordatoria de la agenda de trabajo. Durante meses me perdía entre los días de la semana, los horarios de mañana y tarde, y el cambio de rutinas. No habituado a hacerlo en mi portátil, estuve a punto de agenciarme una moleskine, pero antes descubrí que el móvil no solo contiene un espléndido almacén de contactos, sino un calendario/notificador con imágenes coloridas y alarmas de signo diverso. El de los tiempos...
En cuanto a la Lexycon 80 forma parte del progreso de la segunda mitad del pasado siglo. En su momento fue, junto a otra histórica, la Lettera 22 (conservo una), la máquina de escribir más vendida de Hispano Olivetti, empresa que contó con una impresionante fábrica cerca de la plaza de las Glorias de Barcelona. Una fábrica que llegó a dar trabajo a más de 3.000 obreros. En la época de las históricas huelgas que compartió con Motor Ibérica, Roca, La Seda, Seat etcétera...me tocó hacer alguna pintada por la zona, todo un honor, aunque tengo entendido que actualmente, vencida por el tsunami de las nuevas tecnologías y replegada Olivetti, la empresa matriz, el edificio es hoy un Centro Comercial. Otro signo de los tiempos...

Apoyo el texto con “Life´s work”, de The Weather Station, alias de la cantante canadiense Tamara Lindeman, uno de mis últimos descubrimientos. Aunque ésta sea una canción de su penúltimo disco tiene un toque nostálgico sobre la avatares de la vida y el trabajo que acompañan bien a lo anterior.   

martes, 10 de abril de 2018

El llanto

EL LLANTO
Cuando adquirimos la vivienda en la que vivimos teníamos treinta y seis años, y esa era más o menos la edad media de sus inquilinos. Como el inmueble era nuevo, durante algunas semanas solo estuvieron habitados dos pisos, un primero y el nuestro, en lo más alto del edificio. Recuerdo que a los pocos días me quedé encerrado en el ascensor. Pulsé el botón de emergencia, pero no me oyó nadie, ni nadie supo interpretar el sentido de una alarma desconocida. De repente me di cuenta de que llevaba un destornillador. Creo que durante esos días el taladro, un metro, escarpias, el martillo, aquel destornillador, eran extensiones naturales de mi propio cuerpo, de modo que, no sé muy bien cómo, conseguí salir valiéndome de la herramienta.

La casa fue llenándose poco a poco de gente joven que ya vivía en general en el barrio. Nos encontrábamos en la escalera y nos saludábamos y dábamos ánimo con la alegría que da empezar una nueva vida. Nos invitábamos mutuamente a ver los pisos, e íbamos sabiendo del perfil de unos y otros a través del mobiliario, el color de las paredes, la calidad de los cuadros, el número de libros, el olor de las cocinas… Pero había entonces una característica casi común, algo que acabó perdiéndose con los años: el llanto de los niños. También nosotros, o mejor, nuestra hija mayor, aportaba entonces su granito de arena a un sonido que en ese momento solo cabe asociar al descubrimiento de la enfermedad, el daño físico, la adversidad, pero que cuando desaparece del todo, como así ocurrió hace ya bastantes años, es el rasgo inequívoco de que la casa ha envejecido al ritmo de quienes la habitan. Ya ha sufrido varias operaciones quirúrgicas, y a menudo renquea víctima de una artrosis progresiva. También se ha paseado la parca por la escalera y se ha llevado por delante a algunas vecinas y vecinos queridos, a mis padres en los últimos tres años, pero el edificio ha enraizado profundamente y es ya tan del barrio como las cercanas casas de La Tabacalera, la escuela de la Mina del Morro o la iglesia de San Francisquito.

Esas raíces, las de los vecinos que persistimos, aferrados los unos a los otros, solidarios, creando memoria, son la fuerza que rebrota: vuelve a oírse llorar. Oigo por las mañanas el llanto de esa niña que lleva mal lo de levantarse para ir al colegio y el nocturno de la nieta de la vecina que tiene pesadillas, y algunas veces, cuando mi hija nos trae a nuestro primer nieto, él se añade al llanto coral y colma la casa de savia nueva.  

Lou Reed sacó su tercer disco, “Berlin”, en 1973, una obra conceptual que incluía “The kids”. La canción está dedicada a una joven yonqui a la que los servicios sociales quitan a sus hijos porque es incapaz de cuidarlos. Aunque Jack Bruce era el bajo oficial del LP, Toni Levin le sustituyó para protagonizar uno de los, para mí, mejores momentos del disco, cuando hacia el minuto 5´11” acompaña el llanto desolado de un niño. Sirva de contrapunto…  

martes, 27 de marzo de 2018

Facebok 2


  FACEBOOCK 2 
 “COMPAS” DE COLEGIO

 La posibilidad de husmear en la vida de los demás que te da facebook satisface otra de mis vocaciones, la de detective, o será voyeur? Dejémoslo en un mix de ambas facetas.
Así que, lejos de la patria de la infancia y el espacio geográfico del colegio que cubrió once años de mi vida, facebook me permite saber qué fue de algunos de los compas a los que no he vuelto a ver.
J.S. está entre los triunfadores. Siempre he pensado que la psicología es un campo abonado para gente con problemas que la estudia para sanarlos. J.S. tenía ese perfil. Su tartamudez y una cierta dificultad con el castellano le abocaban a ser de esos alumnos que procuran esconderse y pasar desapercibidos, pero eso no solo no le impidió ser siempre un alumno aventajado, sino que según facebook debió curar esas carencias llegando a ser un profesional muy valorado, incluso internacionalmente.
El colegio en nuestra época de alumnos
En la red solo aparecen cuatro fotos. En una, con el pelo largo y bigotón, figura tal como le recuerdo, sentado en una terraza de la calle Mallorca de Barcelona a finales de los años setenta del pasado siglo. En otra, ya mayor, algo sobrado de peso, aparece bañándose en una piscina. Curiosa estampa…
La mayor parte de comentarios, una necrológica firmada por otro compañero del reducido grupo de “letras” del bachillerato superior, le bendicen como hombre bueno y comprometido, pero una vieja novia despechada le lanza un puyazo post mortem: “gran profesional pero a algunas de sus parejas nos malogró”. Una frase que rompe la tesis de que siempre hablan bien de uno cuando te mueres, pero también confirma lo cruel e indiscreto que puede ser facebook.
Aprovecho conocer que J.S. estuvo exiliado y encarcelado durante el franquismo para enlazar con J.L., de quien, intermediado por un personaje ficticio, conté una anécdota en mi único relato semi largo, “Para después de la nada”.
J.L. era el nazi de la clase. No digo nazi ideológico únicamente. Creo que incluso antes de terminar nuestro periodo colegial militaba en un grupo, ya desaparecido, que realizaba acciones contra militantes antifranquistas, librerías progres, etc. y editaba una revista con cierta difusión en aquella época.
En los estertores del franquismo me tocó sacar de casa una multicopista por razones de seguridad. Se trataba de un artefacto grande y pesado que conseguí embutir a duras penas en una bolsa de deportes. Yo la tenía que acercar a un parque cercano a casa y allí se encargaba un compañero de llevarlo en coche (yo no tenía) a otro lugar seguro. Pues bien, la última persona a la que hubiera querido encontrar mientras esperaba en un banco con el artilugio a mis pies era a J.L., y éste fue el que apareció saludándome efusivamente.
No recuerdo de qué hablamos mientras acariciaba seguramente nervioso la bolsa con el aparato clandestino, pero imagino que por algún momento se me pasó por la cabeza que aquel pedazo de nazi abriera la bolsa y me denunciara a la policía. Golpearme no, porque creo recordar que no tenía ni media hostia…Pero el caso es que J.L. no debió sospechar que el bulto contuviera parte del “aparato de propaganda” de una de los cientos de grupúsculos obstinados en acabar con el franquismo, porque terminó despidiéndose sin más.
Y bien, hace poco, recordando aquel episodio, busqué a J.L. en facebook y vi que había evolucionado. Abandonada la cruz gamada se asoma a las redes con una rara mezcla de esoterismo y nacionalismo post convergente. Eso sí, parece que la izquierda se le sigue atragantando, aunque no creo que a día de hoy la multicopista peligrara.

PD: Mientras corregía esta entrada se suscita internacionalmente la polémica por el uso indebido de datos y noticias falsas teledirigidas en la red social de Facebook. En este momento me planteo seriamente desaparecer de semejante mundillo. La pega: de ser así, estos dos últimos blogs no hubieran existido...

Otro “compa” y en este caso amigo que sigue dedicándose a la música, publicó con varios colegas esta maravilla de disco en 1979, hoy día una joya buscada y cotizada en las subastas. El título de tres de sus canciones, “Rendits a vostres plantes”, “Las misiones” y “Amílcar Barca”, rememoran el ambiente épico-religioso del colegio.






lunes, 12 de marzo de 2018

Facebook 1


FACEBOOK 1 - SUEÑOS
Desde que me inicié siempre he pensado que las redes sociales son como la vida misma pero a lo bestia, con un inconveniente, dejan acta notarial de éxitos y bondades, pero también de errores y ruindades.
Recién alumbrado al mundo de Facebook me lleve un par de sorpresas sucesivas. A una de ellas hice alusión en una entrada anterior, así que no me extiendo. A la otra me pongo porque tiene su cosa nostálgica.
Creo que corría 2008 cuando A.M., con el que había perdido contacto veinte años antes, me solicitó que le añadiera a su lista de amigos de Facebook. Cómo no…!! A.M. no solo había sido compañero de trabajo, sino de sueños. Acabábamos de pasar la oposición tras un periodo combativo como contratados eventuales y ya estábamos anhelando dedicarnos a lo que nos gustaba de verdad, escribir, a poder ser poesía.
las tertulias pasaron por Casa Isidro, El Raval, locales
con dueños que escribían poesía y participaban en la
tertulia, y el mítico Els quatre gats, con el espléndido
cuadro de Ramón Casas
En poco tiempo congregamos a un grupo de aspirantes a escritores, y entre tertulia y tertulia literaria y vino, mucho vino, creímos llegado el momento de montar nuestra propia editorial. Sin llegar a los veinticinco años de edad y con un equipaje casi vacío conseguimos una entrevista con Enrique Badosa, poeta reconocido y aún en activo. Creo recordar que en un despacho del desaparecido El Noticiero Universal de Barcelona. Nos atendió con una amabilidad y respeto envidiables, porque nosotros le veíamos entonces como un poeta más o menos pasado de moda y él, imagino, como dos gilipollas que se creían capaces de comerse el parnaso. Recuerdo que se echó las manos a la cabeza cuando le anunciamos el nombre que augurábamos a la colección, ”Moco de pavo”. Todo entre underground y populachero... Como es evidente el sueño, perdón, el proyecto, no se materializó, aunque ambos publicamos poco después nuestros primeros libros.
A.M. era un tipo raro, creo que marcado por determinados aspectos trágicos de su infancia y adolescencia, así que no me extrañó que tras veinte años de desconexión volviera a desaparecer de Facebook después de media docena de pequeñas y algo peculiares conversaciones. En el intervalo le pregunté si había seguido escribiendo pero no llegó a contestarme. No me choca. Poco tiempo después una amiga común me comunicó que había fallecido. Las fechas coincidían con su desaparición en la red.
He buscado en los registros si hay alguna publicación más que su primer y único libro y no es así. Es una pena. Tenía una imaginación desbordante, capaz de escribir un relato de un tirón sin corregirlo, y con algo de disciplina creo que hubiera llegado a crear algo sonado.
Hace unas semanas busqué a otro de aquellos escritores noveles en el mismo facebook. Fue el primero en publicar y pronto se hizo una tarjeta de visita que bajo los apellidos señalaba con petulancia la profesión que le adornaba: poeta. Tampoco ha vuelto a publicar y ahora, casi cuarenta años después, supongo que abandonado por la inspiración, se presenta en su perfil como actor figurante. 
Sueños…
Canté muchas veces a viva voz este “Rosa rosae” de José Antonio Labordeta con A.M., cuya letra resume muy bien parte de nuestra infancia.


viernes, 2 de marzo de 2018

Mamá

MAMÁ

Mi madre falleció el pasado 28 de febrero. Tenía 95 años, así que presenció y vivió en primera persona los grandes desastres del siglo XX, principalmente la guerra civil. No hizo grandes cosas, si entendemos que no hacer grandes cosas es haber sido una buena madre y abuela, además de ser una “manitas” en todo tipo de bricolaje, y moderna a su manera,  se sacó el carnet de conducir en los años sesenta, cosa nada habitual entre las mujeres de su época. En los últimos años ambos pudimos disfrutar de una cercanía que pienso que nos hizo felices. Como no creo en el más allá me quedo con el más acá, que son los buenos recuerdos que uno se lleva de por vida.

Y como hablar de la muerte de una madre es lo más difícil, aprovecho unos versos que le dediqué en vida y un retrato que le hice hace unos pocos años:


ROSELLÓN – VILADOMAT ( BARCELONA )
Yo nunca estuve allí, quiero decir,
en aquel tiempo, porque no había nacido,
pero a veces, cuando el otoño empuña
su bandera granate
parece que te incitara a volver
donde nunca estuviste,
posar frente al portal que fue nuevo entonces
esperando quizás que una señal remota
te muestre los orígenes,
la que será mi madre algún tiempo después,
mientras oye en la radio
que el Sabaté volvió a fugarse,
y prepara la mesa con afán diligente,
colmando la vivienda de olor a bechamel.

He pensado mucho qué música dedicarle. Entre sus preferidos estaba Jorge Sepúlveda, que imagino la hizo bailar en su juventud; en los últimos tiempos, cuando aún tenía bien la cabecita, descubrí que se sabía muchas letras, un don que yo no he heredado. Pero si me voy al cajón de su casa en el que guardaba los cassettes descubro que conservaba tres discografías bastante copiosas: la de María Dolores Pradera, a la que no se perdía cuando actuaba en Barcelona, y las de Chavela Vargas y Cecilia. Cuando a los 25 años de su muerte le dedicaron a esta última un curioso disco de duetos le grabé una copia. Creo que esta canción era una de sus preferidas y de las de mis dos hijas, que la cantaban durante los viajes que hacíamos para ir a verla.




martes, 13 de febrero de 2018

V.A.Estellés

DOS POEMAS VULGARES

DE VICENT ANDRÉS ESTELLÉS

PARA EL DÍA DE SAN VALENTÍN


De entre los analgésicos que aliviaron el periodo de mili que sufrí en Alcoi hace ya cuarenta años hay dos que suelo destacar porque además tienen mucho que ver entre sí. Un concierto de Ovidi Montllor en aquel, su pueblo natal, y el recital de poesía de uno de sus “letristas” habituales, Vincent Andrés Estellés.
curiosa foto de Montllor con Estellés y una desconocida

A Estellés (Burjassot 1924-1993) ya le he paseado por el blog porque es uno de de mis poetas preferidos 
Escritor y periodista, es autor de una poesía sumamente personal, casi siempre autobiográfica, crítica, desgarrada, hay quien dice que vulgar. Como dije en aquella ocasión, algunos de sus poemas son la vida misma y esa es su grandeza: convertir lo vulgar en una belleza que te hace reír, llorar, siempre emocionar.

Como su obra está rociada de sexo, me ha parecido el autor ideal para celebrar como debe ser el día de los enamorados con dos poemas que se complementan y tienen unos mismos vocablos iniciales: “Els amants” (“Los amantes”) y “No escric èglogues” (“No escribo églogas”). El segundo en una versión musicada en la voz de Juli Mira que aconsejo escuchar y leer a un tiempo porque contagia alegría a ritmo de pasodoble.

ELS AMANTS
No hi havia a València dos amants com nosaltres.
Feroçment ens amàvem des del matí a la nit.
Tot ho recorde mentre vas estenent la roba.
Han passat anys, molts anys; han passat moltes coses.
De sobta encara em pren aquell vent o l'amor
i rodolem per terra entre abraços i besos.
No comprenem l'amor com un costum amable,
com un costum pacífic de compliment i teles.
Es desperta, de sobta, com un vell huracà,
i ens tomba en terra els dos, ens ajunta, ens empeny.
Jo desitjava, a voltes, un amor educat
i en marxa el tocadiscos, negligentment besant-te,
ara un muscle i després el peçó d'una orella.
El nostre amor és un amor brusc i salvatge,
i tenim l'enyorança amarga de la terra,
d'anar a rebolcons entre besos i arraps.
Què voleu que hi faça! Elemental, ja ho sé.
Ignorem el Petrarca i ignorem moltes coses.
Les Estances de Riba i les "Rimas" de Bécquer.
Després, tombats en terra de qualsevol manera,
comprenem que som bàrbars, i que això no deu ser,
que no estem en l'edat, i tot això i allò.

No hi havia a València dos amants com nosaltres,
car d'amants com nosaltres en són parits ben pocs.
LOS AMANTES
"No había en Valencia dos amantes como nosotros.
Ferozmente nos amábamos de la mañana a la noche.
Lo recuerdo todo mientras tiendes la ropa.
Han pasado años, muchos años; han pasado muchas cosas.
De pronto aún me atrapa aquel viento o el amor
y rodamos por el suelo entre abrazos y besos.
No comprendemos el amor como una costumbre amable,
como una costumbre pacífica de cumplidos y telas.
Se despierta, de pronto, como un viejo huracán,
y nos tumba a los dos en el suelo, nos junta, nos empuja.
Yo deseaba, a veces, un amor educado
y el tocadiscos en marcha, negligentemente besándote,
ahora un hombro y después el lóbulo de una oreja.
Nuestro amor es un amor brusco y salvaje,
y tenemos la añoranza amarga de la tierra,
de andar a revolcones entre besos y arañazos.
¡Qué queréis que haga! Elemental, ya lo sé.
Ignoramos a Petrarca e ignoramos muchas cosas.
Las Estancias de Riba y las Rimas de Bécquer.
Después, tumbados en el suelo de cualquier manera,
comprendemos que somos unos bárbaros, y que esto no puede ser,
que no estamos en la edad, y todo esto y aquello.
No había en Valencia dos amantes como nosotros,
porque amantes como nosotros se han parido muy pocos."






NO ESCRIBO ÉGLOGAS

No había en Valencia dos piernas como las tuyas.
Dulcemente las recuerdo, con los ojos llenos de lágrimas,
con una telaraña de lágrimas en los ojos.
¿Dónde estás? ¿Dónde tus piernas tan adorables?
Recorro la Alameda, aquellos lugares familiares.
Cruzo las noches. Evoco los pretiles del río.
Un cadáver verdoso. Un cadáver fosfórico.
El espectro de Francisco de la Torre, quizás.
No había en Valencia dos piernas como las tuyas.
Largamente escribiría sobre tus piernas.
Como si anduvieses por el agua, entre un agua invisible,
entre un agua clarísima, venías por la calle.
La carne graciosa y fresca como un cántaro de Serra.
Y yo te evoco erguida sobre tus piernas.
Cargaban los hombres los ventrudos camiones.
Venían autobuses de Gandía y Paterna.
Salían voces de los bares, olor de aceite frito.
Tú venías solemne sobre tus piernas.
¡Oh la solemnidad de tu carne tierna,
de tu cuerpo adorable sobre tus largas piernas!
Calle abajo, venías entre los solares, los gritos,
los niños que jugaban al salir de la escuela,
la mujer recogía la ropa en la azotea,
el hombre recomponía lentamente un reloj
mientras un amigo hablaba de sus años de prisión
por cosas de la guerra, tú venías solemne,
con más solemnidad que el crepúsculo, o con una
dignidad que el crepúsculo recibía solamente de tí.
Toda la majestad amada del crepúsculo.
No había en Valencia dos piernas como las tuyas,
con la viva alegría de la virginidad.
Siempre venías, nunca llegabas del todo,
y yo te quería así, y yo lo quería así:
Nací para esperarte, para ver cómo venías.
Inútilmente recorro los crepúsculos, las noches.
Veo los hombres que cargan lentamente camiones.
Veo los bares, el aceite frito, las parejas de amantes.
Yo recuerdo unas piernas, tus piernas desnudas,
tus largas piernas llenas de dignidad.
No había en Valencia dos piernas como las tuyas.
Un cadáver verdoso, un cadáver fosfórico
va tocando las aldabas, va preguntando por ti.
Se despierta Ausiàs March en el vaso del carnero.
No sé nada de ti. Han pasado siglos, días.

Inútilmente recorro Valencia. No escribo Églogas.